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4:🥂"Seduce me"🥂

Narra Aitana.

Me levanté como siempre, sintiendo el peso de la noche anterior en mis ojos. Mi cabello estaba completamente desordenado, erguido en todas direcciones como si hubiera tenido una pelea épica con mi almohada, y mi rostro mostraba una expresión de cansancio que no podía ocultar. Miré el reloj en la mesita de noche y vi que eran las 9:46 a.m.

Tarde, muy tarde.

-Mierda -dije en voz alta, el pánico comenzando a instalarse en mi pecho. Me levanté de un salto, casi tropezando con las sábanas desordenadas, y corrí hacia el baño; iba a llegar tarde a la universidad.

Tomé una toalla al vuelo y salí prácticamente corriendo de mi habitación, la adrenalina empujándome hacia adelante. Sin embargo, no calculé bien la distancia y me di un buen golpe con el marco de la puerta al hacerlo. La punzada de dolor atravesó mi piel, pero me tuve que aguantar las ganas de gritar, sabiendo que no podía perder tiempo.

-Oye -me llamó Hugo, que estaba en la sala, mirando la escena con una mezcla de sorpresa y diversión. Observó cómo sujetaba mi pie con una mano mientras trataba de mantener el equilibrio-. ¿Qué haces? -su expresión se tornó aún más confusa al ver cómo me enderecé, sin detenerme, y corrí al baño, mientras él sostenía un vaso con zumo de naranja en la otra mano.

-¿Qué no es obvio? Me estoy preparando, voy a llegar tarde -respondí, entrando en el baño, donde podría al menos intentar arreglar mi aspecto.

-Ja -rió él, acercándose a la puerta-. ¿No sabes que hoy es sábado?

Detuve todo lo que estaba haciendo apenas lo escuché. Abrí lentamente la puerta, aún con el cepillo de dientes en la boca, mirándolo fijamente como si hubiera dicho la cosa más absurda del mundo.

-No me jodas -murmuré, con la pasta de dientes ya escurriendo un poco.

-Es verdad, mira tu móvil -me instó. Hice lo que decía y, efectivamente, al mirar la pantalla, el día de la semana brillaba con claridad: sábado.

-Ahhh -cerré la puerta, sintiéndome completamente frustrada. No podía creer que me hubiera dejado llevar por la rutina de los días de semana, olvidando por completo que hoy era un día libre.

Terminé de cepillarme y traté de acomodar un poco mi cabello, luchando contra los mechones rebeldes que se negaban a obedecer. Después de unos minutos, decidí que ya era suficiente y salí del baño, sintiéndome un poco más en control. Me dirigí al sofá y me dejé caer sobre él, sintiendo la suavidad de los cojines.

-Pensé que llegaba tarde -dije, recostando la cabeza en el borde del sofá y dejando que el peso de mi cuerpo se hundiera en la comodidad.

-Mmm, se nota que estás estresada -comentó Hugo, observándome con una mezcla de preocupación y diversión-. ¿Quieres que te haga un masaje?

La idea captó completamente mi atención. La tensión que acumulaba en mis hombros era evidente y no podía resistirme a la posibilidad de un poco de alivio.

-¿Podrías? -pregunté, levantando la vista hacia él con un destello de esperanza.

Asintió, dejando el zumo en la mesita y acercándose al sofá por detrás. Su cercanía era reconfortante. Puso sus manos en mis hombros y comenzó a hacer pequeños movimientos con sus dedos, presionando suavemente en puntos estratégicos que parecían liberar la tensión acumulada en mi cuerpo.

-Esto es increíble -murmuré, sintiendo cómo cada presión de sus dedos deshacía los nudos que había llevado conmigo durante toda la semana. Me relajó tanto que mi rostro se suavizó, y los leves sonidos que salían de mis labios reflejaban el placer de ese momento.

-Me alegra que te guste -respondió Hugo, su voz tranquila y relajada contrastando con mi caos mental. Continuó trabajando en mis hombros y parte superior de la espalda.

Los sonidos de placer y relajación eran cada vez más frecuentes y ligeramente agudos. Él, que obviamente lo notó, se acercó a mi oído para susurrarme:

-Esto me recuerda a aquella noche, ¿sabes? -dijo en un tono bajo y seductor-. Hacías los mismos sonidos, pero más fuertes -finalizó, y aunque no podía verlo, me imaginé la sonrisa traviesa que debía tener en su rostro.

-Uff, quita -lo aparté, sintiendo cómo el rubor se apoderaba de mis mejillas-. Eres un pervertido, Hugo.

-Como quieras -tomó el zumo de nuevo y se sentó a mi lado, suspirando mientras recargaba su espalda en el sofá-. ¿Quieres hacer algo hoy?

-Mm, no -dije, recostando la cabeza en su regazo, dejando que la comodidad me envolviera. Él sonrió al ver lo que hice.

-Vale, quédate así todo el tiempo que quieras -comenzó a acariciar mi cabello, sus dedos deslizándose suavemente, enrollando uno que otro mechón entre ellos.

Solté un pequeño suspiro, disfrutando de su compañía y de esos gestos simples que hablaban más que mil palabras.

-Me gusta cuando tocas mi cabello -dije, y eso solo ensanchó su sonrisa. Cerré los ojos, dejándome llevar por la tranquilidad del momento.

-¿Quieres que te cante algo? -preguntó, y abrí lentamente los ojos, llevándolos hasta su rostro, curioso por su propuesta.

-¿Sabes cantar? -inquirí, un poco confundida.

-Sí, ¿quieres oírme? -asentí, sintiéndome intrigada y emocionada.

-Claro.

Y ahí comenzó a tararear una melodía, sus palabras fluyendo con una suavidad que llenó el aire. Su voz era hipnótica, y a medida que se adentraba en la canción, el significado de cada letra resonaba en mi interior:

"Get me out of these tortuous doubts that I cannot answer"

"Kiss me in a fleeting moment and make me go blank and only think about your lips"

"Devour the little sanity I have left and soak up your hidden madness"

"Feel me like your safe place and don't walk away from me"

"Let us wrap ourselves in an environment full of ambition, desire, need and desperation"

"Make all the emotions I feel clear to discover if what I see in you is a forbidden fruit or an endless love.."

La combinación de su voz y la profundidad de la letra me encantó; cada palabra parecía un reflejo de lo que ambos sentíamos, y no pude evitarlo: mientras lo miraba y lo escuchaba, el deseo de hacer lo que su canción pedía se hacía más fuerte. Sin pensarlo demasiado, me senté de golpe y, con un impulso inesperado, lo besé. Un pequeño beso que lo sorprendió.

-¿A qué vino eso? -preguntó, su tono mezcla de asombro y alegría.

-No lo sé, solo quise hacerlo -respondí, sintiendo cómo una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Él sonrió leve, arqueando una ceja de forma juguetona.

-Sabes que me estás provocando, ¿no?

-Puede -dije, elevando un poco los hombros y desviando la mirada, sintiéndome un poco coqueta.

-Ja -me agarró por la cintura y me acostó en el sofá, poniéndose sobre mí-. No puedo seguir conteniéndome si actúas así, Wilson.

Comenzó a rozar nuestras narices, besando de manera superficial mis labios y mejillas, un juego que provocaba en mí el deseo de acercarme más, de buscar un contacto verdadero.

-No lo hagas -le susurré, pero no pude evitarlo: otra vez fui yo quien se acercó para besarlo, sintiendo cómo la chispa entre nosotros se intensificaba-. Pero aún no me he duchado, ¿sabes? -murmuré entre el beso, con un tono que intentaba ser juguetón, pero que en el fondo escondía mi propia urgencia.

Él se separó por completo, sonriendo de lado, como si acabara de encontrar la solución a un enigma.

-¿Quién dijo eso? -se acercó a mi oído, su aliento cálido provocando un escalofrío en mi piel-. Podemos hacerlo en la ducha.

-¿Eh? -pregunté, sintiendo que las palabras quedaban atrapadas en mi garganta, mientras mi mente se debatía entre la sorpresa y la emoción.

-Ven conmigo -se levantó, tomando mi mano con firmeza y llevándome hacia el interior del baño, donde la luz era suave y la atmósfera parecía cargarse de tensión.

-E-Espera -dije, deteniéndome un instante, el corazón latiéndome a mil por hora. La idea era tan tentadora como aterradora.

Él se volvió y me miró, con una mezcla de desafío y diversión en su expresión.

-¿Tienes miedo? Prometo sostenerte, no te dejaré ir.

-Eres realmente impulsivo -dije ente risas, colocando las manos en su pecho.

-¿Qué puedo decir? Tú no me dejas pensar con claridad -volvió a unir nuestros labios, en tanto nos adentrábamos en la bañadera.

Hugo abrió la ducha; el agua corría por nuestros cuerpos, mientras que nuestros labios no se despegaban ni por un segundo. Comenzó a quitarme la ropa y yo a él, la cual estaba más que mojada por el agua templada que salía de la ducha, hasta que estuvimos completamente desnudos.

Me puso de espaldas contra la pared, mientras besaba mi cuello con intensidad, dejando seguramente marcas en él. Luego fue bajando poco a poco por mi espalda, aguantando mi cintura con cierta presión.

Después de unos segundos, me di la vuelta para que ahora nuestros labios se complacieran, mientras deslizaba las manos por su pecho, delineándolo.

Dejé sus labios, dirigiéndome en segundos a su cuello para ir bajando lentamente, con pequeños besos y caricias, llegando hasta la zona más necesitada de su cuerpo, la cual tomé entre mis manos, empezando lentos y tortuosos movimientos para él.

Yendo después a introducirlo en mi boca, comenzando un vaivén que lo hacía desprender ciertos gemidos roncos, mientras apoyaba las manos en la pared y cerraba los ojos.

Al cabo de unos minutos, antes de que terminara se apartó para que me levantara, volviendo a unir nuestros labios en un beso desesperado y húmedo. Colocándome, después de separarnos, de espaldas otra vez.

-Espera, y el..

-Aquí -me interrumpió, alzando su mano hasta la repisa sobre nuestras cabezas y cogiendo un preservativo-. Siempre estoy preparado, cariño, tenía la certeza de que esto pasaría -murmuró en mi oído al morder mi lóbulo.

-Eres un completo descarado -hablé, con una sonrisa en mis labios.

-Últimamente estoy adorando tus cumplidos, ¿sabes? -dejó un último beso en mi cuello-. Pero sí, lo soy, y sabía perfectamente que querrías repetirlo.

-Vale. ¿Y a qué esperas? ¿Quieres que te indique? -soltó una leve risita ante mis palabras.

-Me encanta que me retes así -me acercó para besarme mientras lo ponía-. Pero conozco el lugar, no necesito guía.

Al terminar de hablar comenzó a adentrarlo, haciendo que volvieran todas aquellas sensaciones que me provocaba el sentirlo, y más cuando comenzó a moverse. Empezó con embestidas lentas y pausadas, para luego ir aumentado la velocidad, entrando cada vez más profundo.

-Ah... ve... despacio -logré decir entre gemidos.

-No creo que pueda -dijo con dificultad-. En estos momentos... -besó mi cuello-... estoy demasiado excitado como para tomarlo con calma, cariño.

-Entonces... ahg... no te detengas...

-Dilo otra vez -susurró, con un tono grave, mientras se acercaba a mi oído, aumentando la velocidad.

-... Mm.... no... no te detengas, Hugo -sumisa ante sus palabras. Pero no se puede negar que, un momento como ese, hay que dejarse llevar por el deseo de un mayor placer.

-Ah... amo cuando me lo pides de esa manera.

Y continuó, haciéndolo más y más rápido, chocando nuestros cuerpos mojados por el agua que corría, mientras que nuestras respiraciones completamente agitadas se juntaban, y el intenso deseo de llegar al clímax se hizo presente, sucediendo minutos después.

Cuando nuestras respiraciones se fueron regulando, y su cuerpo descansaba arrimado al mío, sentí cómo su calidez me envolvía. En ese momento de intimidad, él habló cerca de mi oído, su aliento cálido me provocó un escalofrío.

-¿Puedo dormir contigo hoy? -susurró, acariciando suavemente la piel de mi cintura con sus dedos, como si buscara reconfortar cada rincón de mi ser.

-¿Eh? -me giré de un tirón, liberándome de la presión de su cuerpo para mirarlo directamente a los ojos. La sorpresa en su mirada me hizo cuestionar su solicitud-. ¿Por qué?

-Ayer no pude dormir casi nada; creo que necesito abrazarte y sentir tu calor para poder descansar. No quiero dormir solo, Aitana -explicó, su voz era como un suave murmullo que me envolvía en calidez. Acarició mi mejilla con un gesto tierno, rozando nuestras narices-. ¿Me dejas?

Lo pensé por un momento; yo tampoco había dormido mucho la noche anterior. La soledad y la incomodidad me habían acechado, y de repente comprendí que también lo extrañaba a él, a su presencia, a la forma en que me hacía sentir segura y tranquila. La idea de dormir entre sus brazos no solo me atraía, sino que también me parecía un refugio perfecto.

-Está bien -dije finalmente, haciendo una pausa para darme un momento a mí misma. Puse las manos en su pecho, sintiendo el calor de su piel, el ritmo acelerado de su corazón que se sincronizaba con el mío-. No... ¿no quieres hacerlo de nuevo? -me atreví a preguntar, viendo la sorpresa en su rostro ante mi proposición.

-¿Crees que puedas? -enarcó una de sus cejas, una mezcla de escepticismo y desafío en su mirada, como si subestimara mi deseo.

-Créeme, solo con ver tu cuerpo, tocarlo -deslicé mi mano por su pecho, sintiendo cada músculo bajo mis dedos-, y besarlo -me acerqué para darle unos pequeños besos en su piel, dejando que la calidez de su cuerpo me envolviera por completo-. No puedo resistirme.

Un destello de deseo brilló en sus ojos mientras mordía su labio levemente, mirándome con detenimiento, como si estuviera buscando las palabras justas para responder.

-¿Ah, sí? -preguntó, y en un instante, su expresión cambió. Tomó mis muslos con firmeza y me cargó en sus brazos, cruzando mis piernas por su cadera-. Entonces, voy a satisfacerte hasta el punto en que no puedas más.

-Bueno, ahora es lo que más deseo -respondí, una sonrisa se dibujó en mis labios mientras él me besaba con intensidad, como si quisiera devorar cada parte de mí.

No sé cuánto tiempo estuvimos en el baño, pero el mundo exterior se desvanecía a nuestro alrededor, y el deseo mutuo entre nosotros se tornaba palpable, más grande que cualquier cansancio que pudiéramos haber sentido.

La combinación de agua -ahora caliente-, piel contra piel, y el roce de nuestros cuerpos creaba un ambiente donde el tiempo perdía su significado. Los besos se volvieron más intensos, las caricias más atrevidas, y cada susurro que escapaba de nuestros labios era simplemente maravilloso.

Cada roce, cada beso, cada palabra susurrada se convertía en un eco de la complicidad que crecía entre nosotros. Y en ese momento, mientras el agua caía y el vapor nos envolvía, supe que no había nada más que desear. Estábamos allí, juntos, olvidándonos de todo, y eso era suficiente.


Notis: Lo que canta Hugo no es una canción, solo es parte de un intento de poesía que hice, y al traducirlo me pareció perfecto, así que lo dejé 🙃

¡gracias por leer!

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