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For the Dreaming

Respuesta al reto #10 de caldo toothcup para el alma; fuck the canon

Falta la tercera parte, que es la boda. But, esa deberé  subirla luego del 16, debido a que ando en la playa.  Srry

Anywway:

Parejas: Toothcup, Eretstrid.

Canción: Fort he Dancing and the Dreaming

Datos extra: para el intento de Toothless por atraer a Hiccup, tomé algunas cosas sobre el cortejo de varios de los animales en los que esta basado Toothless, como mostrar las alas (de los murciélagos) y la danza con apariencia de lucha llena de persecuciones, movimientos de cabeza y abrazos (de las salamandras)

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My dearest one, my darling dear

Your mighty words astound me

But I've no need for mighty deeds

When I feel your arms around me

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Como todo problema con el que no quieres lidiar, Hiccup decidió ignorar la situación hasta que ya no pudiese hacerlo más.

Primero, ahogándose de lleno en la nueva responsabilidad de ser jefe y en reconstruir el pueblo. Luego, en aprender el idioma de los dragones con su madre (Lo que, en cierto modo era contraproducente, porque le llevaba a pensar en el objeto de sus dudas e inquietudes). A veces incluso lograba escaparse con Toothless para un relajante vuelo nocturno.

Tanto jinete como dragón, habían comenzado a sanar su relación, poco a poco. Hiccup finalmente había logrado evitar revivir en su mente la muerte de Stoick cada vez que miraba a Toothless a los ojos. Preocupantemente, había comenzado a notar otras cosas, como que los ojos de Tooth parecían tener motas amarillas con la luz del sol y en la noche parecían brillar de un hipnotizante verde intenso, como si fuesen bioluminiscentes al igual que las luciérnagas que a veces aparecían por el bosque. También, había notado como su compañero era más receptivo a sus roces cariñosos y caricias amistosas, él mismo había comenzado a buscar contacto físico con Toothless cada vez que podía, desde un simple roce a su cabeza, hasta un abrazo completo.

Preocupantemente, Hiccup notó que le era cada vez más difícil apartarse de su compañero luego del más mínimo contacto físico entre ambos. Se encontró a sí mismo anhelando el toque de Toothless como un adicto.

Era intoxicante, como sólo una lamida de Toothless podía sonrojarlo y dejarlo con una multitud de mariposas en el estómago. Era intoxicante, como una sola lamida de Toothless había llegado a ser más deseada y disfrutada, incluso que los besos de Astrid.

Quizá siempre había sido así y hasta ahora comenzaba a notarlo.

Quizá, la única diferencia entre antes y ahora, era que al fin había comenzado a poner atención a lo que de verdad importaba.

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Como todo mal método para lidiar con los problemas inesperados, el ignorarlo comenzó rápidamente a dejar de ser una opción. Ya no podía ahogarse en sus responsabilidades o su nuevo hobbie para evitar pensar en eso, pues por más concentrado que estuviese, la voz en su cabeza se hacía cada vez más potente. Cada vez más insistente en ser escuchada y atendida.

Así que, Hiccup se vio obligado a aceptar los hechos: estaba enamorado, perdida y absolutamente, de su dragón. Y sabía que todo su ser estaba ansioso por hacer algo al respecto.

Pero, ¿cómo podía hacerlo?

Su pueblo no lo aceptaría, y Astrid tampoco merecía que le hiciera eso. Además, no importaba qué tan enamorado estuviese de su amigo, no sabía si él se sentía igual o siquiera de si tendría el mismo concepto de amor que los humanos.

Hiccup prefería intentar re-enamorarse de Astrid, casarse y hacer lo que todos esperaban de él, a arriesgarse a perder a su dragón, su amigo, su compañero, su otra mitad. El único motivo por el que había logrado no derrumbarse por completo luego de todo el asunto de Drago y la muerte de su padre. Porque, estaba seguro de que si perdía a Toothless, ni siquiera el reencuentro con su madre habría sido suficiente para evitar que Hiccup decidiese mandar todo al Hellheim.

Así que, como toda persona con miedo, Hiccup decidió que no haría nada respecto a sus sentimientos y los enterraría en lo más profundo de su ser por el bien de todos. Por más difícil que se le hiciese hacerlo cada que estaba en compañía del receptor de sus sentimientos.

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Como en todo hecho en la vida de Hiccup, el destino había decidido ponerse en contra de sus planes, pues no habían pasado ni dos días desde su resolución final respecto al problema, cuando Toothless decidió actuar más extraño (y adorable, lindo, perfecto-) de lo normal.

Hacía que alargaran más sus vuelos, le lamía más frecuentemente el rostro y buscaba cualquier motivo para recibir una caricia. Incluso había decidido subirse a su cama y dormir acurrucado contra él la noche anterior. Siendo honesto, había sido la primera noche en mucho tiempo que había podido dormir completamente relajado. No imágenes de los ojos vacíos de vida de su padre ni de Drago montando a su dragón. Sólo el cuerpo de Tooth contra el suyo, sus alas ocultándolo del mundo y el calor irradiado por su cuerpo cubriéndole por completo.

Y, no era que le molestara, claro que no.

El problema no era ese. El problema era que, por el contrario, le gustaba mucho más de lo que estaba moralmente correcto. Al menos a los ojos de los demás. Y el hecho de que estaba a tan sólo unos días de su matrimonio.

Sin embargo, lo verdaderamente extraño no pasó hasta una mañana, donde despertó con un pescado tan grande que por un segundo se asustó, posado sobre las pieles que le cubrían y con Toothless mirándole atentamente, casi sin parpadear y las pupilas dilatadas, desde los pies de su cama.

Hiccup parpadeó adormecido, procesando lo que estaba pasando. Finalmente, se levantó de golpe, provocando que el pescado cayera a los pies de la cama y Toothless se sobresaltara también.

—Toothless...— Comenzó, mirando fijamente a su dragón.— ¿Qué demonios? ¡Creí que ya habíamos dejado en claro que no podías traer pescado crudo a mi cuarto! Si tenías tanta hambre pudiste comer fuera.

Toothless hizo una mueca, similar a un mohín, pero no dijo nada. Hiccup suspiró.

—¿Sabes? No tenías que esperarme para desayunar, pudiste haber comido solo o haberme despertado. Sabes que no me hubiese molestado... mucho.

Esta vez Toothless sólo bufó, molesto y salió de la habitación. Dejando al pescado atrás, quien parecía estar juzgando a Hiccup con su inexpresiva mirada. Se estremeció, antes de levantarse y tomar al pescado con sus manos.

—¡Hey, dejaste esta cosa aquí!— Gritó, asomándose a la ventana en busca de su compañero.

Esta vez, Toothless ni siquiera se molestó en acercarse ni para lanzarle una de sus miradas de "eres un idiota". Bufó, bajando a la cocina con el pez. Ya que lo tenía, por lo menos iba a hacer uso de él.

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Como en todo proceso de conquista, Toothless sabía que tendría altibajos. Sobre todo porque aún no podía decirle de los planes de Astrid a su humano y era seguro que su jinete, siendo el chico perfecto que era, estaría pensando en no herirla y romper su relación.

Gruñó, mirando molesto el río de donde pescó el pez para cortejar a su humano. Tal vez, había sido mala idea recurrir a la vieja confiable, que era llevarle la presa más grande al objeto de tu afecto, como muestra de afecto. Hiccup era denso, después de todo y, como pudo comprobar, su método de aproximación era fácil de confundirse con una acción común (Que fue exactamente lo que sucedió) en lugar de la inmensa muestra de afecto que era.

Meneó la cabeza, pescando un pez pequeño para desayunar y se dirigió a pensar en la segunda fase de su plan. Un pequeño fallo como ese, por más frustrante que fuese, no iba a detenerlo en su misión de sacar al estúpido de su compañero de la negación.

Nada iba a detenerlo ahora que sabía que Hiccup le correspondía con la misma fuerza con que él le amaba.

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Como todo suceso extraño, Hiccup pensó que el caso del pescado sería una anomalía aislada en su rutina. Lástima que nada salía nunca como Hiccup quería.

Por algún motivo, a lo largo del día Toothless siguió llevándole extraños reglaos, incluso en medio de sus reuniones. Dalias, un libro de flores (que, no se le ocurría un lugar de donde pudo sacarlo), una libreta nueva (en serio, ¿de dónde sacaba esas cosas? No las habría robado ¿cierto?), más pescado, incluso en un momento llevó lo que parecía ser un cofre viejo lleno de cosas de oro.

"tesoro" fue lo único que se dignó a explicar, cuando Hiccup lo interrogó.

El castaño no pudo evitar notar que Toothless parecía extender sus alas a cada oportunidad que tuviese, aún si no era necesario. Como si quisiese mostrar qué tan imponentes podían llegar a verse a la primera oportunidad que tuviese.

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Hiccup suspiró, al llegar a su casa esa noche y encontrarse una canasta llena de más pescado. Al menos ya sabía que cenaría.

Dejó los demás regalos sobre la mesa y se acercó al dragón para comenzar a acariciarle el cuello antes de abrazarlo. Fuerte. Como si quisiese perderse y fusionarse con Toothless.

Si el abrazó duró más de lo necesario, ninguno dijo nada al respecto. A ninguno de los dos le molestaba la cercanía.

—Gracias por intentar animarme, amigo.— agradeció, dándole una sonrisa más cálida (mucho más cálida) de la que alguien le daría siquiera a su mejor amigo.— Aprecio los regalos, aunque no debiste molestarte...

Y, así como así, la atmosfera cálida se fue a pique y Toothless miró a su humano como si quisiese prenderle fue allí mismo. Sin embargo, sólo se limitó a soltar un siseo indignado y subir a la habitación de Hiccup, cerrando la puerta más fuerte de lo necesario con su cola.

Hiccup pudo escucharlo desde su sitio gorgorear a gritos. Apenas y pudo captar con su pobre dragonés palabras como "estúpido", "humanos", "ciego" y la única frase que logró entender "quiero quemar algo".

Suspiró, poniéndose a cocinar parte del pescado para la cena, dejando otra para Toothless y guardando para la mañana siguiente los que sobraron. Al terminar, colocó todo en la mesa e intentó llamar al dragón, siendo ignorado.

Estúpida lagartija resentida... ¿resentida de qué, de todos modos? ¡Él no hizo nada malo! ¿Cierto? ¿Habría sonado muy desagradecido?

Justo cuando estaba comenzando a preocuparse, Toothless bajó de nuevo, sentándose frente a su pila de pescado crudo, sin decirle nada.

—Hey... lamento si soné grosero. No era mi intención, en verdad aprecié los regal-

"No era eso". Toothless le cortó, antes de proceder a devorar todo el pescado frente a él.

Hiccup le escrudiñó unos segundos con la mirada, antes de destensarse levemente y proceder a consumir su propia cena antes de que se enfriase completamente.

No pudo evitar sentirse como si se estuviese perdiendo de algo, pero tampoco sabía qué preguntar para conseguir la respuesta correcta.

Al final, acabaron de cenar, limpiaron todo y Hiccup repasó un poco de su dragonés con algo de ayuda de Toothless.

Por lo menos algo bueno había salido de volver a trasnochar más de lo necesario y era que, esa noche, Toothless volvió a acurrucarse contra él en su cama y a dormir acogiéndolo entre sus alas.

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Toothless estaba comenzando a desesperarse. Hiccup no parecía entender sus avances, ni siquiera con todos los regalos que le había dado.

¡Se había esforzado mucho! Primero, había aprovechado sus privilegios de alfa y había enviado a un pequeño grupo de dragones para que le buscasen algo que estuviese lleno de joyas o cualquier otro tesoro lleno de ese metal amarillo que los humanos tanto parecían amar. Mientras tanto, había pescado él mismo todos los peces que llenaron la canasta y recogió él mismo las dalias con las que Valka le ayudó a formar un ramo.

Además, cuando sus compañeros trajeron el cofre, tomó un poco del oro y lo llevó donde Valka (pues era la única capaz de entenderle perfectamente) para que le ayudase a comprar la libreta y el libro de flores (porque estaba seguro que el humano no tendría ni idea del significado de esa flor. Había estado bastantes años a su lado para saber hasta dónde se extendían los conocimientos del castaño).

Creía que Hiccup finalmente habría captado la idea, pero no. El remedo de vikingo (con amor) ni siquiera abrió el libro de flores en todo el día y, de paso, malinterpreto su cortejo con "una muestra de amistad para hacerlo sentir mejor".

Gruñó de nuevo, cerrando con un portazo el cuarto de Hiccup y comenzó a dar vueltas por el cuarto, liberando su frustración.

"¡Estúpido humano! Humano ciego. Observador para algunas cosas. Idiota en otras. ¡Argh, quiero quemar algo!" Rugió, lanzando una bola de plasma por la ventana. Poco le importaba quien fuese el pobre desgraciado que la recibiera.

Ya más calmado, bajó a cenar con su humano.

Por lo menos, algo bueno tenía que pasarle. Y agradecía que ese algo, fuese el poder dormir abrazado a su humano. Su Hiccup.

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Valka miró divertida como Toothless hacía una rabieta, quejándose de lo ciego que era Hiccup.

"¡Ni siquiera ha leído el libro! No va a entender si no lee" gorgoreó, enfurruñado.

Valka sólo le miró de forma condescendiente.

—Tal vez deberías dejar de enfocarte en darle regalos y aproximarte de forma más íntima. — aconsejó, dándole un sorbo a su té.— decirle directamente las cosas. Hiccup ha estado practicando su dragonés desde que estoy aquí y ya ha pasado casi un mes. Además, es un chico inteligente, sólo necesita el empujón correcto.

Toothless resopló, pero no negó las palabras de la pelirroja. Sabía que en parte tenía razón. Necesitaba ser más agresivo en su misión. Ya había sido demasiado sutil para su gusto y eso, si bien parecía agradarle a Hiccup, solo le estaba haciendo perder el tiempo caminando en círculos.

Se levantó de su sitio, agradeciéndole a la mujer con una lamida en el rostro y se fue para preparar su último ataque. Para ello, primero debía revisar el cofre que Hiccup apenas y se dignó a mirar (humano desagradecido), para sacar los objetos que creía haber visto en él y luego regresaría a pedirle ayuda a Valka de nuevo, con ellos.

Después de todo, la tercera es la vencida ¿no?

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— ¿Ya casi llegamos?— preguntó, buscando la mirada de Toothless. Llevaban un considerable rato volando, porque en lugar de su rutina de vuelo alrededor de la Berk diaria, Toothless había dicho que tenía una sorpresa para él. Y, por supuesto, la curiosidad le había ganado a su cansancio.

Toothless le ignoró, concentrándose en el camino, hasta que finalmente bajó a una pequeña isla (Hiccup la reconoció como el lugar que habían descubierto poco antes de la llegada de Drago) y voló cerca del suelo, hasta llegar a un pequeño claro, iluminado exquisitamente por algunas luciérnagas y la luz de la luna.

En el medio, junto a un pequeño lago, había una pequeña caja de madera y un puñado de dalias y rosas, así como el libro de flores que le había dado antes. Toothless se acercó y tomó las flores, tendiéndoselas a Hiccup, quien se sentó en el suelo y las tomó, murmurando un agradecimiento.

El humano las tomó algo ruborizado, sin entender lo que estaba pasando. O, quizá sí entendía, pero no quería hacer crecer sus esperanzas.

Toothless luego procedió a tomar el libro y colocarlo sobre el regazo del humano, lanzándole una mirada seria.

Hiccup pareció entender, porque tomó el libro y preguntó.

—¿Quieres que busque estas flores?— Ante el asentimiento del night fury, el castaño abrió el libro y comenzó a buscar las respectivas flores. Una vez encontrado lo que buscaba, procedió a leer en voz alta.— dalias: simbolizan, entre otras cosas, la promesa de hacer feliz a las otra persona. Rosas: simbolizan...amor y... pasión...

Se ahogó con su saliva al leer eso, levantando la vista del libro de golpe, dirigiéndola hacia Toothless, quien estaba mirándole fijamente, tenso y con las pupilas tan dilatadas que apenas y se podía ver una franja verde en sus ojos. Se notaba nervioso y... expectante.

Relamió sus labios, sintiendo un nudo en su garganta y el calor comenzando a aglomerarse en sus mejillas.

—¿Estas... diciendo lo que creo?— preguntó, con la voz quebradiza y el corazón latiéndole como si quisiese salirse de su pecho. Estaba tan embelesado por lo hermoso que se veía Toothless con sus escamas reflejando la luz de la luna y ciertas partes de su anatomía comenzando a brillar de un azul intenso, que todo remordimiento y todo pensamiento referente a Astrid había quedado en el olvido.

"Sí. Amor. Toothless amar a Hiccup" respondió, en el dragonés más básico en el que pudo pensar. Hiccup ahogó un jadeo.

—¿Es por eso que has estado actuando tan extraño todos estos días?

"Sí. Cortejo. Hiccup idiota y ciego".

—Lo siento— Rió, extendiendo su mano para acariciar el rostro del dragón y acercándose lo suficiente para juntar sus frentes.— No eran necesarios tantos regalos, Tooth. Sabes que eres lo más importante para mí.

"Hiccup merecerlos. Cortejo." Refutó, lamiendo el rostro del chico.

—Lo digo en serio. No... no necesito nada de eso si puedo estar junto a ti, abrazados de este modo, con tus alas ocultándonos del mundo.— Sonrió, tomando el rostro de Toothless entre sus manos, de forma delicada.— No significa que no esté agradecido. Yo también te amo, lagartija sobre-desarrollada.

Toothless se separó y tomó la pequeña caja entre sus dientes, antes de colocarla en el suelo, en medio de ellos. Miró a Hiccup, incitándole a abrirla.

El castaño obedeció, tomando la caja entre sus manos y abriéndola, encontrando dos anillos color negro, con la simple frase "juntos, siempre" escrita en runas. Sintió sus ojos aguarse y conectó miradas con Toothless, quien ronroneó.

"Tu, yo, unión. Unión por siempre" Gorgoreó, frotando su trompa con el pecho del chico.

Hiccup no lo pensó dos veces, ni siquiera lo pensó demasiado una. Al diablo con las consecuencias y con todo lo demás.

—Yo... sí. Sí, acepto.— respondió, en un brusco dragonés, sintiendo las palabras salir de forma ahogada, luego de unos segundos de silencio donde pensó haber perdido la capacidad del habla debido a lo sobrecogido que se sentía. ¡Toothless le correspondía!

Y, lo más importante, ¡le estaba pidiendo matrimonio!

Soltó un sollozo, sintiéndose feliz como no se había sentido nunca. Toothless se acercó y comenzó a lamer las lágrimas del rostro de su humano, antes de abalanzarse sobre él de forma juguetona, como la primera vez que habían pisado esa pequeña isla.

Hiccup rió de forma ahogada, siguiéndole el juego, provocando que ambos rodaran varias veces en el suelo en un intento por escapar del enorme dragón necroso a modo de juego, hasta que finalmente logró ser capturado entre el suelo y Toothless, quien le mirada con lo que parecía ser una sonrisa y los ojos brillantes.

—¿Qué haces? Me vas a aplastar.— Se quejó, bromeando, con la enorme sonrisa en su cara delatándole.

Toothless lo lamió de nuevo, esta vez cerca de la comisura de sus labios.

"Cortejo" ronroneó, apoyando su cabeza en el pecho del humano.

Hiccup se incorporó, provocando que Toothless levantara la cabeza también y, tomando el rostro entre sus manos, unió su boca con la trompa del dragón, imitando un beso humano lo mejor que pudo.

—Lamento haber sido tan ciego, amor.

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Como toda realidad indeseada y dolorosa, el recuerdo de su compromiso con Astrid se sintió como un balde con agua fría, empapándole.

Sin embargo, luego de pensarlo un poco, escogió su decisión.

Esta era su oportunidad de ser feliz, y no renunciaría a lo que estaba creciendo entre él y Toothless por nada ni nadie. Incluso si eso significaba dejar la isla. Sabía que su madre le entendería y Astrid, con algo de suerte, le perdonaría y pasaría página.

De todos modos, Hiccup era alguien fácilmente reemplazable y Astrid o su madre serían buenas líderes en su lugar.

Igual, aún era muy pronto para pensar en el peor escenario. Sin mencionar que hacer eso no ayudaba en nada con su ansiedad.

Quizá el pueblo lo aceptaría, su amistad con Astrid perduraría y Toothless y él no tendrían que autoexiliarse para estar juntos.

Tenía que ser optimista y no adelantar ninguna decisión hasta tener su necesaria, charla con la rubia.

Sólo esperaba que su apretado horario le permitiese hacerlo lo antes posible.

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La siguiente noche, Toothless llegó sonriendo a la choza de Astrid para su reunión el planeamiento de la boda.

Sonrisa, que no quitó en toda la noche, a pesar de negarse a contar los detalles a ambas mujeres frente a sí más allá de un "aceptó" que le murmuró a Valka.

Sabía que Hiccup era quien debía hablar con Astrid y, de todos modos, lo que pasó entre ellos la noche anterior era algo privado, que nadie era merecedor de saber.

Además, mentiría si dijera que no era divertido ver la cara de frustración de la rubia cada vez que fallaba en intentar sacarle algo de información.

Ooo

Se encontraba en el gran salón, aprovechando su soledad y la tranquilidad de la noche para practicar su dragonés. Aunque, se sentía demasiado solitario sin Toothless con él, pero el dragón había tenido que dejarle para ir a atender un asunto como el alfa que era.

A veces olvidaba que, como él, su pareja también era jefe de su propio pueblo.

Se sobresaltó al escuchar a alguien acercarse, levantando la vista de golpe.

—¡Oh, eras tú! Por un segundo me asusté.— saludó, comenzando a guardar frenéticamente todos los papeles dentro de la libreta que Toothless le había dado y guardándola bajo su chaleco.— En realidad me alegra que estés aquí, porque-

— Necesito hablar contigo— acabaron al unísono, mirándose sorprendidos.

—Uh... mejor hagámoslo en otra parte, es algo importante.— Astrid sugirió y Hiccup asintió, siguiéndola fuera del gran salón y caminando en un silencio incómodo a su lado, hasta llegar a una zona apartada de la aldea, donde se sentaron en el césped, admirando las estrellas.

Fue Hiccup quien rompió el silencio, no aguantando más lo pesado del ambiente.

—Y... ¿Cómo has estado? No hemos podido vernos últimamente, con todo esto de ser el nuevo jefe y la... boda.— Preguntó, con su voz quebrándose ligeramente en la última palabra, sin que pudiese evitarlo.

—Uh, bien, bien. Aunque, algo ocupada, ya sabes cómo es. — La chica respondió, sonriéndole. El ambiente se volvía cada vez más pesado con cada minuto que retrasaban lo inevitable.

¿Por qué era tan difícil poner en palabras sus sentimientos? Ya sabía que no quería a la chica como más que su mejor amiga (aunque fue muy ciego para verlo antes y tuvo que casi perder a Toothless para ello) y estaba seguro de su decisión.

—Bien, verás, lo que quería hablar contigo- / — Lo que te tengo que decir es que-

Ambos se callaron, mirándose en silencio unos segundos, antes de estallar en una risa histérica por lo extraño que era todo. Una forma de lidiar con lo incomodo de las circunstancias, más o menos.

—Empieza tú.

—No, no, insisto, ve tú. —Respondió, a modo de reflejo, a pesar de saber que cuando decía eso nunca acababa bien. Todavía podía recordar aquella conversación con su padre hace años.

—No, t- no, no. Ya sé. Ambos al mismo tiempo ¿bien?

—Uh... vale._ Aceptó, pues ella se veía igual de nerviosa que él.

La rubia tomó las manos de Hiccup y, mirándose a los ojos, ambos jóvenes inhalaron profundamente y...

— ¡Estoy enamorada de Eret! / — ¡Creo que debemos terminar!

Silencio.

—Espera, ¿estas enamorada de...Eret?— Hiccup preguntó, con una ceja alzada y una sonrisa de incredulidad formándose en sus labios. Sus hombros relajándose levemente con alivio. Bien, eso no se lo esperaba, pero sí era una gran mejora para la situación.

—Uh... ¿Sí?— carraspeó.— Sí. Quiero decir... Sí. Estoy enamorada de Eret.

—Vaya, eso... en realidad explica muchas cosas. — Admitió, apartando la mirada de la chica y centrándose en el cielo, buscando la mejor forma para decir lo siguiente que quería salir de sus labios.

— ¿Y qué hay de Toothless?— Hiccup se tensó, parpadeando con incredulidad y confusión. ¿Astrid...ya sabía lo de-

— ¿Sa...sabes de Toothless? Yo...— Comenzó a balbucear, la culpa obvia en sus palabras y los ojos al borde de las lágrimas. — ¡Lo siento! Sé... sé que técnicamente fue infidelidad porque aún estamos- estábamos juntos, pero... Él es tan perfecto y mi mejor amigo y no pude evitarlo, yo-

—Hiccup...

— ¡Y entonces él comenzó a actuar tan extraño! ¿Sabes que aún, luego de dos días, mi cuarto sigue oliendo a pescado?

—Hiccup.

—En serio, no sé qué estaba pensando llevando esa cosa a mi cuarto. Pero, luego comenzó a darme regalos más extraños, como flores y-

— ¡Hiccup!— El castaño acabó de golpe su verborrea, ante el grito exasperado de su ex-pareja. Astrid sólo suspiró, antes de mirarle con una sonrisa, que sólo lo descolocó más.

La chica estiró su mano, colocándola en la mejilla del chico.

—Ya lo sé. Fui yo quien animó a Toothless a cortejarte. — Confesó, colocando su mano sobre su boca, impidiéndole bombardearla de preguntas— Escucha... No quiero que te enojes, pero... he sabido de tus sentimientos desde hace días, pero estuve tan perdida en la negación que...

Se cortó, como si no supiese exactamente como continuar. Hiccup sólo la miró, con el entendimiento claro en sus ojos verdes.

Astrid continuó.

—Estaba tan cegada pensando que era lo correcto, que era lo que todos esperaban de nosotros que olvidé pensar en lo que era lo mejor para nosotros. Debo admitir que el hecho de que tu interés fuese un dragón no ayudó mucho a acelerar el proceso. — Bromeó, apresurándose a aclarar las cosas al ver que el otro se tensó. — ¡No te juzgo! Créeme, sí me molesté un poco al inicio, pero... una vez que me puse a pensar en ello, noté que era algo tan natural, que es una pena que no lo hayamos notado antes. Quizá eso nos habría ahorrado ahora esta charla tan incómoda y todo el agotamiento emocional de los últimos días.

Silencio, de nuevo.

—Pero, si desde hace días estabas planeando terminar conmigo... ¿Por qué no dejaste de seguir con los planes de la boda?_ Todo estaba siendo demasiado bueno para ser verdad y necesitaba asegurarse de que era verdad.

—Ah, sí. Sobre eso...

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—Entonces... ¿todo bien?— Hiccup preguntó, en la necesidad de recibir una confirmación a sus pensamientos. Habían pasado los últimos minutos, uno al lado del otro, con Astrid contándole sobre los detalles de la boda y cómo la habían logrado modificar a sus espaldas para que combinase un poco de la cultura vikinga con los rituales de unión de los dragones.

Hiccup se sentía un poco mal por no haber sido de mucha ayuda, pero Astrid rápidamente le restó importancia.

—Sí, todo bien. — Astrid respondió, jalándolo hacía sí y dándole un beso en la mejilla. — Esto fue por los mejores años de nuestra relación.

Hiccup sintió el aire abandonarle y la vista nublarse entre los brazos de la chica.

—Y esto... por todo lo demás. — Susurró, con Hiccup correspondiendo después de unos segundos. Se quedaron así unos minutos más, relajados con la presencia del otro, hasta que decidieron despedirse por el momento e irse a dormir, con Astrid prometiendo que al otro día le dejaría ayudar con algo de la boda.

Finalmente, Hiccup pudo respirar, tranquilo, sintiendo el miedo y la ansiedad abandonarle.

Finalmente, podía tener al ser que quería sin miedo de decepcionar a su mejor amiga y cargar con la responsabilidad de un corazón roto.

Finalmente, no necesitaba intentar convencerse de que estaba haciendo lo correcto, porque podía sentir que así era. Sabía que había decidido lo mejor. Que habría sido un horrible error haber continuado con la farsa de la relación perfecta sólo para complacer a los demás.

Finalmente, después de mucho tiempo, Hiccup pudo ser egoísta sin miedo a decepcionar a nadie.

Esa noche, Hiccup durmió de nuevo en los brazos de su, recién, amante, sintiéndose en calma y completo, como sólo Toothless podía hacerle sentir.

Porque, Astrid pudo haber sido su primer amor, pero no era su alma gemela.

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