For the Dancing
Bien, esta es mi respuesta para el reto #10 de Caldo Toothcup para el alma: fuck the canon. Espero que les guste <3
Parejas: Toothcup, Eretstrid.
Canción: Fort he dancing and the dreaming – HTTYD2
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I'll swim and sail on savage seas
With never a fear of drowning
And gladly ride the waves of life
If you would marry me
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Como todo cambio repentino e indeseado en la vida, Astrid recibió este repentino descubrimiento con negación.
Terca y profunda negación. Sin embargo, conforme pasaban los días y con ellos los preparativos para su boda, se hacía cada vez más difícil mantener esos indeseados y oscuros pensamientos en lo más profundo de su mente.
Como todo cambio repentino e indeseado en la aldea, este repentino descubrimiento tenía un particular culpable: Hiccup Horrendus Haddock III (y, quizá, cierto pirata y dragón, si nos poníamos específicos. Pero, como buena vikinga, prefería no entrar en detalles).
Por Freyja, ¿por qué todo lo relacionado con ese intento de vikingo (con amor) acababa siendo algo tan estrafalario que daban ganas de reír histéricamente para no llorar? Lo peor del caso era, que toda esa situación estaba tan fuera del control de ambos, que no sería justo culparlo. No realmente.
Suspiró, repitiéndose por enésima vez esa semana que todo estaba bien, que estaba haciendo lo correcto. Quizá si se lo repetía lo suficiente, podría llegar a creérselo.
Quizá.
oooo
Como en todo proceso de asimilación, luego de la negación (y la ira, pero era mejor no ahondar mucho en ello, sobre todo luego de cómo había dejado la mitad de los árboles de Raven Point) vino la aceptación. Quizá un poco más tarde de lo normal, pero ¡ey! ¿Quién podría asimilar tan fácilmente luego de cinco años de relación que su prometido estaba enamorado de su mejor amigo, quien de paso no es de la misma especie y, para rematar, que tú mismo estas enamorad de alguien más?
Exacto: nadie.
Sin embargo, si se ponía a pensarlo objetivamente, era algo bastante obvio. Desde el inicio, Hiccup y Toothless habían tenido un lazo tan profundo e inquebrantable, que no se sorprendería si Freyja se apareciera, sólo para anunciar que tanto jinete como dragón eran almas gemelas. Parecía algo sacado de una tragedia griega.
Por otro lado, también estaba Eret. Con su oscuro pasado, su estúpida sonrisa perfecta y galante, esos expresivos ojos que parecían desnudarte con la mirada y ese cuerpo jodidamente sensual que- no. Nononono. No iría por esa ruta de pensamientos en plena tarde y con una boda que detener.
O, quizá no. Quizá aún podrían celebrar esa boda. Sería un claro desperdicio no hacerlo luego de todo el esfuerzo que todos los aldeanos, incluyéndola a ella (Hiccup nunca estuvo muy presente en los preparativos, con toda esa nueva responsabilidad de jefe y sus escapadas con Toothless) habían puesto.
Tal vez, sólo necesitaba cambiar a los protagonistas y agregar un par de detalles más.
Con esa idea en su cabeza, se dirigió a efectuar su nuevo plan.
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Como toda conspiración, esta requería aliados para ser llevada a cabo. Por eso, Astrid se dispuso a hacer una exhaustiva investigación antes de- A quién engañaba. Solamente habló con Valka (quien aceptó ayudar a evitar su boda tan rápido que se hubiese sentido ofendida de no ser porque había sido su idea en primer lugar.) y acorraló a Toothless apenas lo atrapó sólo luego de lo que sea que hiciesen los alfa.
— ¿Qué sientes por Hiccup?— Ya estaba segura acerca de los sentimientos del castaño hacia su dragón, pero, si bien Toothless era muy expresivo con Hiccup, con ella era diferente. Sí, podría decirse que estaban en buenos términos desde hace años, pero nunca llegaron a tener esa cercanía tan... única. Además, no quería ser la única beneficiada de la ruptura de su matrimonio. Hiccup era alguien importante para ella y lo amaba, a pesar de que no fuese de forma romántica.
Y más vale prevenir que lamentar, también.
Toothless la miró entre lo que parecía ser sorpresa y confusión, para luego entrecerrar los ojos con cautela, claramente desconfiado por la pregunta. No podía culparlo.
—Sé lo que estarás pensando, pero te juro que no es lo que crees. — Suspiró, apretando los puños para no jalarse el cabello con frustración. ¿Por qué era tan difícil hablar con un dragón?— Ok, no sé cómo decirlo de forma suave, pero... descubrí que no amo Hiccup y... que él tampoco me ama.
Toothless volvió a abrir sus ojos en una mueca de sorpresa similar a la de un gatito y ladeó la cabeza de un modo tan adorable, que incluso la rubia olvidó por un momento el hecho de que ese mismo dragón frente a ella era el alfa de todos los dragones de la isla.
— Y... también descubrí otra cosa. Créeme cuando digo que me costó asimilarlo— carraspeó, frotándose el cuello nerviosamente. — Pero, antes necesito saber qué sientes, porque sé que eres más inteligente que muchos dragones, así que comprendes lo que significa estar enamorado ¿cierto?
El dragón asintió de forma lenta, sus pupilas dilatándose.
Astrid, por su parte, suspiró de alivio.— Bien, ahora quiero que me respondas, ¿Qué sientes por Hiccup? ¿Lo amas?
La vikinga pudo notar el momento exacto cuando el dragón entendió, finalmente, sus palabras. Lo notó, porque Toothless se tensó, quedando completamente quieto frente a ella, casi como una estatua, y exhaló de forma quebrada. Como si su pregunta le hubiese dejado sin aire.
Y, quizá fue así, después de todo, no importa que tan inmoral le pareciese la atracción de Hiccup hacia su dragón al inicio, Toothless siempre había más inteligente, más humano que los otros dragones de la isla. Incluso más que el alfa al que había retado en la batalla contra Drago. El alfa había hecho todo bajo el poder de Drago, pero Toothless... Toothless había decidido retar a un alfa por su propia voluntad. Por el simple motivo de que su amor por Hiccup había sobrepasado su miedo y el poder mental bajo el que se encontraba.
Estaba segura de que ella no hubiese podido ser capaz de tal acto barbárico de valentía y lealtad estando en su lugar. Y, ahora que lo pensaba, era en parte por ello de que le fue tan fácil acostumbrarse a la idea luego de aceptarla. Porque, era obvio que el tabú de las relaciones entre dos especies, simplemente no podía aplicarse a esos dos.
—No me molesta que admitas que amas a Hiccup, Toothless.— Y estaba siendo totalmente sincera.— Como ya dije, no nos amamos. Y estoy segura de que él te ama a ti.
Toothless gorgoreó, acercándose a ella, con sus escamas comenzando a brillar en un azul intenso. La pregunta clara en sus enormes ojos verdes.
—Sí, estoy segura.— aseguró, antes de seguir la mirada de Tooth hacia su anillo de compromiso.— ¡Ah, cierto! Esto... esto es parte del por qué vine a hablar contigo. Verás...
La siguiente hora, Astrid se dispuso a explicarle a Toothless su plan y se desahogó como no lo había hecho nunca. Era algo liberador, el poder expresarte sin miedo a las represalias, el poder decir el nombre del verdadero dueño de su corazón en voz alta.
Toothless, sorpresivamente, era bueno escuchando (y no sólo por el hecho de que no podía hablar). Además, pudo notar cómo los ojos del dragón brillaban ante la mención de Hiccup y la reacción que este tuvo en su ausencia. Cómo las pupilas del reptil se dilataban hasta dejar sólo una ligera ranura verde, mientras escuchaba a la rubia relatar cómo se dio cuenta de los verdaderos sentimientos del moreno. Era adorable.
— Así que, quiero que sea la boda perfecta para los cuatro. Además de una sorpresa para Hiccup hasta que esté todo arreglado, para animarlo un poco luego de... todo.— agregó, limpiando una de las lágrimas que no había notado hasta ese momento. — Por eso, con tu ayuda y la de Valka, quisiera agregar algunos toques del ritual de cortejo de los dragones. ¿Qué opinas?
Rió al sentir la lengua bífida del otro sobre su mejilla, tomándolo como una opinión positiva de parte del dragón. Finalmente, se despidió del réptil y le alentó a ir a comenzar a cortejar al moreno. Sólo esperaba estar presente en alguna de las ocasiones, no quería perderse las caras que seguramente pondría el moreno.
Esa noche, durmió un poco más tranquila, con la certeza de que todo se solucionaría.
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Como toda situación no anticipada, esta provocó que Astrid hiperventilara, presa del pánico. Había estado prestando tanta atención a la parte Toothless-Haddock de la operación, que se había olvidado casi por completo de la operación Eret-Hofferson.
Había estado tan preocupada por hacer la boda perfecta, por reclutar la ayuda y conocimiento de Valka y alentar a Toothless, que se había olvidado completamente de confesársele a Eret como debía y de ponerlo al corriente de todo (porque la sorpresa era para Hiccup principalmente, después de todo).
No es que dudase en que la respuesta de Eret sería afirmativa (por más egocéntrico o arrogante que eso sonase). Lo sabía desde el primer intento del pirata por llamar su atención.
Lo sabía desde que logró hacerse amigo de su dragona.
Lo sabía desde ese casi beso que compartieron cuando nadie les veía.
Lo sabía desde que notó la tristeza opacar la alegría de la victoria en los azules ojos del chico, cuando besó a Hiccup en frente de todos.
Sin embargo, había sido una cobarde y, siendo honesta, llevaba varios días sin verlo, con todo lo de la reconstrucción de la aldea y demás.
¿Y si ahora la rechazaba, despechado por lo de Hiccup?
¿Y si aceptaba, pero decidía que era muy pronto para casarse, a pesar de todos los beneficios que eso traería?
O peor aún, ¡¿y si se había resignado y acabado respondiendo a los descarados coqueteos de Ruffnut?!
No, no. Eso no iba a pasar. Era sólo su paranoia hablando.
Salió de su choza luego de comer una manzana, dispuesta a buscar a Eret luego de visitar la arena para un poco de entrenamiento con Stormfly antes de reunirse con la costurera de su vestido de novia.
En el camino, se encontró con Toothless, quien al parecer estaba recogiendo (para no decir arrancando del suelo) varias flores y hablando con Valka. Pues, era la única de la aldea capaz de hablar dragonés (aunque sabía que parte del tiempo que Hiccup desaparecía durante el día, era para ir a practicar lo más que pudiese el idioma para poder aprenderlo rápidamente). Había querido aprender el idioma también, pero con tanto por hacer había optado por pedirle ayuda a Valka cuando todo el drama de la boda y la reconstrucción del puedo, para practicarlo con más tranquilidad.
Saludó a ambos de paso, recordándoles que la noche siguiente debían verse luego de la cena para concertar varios planes más y le deseó suerte al dragón, antes de retirarse.
Agradeció que la arena estuviese vacía al llegar y que Hiccup estuviese en una reunión con los ancianos del pueblo. También agradeció a Odín que ninguno de sus amigos llegase, estando probablemente ocupado con otros trabajos. Sin embargo, a pesar de tener su espacio para pensar y sentir el aire contra su rostro al elevarse con Stormfly, no puedo relajarse completamente en toda la hora que estuvo allí, ocupada preocupándose e imaginando distintos posibles escenarios de su propuesta a Eret.
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El camino hacia la choza del pirata fue un sinfín de ansiedad, nervios y manos sudorosas sobre la correa de su asiento para montar. Aunque, gracias a Odín fue un viaje corto en el lomo de su dragona.
El nuevo hogar de Eret era una pequeña choza en una de las playas más solitarias de la isla y lejanas del pueblo, con un taller al lado lleno de materiales de carpintería y madera. Una ubicación inusual para alguien tan extrovertido como lo era él. Sin embargo, le comprendía. Aún no se sentía parte de la aldea, no del todo y de seguro seguía comiéndole la culpa de casi matarla a ella y sus amigos, así como de cazar dragones como si fuese trofeos.
En cierto le entendía. En su juventud ellos también hacían lo mismo con los dragones y ella debía admitir que su actitud tampoco había sido la mejor. Era arrogante, con la imagen de la chica perfecta de su generación subiéndole el ego por las nubes. Todavía recordaba las palabras hirientes y el desdén venenoso con el que trataba a cualquiera que percibiese inferior (especialmente al pobre de su mejor amigo).
Suspiró, sacudiendo la cabeza para alejar esos oscuros pensamientos y se acercó a paso lento a la puerta. Podía sentir las manos resbalosas por el sudor y las piernas temblorosas, pero eso no significa que se daría por vencida. ¡Era Astrid Hofferson, compañera del líder de Berk y entrenadora de dragones! Y, Astrid Hofferson no era conocida por hacerse para atrás por unos simples nervios y una zumbante incertidumbre.
Así que, con ese pequeño impulso de valentía como móvil, tocó suavemente la puerta y esperó, balanceando su peso de un pie al otro. Los nervios no tardaron en volver. ¿Y si estaba ocupado? ¿Y si ni siquiera estaba en su casa? O peor aún ¿y si simplemente decidía que no quería verla?
Finalmente, la puerta fue abierta por Eret, quien... no se veía tan bien. Parecía que no había dormido bien en toda la noche. Al mirar de reojo hacia la costa, pudo notar por qué. El barco de Eret nunca se había visto mejor. ¡E incluso tenía una de las banderas de Berk! Pero ¿por qué había estado trabajando en él toda la noche?
—Oh, vaya. Pero miren quién ha venido a visitarme. ¡La futura señora Haddock!— Astrid se sobresaltó ante la inmensa amargura en las palabras del contrario, dolida. Aunque, era justo que Eret se sintiera así. Después de todo, fue ella quien respondió a sus coqueteos luego de que convirtiese en un aliado más, olvidándose completamente de que ya estaba en una feliz relación con alguien más (Dios, aún se sentía horrible por eso. Eret debió haber sufrido tanto-).
—¿Y bien, a qué se debe el honor de su visita? Creí haberle dejado muy claro a tu amiga que no pensaba ir a tu boda ni como su acompañante ni de ninguna otra forma.
—No... no tienes que sonar tan-
—¿Tan qué? Yo no fui quien te dio esperanzas para luego venir con la sorpresa de que estoy en una relación y me voy a casar— Gruñó, cortándola. Astrid tragó saliva, bajando la mirada avergonzaba.
—Pero... ¿Qué harías si te dijera que quiero arreglar las cosas?— levantó la mirada de forma cautelosa e inspeccionó al otro con la mirada, antes de tomar su silencio como una invitación para continuar. — ¿Qué harías si te dijera que... me di cuenta de que no amo a Hiccup?
—Astrid, yo no-...— Eret suspiró, frotándose el cabello exasperado.— No quiero ser el malo de nuevo ¿si? Escucha, me gustas. Más de lo que pensé que podría atraerme una chica. Podría decir que estoy enamorado, incluso. Pero, yo... Yo no quiero ser el motivo por el que la relación de oro de Berk se rompa ¿Sabes? No quiero ser el malo de la historia de nuevo.
—¡Y no lo eres! Escucha... sé que tardé más de lo ideal en darme cuenta debido a mi terquedad, pero Hiccup y yo... No estamos hechos el uno para el otro. No en el sentido romántico, al menos.— Admitió, acercándose al otro y extendiendo su mano lentamente. Al final, al ver que el otro no hizo ningún intento por alejarse, la posó delicadamente en su mejilla.— La verdad es que... ambos tenemos a alguien más como dueño de nuestros corazones.
— ¿Hablas en serio?— Astrid sintió su corazón derretirse ante la mirada incierta, pero esperanza (y, sobre todo, llena de amor) de Eret.
—Absolutamente. — Aseguró, acercándose al rostro del contrario. Y, luego de lo que parecieron años, Eret comenzó a hacer lo mismo, rodeando su cintura con sus enormes brazos. Abrazó el cuello del chico en respuesta y, al fin, juntaron sus labios en aquel beso que llevaban queriendo concretar desde hace mucho.
Al fin, Astrid pudo tocar el cielo sin tener que levantar sus pies del suelo.
Se separaron luego de los que habían sido los mejores segundos de su vida, antes de que Eret rompiese el silencio.
—Pero, no he escuchado a nadie decir nada acerca de la cancelación de la boda.
—Sí, sobre eso...— Sonrió de lado, con el tono de su voz volviéndose repentinamente divertido. — Supongo que tendré que dar la noticia hoy. Después de todo, dijiste que no irías de ninguna forma y no puede haber una boda sin uno de los novios ¿cierto?
Silencio.
Astrid pudo presenciar el momento exacto en que Eret entendió sus palabras, pues sus pupilas se dilataron, sus mejillas enrojecieron levemente y su cuerpo se tensó.
—Astrid Hofferson... ¿Es acaso eso una propuesta lo que oigo?— bromeó, siendo totalmente serio a pesar del tono jocoso.
—Depende, ¿eso es un "sí, acepto"?
— ¡Oh, tú... monstruo!— Se quejó, antes de reír histéricamente por el shock y alzarla en un abrazo del suelo, dando varias vueltas. — No puedo creer que tú- ¡Sí, por supuesto que es un sí!
Le sonrió, con su blanca dentadura completamente a la vista, antes de volverse serio de pronto.
—Pero, si preguntan, fui yo quien se propuso. Y fue súper romántico.
La rubia no pudo evitar reírse ante lo dramático del pirata.
—Lo que te haga sentir mejor, bebé. — Respondió, rodando los ojos.
Eret le sonrió, apartándole un mechón de cabello delicadamente del rostro. Todo fue tranquilidad y azúcar los siguientes segundos, hasta que Eret abrió de nuevo la boca.
— ¿Y... Cómo se tomó Hiccup la noticia?— Astrid se tensó, apartándose del pirata. ¡Oh, por las nornas!
— ¡Mierda! Olvidé que tengo que hablar con él al respecto— Se quejó, ocultando el rostro en sus manos, Eret sólo se limitó a colocar una mano en su espalda, como muestra de apoyo.
— ¿No habías dicho que amaba a alguien más?
—Sí, pero... Es complicado. No me malentiendas, estoy segura de que habrá una boda doble sí o sí, pero... aún no tenemos la plática al respecto.
Eret alzó una ceja.
—Es complicado. Aunque ya hablé con la otra parte. Todo está resuelto... casi.
—Sí, hablando de eso... ¿Quién es esta misteriosa cuarta parte de la ecuación?
Astrid le miró a los ojos, con el rostro repentinamente serio y le colocó una mano en el hombro.
—Será mejor que te sientes. Déjame contarte una historia...
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Al final, pasaron la tarde sentados uno al lado del otro junto a la chimenea de Eret, bebiendo hidromiel y con Astrid poniendo al día a Eret acerca de la historia "dragones-vikingos", así como de los eventos decisivos que ayudaron a la tregua que hoy en día había entre ambas especies gracias a Hiccup y su amistad con un Furia Nocturna, acerca del nido de dragones e incluso un poco de las aventuras que tuvieron después de eso.
Era obvio que puso mucho énfasis en las interacciones entre Hiccup y Toothless, pues Eret no tardó mucho en sumar dos más dos en su cabeza.
— ¿Me estás diciendo... que el interés amoroso de tu ex-prometido es un dragón y que este le corresponde, pero ninguno de los dos se ha confesado aún?
—Uh... Sí. Eso resume bien nuestra situación, sí.
—Ah, bien. Genial, sí.
En realidad, Eret tomó la noticia con bastante calma, considerando lo bizarra que era la misma. Pero, bueno, no le sorprendía. Eret era un pirata e incluso estuvo aliado a Drago un tiempo. Era claro que a lo largo de su vida había visto cosas peores que un dragón y un humano enamorados.
Cuando llegó el anochecer, se despidió de Eret con un beso más largo de lo necesario, un abrazo y la promesa de que se verían al día siguiente con la noticia de la reacción de Hiccup ante la seria charla que tendrían esa noche.
Estaba tan ensimismada recordando la maravillosa velada que tuvo todo el día con el chico de sus sueños, que ni siquiera tuvo tiempo para sentirme mal por haber faltado a todos sus quehaceres de ese día.
Ya luego repondría el tiempo maravillosamente gastado.
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Al final, esa noche no pudo verse con Hiccup, pues al parecer Toothless se había tomado muy en serio (quizás demasiado) el ganarse el corazón del Haddock, a pesar de saber que ya lo tenía y Astrid no tuvo más remedio que utilizar su tiempo en reponer su ausencia en sus quehaceres antes de lo que le hubiese gustado y trabajar en otros detalles de la boda junto a Valka y la anciana Gothi (quien sorpresivamente había sido más comprensiva de lo que pensó).
Por supuesto, cada minuto libre lo pasó junto a Eret. Y disfrutó inmensamente conocer más a fondo al joven. Claro que, a pesar de todo eso aún se sentía inquieta cada minuto que pasaba sin hablar con Hiccup.
Al final, su infierno duró casi tres días, hasta que por fin (por fin) logró pillarle en su tiempo libre. Por suerte, ese día Toothless era el ocupado siendo alfa y su jinete estaba solo.
Encontrar a Hiccup fue más difícil de lo que pensó. Sin embargo, luego de una exhaustiva búsqueda de media hora, le encontró en una de las mesas del gran salón, murmurando cosas que sonaban como gruñidos, libreta abierta frente a él, carboncillo en mano y varios apuntes desparramados por todo el lugar.
Bien, aquí vamos. Pensó, acercándose. El castaño no tardó en darse cuenta de su llegada, pues levantó el rostro de golpe.
— ¡Oh, eras tú! Por un segundo me asusté.— saludó, comenzando a guardar frenéticamente todos los papeles dentro de la libreta, aumentando casi dos veces su tamaño original por el contenido extra y guardándola bajo su chaleco.— En realidad me alegra que estés aquí, porque-
— Necesito hablar contigo— acabaron al unísono, mirándose sorprendidos.
—Uh... mejor hagámoslo en otra parte, es algo importante.— sugirió, sonriendo nerviosamente y caminando con el otro hacia la salida, donde anduvieron lo que parecieron horas (pero sólo fueron algunos minutos) caminando en un silencio incomodo hasta llegar a una zona apartada de la aldea, donde se sentaron en el césped, admirando las estrellas.
Fue Hiccup quien rompió el silencio.
——Y... ¿Cómo has estado? No hemos podido vernos últimamente, con todo esto de ser el nuevo jefe y la... boda. — Por supuesto, a Astrid no le pasó desapercibida la forma en que la voz del chico pareció quebrarse en la última palabra.
—Uh, bien, bien. Aunque, algo ocupada, ya sabes cómo es. — Respondió, sonriéndole. El ambiente se volvía cada vez más pesado con cada minuto que retrasaban lo inevitable. Además, ella ya sabía a lo que venía, y por la cara de Hiccup, podía deducir que él también venía a lo mismo.
Todo estaba bien, ellos estarían bien. Entonces, ¿por qué era tan difícil poner en palabras sus sentimientos? Al parecer, el peso de su relación era mayor al que habían creído, a pesar de que estaba terminando para bien.
—Bien, verás, lo que quería hablar contigo- / — Lo que te tengo que decir es que-
Ambos se callaron, mirándose en silencio unos segundos, antes de estallar en una risa histérica por lo extraño que era todo. Una forma de lidiar con lo incomodo de las circunstancias, más o menos.
—Empieza tú— Ofreció, una vez ambos se habían calmado lo suficiente como para recuperar el habla.
—No, no, insisto, ve tú. — Oh, Hiccup, siempre tan estúpidamente lindo y caballeroso. Era extraño, como ahora esa parte de él no le provocaba ganas de besarlo, si no de abrazarlo y apretarle las mejillas como a un niño pequeño.
—No, t- no, no. Ya sé. Ambos al mismo tiempo ¿bien?
—Uh... vale.
La rubia tomó las manos de Hiccup, quien parecía que saldría huyendo de ahí en cualquier momento. Además, el contacto serviría para darle coraje a ambos.
Mirándose a los ojos, ambos jóvenes inhalaron profundamente y...
— ¡Estoy enamorada de Eret! / — ¡Creo que debemos terminar!
Silencio.
—Espera, ¿estas enamorada de...Eret?— Hiccup preguntó, con una ceja alzada y una sonrisa de incredulidad formándose en sus labios. Sus hombros relajándose levemente con alivio.
—Uh... ¿Sí?— carraspeó.— Sí. Quiero decir... Sí. Estoy enamorada de Eret.
—Vaya, eso... en realidad explica muchas cosas. — Admitió, apartando la mirada de la chica y centrándose en el cielo. Como si quisiese perderse entre las millones de estrellas brillando sobre ellos.
— ¿Y qué hay de Toothless?— Preguntó, sin poder contenerse más. La curiosidad la estaba matando. Sabía, por lo animado que estuvo el dragón la noche anterior, que todo iba bien. Pero, tristemente aún no sabía Dragonés y Toothless igual se negaba a siquiera gorgorear algo.
Estúpido reptil sobre-desarrollado.
Hiccup pareció estupefacto unos segundos, antes de hablar (aún sin componerse completamente, por cierto)
— ¿Sa...sabes de Toothless? Yo...— Astrid miró con pánico como Hiccup comenzó a balbucear, la culpa obvia en sus palabras y los ojos al borde de las lágrimas. — ¡Lo siento! Sé... sé que técnicamente fue infidelidad porque aún estamos- estábamos juntos, pero... Él es tan perfecto y mi mejor amigo y no pude evitarlo, yo-
—Hiccup...
— ¡Y entonces él comenzó a actuar tan extraño! ¿Sabes que aún, luego de dos días, mi cuarto sigue oliendo a pescado?
—Hiccup.
—En serio, no sé qué estaba pensando llevando esa cosa a mi cuarto. Pero, luego comenzó a darme regalos más extraños, como flores y-
— ¡Hiccup!— El castaño acabó de golpe su verborrea, ante el grito exasperado de su ex-pareja. Astrid sólo suspiró, antes de mirarle con una sonrisa, en un intento vano de tranquilizarlo.
Dios, debía sentirse horrible. Ahora, ella también se sentía un poco mal por provocarle toda esa preocupación. Estiró su mano, colocándola en la mejilla del chico.
—Ya lo sé. Fui yo quien animó a Toothless a cortejarte. — Confesó, colocando su mano sobre la boca del chico, al notar que iba a interrumpirla. Este pareció entender el mensaje, porque inmediatamente se relajó. — Escucha... No quiero que te enojes, pero... he sabido de tus sentimientos desde hace días, pero estuve tan perdida en la negación que...
Se cortó, sin saber exactamente como continuar. De repente se sentía tan cansada. Sobre todo emocionalmente. Hiccup sólo la miró, con el entendimiento claro en sus ojos verdes.
Astrid continuó.
—Estaba tan cegada pensando que era lo correcto, que era lo que todos esperaban de nosotros que olvidé pensar en lo que era lo mejor para nosotros. Debo admitir que el hecho de que tu interés fuese un dragón no ayudó mucho a acelerar el proceso. — Bromeó, apresurándose a aclarar las cosas al ver que el otro se tensó. — ¡No te juzgo! Créeme, sí me molesté un poco al inicio, pero... una vez que me puse a pensar en ello, noté que era algo tan natural, que es una pena que no lo hayamos notado antes. Quizá eso nos habría ahorrado ahora esta charla tan incómoda y todo el agotamiento emocional de los últimos días.
Silencio, de nuevo.
—Pero, si desde hace días estabas planeando terminar conmigo... ¿Por qué no dejaste de seguir con los planes de la boda?
—Ah, sí. Sobre eso...
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—Entonces... ¿todo bien?— Hiccup preguntó, probablemente en la necesidad de recibir una confirmación a sus pensamientos. Habían pasado los últimos minutos, uno al lado del otro, con Astrid contándole sobre los detalles de la boda y cómo la habían logrado modificar para que combinase un poco de la cultura vikinga con los rituales de unión de los dragones.
Sabía que Hiccup se sentía un poco mal por no haber sido de mucha ayuda, pero Astrid rápidamente le restó importancia. Después de todo, Hiccup había sido el que más sufrió con todo el asunto de Drago y Astrid quería animarlo un poco con esa sorpresa. No habría sido del todo justo para él verse obligado a ayudar. Sobre todo porque sabía que el castaño había pasado las últimas semanas entre vuelos nocturnos, reuniones y ayudando a la reconstrucción de las casas y negocios de la isla. Y estudiando, claro.
—Sí, todo bien. — Respondió, jalándolo hacía sí y dándole un beso en la mejilla. — Esto fue por los mejores años de nuestra relación.
Dicho eso, lo atrajo en un fuerte abrazo que casi dejó sin aire al contrario.
—Y esto... por todo lo demás. — Susurró, con Hiccup correspondiendo después de unos segundos. Se quedaron así unos minutos más, relajados con la presencia del otro, hasta que decidieron despedirse por el momento e irse a dormir. Ya mañana dejaría que Hiccup le ayudara a elegir el sabor de los pasteles y la comida del banquete y se pondrían al día sobre lo que se habían perdido acerca de la vida del otro estos últimos días.
Finalmente, Astrid Hofferson se sintió tranquila y plena, como nunca se había sentido antes. Incluso se dirigió a su choza tarareando una canción a Freya, con una emoción infantil por lo que vendría, que no habían sentido en mucho tiempo.
Finalmente, conocía lo que era el amor de verdad y no esa pequeña llama que algunos sienten como si fuese un incendio durante la adolescencia.
Finalmente, no necesitaba intentar convencerse de que estaba haciendo lo correcto, porque podía sentir que así era. Sabía que había hecho lo mejor tanto para ella como para el castaño. Que habría sido un horrible error haber continuado con la farsa de la relación perfecta sólo para complacer a los demás.
Finalmente, después de mucho tiempo, Astrid pudo dormir sintiéndose completa. Tan completa como no se había sentido nunca en los 5 años de relación que tuvo con el menor de los Haddock.
Porque, Hiccup podría haber sido su primer amor, pero no era su alma gemela.
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