Capítulo Final - Parte 1
Su vida nunca fue la más feliz, si le hubieran preguntado años antes cómo era esta, su respuesta hubiese sido un escueto "normal, creo que igual a la de cualquier otro individuo". Desde pequeño estuvo estructurada al deseo de sus padres, sabía que estudiaría y luego debería casarse con alguna señorita de muy buena familia para continuar con el negocio de su propia familia o la de se cónyuge.
Tener uno o quizás dos hijos si tenía suerte y en los primeros intentos tenían un varón, sino, intentarlo hasta que se diera. Ser un hombre de renombre e intachable que permanecería siempre bajo la sombra de sus propios pensamientos y deseos hasta que finalmente se cerraran sus ojos de forma natural si ninguna guerra explotaba y se veía obligado a servir. Esos siempre fueron sus planes y estaba listo para ellos.
Nunca imaginó toparse con una persona, un hombre que lo hiciera cuestionarse su entera existencia y por primera vez, desear algo más, algo diferente y quizás sórdido para todos. Como una borrasca de sentimientos desconocidos, Jungkook llegó a su vida revolviendo cada cimiento de creencias absurdas estipuladas por masas durante siglos.
¿Que podían generar exacerbación en cualquiera que descubriese su relación? Sí, lo sabían pero, si bien una parte de ellos se mantenían cuidadosos y alerta frente a ser atrapados, otra bajó la guardia porque no veía lo errado en sus acciones. Simplemente amaban y eran amado por otra personas, eso era todo.
No entendían por qué las diferencias de clases o preferencias personales podían generar tanto odio, desdichas, tristezas, deseos de venganza o maltrato e incluso llegar a sentir el desgarrador dolor de perder un ser amado por acciones de otros atentando contra seres que solamente cometieron un pecado, amar de la forma más pura a otra persona.
Que la diferencia de clases sociales y la imposibilidad de guardar las apariencias, en un mundo en el que el clasismo y extremas religiones eran una norma rígida, los convertía en el ingrediente necesario para el mejor caldo cultivo que, hacía su hermosa historia de amor, algo turbio como pocas cosas. Desgarradoras y tenebrosas como lo era la mirada de su padre en ese momento, llena de rencor, asco y decepción.
Claramente dolía la forma en que tiraba de su cabello o los golpes antes recibidos, dolían, pero no tanto como el rechazo que veía en la mirada de sus padres, el rostro estoico de su madre que parecía solo mostrar satisfacción por su castigo o el de su padre que parecía inconforme con su castigo.
Pudo escuchar la puerta de su casa volver abrirse, pudo reconocer los pasos de su hermano pero ni siquiera podía hacer movimiento alguno, no quería que él también saliera salpicado por haberlo encubierto y apoyado en silencio.
Seokjin, estupefacto mirando la escena, la sangre, sus padres, pudo deducir fácilmente de lo que se trataba. En realidad, no solo por la escenas sino porque los rumores corrían realmente rápido y, al regresar de casa de su prometida, se encontró a la familia Min. Estos, con gran indignación y pseudo acto de preocupación, le comentaron lo mucho que sentían la tragedia familiar en la que estaban envueltos por un sin nombre que enmasilló su apellido cometiendo un sacrilegio tan grande y repugnante.
Con solo esto, ya comenzó a sospechar pero cuando el apellido Jeon salió a colación, al decir que ahora sí prohibirían terminantemente su amistad con su precioso hijo, el mayor de los hermanos Kim supo que debía correr hacia su casa y no estaba equivocado. Él le había dicho a Taehyung que no movería un solo dedo para ayudarlo si su secreto se descubría pero era... Se trataba de su hermanito y no podía permitir que la furia cegara a su padre de la peor manera.
— ¡Padre! — Exclamó corriendo para sostenerlo cuando lo vio patear una vez más a su hermano, escuchándolo toser, viendo como escupía sangre con lágrimas en los ojos sin quejarse.— ¡Padre, no sé qué haya sucedido pero debe detenerse! Si no lo hace, lo matará, no puede matar a su propio hijo.
— ¿Quién dice que no puedo? Además, yo solo tengo un hijo, eliminarlo a él limpiaría la deshonra que nos ha traído, limpiaría el nombre de esta familia y demostrará que somos gente de bien.
El hombre avanzó nuevamente hacia Taehyung pero su hermano mayor se interpuso recibiendo la nueva patada de su padre en una de sus costillas.
— N-No lo hagas, hermano. — Susurró con dificultad Taehyung aprovechando que todo el cuerpo del mayor lo cubría mientras lo protegía de su padre. — Debes cumplir tu promesa de no meterte, no podré soportar la culpa si tienes que pagar por mis pecados. Levántate, deja que padre haga lo que desee conmigo.
—Idiota, siempre has sido un idiota muy valiente. — Fue lo único que dijo besando su cabeza.
— ¡Aléjate de ese engendro del demonio! El diablo hizo uso de él, quiere condenar a nuestra familia, arrastrarla hasta el infierno pero no lo permitiré.— Espetó el señor Kim en tono déspota tirando al mayor de sus hijos. — Él solo merece ser mandado a otro mundo. — Mencionó sacando su revólver pero Seokjin accionó rápidamente bajando su brazo.
— ¡Enviémoslo fuera! — Intercedió. — Seguramente las malas compañías ensuciaron su mente, lo descarrilaron pero estoy seguro que sin importar lo que haya hecho, si es mandado al exterior sin poder hablar o ver a nadie más, volverá a ser el mismo Taehyung de siempre dejando esa mala fase a un lado. Piénselo, restaurará el nombre y honor de todos, él p-posiblemente sólo esté enfermo y necesite de nuestra ayuda. ¡Padre! Taehyung siempre ha sido un hijo ejemplar. Un acto de benevolencia hacia su descarrilado y perdido hijo podrá hacerlo mejor hombre.
Por un momento, Seokjin creyó haberle salvado la vida a su hermano. Su progenitor se mostraba procesando sus palabras, sopesando verdaderamente la idea de dejarlo con vida y enviarlo a otro lugar. Si se iba a estudia a otro país, lo más probable es que pudiera emanciparse de alguna forma e incluso, podría ayudarlo en algún tiempo a reencontrarse con ese chico que metió a su hermano en todo esto. No lo culpaba, ya no pero aún así, seguía pensando que tal vez, si Jungkook jamás se hubiera aparecido en sus vidas, su hermano no estaría enfrentándose a todo lo que le ocurría en ese instante.
— Las habladurías del pueblo no cesarán. — Expresó su madre y Seokjin no supo cómo podía ella ante este tipo de situaciones permanecer siempre tan calma rozando la frivolidad con su propio hijo.
Taehyung escuchaba todo pero no podía articular palabra, todo su cuerpo dolía demasiado y lo único que lograba hacer, era escupir la sangre acumulada en su boca y esa que subía como metálicos buches a esta solo para no ahogarse en su propia sangre. Además, si hablaba, temía poner en riesgo la vida de su amado, él podía morir, podía abandonar el mundo si Jungkook seguía con vida y lograba ser feliz aunque él ya no estuviera a su lado.
— Las habladurías siempre han existido. — Intentó interferir Seokjin.
— Pero nunca una que involucrara nuestra respetable familia. — Rebatió la señora.
— En mi opinión padre, no nos conviene justo ahora que estamos en tratos políticos y próximos a mi casamiento un escándalo de esta magnitud. Siempre podemos alegar que son meras especulaciones y las bocas de aquellos que realmente sepan la verdad por ser testigos, se puede mantener sellada. Creo que deberíamos mandar a Taehyung al exterior por un tiempo, que estudie allá. Estoy seguro que dentro de un año o quizás dos, nadie se acordará de este incidente y su nombre quedará pulcramente brillante, limpio.
El matrimonio quedó pensativo y, de alguna forma, aceptaron mandar a su hermano al extranjero. Taehyung iría a estudiar a Munich pero quizás en poco tiempo, lograría darle la vuelta a las cosas, solo debían permanecer unidos y tener un poco más de tiempo para pensar. A la mañana siguiente, ambos hermanos Kim se encontraban en un tren rumbo a Alemania. Taehyung incluso intentó escapar sin perjudicar a su hermano pero simplemente, le fue imposible.
Esa misma mañana, Jungkook se levantó sin importarle los consejos de su madre de quedarse en cama uno o dos días más. Algo en su interior se sintió completamente apagado e incómodo después de lo acontecido con Yoongi, mucho peor con la forma en que se despidieron. Necesitaba ver a Taehyung, solo verlo, era todo lo que necesitaba. Si él estaba bien, todo lo estaría.
Sin embargo, mientras se dirigía a los alrededores de la mansión Kim, fue interceptado por un grupo de individuos que le propiciaron una horrible paliza hasta dejarlo casi sangrando. En cada golpe le recalcaban que debía mantenerse lejos de la familia Kim y que jamás volvería a ver a Taehyung. Supuso que ya estaban enterados de todo y lo confirmó cuando vio aparecer al señor Kim junto al señor Min para darle la última advertencia.
Yoongi los había traicionada, su mejor amigo era el causante de su desdicha de todo lo que les estaba ocurriendo a él y a Taehyung. Quizás, las consecuencias de esto las debía cargar él, fue el ingenuo que puso sus ojos en una persona de alta clase y que por encima de todo, era hombre al igual que él. Él fue quien se enfermó y por su culpa el hombre que amaba tuvo que ir al lugar donde fueron atrapados.
Tal vez era él quien debía desaparecer pero aún no podía hacerlo, no hasta volver a ver a Taehyung aunque fuese una última vez. No, hasta no sacar ese dolor y frustración que traía consigo, esa que desgarraba su alma y lo estaba resumiendo a polvo que pronto sería soplado por el viento, perdiéndose y convirtiéndose en nada.
— ¡Jamás, en tu miserable vida, perdonaré lo que nos has hecho! — Exclamó Jungkook golpeando por última vez el rostro ensangrentado de Yoongi en el medio de la plaza de la ciudad.
Ellos se cruzaron cuando Jungkook iba a buscarlo. Min también había decidido hablar con él, pedirle disculpas pero cuando notó su ropa desgarrada y ensangrentada, su ojos llenos de lágrimas sumiéndolo en un aspecto deplorable jamás visto antes, supo que de poco servirían sus palabras de arrepentimiento. No pensó o creyó en el momento que expresó su frustración que eso desencadenaría algo como esto. Por ese motivo, no se defendió ni una sola vez, dejando que su mejor amigo lo golpeara hasta sentirse satisfecho. Quizás la sangre fuera la única capaz de borrar sus pecados.
Con ese último golpe, Jungkook cayó sentado en el medio de la calle ignorando que era observado por todos, llorando como jamás lo había hecho, llorando la lejanía del amor de su vida.
+++
Alemania... El país del que sus padres eran procedentes pero por el cual no sentían absolutamente nada.
En su llegada, los hermanos Kim estuvieron sorprendidos por el recibimiento de varios soldados del imperio dirigidos por el príncipe real e imperial, el Príncipe Namjoon de Baviera. Como un favor a Seokjin, en cuanto Jimin le hizo llegar la noticia exprés de lo ocurrido, Namjoon se encargó de ofrecerles no solo seguridad y hospitalidad sin hacerse muy notoria su participación sino que garantizó también que el menor de los Kim tuviera la mejor instalación del internado donde fue recluido.
No podía liberarlo de los guardias que el señor Kim había destinado para que evitara escaparse sin que su nombre se viera envuelto y creara grandes conflicto pero intentó que ambos estuvieran cómodos por el tiempo que permanecerían ahí.
— Permítame ofrecer mis más gratas y sinceras felicitaciones por su venidero matrimonio. — Comentó Namjoon cuando dejaron a Taehyung en cama. — Le auguro solo lo mejor.
— Muchas gracias. — Respondió serio Seokjin intentando no volver a mirarlo a los ojos al no ser de absoluta necesidad. — Significa mucho para mí que Su Alteza me felicite personalmente.
— Si en alguna ocasión se encuentra precisando mi ayuda, sea libre de contactarme. Siempre estaré a dispuesto a extenderle mi mano. — Mencionó por última vez antes de inclinar su cabeza y dirigirse hacia los soldados bajo su mando.
Seokjin sintió en algún lugar la impetuosa necesidad de decir o hacer algo más pero, solo bastó observar la precaria situación de su hermano para acomodarse a su lado y olvidar todo lo demás. Lo sentido, lo que estaba sintiendo o podría sentir, todo quedó sepultado en ese instante.
Permaneció en el país tres semanas para ayudar a su hermano tanto en la recuperación como su instalación pero, lamentablemente, tuvo que regresar a Rumanía. En una semana, se celebraría su boda en la ciudad de Sighisora sin que Taehyung estuviera presente, a su lado. Su despedida fue emotiva a pesar de que ninguno dijo mucho, sus lágrimas hablaron por ellos y ese abrazo como el que pocas veces compartieron, era la imborrable promesa de que se amaban y amarían siempre como hermanos sin importar lo que sucediera.
Una promesa hecha por el mayor de ayudarlo a retomar pronto su vida, solo que, ninguno de los dos imaginó que jamás la llegaría a cumplir. Es que nadie contó con el hecho de que el 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando de Austria visitaría Sarajevo, la capital de Bosnia. Que allí sufriría no solo un atentado fallido, sino que terminaría perdiendo su vida horas más tarde cuando, Gavrilo Princip sacara su pistola y disparara tanto a Fernando como a su esposa Sofía en su caravana.
Ellos no sabían que, aunque apresaran a este individuo luego del magnicidio, este sería el primer eslabón que haría estallar la Primera Guerra Mundial. No se imaginaron que, a once meses de estar en Alemania, justo cuando comenzaba a planear su regreso a escondida de sus padres, un mes después del asesinato, comenzaran las maniobras diplomáticas entre las principales potencias europeas creando la famosa crisis de julio.
Taehyung no se esperaba que el 28 de julio de 1914 Austria-Hungría le declararía la guerra al Reino de Serbia y él, siendo hijo varón de una familia con cierto renombre, sería abordado una mañana y llevado a un cuartel casi en contra su voluntad, siendo reclutado por el ejército del imperio.
Hubo una única cosa que lo mantenía cuerdo, la esperanza de volver a ver a Jungkook y esa primera carta en donde él le pidió ser su pareja, esa que llevaba muy escondida en un falso bolsillo interior de un uniforme militar.
— ¡Soldado Kim! — Llamó un oficial mientras Taehyung yacía en su cama fingiendo dormir, secándose continuamente sus lágrimas para que nadie las notara.
— ¡Ordene, Capitán! — Respondió incorporándose inmediatamente.
— ¡Acompáñeme! — Ordenó esperando que se pusiera sus botas rápidamente.
Los soldados en su mismo pabellón murmuraron extrañados y no los culpaba porque él mismo estaba sorprendido de que, a esas horas de la noche su capitán lo procurara pidiéndole que lo acompañara. Debía admitirlo, estaba nervioso y con miedo, temía ser una de esas personas que salía pero nunca regresaba, que su vida se acabara y él no pudiese ser capaz de ver a Jungkook una vez más.
Aunque los días y meses fueran pasando desgastando un poco sus esperanzas en contra de su voluntad, le seguía faltando él. Esa sonrisa matutina que le ofrecía, ese silueta que divisaba a lo lejos o esa compañía que le hacía sentir que eran los únicos en el universo pero jamás solos. La nostalgia de sus abrazos, besos, caricias, de sus palabras, vivía latente en él y lo lloraba cada noche.
Nunca se imaginó que podía amarlo tanto como echarlo de menos. Escuchaba a muchos soldados quejarse de la nostalgia a sus familiares o seres amados, a sus antiguas vidas pero él nunca pudo odiarla.
¿Cómo podría hacerlo?
No creía que la añoranza y nostalgia fuesen malas, eso demostraba que en su vida habían sucedido cosas tan buenas que le hacían extrañarlas, necesitarlas. No era malo porque sentía nostalgia por Jungkook y ese le reafirmaba que él fue lo mejor que pasó en su vida. Podía morir con la dicha de que conoció a alguien bueno, vivió algo hermoso, conoció el amor, el placer, el ser uno con alguien más.
Las puertas de una oficina que parecía un calabozo se abrieron y para su sorpresa, allí lo esperaba la última persona en el mundo que esperaba ver allí, el príncipe de Baviera. En su uniforme y luciendo una cicatriz en una de las manos que sostenía a su espalda mientras miraba por la diminuta ventana, Namjoon aguardaba por él.
— Su Alteza... — Musitó inclinándose ante él sin comprender por qué estaba ahí o esperaba por él.
— Me alegra saber que estás vivo aún, Taehyung. — Comentó volteándose para verlo. — No tenemos mucho tiempo así que aprovechémoslo. Estoy aquí a petición de tu hermano, él está cubriendo un frente cerca del mío y he podido verlo unas semanas atrás. Me ha pedido averiguar si estás bien y a su vez, decirte que él está en perfectas condiciones física y que ya eres tío.
Los ojos del rubio se ensancharon con la notica, secando nuevas lágrimas que no sabía muy bien si eran de felicidad. No podía hacer mucho con esa información, le recordaba la posición en la que se encontraba en esos momentos. Namjoon quizás pudo adivinar sus pensamientos pero, no dijo nada, simplemente llevó su mano hacia su uniforme procurando que no hubiesen ojos sospechosos en los alrededores.
— No puedo arriesgarme a llevar cartas conmigo dado que soy un blanco andante en constante peligro pero, no pude decirlo no a un favor de tu hermano. No te la puedes quedar pero, te traigo esto y un corto mensaje. "Mientras vivas, yo vivo, te amo y no te olvido, mi amado Tae, espero que te encuentres bien y luches contras las adversidades porque pronto nos volveremos a ver." — Recitó Namjoon tratando de no olvidar ninguna palabra mientras le extendía la foto.
En ella, Jungkook firmaba con solo su nombre escribiendo el año en el que estaban y salía fotografiado junto al capitán de su tropa y otro soldado.
Trémulas manos sostenían y acariciaban la fotografía delineando al único hombre que para él resaltaba en esa foto. Sus lágrimas caían cual cascada y los gritos internos que su corazón daba, pronto se exteriorizaron derrumbando toda fortaleza creada para sostenerlo y protegerlo.
— No puedes llorar, no puedes llamar la atención en estos momentos porque no nos conviene a ninguno de los dos. Soy el nieto del emperador pero no soy él, no debería estar aquí y si se descubre que he estado usando mi nombre para ayudarlos, habrán graves consecuencias para todos. Por favor... — Musitó Namjoon acercándose algo renuente para abrazarlo y tratar de calmar algo que bien sabía no tenía remedio alguno. — Él también te ha visto, le he mostrado la foto tomada junto a otros soldados para sus familiares. Seokjin tenía la tuya así que me la facilitó temporalmente para que Jungkook pudiera verte. Esto es lo máximo que puedo hacer por ustedes en este momento.
Taehyung asintió agradecido, mirando durante varios minutos más aquella foto que grabó en su memoria como si viviera plasmada en su mente como una gran obra de arte hasta que Namjoon le avisó que debía marcharse. Separarse de esa foto era como separarse del hombre de castaña cabellera una vez más. Sus dedos se ciñeron tanto que el príncipe tuvo que hacer cierta fuerza para quitársela y volverla a guardar, prometiéndole que se la entregaría a su hermano para que la viera en otro momento pero no podía dejársela ahí porque serviría como un enlace hacia él que lo perjudicaría si se encontraba y escarbaba.
A regañadientes, Taehyung accedió a retirarse después de enviarle nuevamente saludos y agradecimientos a su hermano junto a un "te amo" para Jungkook que Namjoon se comprometió a dar.
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1915...
— ¡No! — Gritó Jungkook incorporándose, saliendo de esa pesadilla en donde veía cómo es que Taehyung fue arrastrado de su lado aunque muy poco se pareciera a la forma en que ocurrieron las cosas.
Ese quizás era su castigo, revivir sus despedida cada noche de cientos de formas distintas como lo había hecho en los últimos dos años sin verlo. Era extraño porque a veces, sentía que hacía pocas horas no lo veía, que sería un largo fin de semana de obligaciones familiares y que luego lo volvería a ver, lo abrazaría y lo besaría por horas mientras le repetía cuánto lo había extrañado y amaba.
Pero no, no tenía el privilegio o suerte de que eso fuese real, el ambiente hostil y gris que tenían, la guerra, su soledad, todo le recordaba que no eran más estudiantes. Ese no era un fin de semana con obligaciones, Taehyung no estaría esperándolo cada día en el mismo lugar.
Sin embargo, si una cosa tenía clara es que ellos siempre se estarían pensando, siempre se amarían, en esa y todas las vidas existentes. Ellos lo harían, no importaba cuán distante estuvieran, él siempre diría hacia Taehyung. Su amado Taehyung...
El frente que él custodiaba era uno de los más tranquilos en esa guerra pero de igual forma se mantenían en constante alerta y la mayoría de los soldados en ese lugar eran usados como una reserva para cuando necesitaran enviar nuevos activos o refuerzo hacia algún sitio.
Varios días pasaron, sus pesadillas continuaron pero, justo esa mañana de martes, él despertó con un sueño completamente diferente que lo dejó casi muerto en vida. Luchaba en el mismo frente con Taehyung cuando una bomba cayó cerca de ellos y este resultó herido, entregándole una bala de su fusil como amuleto de buena suerte. Lo vio desangrarse, cerrar sus ojos en sus brazos y ni siquiera tras despertarse pudo dejar de llorar.
Se vistió rápidamente para dirigirse al baño colectivo y fue entonces que la noticia sobre la muerte de Namjoon, príncipe de Baviera llegó a sus oídos. Al parecer, este fue emboscado al salir del frente del norte donde se encontraba Kim Seokjin y murió abaleado en ese enfrentamiento. Era claro que eso cambiaría algunas cosas pero... No sabía cuántas.
No sabía que justo en ese momento, el hombre que él amaba se encontraba corriendo con un fusil en sus manos por órdenes de su comandante para derribar a aquellos que osaron ir en contra de la familia real.
Junto con varios soldados, Taehyung iba avanzando por el pasillo de un fuerte que estaban allanando cuando una bomba de cloro cayó a centímetros de él. El rubio se arrastró por el suelo al exterior, casi sin poder respirar, sintiendo su interior arder y desintegrarse al punto de toser casi inmediatamente sangre, sin poder mantener correctamente abierto sus ojos.
Cuando hablaban sobre ese momento próximo a la muerte en el que se veía la vida pasar por delante de los ojos, Taehyung no lo entendió jamás, no hasta ese momento en el que comenzó a ver toda su vida reproducirse como imágenes o recuerdos muy vívidos freno te a sus ojos. Todos pasaron muy rápido como si fueran extras innecesarios hasta que llegó al día en el que Yoongi le presentó a Jungkook.
De haber sabido que su tiempo iba a ser tan corto, le hubiera gustado disfrutarlo más, vivirlo más, perderse en su abrazo y prohibirle alejarse. Justo en su final, él recordaba el comienzo de su vida, esa que solamente comenzó después de ver al risueño castaño que se robó su corazón. Sonrió con dificultad, buscando en su bolsillo esa carta que siempre lo acompañaba, recitándola sin necesidad de leerla.
— S-Sí, una y mil veces aceptaré ser tu novio. Aunque muera mil veces, aunque nos separen diez mil, siempre seré tu novio p-porque s-solo puedo ser tuyo. P-Porque solo e-existo contigo, m-mi a-amado K-Kook. — Murmuró con dificultad tosiendo, notando como lentamente su consciencia desaparecía y puntos negros se adueñan de su vista.
Hemos llegado a la primera parte del final. Lo cierto es que el capítulo escrito lo comencé a reescribir y terminé borrándolo completo porque me parecía todo muy amontonado. Ahora, resulta que este se me hizo demasiado largo. 🤦🏾♀️
Estaba terminando la última parte para sacarlos juntos pero son las 5:11 am y debo dormir ya por lo que para que al menos tengan algo que leer hoy, sacaré este y haré todo lo posible por publicar el siguiente mañana una vez finalizadas mis obligaciones.
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