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Capítulo 8

— ¿A qué te refieres cuando dices que no asistirás al almuerzo con la familia Roether? — Golpeó el señor Kim la mesa sobresaltando a todos los sentados en ella.

El jefe de la familia era un hombre estricto y de pocas palabras, sus convicciones eran firmes, exponiéndolas no siempre de la mejor manera. Vivía apegado tanto a las buenas costumbres como la religión y odiaba completamente el marxismo que se evidenciaba cada vez más.

Su esposa e hijos pensaban dos veces antes de hablar con él cualquier tema, de hecho, los únicos temas de conversación que se volvían amenos siempre y cuando se compartiera su ideología, eran aquellas envueltas en políticas negocios. Esa sin lugar a dudas era una de las razones por la que su primogénito se atrevió a pensar aquello y compartir su idea.

— Debes cumplir con la que será tu familia política. Los Roether no tienen ningún heredero varón que pueda encargarse de su fortuna y negocias, mismos que tú adquirirás con ese matrimonio. En tus manos queda unificar nuestras familias, bienes y llevarlos a una mejor gloria. Dejar esperándolo cuando ya han organizado una comida queda completamente descartado, Kim Seokjin.

— Tengo claro mis obligaciones, padre. Créame que, de no ser porque esto es un asunto de igual importancia, yo no estaría solicitando su autorización para ausentarme a esa reunión. — Habló el mayor de los hijos sin observar a su hermano.

Taehyung solo miraba fijo a una lugar apartado en el comedor dado que con la tensión momentánea no podía comer correctamente. Su madre mantenía también la mirada firme sin atreverse a opinar pero dejando en claro que respaldaba como casi siempre a su esposo. El menor nunca se le enfrentó a sus padres, a ninguno de los dos. De hecho, era realmente el más obediente de los hijos, ese que jamás daba una contesta, contrariaba o siquiera opinaba haciendo únicamente aquello que se le ordenara y permitiera.

Si bien en algunas ocasiones cometía travesuras como cualquier niño o joven, nunca hacía realmente algo que pudiera disgustar a sus padres o bueno, al menos antes era así porque estaba consciente de que desde varios meses e incluso años atrás, él no era ese hijo modelo y perfecto.

— Según tú, ¿cuál es ese asunto tan importante? — Inquirió pasando los dedos por su grueso bigote sin apartar la vista de su hijo. — ¿Qué es tan urgente que no puede esperar a otro día?

— Ayer he hablado con el heredero de la familia Park. Usted sabe que si bien su familia radica aquí desde que el Reino de Bohemia pasó a integrar parte del imperio austrohúngaro a consecuencia del Compromiso austrohúngaro, ellos siguen siendo parte importante de la realeza. — Comentó observando como captaba la atención de su progenitor.

— Sé muy bien que la familia Park es la segunda por detrás de la real en el Reino de Bohemia. Sin embargo, eso no me explica lo que te pregunté.

— Pues resulta que es también primo de Kim Namjoon, uno de los nietos de Franz Joseph I, nuestro rey y emperador. Él estará este fin de semana en la ciudad acompañado de su madre, la segunda hija del emperador, Gisela de Austria que ha venido a visitar a su hermana menor y nos han invitado al hijo de los Min, a mi hermano y a mí a una reunión esta tarde. Por seguridad, su visita no se hizo pública debido a que vienen con poca custodia pero hace un rato la señora Itzia me ha entregado una notificación de parte de mi compañero de instituto, Park Jimin.

En los ojos de su padre resaltaban el entusiasmo, él siempre buscaba buenas alianzas, intentaba llegar a las más altas esferas y esa era tal vez, lo más cerca que estaría del Emperador de Austria, Rey de Bohemia, Dalmacia, Galitzia, Lodomeria e iliria, Hungría, Croacia y Eslovonia. Franz Joseph I era el mayor gobernante de Europa en esos momentos y un trato directo entre la realeza y su familia gracias a uno de sus nietos.

— ¿Estás seguro que vendrá con la Princesa de Hungría, Bohemia y Baviera, archiduquesa de Austria? —Taehyung sin que lo notara rodó sus ojos, sinceramente odiaba todas las etiquetas, honoríficos, nombres y protocolos con los que aquellos que pertenecían o deseaban pertenecer a la aristocracia debían regirse.

— Lo estoy, padre. — Espetó con evidente respeto entregándole la nota recibida.

El señor la leyó detenidamente, doblándola una vez terminada sin decir nada. Ambos hermanos estaban nerviosos mientras aguardaban su respuesta, inquietándose a medida que su padre continuaba acariciando su bigote.

— Pueden ir hoy a esa reunión, si necesitan reunirse el resto del fin de semana que permanecerá la familia real aquí, también podrán hacerlo. Yo me encargaré de cubrirte con la familia de tu prometida.

No lo hicieron pero en ese momento, los hermanos Kim desearon levantarse, brincar, gritar, aplaudir o celebrar de cualquier manera ese logro maravilloso. Bendito fue Park Jimin y su secreto gusto por Min Yoongi, ese que nadie conocía y que les permitió salirse con la suya esa vez. Park deseaba invitar a Min Yoongi a su residencia pero no tenía razón o motivo alguno para hacerlo directamente. Fue por eso que aprovechándose de la amistad forjada con Taehyung desde el día que los ayudó a escaparse del vigilante del colegio y la amistad del castaño con el distante Min, utilizó la visita de su primo para al menos así reunirse con él.

— Estoy en deuda contigo, te debo una. — Murmuró Taehyung cuando creyó estar lo suficientemente lejos de su casa.

— Me debes muchas.

— Sí pero estoy también te convenía a ti porque no tenías deseos de ver a tu prometida. — Rebatió recibiendo una mirada algo extraña de su hermano.

— Tienes razón pero eres el más beneficiado.

Jimin esperaba sentado en una de las mesas de su jardín olvidando por momentos la compañía de su primo debido a que toda su atención estaba centrada a la puerta de la terraza, esperando que apareciera alguna de las personas de la servidumbre con sus invitados.

El príncipe Namjoon de Baviera lo observaba en silencio, escondiendo su risa mientras bebía té y hojeaba un libro al que no le prestaba mucha atención. Lo cierto era que él solamente estaba disfrutando de un día tranquilo con alguien de su edad, sin padres, abuelos, sin un sinfín de empleados de servicio o militares a su alrededor. No le importaba mucho si pasaba así su fin de semana, con un Jimin que no le hablaba casi, un libro y esa paz artificial que de puertas hacia afuera no existía. De hecho, ni siquiera puertas adentros de su casa existía total paz.

¿Cómo se podía tener paz en casa cuando se estaba en constante guerra ya fuera fría o activa con el mundo? No tenían realmente una vida pero, tampoco se quejaba lo que le tocó vivir. Confiaba en que él fue un hombre que nació en el tiempo adecuado que le permitiría apreciar otros.

El resonar de de varios pasos atrajeron la atención de los primos, Jimin se levantó con rapidez mientras que el contrario se limitó a descender su libro con elegancia hasta ubicarlo sobre la mesa.

Fue evidente como el joven Park hizo el intento para que sus comisuras se mantuvieran elevadas al notar que se trataba únicamente de los Kim. Saludó cordialmente a los hermanos para luego presentarlos ante quien era su acompañante hasta el momento.

— Kim Seokjin, a sus órdenes, Alteza Imperial y Real. — Saludó formalmente inclinándose para saludarlo una vez que Jimin los presentó.

— Creo que entre nosotros Namjoon bastará. Podemos dejar los tratamientos protocolarios para cuando estemos en un ambiente más formal u oficial, frente a nuestros familiares. En esta instancia somos solamente, jóvenes que se encuentran para pasar un día junto como lo haría cualquiera. — Respondió levantándose y estirando su mano. — Un gusto conocerlo, Kim.

— Seokjin está bien. — Su respuesta fue algo rápida pero a su vez nerviosa y se dejó entrever.

Nunca había estado tan cerca a altos mandatarios, oficiales de alto rango o personas de la realeza. Su padre había estado un poco más cerca de esos pero ni siquiera él se había acercado directamente a la familia real.

Taehyung también lo saludó algo nervioso pero no por ser el príncipe, sino porque esperaba que ya Yoongi estuviese ahí y por consecuente, Jeon Jungkook. A él le interesaba poco la política o la aristocracia, el único motivo por el que ese fin de semana significaba algo para él era porque estarían nuevamente juntos y con mayor libertad.

— He arreglado todo para que podamos pasar aquí todos la noche sin interrupciones, mis padres me han autorizado, incluso se nos permite hacer uso de la bebida alcohólica. — Comentaba Jimin en un susurro que solo Taehyung podía escuchar. — En unas horas irá una de nuestras empleadas a darle el aviso a tu familia que pasarás aquí la noche.

— Muchísimas gracias, Jimin, de verdad, no tengo cómo agradecerte. Yo...

Aún sin verlos en alguna situación comprometedora, Park Jimin se había dado cuenta del tipo de relación que llevaban el castaño y Jungkook. Al comienzo no quiso ser indiscreto, no deseaba importunar o hacerles creer que lo que tenían le molestaba o generaba algún prejuicio. Después de todo, él era igual a ellos, siempre lo fue y se percató de eso a muy temprana edad.

El único enterado de su incorrectas preferencias y gusto, era justo su primo Namjoon que lo descubrió sin mucho esfuerzo, o al menos lo fue hasta el día en que Taehyung lo vio observando a Yoongi de lejos mientras lo dibujaba. Ese día, de alguna forma ambos terminaron percatándose de lo que ocurría. No entraron en detalle sobre ello pero sí se dejaron saber que estaba bien y que de ellos no saldría una palabra. En ocasiones, sus miradas eran demasiado transparentes.

—No te preocupes, me hace bien saber que puedo hacer una buena acción por ti y por mí después de todo. — Sonrió con sinceridad logrando que el contrario lo acompañara en la sonrisa. — ¿Nos hemos quedado solos? — Preguntó volteándose en busca de los otros dos presentes.

— Eso parece.— Asintió señalando al jardín mientras. Tomaban asiento.

A la distancia, Namjoon caminaba sosteniendo sus manos a la espalda, sin poder dejar de lado la elegancia y clase que lo caracterizaba. A su lado, el mayor de los Kim caminaba sosteniendo el libro que hasta momentos antes el príncipe real e imperial estuvo leyendo. Parecían inmerso en una conversación y en sus rostros se adivinaba la comodidad que compartían.

Para Jimin, fue agradable verlo siendo un simple joven disfrutando de momentos tranquilos y ser testigo de lo que tal vez sería el comienzo de una buena amistad. No podían disfrutarlas mucho pero al menos llevaban consigo la experiencia de conocerlas.

Pasó poco más de una hora antes de que nuevos pasos resonaran en el interior de la residencia y esta vez, eran los hombres que habían estado esperando. Min Yoongi y Jeon Jungkook acompañados de una empleada.

— Muchas gracias, Adalia, yo los acompañaré desde aquí. —Jimin la dispensó sin saber muy bien cómo proceder a continuación.

Había tenido muchas ideas, pequeños discursos de bienvenida también, pensó en actuar con naturalidad y desinteresadamente cuando los viera llegar, sin embargó, en ese momento en que tenía al hombre que acostumbraba solo a admirar y estudiar a la distancia delante de él con un rostro que mostraba cierta incomodidad, todo lo pensado simplemente se esfumó de su mente.

Yoongi no entendía muy bien por qué había sido invitado, si bien no eran totalmente desconocidos, le sorprendió esa invitación. Sin embargo, esto no era lo que lo hacía parecer molesto, su incomodidad, a diferencia de todas las teorías que estaba haciendo Park en su mente, se debía a que estaban supuestos a llegar ahí hacía una hora.

Ese fue el acuerdo inicial pero cuando pasó por la vivienda de Jungkook, este aún ayudaba a sus padres a descargar varios sacos que recién llegaban y le quedaban algunas tareas por hacer. Evidentemente, terminó ayudándolos, no se iba a quedar de brazos cruzados, además, necesitaba que su amigo terminase rápido.

¿El problema?

Él no era un hombre de trabajos pesados, sus luchas, sus peleas, todo lo hacía con su boca. Tenía un don y es que con su labia y capacidad de deducción o veloz pensar, podía salir de cualquier problema en cuestiones de minutos y más de una vez, lograba involucrarse en algunos. El punto de todo esto era que simplemente no le gustaba trabajar, prefería dormir o escribir y aunque no estaba molesto con Jungkook, simplemente su humor decayó luego de tener que sudar y hacer tanto esfuerzo físico.

Lo bueno fue que al menos su ropa se mantuvo impoluta dado que utilizó algunos harapos dados por los padres de su amigo, rezando para que no lo viera nadie y le fueran con el cuento a sus padres. No le molestaba el hecho de que al ser aristócratas no desearan mezclarse con las clases más bajas, esos prejuicios no formaban parte de su persona. Yoongi simplemente no deseaba lidiar con todo ellos más tarde.

Un baño de agua fría que lo hizo maldecir, un transporte que consiguieron con el mismo sujeto que abasteció a los Jeon en donde fueron apretujados haciéndolo nuevamente maldecir unas cuantas veces en su interior y una leve regañada a Jungkook después, estaban finalmente parados frente a su otro mejor amigo y Park Jimin.

Mientras que entre los mayores las miradas eran un tanto incómodas, la pareja que contaba las horas para verse estaban rebosantes de alegría e inquietud. Sus ojos brillaban ante la felicidad y emoción de volverse a ver, disimulando y conteniendo sus ganas de ir al encuentro del otro para fundirse en un abrazo y por qué no, un profundo beso también.

Con el paso del tiempo, estos habían escalado con el consentimiento de ambos muy lentamente pese a que no podían compartir tiempo juntos tanto como querían. Es por estos que aprovechaban cada oportunidad que se les brindaba justo como ese fin de semana.

Yoongi los observó un tanto extrañados cuando se disculparon juntos, uno para ir al servicio y Taehyung para decirle rápidamente algo a su hermano. Intentó irse con Jungkook pero fue detenido por Jimin, observando con extrañeza la forma en que este agarró el brazo, manteniéndole la mirada aún cuando avergonzado lo liberó lentamente.

— T-Te mostraré la casa. — Anunció recuperando su seguridad, recibiendo un asentimiento por el mayor. Quizás, una de sus comisuras hizo el intento por elevarse y aunque no lo logró del todo, Jimin pudo notarlo. Conocía ese rostro superficialmente mejor que su propia mano.

Algunas risillas se escucharon en una habitación que ya Taehyung había conocido unos días atrás cuando se juntó con Jimin para planear ese fin de semana cuando el mayor le contó de la visita de su primo y tía. Jungkook lo abrazaba entre risas y palabras que expresaban lo mucho que lo había extrañado, llegando a hacerle cosquillas cuando sus labios se posaban esporádica y castamente sobre su expuesto cuello.

— Para... — Rió tirando de sus azabaches cabellos para que se alejara. — Kookie, detente.

El aludido tomó conciencia alejándose de su amado, tomando su mano para entrelazarse con la suya y una vez más, enrollarlo entre sus brazos solo que, sin besarlo. Lo único que quería, era sentir su calidez, esa comodidad y paz que solo él le transmitía. Perdió su nariz en el cabello castaño e inhaló hasta que el aroma adormeció parcialmente sus sentidos.

—Te he extrañado mucho, mi querido Tae. — Susurró restregando sus mejillas sobre las hebras de su cabello.

— Yo también lo he hecho. Te he extrañado y pensado cada segundo que no nos hemos visto, ha sido casi una tortura. Sin embargo, la seguridad de que podríamos estar así en estos momentos, me dieron la fuerza para aguantar. Siempre, voy a buscar la fortaleza de donde no la haya para ir a ti si sé que me estás esperando.

— Siempre estaré esperando, eternamente lo haré porque tú, eres mi mundo, mi vida, quien me llena de vitalidad y dicha. ¿Podría no esperarte cuando sin ti yo no podría existir? Eres como un ángel, mi ángel, enviado a este mundo para mí. — Expresó con su voz más apagada de lo que a ambos le hubiera gustado pero sus ojos contrastaban, mostrándose más brillantes que el tono de sus palabras. — Eres tú.

Si bien Jungkook vivía en secreto con el miedo de poder perderlo a sabiendas que en esa sociedad él era todo aquello considerado inapropiado para Taehyung, ese hombre de pizpiretos pero muchas veces tristes ojos que se iluminaban en su presencia. Si pudiese pedir un secreto, sería poder estar para él, a su lado hasta el día que el contrario cerrara los ojos.

Quería vivir una larga vida con él y de ser posible, abandonar el mundo tras su partida. No ambicionaba vivir más tiempo, solo el suficiente para que el castaño jamás se quedara solo en un mundo donde él no estaría. No importaba si era él quien se quedaba atrás, tendría fuerzas para sobrevivir un poco su partida.

Las manos del rubio se posaron en sus mejillas, este, al notar como repentinamente Jungkook se quedó deambulando en sus pensamientos con su mirar en él pero sin observarlo correctamente, supo que algo estaba pensando, algo ligado a él y por lo que reflejaba, no era el más bueno pensamiento.

— ¿Yo qué? — Preguntó para traerlo de regreso, notando las pupilas ajenas moverse de un lado a otro en coordinación con las suyas, estudiándolo.

Sin decir nada, el castaño elevó sus manos para sostener las contrarias y entrelazarlas con las suyas, sosteniéndolas con fuerza mientras que su frente reposó en la de su pareja. Taehyung no se movió, simplemente le dio su tiempo para que organizara lo que evidentemente le quería decir. Sin embargo, su cuerpo estaba ansioso y sus labios se resecaban por segundo sin poder permanecer húmedos siquiera cuando su lengua cuidadosamente los relamía.

— Está bien, lo que sea que estés pensando, Kook, está bien. No tienes que preocuparte por eso, no hoy. No obstante, si sientes que te sobrepasa, pueda ayudarte o no, estoy aquí para escucharte, apoyarte y cuidarte. Puedes hablarme.

Jungkook sonrió cerrando sus ojos, dejando que la mezcla de sus respiraciones lo calmaran tanto como esos dedos que frotaban suavemente los dorsos de sus manos.

— Incluso si algún día lo pierdo todo, si no tengo nada, yo sé que todo está bien porque alguien como tú está a mi lado. Siempre serás mi ángel y eternamente estarás aquí. — Llevando las manos entrelazadas a su pecho exhaló, sonriendo cuando escuchó la respiración contraria acompasarse con la propia. — De igual forma, yo siempre, siempre estaré para ti, Tae.

— No sé por qué nuestra conversación tomó este rumbo tan repentinamente pero no me gusta. No hablemos en ese tono porque por alguna razón me siento nostálgico y abrumado como si nos estuviésemos despidiendo o estuviéramos condenados a un fatídico final.— Jungkook asintió abriendo sus ojos, tomando un poco de distancia. Sin soltar sus manos. — Será mejor que salgamos, ya hemos tardado mucho y el resto de los presenten pueden estar preguntándose dónde hemos estado.

Difiriendo de lo que Taehyung creyó, lo cierto es que nadie había reparado en su presencia. Si bien Yoongi en un principio estuvo intranquilo y pensó en buscarlos, lentamente su atención fue robada por dos caninos presentados por Jimin y este último como tal. Namjoon y Seokjin también se perdieron entre libros, conversaciones que aún con todos a su lado se centraba en ellos dos.

Todos comían en armonía cuando Jimin notó al ama de llave principal junto a otras personas de la servidumbre ir a pasos apresurados hacia la entrada de la residencia, haciéndolo encogerse en su sitio. Ese movimiento solamente se formaba cuando llegaba un familiar o persona importante por lo que le fue imposible no preocuparse ante la idea del regreso de su madre.

Los presentes se removieron algo incómodos en sus asientos cuando lo observaron levantarse, percibían su nerviosismo pero al escuchar los pasos que regresaban, todos se voltearon para ver, encontrándose con un hombre firme y uniformado que sonrió ampliamente después de parecer querer asesinar al mundo. Jimin cambió su semblante a uno más relajado y risueño, yendo rápidamente hacia el recién llegado que lo envolvió en sus brazos.

— ¡Hobi! — Exclamó alegre abrazando a su hermano mayor. —¿Por qué no avisaste que vendrías?

— Me han dado un permiso especial en el ejército para venir a visitar a nuestra madre, ha escrito que su salud está deteriorada. — Contestó agitando su cabello. — He pensado que estaría en casa, pequeño pero por lo que veo, — observó a su alrededor — no está aquí.

— Está con mi madre. — Habló Namjoon intercambiando mirada. — Creo que irían a casa de nuestro tío, este iba a presentar formalmente su compromiso con la hija de nuestro tío Edgard.

— Había escuchado algo al respecto. — Respondió desviando su mirar hacia Jungkook pues, de todos los presentes, su apariencia poco pulida era la que más resaltaba. —Puedes hacerse a la idea de que yo no estoy, sigan en lo que estaban.— Se inclinó cortésmente con una amplia sonrisa. — Pasaré a retirarme, ruego que me perdonen por no poder acompañarlos.

Jimin asintió dándole un último abrazo a su hermano mayor, mismo que observó a Seokjin por varios segundos antes de ampliar más su sonrisa y desaparecer por el pasillo. Todos continuaron cenando, incluso bebiendo alguno de ellos mientras las horas pasaban pero habían dos que hicieron uso de sus copas solamente para brindar. Se mantenían sobrios, con los cinco sentidos centrados en todo lo que sucedía a su alrededor y, cuando todos a dormir comenzaron a irse, caminaron en silencio hacia esa habitación en donde horas antes estuvieron.

— ¿Estás nervioso? — Jungkook preguntó acercándose nuevamente a la puerta, sosteniendo delicadamente sus hombres antes de agarrar su mentón y elevarlo con suavidad. — Mi amado Taehyung, sabes que lo de hoy, no es algo que nos apure, no es algo que necesito. Te lo he dicho cuando lo mencionaste por primera vez y ahora te lo repito, vivo feliz con solo tener la oportunidad de amarte.

— Lo sé, yo también soy feliz amándote, dejándome amar por ti pero esto, es algo que quiero hacer, contigo.

¡Hola nuevamente por aquí después de tanto tiempo!

Sinceramente, lamento mucho haber decepcionado a mis lectores en esta historia. FTH estaba supuesta a terminar en una semana y me ha tomado casi dos meses llegar a este capítulo. Entre problemas personales que surgieron, la llegada de mis exámenes finales e incluso ahora que me encuentro nuevamente viajando, no he tenido tiempo para terminar algo que creí podría finalizar rápidamente. Lamentablemente, no todo sale como esperamos. 🥺 Lo siento mucho🥺

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