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Capítulo 2

Jungkook repasó todo lo que encontró en aquella sala sobre la familia Kim una y otra vez en busca de alguna pista que aclarara su enturbiada mente. Se detuvo para ver una foto de Kim Taehyung mucho mayor junto a su padre y hermano, los tres utilizando uniformes de la época.

Una vez más, a Taehyung no se le veía muy feliz. Según la información que leyó, tuvo que interrumpir sus estudios en la Universidad de Munich a la que había sido enviado. Y claro, ¿quién se habría imaginado que tendría que dejar sus estudios de lado para agarrar un rifle y salir a la guerra porque los imperios europeos habían decidido aniquilarse entre sí? De hecho, ¿quién se podía imaginar que en verano de 1914 estallaría la peor guerra plausible?

¿Qué le sucedió a Kim Taehyung en la guerra? No lo sabía, lo único que decía la ficha de su foto era que fue herido en 1915 y trasladado al hospital militar de la ciudad, donde murió unos meses después. Esa fue la única información que encontró en la sala sobre ese hombre, asimismo tampoco encontró algo sobre Jeon Jeongguk.

Muchas vitrinas. Muchas vasijas, fotos armas y carmelitas pero ningún rastro del compañero de tumba del menor de la familia Kim. Del hombre que se llamó como él no encontró rastro alguno.

¿Ahora qué hacía?

No tenía ni idea a decir verdad. La preguntas en su cabeza seguían acumulándose sin respuestas. Se encontraba en un callejón sin salida. ¿Quién era Jeongguk y qué conexión tenía con Taehyung? ¿Se conocieron en la guerra o a su regreso? ¿Por qué siendo su familia tan importante, Taehyung no descansaba junto a ellos en el mismo cementerio? ¿Por qué estaban enterrados juntos si no murieron al mismo tiempo, si muertes estaban separadas por un año? Realmente necesitaba saber.

Salió del museo temiendo que nunca averiguaría la verdad de lo ocurrido, mas algo inesperado sucedió. Fue algo que en ese momento el castaño no sabía que le daría una luz sobre toda esa historia que comenzaba a consumirlo.

Vio en el señor que vendía las entradas del museo una última oportunidad para desvelar todas esas incógnitas. Cuando comenzó a conversar con él se le iluminó el día, el hombre hablaba un perfecto inglés. Le mostró la foto de la tumba y le habló sobre lo que había descubierto hasta el momento de Kim Taehyung.

Para su desgracia, el señor no tenía de idea de lo que le estaba hablando. Le explicó que trabajaba allí pero que en realidad era ingeniero aeronáutico, algo que le pareció fascinante y le hizo comenzar una plática que disminuyó su ansiedad.

— ¿De dónde eres? — Era casi evidente que en un punto de la conversación, le preguntaría su país de procedencia.

— Soy de Seúl, Corea del Sur pero ahora vivo en Bucarest, soy profesor de la Universidad de Artes Nacional. — Respondió con el mismo tono alegre que el sujeto tenía.

— Así que eres asiático. — Agregó con entusiasmo.

— Así es.

— Te recomiendo que visites el Restaurante Saram, si no me equivoco pertenece o perteneció a una familia asiática. No sabría decirte si son japoneses, chinos o coreano, sinceramente no los distingo. — Se rió y Jungkook fingió que aquello le hacía gracia.

Solo por el nombre podía deducir que podría tratarse de un restaurante coreano ya que "saram" significaba persona en su lengua pero bueno, no era más que una conjetura. Los restaurantes asiáticos era más visibles en las grandes ciudades o a aquellas que tuviera muchísimo movimiento turístico. Saber que había una en aquel apartado lugar lo hizo sonreír en medio de sus incertidumbres.

Resultó siendo que el edificio en el que estaba el restaurante fue conocido durante mucho tiempo como "la casa del coreano". La coincidencia le hizo gracia por lo que fue sin desviarse, su barriga hacía mucho qu ele pedía comida y lo había retrasado lo suficiente.

Como venía siendo habitual desde que puso los pies en Rumania, pidió bastante comida. Probó la sopa de remolacha típica de su país, un goulash transilvano que casi le hizo perder el sentido de lo delicioso que estaba, postre, vino y por último un chocolate caliente.

Tras pedir la cuenta, se sorprendió una vez más de lo barato que era todo en ese país, con todo lo que comió solamente tuvo que pagar seis euros. Sin darse cuenta en qué momento, mientras pagaba la cuenta terminó hablando con e camarero el motivo que lo había llevado al restaurante. El hombre le contó que efectivamente allí solía vivir una familia que, al parecer, tenía origen coreano.

No supo decirle nada más. Cuando sus padres compraron la casa ya en los años noventa, el edificio estaba casi en ruinas, aunque conservaban algunos objetos de los antiguos propietarios. Entre ellos, varios muebles, enseres de cocina. cuadros, tapices que estaban repartidos por las dos plantas del edificio.

— ¿Quieres verlos todos? — Le preguntó con amabilidad y él asintió en respuesta, siendo llevado al piso de arriba.

Por toda la escalera y sala superior habían cuadros, la mayoría eran óleos sin firmar. Estampas amateurs de Sighisoara pintadas por autores anónimos. Sin embargo, entre todos esos cuadros que contemplaba, hubo uno que llamó poderosamente su atención.

Era una pintura en la que parecía plasmada una calle cualquiera de la ciudad, con la torre del reloj al fondo, algo lúgubre, con un árbol sin hojas casi muerto. Como artista, no pudo evitar examinar sus detalles, desde las técnicas que creía el autor había utilizado hasta el menor de los trazos. Entonces, de repente, sintió su corazón detenerse.

En la esquina inferior izquierda, el pintor había firmado su nombre. Lo primero que pensó fue que le engañaban sus ojos pero ahí decía claramente en hangul, J. Jungkook La tumba doble volvió a su mente, visualizando su nombre pero recordó como en la lápida aparecía Jeongguk y no Jungkook algo que le pareció raro en primera instancia. Lo desechó luego porque era normal que aún a día de hoy las personas cambiaran las palabras cuando romanizaban en la transliteración de alfabetos.

Era raro que hubiesen muchos coreanos por ahí con nombres parecidos en esa época por lo que podía casi asegurar de que se trataba de la misma persona. No tardó en salir de dudas.Bajo el cuadro estaba toda la información que necesitaba. El nombre del auto... y el título de su obra.

J. Jungkook (1894 - 1917)

Taehyung-ui bang

Taehyung's room

Taehyung's Zimmer

Sighisoara, 1913

Ulei pe panza

Taehyung-ui bang. La habitación de Taehyung. La casa que el difunto Jungkook había pintado era el hogar de Kim Taehyung y, en el centro del liezo, su ventana. Una ventana que significó tantas cosas que tuvo que inmortalizarla en un lienzo, podía darse cuenta de ello con tan solo una mirada a la pintura. La nostalgia se evidenciaba en los colores fríos de los alrededores pero lo único que tenía color naranja era la casa de Taehyung, evidenciando que solo ese lugar era importante para él, quizás su motivo de alegría.

No pudo evitar emocionarse e intrigarse más porque ese cuadro era la prueba de que Taehyung y Jungkook se conocieron antes de la guerra ya que fue pintado en 1913, cuando el menor de los Kim ya se había ido a la universidad de Munich.

Le quedaba claro al castaño que, si quería más respuestas tenía que buscar esa casa y podía apostarlo todo a que iba a encontrarla, ese se convirtió en su objetivo inmediato.

— Perdone... — Llamó al camarero para señalarle el cuadro con la mano libre ya que en la otra sostenía sus guantes. — ¿Conoce la calle de este dibujo?

El chico examinó el cuadro por un buen rato, casi impacientándolo. — Podría ser cualquiera. — Su respuesta terminó siéndole muy útil. ¿Era en serio? Tanto rato mirando el cuadro para terminar diciéndole eso. En serio que le estaban poniendo las cosas difíciles.

Sacó el mapa que había adquirido unas horas atrás para marcar los puntos que ya había visitado y estaban de alguna forma relacionados a los difuntos que yacían en la misma tumba. La casa de Jungkook que era el restaurante en donde se encontraba, la Torre del Reloj en donde encontró las fotos y alguna información, la instituto al que asistió Taehyung, el cementerio donde estaba enterrado y las escaleras que llevaban a esos lugares.

Lo único que tenía claro basándose en la pintura es que la casa estaba en el centro de la ciudadela medieval de Sighisoara a juzgar por la proximidad de la Torre del Reloj que se veía al fondo. La torre era de planta rectangular y en el cuadro se veía una de las dos fachadas anchas. Por consiguiendo, dedujo que la casa tenía que estar al norte o sur de la misma.

Su convicción y deseo eran grandes pero mientras más miraba el mapa más pensaba que sus esperanzas en ese momento estaban rozando a cero. La ciudadela no era grande pero mucho podía haber cambiado en poco más de un siglo. ¿Podría siquiera reconocerla si la veía? No quería ser pesimista pero lo dudaba un poco.

Lo peor, es que estaba empezando a atardecer y en unas horas debía tomar el tren de regreso a Bucarest. Aquel paseo era una escapada de un día, él tenía que regresar a trabajar y el tiempo se le estaba agotando. Sin querer perderlo más, dobló una vez más el mapa, guardándolo en uno de sus bolsillo. Se acomodó su gorro, se puso los guantes y salió a recorrer todo el área norte.

Si hubiera sido a su llegada a la ciudad, todo le hubiese parecido increíble, las calles eran llamativas y tenían un encanto único, muchas casas de colores, algunas un poco deterioradas o derrumbadas pero se podía ver la muralla de árboles a la distancia.

Empezaba a desesperarse e ideas terribles se aglomeraban en su cabeza. ¿Y si la casa ni siquiera existía? La mitad de la ciudad estuvo en ruinas durante décadas, algunas casas ya no existían o estaban a medio destruir. ¿Qué posibilidades reales tenía de que el lugar que fue hogar de Kim Taehyung aún se mantuviera en pie?

Con esa duda latente en su cabeza, optó por rastrear la zona sur, incluso le hacía camino a la estación de trenes. Si no la encontraba, tendría que irse de Sighisoara con aquel misterio por resolver, al menos durante un buen tiempo. No quería irse así sin más pero no había rastros de aquella maldita casa.

Le iba preguntando a las personas por el camino, algunos lo miraban como un bicho raro o un animalito perdido, otros ni siquiera lo entendían. Incluso, uno de los tantos transeúntes con los que se cruzó creyó que le quería vender su móvil cuando lo sacó para mostrarle las fotos, comenzando a luchar por la rebaja de un precio que él no había dado.

Ya cuando se había dado por vencido, bajando hacia la plaza Hermann Oberth por unas escaleras le preguntó a un chico que servía las mesas en una terraza por la casa del cuadro a la que le había tirado una foto.

— Perdona, ¿me podrías ayudar? Es que estoy buscando un lugar pero como no soy de aquí, estoy completamente perdido. — Levantó su teléfono algo reticente ya que no deseaba otra situación de compra venta.

El chico tomó el celular de sus manos y miró la foto detenidamente, de la pantalla su vista pasó hacia Jungkook de ahí a algún punto a su espalda, señalándole con el dedo.

— Allí.

Algo confundido, el coreano se giró para mira en dirección del dedo que apuntaba, sonriendo ampliamente como si hubiese encontrado el mayor de los tesoros. ¡Allí estaba! Había pasado por delante y ni siquiera se dio cuenta. ¡Aún existía!

Le agradeció al agradable chico que pronto desapareció para continuar con su trabajo, dejándolo solo conteniendo las ganas de brincar, saltar, bailar, cantar y gritar que tenía. Miró aún incrédulo la foto por última vez y guardó su teléfono. Llevó ambas manos a la boca ocultando su sonrisa, sintiendo que el frío había desaparecido y que sus congelados pies podía dar varios pasos más encantados de la vida.

Según se acercaba al portal, sus piernas fallaban, se volvieron trémulas y parecían querer tumbarlo en cualquier momento. ¿Estaría habitada la casa? ¿Viviría alguien de la familia aún allí o sucedería como la casa del difunto Jungkook? De haber alguien habitándola, ¿podrían finalmente contarle qué tipo de relación tenían Jungkook y Taehyung?

Se detuvo delante de un gran portón de madera. En él, una gran plaza rezaba "Taschler Haus Boutique Hotel". Un hotel no era señal de buenas noticias pero al menos el edificio no estaba abandonado.

La puerta estaba cerrada por lo que no tuvo más remedio que tocar el timbre. Esperó un buen rato y tocó el timbre por una segunda vez, suspirando casi con frustración. Al menos ya sabía que ese lugar existía pero aquello no resolvía todas las preguntas que tenía en su cabeza y sabía que aún yéndose, estaría recordando ese lugar casi eternamente. Miró todo el exterior con una tristeza incalculable, sintiendo sus ojos humedecerse mientras se volteaba para irse sin poder entrar.

Ya había avanzado varios pasos cuando escuchó la puerta abrirse, girando sobre sus pasos entusiasmado, encontrándose con un hombre rubio de unos treinta años asomando la cabeza. Con un gesto lo hizo pasar y el castaño se adentró al lugar sin poder apartar su mirada del sujeto.

— ¿Desea una habitación? — Le preguntó al ver que no decía absolutamente nada.

No, quería respuestas y quizás él era el único que podría dárselas pero no podía decirle eso. Se quitó su gorro y guantes, agitando su cabello para calmar su ansiedad bajo la atenta mirada contraria. Sus ojos lucían familiares, algo en él le resultaba familiar pero no sabía qué era a ciencia cierta porque estaba seguro que era primera vez en su vida que lo veía, aún cuando seguía teniendo deseos de llorar mientras lo observaba.

— La verdad es que no estoy buscando alojamiento. — El hombre lo miró con reserva y desconfianza, haciéndolo darse cuenta que no podía contarle abiertamente la verdad.

¿Qué le iba a decir? ¿Que era un artista medio romántico y chismoso que vio su nombre en una lápida junto al de otro y creyó que aquello podía ser una historia de amor y estaba obsesionado con dos muerto de hacía un siglo?

— Estoy haciendo un trabajo de investigación sobre la Primera Guerra Mundial en la zona. — Ya estaba, si le creía bien y si no, bueno, sino estaba jodido porque y empezaba con el pie izquierdo. — Me han dicho que aquí solía vivir la familia Kim. ¿Es eso cierto?

— Asi es. — Jungkook tuvo que poner todo de su parte para no empuñar sus manos y exclamar emocionado. — Este edificio ha pertenecido a mi familia desde hace muchas generaciones.

Los ojos de Jungkook se ensancharon cuando lo escuchó hablar, pasando de la euforia del momento a la sorpresa. ¿Su familia? ¿Ese hombre era descendiente de los Kim?

— ¿S-Su familia? — Tosió para aclarar su garganta y volvió a mirarlo. — ¿Es usted familiar de los Kim que aparecen en el museo de la ciudad?

— Así es, mi nombre es Kim Taehyung. Soy el bisnieto de Kim Seokjin, el hermano mayor de Kim Taehyung, fui nombrado así por él, cosas de mi madre. — Mencionó con desinterés mientras que Jungkook cayó sobre una poltrona ubicada en la entrada.

Para el rubio era normal tener ese nombre, no le parecía extraño llevar el nombre de un familiar fallecido. Habían millones de personas nombradas como sus padres, abuelos, bisabuelos o incluso más para allá. Sin emabrgo, para el viajero aquello no era más que un shock porque no le parecía una simple coincidencia que los difuntos se llamaran Jeon Jungkook y Kim Taehyung, justo como ellos dos.

Algo confundido por la palidez que adquirió el recién llegado, Kim se alejó para buscarle un vaso de agua, entregándoselo algo incómodo por esa mirada fija y penetrante sobre él. Agitó sus dedos y se cruzó de brazos algo inquieto mientras lo veía beber sin desviar su mirada.

Jungkook estaba consciente de que se estaba comportando como un lunático o un simple raro pero no podía evitar observarlo. Ahora sabía por qué sus ojos y él se le hacían tan familiares y es porque le recordaba al Kim Taehyung que vio en las fotos horas atrás en el museo.

— En mi investigación, di con la tumba de su familiar y vi que estaba enterrado junto a alguien más, Jeon Jungkook. — Le contó procurando que no le temblase la vozs, comportándose como un investigador o periodista frío como hielo para no salirse de su personaje.

— Sí, los enterraron juntos pero, no sé por qué. — Asintió relajándose un poco más.

— Me han dicho que Jungkook y Taehung eran amigos. — Se aventuró a continuar. Ya estaba sobre caballo así que tenía que cabalgar.

— Sí, hasta donde tengo entendido ellos dos iban juntos al instituto como la mayoría de los que allí están sepultados. — Sin poderlo evitar, otro escalofrío recorrió a Jungkook, recordando como aquel instituto estaba al lado del cementerio donde ambos estaban enterrado.

Ahora le estaba claro que los difuntos que llevaban sus nombres se conocieron cuando eran adolescentes o quizás antes. Que su amistad se forjó en los pasillos de ese edificio, una amistad que pareció truncarse cuando Taehyung se fue a la Universidad de Munich hacia 1912 y Jungkook se quedó en Sighisoara. Por eso tal vez, a quien él había denominado como su antiguo yo, pintaba la ventana de Taehyung. Porque lo echaba de menos. Incluso un año después de su separación él aún le dedicaba sus cuadros.

— Solo ellos dos estaban enterrados juntos, todos los demás tenían sus propias tumbas, señor Kim. — El hombre pensó un poco, terminando encogiéndose de hombros.

— Desconozco el motivo, creo que una vez le pregunté algo parecido a mi padre y él tampoco me supo decir, solo me contó eso, que ellos habían sido amigos y fueron juntos al mismo colegio. ¿Quizás la familia de Jeon Jeongguk no tenía dinero para una tumba propia?

Jungkook hizo una mueca sin poder entender como una explicación tan absurda le hacía sentido a ese hombre. Tal vez era él que estaba queriendo ver cosas donde no las había pero esa explicación no lo convencía, algo en su interior le decía que había más. Más loco aún, estaba comenzando a creer que ellos dos sí tenían que ver con él y Taehyung, quizás ese era el motivo por el que fue atraído por esa ciudad remota.

— Taehyung y su padre murieron pero Seokjin sobrevivió quedándose con la casa y lo que por aquel entonces aún pertenecía a nuestras familias. — Comentó el rubio mientras seguían conversando sobre el pasado. — Lamento que Taehyung no haya tenido descendencia, siempre creía que fue una buena acción de mi madre llamarme así.

El castaño señaló la ventaba que estaba justo encima de ellos, ganándose una mirada por parte del contrario que lo detallaba completamente.

— ¿Era esa su habitación, cierto? — Él ensanchó sus orbes oculares sorprendido, acercándose varios pasos.

— ¿Cómo lo sabes? — Jungkook sacó su teléfono para mostrarle la foto del cuadro, aprovechando que veía la sorpresa en el rostro del propietario actual del lugar para lanzarse e ir un poco más allá.

— ¿Podrías mostrármela?

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