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Capítulo 6

Chat Noir se metió al baño y como todo gato curioso, lo inspeccionó detalladamente. Se miró al espejo y quitó su transformación un momento.

—Siempre haces lo mismo. No dejas que coma mi preciado queso.— alegó Plagg a penas apareció a un lado de su portador.

—Lo siento. Te daré doble ración mañana, lo prometo.

—Olvida lo que dije.— soltó el felino posandose frente a él sobre el lavado. Adrien rió por su repentino cambio de actitud y tomó una toalla que había colgada comenzando a secar su cabello.— ¿Qué piensas hacer?

—¿A que te refieres? —cuestionó sin comprender.

—Viniste a ver a esa chica y según tú sólo son "amigos".—el pequeño kwami rodó los ojos.— y ahora estás en su baño destranformado.

—No podía faltar a nuestra...

—A su cita.

—No es una cita.— corrigió el rubio despreocupado.

—Si, si. Puedes decirle eso a quien sea para que se lo crea, pero a mi no me engañas, niño.— Plagg se cruzó de patas viéndolo fijamente y él suspiró frotando la toalla con sus mechones.— ¿por qué no aceptas que esa niña te gusta?

—Sabes que yo amo a Ladybug.

—Quizás ella sea mas Ladybug de lo que crees.

Adrien se quedó un momento en silencio, analizando las palabras de su kwami.

—Marinette... ella es diferente.

—¿Diferente en que?, ¿en que a diferencia de Ladybug, niegas que ella pueda gustarte?

—Marinette se irá a Shangai, Plagg.— respondió volviendo a su acción para terminar se secarse.

—¡Entonces no lo niegas! — exclamó Plagg mostrando sus colmillos.

—Yo no dije nada.—rebatió el rubio.

—Exacto. El que calla otorga.

Marinette por otro lado estaba ordenando un poco su habitación, no contaba con que el héroe aparecería con esa lluvia. Tikki se había dormido poco antes de que Chat Noir llegara, así que al menos no estaría preocupada de que su compañero la viera.

—Y ahora, ¿qué hago? — preguntó por lo bajo así misma.— películas... video juegos... ¡¿por qué no le hice caso a Tikki?! — se recriminó levantando una camiseta del suelo.

—¿Necesitas ayuda princesa? —oyó a sus espaldas, se sobresaltó dandose la vuelta y tropezando en el acto.

Gritó cerrando sus ojos con fuerza, pero jamás hubo el impacto.

—Deberías tener mas cuidado.— sintió como era sujeta por sus brazos y se dignó a abrir sus ojos lentamente, encontrándose con aquellas felinas pupilas viéndola fijamente y con una sonrisa.— no siempre estaré para sujetarte.

—Y-yo... gracias.— dijo por lo bajo, recomponiendose lentamente con ayuda del rubio.— ¿pudiste secarte? —preguntó evitando verlo, puesto que un tenue rubor se había instalado inevitablemente en su rostro.

—No te preocupes, después de todo tengo siete vidas.— respondió con voz impostada, haciendo que la azabache rodara los ojos cruzándose de brazos.

—No es gracioso Chat.— lo afrontó.— de seguro amaneceras con fiebre o algo así.— dejó la camiseta que sostenía en el cesto de ropa y fue a su closet por una manta.— ten, ponte cómodo... yo iré por algo de comer.— sonrió amablemente y él parpadeó un par de veces aún sin tomar la manta.

—N-no es necesario.— se excusó con vergüenza, poniendo sus manos frente suyo.

—Mi habitación, mis reglas.— atacó ella viéndolo con seriedad y él felino no tuvo más opción que tomar la frazada, observando como la joven bajaba por la trampilla con el cesto a su costado.

Chat Noir quedó mirando la manta por unos segundos, esbozando una sonrisa casi de inmediato. Cubrió su cabeza con la tela rosa y comenzó a observar el lugar detenidamente, como todo gato curioso. Vio toda la habitación, encontrando así un cuaderno sobre el escritorio de la chica, abierto. Sus pies se movieron por si solos, tomándolo con ambas manos y reconociendo enseguida la letra de su compañera de clases.

—Este es su... —musitó leyendo las primeras palabras. Volteó a un lado negándose a proseguir con aquella intromisión a su privacidad, pero cuando sintió humedad en las páginas lo miró nuevamente, sintiendo como su corazón se estrujaba de una manera extraña.- son... ¿lágrimas? — acarició la página con cuidado para armarse de valor y leer lo escrito.

Querido diario:

Hoy fue un día difícil. Estuve pensando toda la clase en que podría hacer para entretener a Chat Noir en la noche, ¡ese gato tonto me hizo perder la clase!

Adrien me invitó a verlo entrenar, casi salto de la emoción pero esa emoción se fue casi al instante al recordar que me iré dentro de poco... necesito contarle a mis amigos, eso lo tengo claro y, se lo agradezco mucho a Chat por hacermelo ver.

Decidí confiar en Adrien, quizás pueda ayudarme para convencer a mis padres, después de todo siempre ha sido amable, aunque todo se arruinó cuando la reina de hielo apareció, así que no pude decirle nada.

Quizás Kagami tenga razón... soy patética y de seguro muchos piensan lo mismo. No soy capaz de decir lo que siento y la torpeza siempre sale a la luz, incluso Chat debe pensarlo... estoy segura que se decepcionará de mi cuando se lo diga algún día.

—¿Chat? —la voz de Marinette lo sobresaltó, dejando el diario rápidamente sobre el escritorio, pero esto no pasó desapercibido por la azabache quien traía consigo algunos bocadillos en una bandeja.

Marinette cerró con seguro la puertilla y dejó la bandeja sobre el mismo escritorio, frunciendo el ceño al ver su diario cerrado casi de improvisto, alzó la vista de manera amenazante al joven de cabello rubio, quien se había cubierto por completo con la manta haciéndose el desentendido de la situación. Sonrió algo nervioso, intentando desviar la atención de la muchacha.

—Oh, ¿son de la panadería? —apuntó los bocadillos, los cuales la ojiceleste miró de reojo volviendo su vista al suelo y sujetando la muñeca del héroe antes de que pudiera tomar uno.

—T-tu... ¿lo leíste? —musitó con temor. Ahí tenía muchos secretos escritos... desde referencias a su vida como Ladybug, hasta sus sentimientos por su compañero de clases, incluidos su compañero de batallas.— por favor, dime...

—No eres patética.— respondió firme, haciendo que ella abriera más sus ojos, pero sin osar alzar la vista.— jamás podría pensar que eres patética, porque eres alguien asombrosa, Marinette.

Las palabras de su compañero causaron que su pulso incrementara de sobremanera, haciéndo nacer una calidez en su pecho y las enormes ganas de llorar.

Chat al percatarse que no decía nada, lentamente tomó su mentón con uma de sus manos para que lo viera a los ojos. Sus miradas se conectaron al instante y él sentía que cada vez se perdía más en aquellos azules cielos.

—Siempre ayudas a todos a tu alrededor, te he visto hacerlo... incluso a mi me has ayudado en batallas. — sonrió recordando algunos eventos en específico. —así que no pienses que eres patética, porque harás un gran daño en mi... —lo último no supo porque lo dijo con exactitud, solo salió de su corazón y no pudo callarlo.

Marinette estaba estática, no sabía que decir o que hacer... Se encontraba perdida en esos destellantes ojos felinos y más aún con las palabras que le regaló. Pocas veces había visto a su compañero en una actitud seria y esta era una de esas pocas ocasiones donde no sabía como enfrentarlo.

—Lo siento... — se escapó entre sus labios.— jamás quisiera hacerte daño, Chat. —él abrió más sus ojos, acariciando su mejilla por inercia con su pulgar pacientemente.

—Nosotros escogemos quien nos hace daño... —musitó acercándose un poco más.

—¿Y tú ya escogiste quien te hiciera daño?— susurró tragando con dificultad al verse tan próxima al héroe.

—Creo que si... — respondió viendo sus ojos y sus labios repetidas veces.— sin darme cuenta... Creo que ya escogí.

—¿A quién? — sus ojos se cerraron levemente, atreviéndose a posar sus manos sobre el pecho del felino.

<<A ti.>>

—Y-yo... creo que...

<<¿Qué estás haciendo Marinette?>>

—Chat...

<<¿Por qué no aceptas que te gusta, Adrien?>>

—Princesa... quizás debamos...

<<¿Que diablos me pasa?>>

Marinette desvió la mirada, aclarando su garganta para tomar así uno de los bocadillos.

—¿Q-quieres? — preguntó extendiendo su mano con la comida hacia su boca.

Chat Noir parpadeó un par de veces y sonrió comiendo el bocadillo

—¡Dios!, ¡esto es una maravilla! —exclamó con un brillo en sus ojos un tanto peculiar.— ¡nunca comí semejante exquisitez!

—Estás exagerando.—rió ella y este frunció el ceño.

—Hablo muy en serio. No me dejan comer estas cosas.— respondió haciendo un puchero y Marinette se detuvo a mirarlo.

—¿Qué?, ¿por qué? — preguntó sin comprender, sintiéndose algo triste de repente.

Chat Noir parecía alguien bastante despreocupado a su aparecer y, enterarse de que no había comido jamás aquellos dulces, le hacía sentir horrible porque realmente no sabía nada de su compañero de batallas, y su vida al parecer no era nada fácil.

—Debo llevar una dieta balanceada.— respondió en medio de un pesado suspiro y ella no quiso indagar más para no comprometer la identidad secreta del gato.

—Pues aquí los comerás.— agregó con una sonrisa decidida y él se volteó a verla detenidamente con los ojos muy abiertos.

—¿De verdad? — preguntó en un susurro emocionado y la chica asintió.

El rubio sintió una emoción inexplicable y tomó en brazos a su compañera con entusiasmo.

—¡Eres la mejor! —exclamó con una enorme sonrisa y Marinette por su parte se sorprendió soltando un grito mudo.

—¡Chat!, ¡nos vamos a caer! — él reaccionó dejándola en el piso.

—Lo siento.— rascó su nuca un momento con torpeza.

—Descuida.

Marinette acomodó su ropa y puso una cara pensativa, cosa que llamó la atención del rubio.

—¿Qué piensas?

—En que te patearé el trasero en los videojuegos.— respondió segura de si misma, lo cual fue transmitido enseguida a su compañero.

—Eso ya lo veremos.— Chat entrecerró sus ojos y luego se giró yendo por el sofá de la azabache.

—¿Qué haces? — preguntó acercándose detrás de él.

—Pues... Es para estar más cómodos.— empujó el mueble frente al ordenador y se sentó cruzando una pierna sobre la otra, posando sus brazos en la nuca en una postura relajada.— purrrfecto.— ronroneó y la joven diseñadora rodó los ojos.— ¿no quieres sentarte?

—Estar cómodo no te salvará de mi.— Marinette tomó asiento a su lado, extendiendole un mando a la vez que se cubría con una frazada de la misma forma que estaba el héroe.

—Quizás no quiera salvarme de ti.— respondió viendo la pantalla.

—¿Tratas de decir que me dejarás ganar? — cuestionó alzó una ceja con indignación.

<<Realmente pensé otra cosa... pero no es posible.>>

<<Realmente no me refería a eso, pero ni yo se que demonios estoy diciendo.>>

—Claro que no, que seas una chica no me hará tener piedad.

—Pues que seas el protector de París tampoco me hará tener piedad.

Chat Noir la miró de reojo, fijándose como arrugaba su pequeña nariz al ver la pantalla.

—Chat, pon el juego.— habló sacándolo de su trance.

—Bien, bien.— se puso de pie yendo por el juego y lo instaló donde correspondía, volviendo a su posición anterior al lado de la azabache.

Luego de varias batallas entre ambos, las cuales resultaron victoriosas en su mayoría para la ojiceleste, Chat soltó un pesado suspiro.

—¿Qué pasa, gatito?, ¿decepcionado que una chica te ganara? — se jactó en tono burlón y él por su lado se cruzó de brazos en una postura infantil.

—Realmente no te contuviste.— respondió sin voltear a verla.

—Te lo dije.

—¿Cómo aprendiste a jugar así? —preguntó relajándose un poco, subiendo así sus pies rodeando sus rodillas con sus brazos y apoyando el mentón en estas para verla a los ojos.

—Con papá... —respondió ella con un toque de nostalgia.— después de clases siempre jugamos y luego de la cena.— el rostro del joven se vio entristecido de repente. Desvió un poco la mirada centrandola en el suelo.

Para él era realmente doloroso el tema de su padre. Gabriel le tomaba la mínima atención y si es que hablaban... era solo por alguna de sus tantas actividades que debía cumplir o alguna en la que haya decaído.

Marinette al verlo guardar silencio se acercó posando una mano en su hombro.

—Chat... ¿qué sucede? —preguntó suavemente, cosa que lo hizo estremecer.— estás triste.

—No es nada.— respondió cambiando su rostro por uno sonriente, el cual no la convenció a pesar de ser bastante creíble.— volvamos a jugar.—Marinette negó quitandole el mando de las manos.

—Quiero ayudarte, como tu hiciste conmigo. ¿No confias en mi?

Ante aquella interrogante se cuestionó realmente en como esa bella joven se había convertido en alguien más importante para él esos días.

¿Confiaba en ella?, la respuesta era muy clara y obvia... confiaba en Marinette más que en sí mismo.

—Si te digo... no debes hacer preguntas.— respondió por lo bajo y la zabache tomó su mentón para que la mirara.

—No le diré a nadie y no te obligaré a decirme algo que no quieres, pero somos amigos y si puedo servir de algo quiero estar para ti.— sonrió con sinceridad.

—Yo... —tomó aire profundamente y bajó la vista nuevamente.— no quiero decepcionar a mi padre.— habló con rapidez, sintiendo como un peso, extrañamente, se quitaba de sus hombros.

—¿Por qué habrías de decepcionarlo? — preguntó casi en un susurro, sin llegar a comprender como sería posible que Chat Noir pudiera hacer algo malo que no fuera del agrado de sus padres.

—Tengo que hacer muchas cosas en el día por mi padre y cuando fallo en una de ellas... veo la decepción en sus ojos y cada vez se menos como cumplir sus expectativas.— al verlo en esa postura tan cohibida, Marinette apoyó su cabeza en el hombro de su compañero envolviendo su brazo con el propio.

—No está bien que pienses así, Chat. Eres el héroe de París... no puedo imaginar que pueda decepcionar a tu padre siendo de que eres alguien bueno y asombroso. Pero si te diré algo... No debes llenar sus expectativas, debes hacer lo que te haga feliz y lo que te llene a ti mismo... estoy segura que tu padre entenderá si hablas con él.

—Lo he intentado... pero siempre está ocupado y no me presta atención, al menos no la que quisiera o la que necesito.

—Los padres son algo complicados, ¿no?— musitó a lo que él solo hizo una mueca, apoyando su cabeza en la de su amiga.

—Parece que ambos tenemos problemas con nuestros padres.

—¿Y tu madre que dice sobre eso? — el rubio sintió su respiración cortarse y apretó sus labios guardando silencio. Una presión invadió su pecho con fiereza.

Marinette al no recibir respuesta miró los puños de él apretados, dándose cuenta enseguida que estaba haciendo preguntas, justo lo que él le dijo que no hiciera.

—Lo siento, no debo preguntar.— el chico respiró profundamente su cabello, sintiendo la calidez que le regalaba su cercanía.

—Preferiría no hablar de eso ahora... quizás te cuente más adelante.

—Entiendo... — ambos se quedaron viendo al frente, sin alejarse el uno del otro, sintiendo el afecto y el sentimiento de estar apoyados entre sí.

—Marinette...

—¿Mmh?

—Gracias.

Ella sonrió cerrando sus ojos un momento, a lo que él, intentando pasar desapercibido, ladeó el rostro besando su cabello sutilmente, pero al contrario de lo que se había propuesto... Marinette sintió su acción y su corazón comenzó a latir con más fuerza bajo su pecho.

Ninguno dijo nada más y se quedaron así por mucho tiempo, sintiendo el silencio de la habitación, cubiertos por ambas mantas sin que la lluvia cesara a las afueras.

Confianza: Seguridad, especialmente al emprender una acción difícil o comprometida.

Chat Noir tuvo la confianza en sí mismo para poder decir lo que realmente sentía con respecto a su padre, pero nada de eso hubiera pasado si Marinette no le hubiera dado la seguridad necesaria para abrirse con ella.

Todo es un complemento, ya sean las palabras, las acciones y los sentimientos. Todo tan diferente, pero que puede unirse para formar algo completamente nuevo que no se compara con nada existente.

Todo va creciendo poco a poco, siempre ha sido así desde el comienzo y, esta no será la excepción, pero cuando menos lo esperen deberán hablar o perderán todo lo que nació aquella tarde de lluvia al entregar un paraguas.

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