Capítulo 5
Adrien había oído lo último que Kagami le dijo a su amiga. Hizo una mueca de disgusto y se acercó rápidamente hacia ella.
—¿Qué le dijiste a Marinette? — preguntó a sus espaldas, sobresaltandola.
—No se de que me hablas. — se hizo la desentendida. — Tenemos que terminar de practicar.— iba a tomar su brazo pero él lo quitó rápidamente.
—No. Marinette es mi amiga y pensé que tu también lo eras.— se acercó a la escalera donde estaba la azabache anteriormente sentada y tomó su bolso donde se ocultaba Plagg con sus demás pertenencias.
—Adrien, pero si somos amigos.
—No puedo ser amigo de alguien que trata mal a alguien que me importa.
—Te gusta esa chica, ¿no? — ella frunció el ceño y Adrien hizo lo mismo.
—Ella es mi amiga.
—Siempre la estás protegiendo.— se cruzó de brazos.— No es más que una mosca muerta, que lo único que intenta es llamar tu atención y no te das cuenta.
—Pues me gusta prestarle atención.— respondió tajante, sin darse cuenta exactamente porque lo dijo. Adrien contuvo el aire un momento, hasta que puso su bolso en su hombro.
—Ves.— dijo ella con una mirada molesta.— ella te importa más de lo que dices.
—¿Y si fuera así qué? —respondió otra vez desde un impulso.— ¿a ti qué con eso, Kagami?
—Que ella no te conviene en lo absoluto.— soltó con arrogancia.— es torpe, insegura y manipuladora. Son opuestos en todo sentido.
Adrien apretó su mandíbula e intentó serenarse por las palabras de la de cabellera corta.
—Lo siento Kagami, pero creo que definitivamente no podemos ser amigos.— fue lo último que dijo, dejando a la japonesa con las palabras en la boca.
Adrien se dirigió rápidamente a la salida de la escuela con la esperanza de que su compañera de coletas siguiera ahí, ni siquiera se había cambiado el traje de esgrima.
Vio a los pies de la escalera como la azabache suspiraba apretando las correas de su mochila.
—¡Marinette! — llamó captando enseguida la atención de la de ojos cielo.
La chica se volteó viendo como su compañero se acercaba rápidamente frente a ella, y cuando sus ojos hicieron contacto, el cuerpo de ambos se estremeció extrañamente.
—¿Por qué te fuiste así? — preguntó él, viendo detenidamente cada expresión que la chica hacía.
—Disculpa... solo recordé que tenía cosas que hacer en mi casa... —respondió por lo bajo.
Adrien sabía exactamente que eso no era verdad y como la mayoría del tiempo, Marinette ocultaba cuando le hacían algún daño para no perjudicar a alguien.
—Entiendo... lamento si te aburriste y también...
—¿Qué?, no, no, no. No me aburrí en lo absoluto.— corrigió sonriendo.— de hecho... quizás me interese tomar clases de esgrima para mejorar... d-digo para estar en forma.— lo último lo dijo más nerviosa de lo normal, y es que casi se le sale su secreto mejor guardado.
—¿De verdad?, genial. Si quieres yo podría ayudarte y darte algunas clases.— posó la mano en su hombro con compañerismo y las mejillas de ella se pintaron enseguida de color rojo, haciendo que los nervios tomaran el control nuevamente de su boca.
—Y-yo... decir... digo... encantar.— se golpeó mentalmente el rostro y él soltó una risa.— me refería a que...
—Entiendo.— le sonrió y luego sintió que finas gotas caían sobre su cabeza.— vaya... creo que comenzó a llover.
Marinette alzó la cabeza viendo detenidamente las nubes grises, y como poco a poco el agua comenzaba a caer con más fuerza.
—Espera... ¡llover! — gritó asustada.— si llueve, entonces él... —calló sus palabras al darse cuenta que hablaba en voz alta.
—¿Él? — preguntó Adrien extrañado y con curiosidad.
—Na-nada... creo que mejor me voy, debo... ya sabes, hacer cosas de esas cosas que son cosas.— rió nerviosa jugando con sus manos.
—Claro... yo igual me voy.—vio que el auto con su guardaespaldas había llegado.
Los estudiantes de esgrima comenzaron a salir del edificio por la lluvia y la japonesa pasó por el lado de ambos, viendo a la azabache fijamente, cosa que no pasó desapercibida por ninguno de los dos.
—Ten... — Marinette no se había dado cuenta en que momento Adrien sacó de su bolso su camisa blanca.— creo que no trajiste paraguas.— puso la prenda sobre su cabeza y ella abrió un poco más sus ojos.
—Y-yo...
<<"Eres patética.">>
Las palabras de la esgrimista se hicieron presente en su cabeza y rápidamente reprimió sus labios tragando con dificultad.
—Gracias.— fue lo único que pudo decir y él sonrió, pero lamentablemente Marinette ya ni ganas de eso tenía.
—Nos vemos mañana.— Adrien se despidió cordialmente y caminó hacia su auto.
—"Es solo una amiga".— se burló Plagg, asomandose desde su bolso.
—Y aquí vamos otra vez... si, es eso. Una amiga.— respondió y el felino soltó una carcajada.
—Si te hubieras visto defenderla, no pensarías lo mismo.— Plagg volvió a meterse en el bolso cuando Adrien abrió la puerta del vehículo.
El rubio se volteó a ver a su compañera por última vez y ella hizo lo mismo, provocando que los dos hicieran contacto visual al mismo tiempo.
Marinette se cubrió con la camisa de Adrien aspirando su aroma profundamente, sin dejar de pensar en lo que Kagami le dijo.
—Soy patética.— musitó haciendo un puchero y Tikki se asomó por su bolso.
—Claro que no lo eres.— contradijo la carmesí.— eres talentosa, simpática, muy bonita y la mejor persona que he conocido.— las palabras de su kwami la enternecieron por completo, haciendo que una leve sonrisa se asomara por sus labios.
—Me alegra que al menos tu pienses eso de mi.— susurró mientras seguía caminando rumbo a su casa cubriéndose de la lluvia.
—No soy la única, Marinette.— sonrió.— Alya, Nino, Adrien y todos los demás también lo creen, incluso Chat Noir.
—¿Chat Noir? — preguntó extrañada.— lo dudo mucho, él solo podría pensar eso de Ladybug... —suspiró pesadamente.
—Tu eres Ladybug.
—Pero sabes a que me refiero.— ambas guardaron silencio cuando llegaron a la panadería.
Tom estaba atrás en el horno, mientras Sabine ponía algunas cajas de cartón en el piso para que la gente no se resbalara al entrar a la tienda.
—Cariño, ya volviste.— habló la mujer y Marinette guardó silencio. —estás empapada.
—Está lloviendo.— fue lo único que dijo pasando por su lado.
—Marinette.— llamó su madre con tristeza y ella se detuvo viéndola por sobre su hombro.— se que aún sigues molesta con nosotros, pero...
—Mamá, no me molesta que nos vayamos a Shangai.— en realidad eso obviamente le molestaba, pero era algo más que eso.— estoy molesta porque esperaron por mucho para decírmelo y no pensaron en que yo tengo mi vida hecha aquí, tengo a mis amigos, tengo... tengo cosas muy importantes aquí en París.— miró su bolso donde estaba Tikki.— y tengo todos mis recuerdos.
—Hija...
—Ahora no quisiera hablar de esto, prefiero simplemente olvidar que me iré y disfrutar lo máximo posible.— Marinette subió rápidamente a su habitación cerrando con seguro.
—Al menos evitaste que discutieran otra vez.— Tikki salió de su bolso mientras la azabache colgaba la camisa de Adrien en su silla frente al escritorio.
—Ya no quiero pelear con mis padres... creo que Chat tiene razón en lo que dijo. Me refiero a que... no se cuando ellos vayan a hacerme falta.— musitó haciendo una mueca entristecida.
—Chat Noir puede ser una caja de sorpresas.— habló Tikki viéndola de reojo.
Marinette suspiró recordando al héroe enmascarado y sus felinos e hipnóticos ojos.
—Si... una caja de sorpresas.— la kwami sonrió en breve al ver su expresión perdida en algún lugar de la habitación y voló hacia ella.
—Chat Noir es una muy buena persona.— la miró con pillería.— ¿no lo crees?
—Claro que si... es muy dulce y aunque sea coqueto, creo que realmente oculta algo. No se como explicarlo, pero siento que sufre o está triste.— habló disminuyendo el volumen de su voz un poco.
—¿Por qué lo dices? —preguntó su kwami ladeando un poco el rostro.
—Porque... lo veo en sus ojos.
—Quizás debas preguntarle, ¿son amigos después de todo no? — Marinette afirmó con un asentimiento de cabeza.
—Si... Me gustaría ayudarlo, así como él hizo conmigo
—Bueno, esta noche tendrán una cita. — las mejillas de la azabache se pintaron de rojo al instante.
—¿Q-qué?, yo no t-tengo... digo, no tendremos una cita.— tartamudeo.
—Marinette, estuviste toda la clase distraída, ni siquiera a Adrien le prestaste atención.
—Claro que no, sólo estaba pensando en... e-en...
—En tu cita con Chat Noir.— terminó de decir.
—¡Tikki!, ¡que no es una cita! Solo lo invité como amigo, además, dudo mucho que venga.— formó un puchero abrazándose a sí misma.
—¿Por qué?
—Por la lluvia... — musitó acercándose a la ventana. Las gotas chocaban con fuerza contra el cristal.— y creo que es mejor así... no debí invitarlo. Estoy arriesgando su identidad y eso no está bien.
—Pero él sabe lo que hace, no es un niño.
—De todas formas... quizás ni recuerde que lo invité.— se encogió de hombros y se dirigió a su escritorio nuevamente.
La pequeña kwami la observó detenidamente desde su posición para luego posarse sobre su cabeza.
—Yo creo que deberías tener claro lo que tenías pensado para esta noche.—habló con una sonrisa y Marinette se quedó un momento en silencio.
—Pensé en que viéramos una película... quizás traería unos bocadillos de la panadería... —contó con sus dedos, pero luego negó con la cabeza repetidas veces provocando que Tikki casi se cayera de esta.— mejor haré algunos diseños, luego tomaré un baño y me iré a la cama.
Tikki hizo una mueca no muy convencida, pero prefirió dejar el tema por la paz. Suficiente tenía su portadora con su ida del país como para llenarla de otras cosas.
─── ∙ ~🐾~ ∙ ───
Adrien se encontraba en su habitación, recostado en su cama mas específicamente, y Plagg degustaba con paciencia un trozo de queso.
—¿Pensando en tu novia? —preguntó el felino, acercándose a su portador risueño y este rodó los ojos.
—Ya te dije que no es mi novia.— respondió soltando un pesado suspiro.— deberías limpiarte las orejas.
—Y tu deberías aceptar que esa chica te gusta.— canturreó.
—Cuando quieres puedes ser muy molesto, ¿por qué mejor no comes en silencio?
—Yo solo digo que... ¿sabes qué?, olvídalo.— bufó el kwami dándole la espalda.
Adrien se puso de pie pensando en las palabras de su felino kwami.
<<Deja de pensar tonterías, Marinette y tu son amigos. Solo eso.>>
—Quizás debas pensar en que harás.— susurró calmado.
—¿Cómo? —cuestionó el rubio algo perdido.
—Adrien, estás parado frente a la ventana, quizás deberías comprar lentes.— el Agreste miró hacia afuera y se dio cuenta que estaba lloviendo aún.
—Está lloviendo...
—No sabía que eras vidente.— irionizó Plagg desde su posición.
—Muy gracioso.— Adrien rodó los ojos nuevamente y apoyó su brazo en el borde de la ventana viendo hacia afuera.— quizás ella...
<<"Si llueve, entonces él... ">>
Las palabras de la azabache acudieron a su mente rápidamente, ¿sería posible que se refiriera a él como Chat Noir?
—Quizás... pensó que no iré por la lluvia.— habló por lo bajo y se mantuvo en silencio unos segundos, hasta que una sonrisa apareció en su rostro y se volteó para quedar frente a frente con su kwami.
—¿Por qué me ves así? —Plagg voló hacia él entrecerrando sus ojos.— se que soy hermoso, pero no exageres.
—Vamos a dar un paseo.
—¡Pero está lloviendo! —alegó casi al instante.— Además, ¿qué no sabes que a los gatos no les gusta la lluvia?
— Exacto, no les gusta. — no dejó de sonreírle. — pero tu eres un kwami. Además, seguramente Marinette cree que no iré a verla por lo mismo. Quiero sorprenderla, ya que en ningún momento tenía pensado no asistir a nuestra cit... A su invitación.— se corrigió rápidamente sonriendo algo nervioso.— así que ¡Plagga las garras!
—¡Espera! —no pudo seguir hablando, ya que fue absorbido rápidamente por el anillo, transformando al chico en el héroe de París.
Chat Noir salió por su ventana y con ayuda de su barra se trasladó sobre los mojados techos de París. La lluvia era demasiado fuerte y en más de una ocasión se resbaló.
A los pocos minutos llegó al balcón de la azabache con el cabello goteando por la lluvia torrencial que caía en la ciudad. Golpeó dos veces en la puertilla hacia la habitación de la chica y esta se abrió, dejando a la vista aquellos ojos azulados que lo veían con asombro.
—¿Chat? —preguntó ella y el felino sonrió.
—Hola, princesa.— saludó cordialmente, guiñandole un ojo.
—¿Q-qué haces aquí? — preguntó nuevamente Marinette, aún sin salir del asombro de tenerlo frente a ella.
—Tu me invitaste, ¿acaso lo olvidaste?
Marinette se quedó muda, ya se había hecho a la idea de que él no llegaría.
—Te vas a enfermar, pasa.—habló rápidamente y él entró cerrando después de eso. Se paró a un lado de la cama para no mojarla.— eres un tonto, no debiste salir con esta lluvia.— regañó ella frunciendo levemente el ceño.
—Quedamos en que vendría y yo siempre cumplo lo que digo.— respondió él encogiéndose de hombros.
La ojiceleste lo miró preocupada, bajando a la primera planta seguida de él. Buscó entre sus cajones una toalla y la puso sobre la cabeza del felino comenzado así a secarlo.
—Estás todo empapado, de seguro agarras una gripe.— Chat Noir arrugó la nariz por las fricciones de la toalla con su cabello.
—Auch, eso duele.—se quejó.
—Te lo mereces por salir con esta lluvia.
—Espera, espera. Lastimas mis orejas.— sujetó su muñeca un momento, quedando a escasos centímetros de su rostro.— yo... — musitó perdiéndose en esos profundos ojos color cielo.
—Lo siento... — respondió ella por lo bajo, quitando la toalla de su cabeza lentamente sin apartar la vista.— n-no debiste salir así, de seguro estarán preocupados por ti si no te ven en tu casa...
—No creo que se den cuenta... —habló por lo bajo sonriendo levemente y subió su mano para acariciar la mejilla de ella con suavidad.
—Cha-chat... — ella abrió levemente sus labios y ambos se acercaron casi rozando sus narices.
Sus respiraciones se agitaron y no podían dejar de verse en ningún momento. Chat Noir despejó su frente, corriendo su flequillo con delicadeza hacia un lado, viendo detenidamente cada facción de su rostro.
—Tus ojos son... muy bonitos.— susurró.— de seguro te lo dicen mucho.
—Y-yo...
<<Besala, quieres hacerlo.>>
—Di-digo... que... —se separó aclarando su garganta de manera forzada y ella hizo lo mismo sin comprender exactamente que había pasado.
—Puedes usar el baño, para secarte... o lo que necesites.— habló ella desviando la mirada.
—Cla-claro. Gracias, Marinette.
El rubio dio un paso hacia el lado, pero ella hizo lo mismo provocando que chocaran, se movieron al otro lado de la misma forma, repitiendo la misma acción.
—¿Acaso quieres bailar conmigo, princesa? — preguntó coqueto y ella rodó los ojos en respuesta.
—En tus sueños, gatito.— se cruzó de brazos indiferente.
—Quizás te vea en uno de ellos, ¿no te gustaría que el héroe de París soñara contigo?—y ahí estaba nuevamente esa barrera de coquetería para evitar su nerviosismo ante la azabache.
—¡Ja! , ¿no te cansas de ser tan narcisista?
—No puedo cansarme de la perfección.— soltó con una sonrisa granuja y ella rió por lo bajo. Le resultaba completamente divertido como aquel chico cambiaba tan rápido su actitud, lo cual eso lo descolocó un poco.
—¿De que te ries? —cuestionó alzando una ceja con curiosidad.
—De ti.
—¿De mi? —ella asintió.
—Eres muy tierno.— las palabras salieron de su boca sin darse cuenta, provocando un sonrojo leve en el héroe.
—¿Do-donde dijiste que era el baño? —cambió de tema y ella parpadeó varias veces.
—Allá.— apuntó y él se dirigió rápidamente a ese lugar.
<<¿Acaso le dije que era tierno?, por favor que alguien me diga que no dije eso.>>
Marinette se golpeó mentalmente la frente y caminó de una lado a otro cuestionandose su repentino nerviosismo con su gatuno amigo.
Sin lugar a dudas la atracción es una de las acciones más típicamente humanas, y que las personas desplegamos con la misión de lograr algún objetivo en concreto, pero...
¿Marinette y Chat Noir se atraían el uno con el otro?, la respuesta lógicamente es un si.
¿Ellos se daban cuenta de eso?, la respuesta es... que son demasiado ingenuos para eso o que simplemente prefieren negar lo innegable, aunque todo cambia tarde o temprano.
Ambos deben cuidar sus pasos o caerán en lo más profundo del vacío...
Hay ojos por todos lados y sin duda, aquellos ojos no dudarán en destruirlos y golpearlos donde más les duela.
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