Capítulo 4
Luego de irse de la casa de Marinette, Chat Noir dio unas cuantas vueltas más para asegurarse que todo estuviera en orden en la ciudad. Llegó a su habitación y se destransformó, dejando a la vista a su kwami.
—Así que ahora te gusta esa chica.— habló el felino a sus espaldas y Adrien se detuvo en seco, volteandose.
—¿Qué?, no. Claro que no, Marinette es... ella es mi compañera y mi amiga.—respondió riendo por las ocurrencias de aquel ser.
—Si como no.— soltó sarcástico.— por eso es que mañana tendrán una cita, ¿no? — sonrió burlón y el rubio abrió un poco más sus ojos, negando con ambas manos frente a él.
—No, no. No es una ci-cita... ella solo me invitó como su amigo, t-te estas confundiendo.— Plagg se acercó entrecerrando sus ojos.
—Yo creo que ella te gusta y no lo quieres admitir.
—Yo amo a Ladybug, y sólo quiero que Marinette esté bien el tiempo que le queda en París.— Adrien se giró nuevamente, dirigiéndose a la cama y despojandose de su camiseta junto sus pantalones.— mejor deja de decir tonterías y duermete.
—Hay amistades que se transforman en otra cosa.— susurró volando hacia la almohada y acostándose encima.— y más si son unos tontos ciegos como ustedes.— eso lo dijo aún más bajo sin que su portador pudiera oírlo.
Adrien se acostó en su cama viendo el techo de su habitación y posando su brazo sobre su frente, suspiró ampliamente.
<<Claro que no es una cita, ella y yo solo somos amigos... >>
—Si... amigos... —cerró los ojos un momento y la imagen de su compañera de clases apareció frente a él. Instintivamente sus labios se curvaron en una sonrisa y se dejó llevar por el sueño, quedándose profundamente dormido.
A la mañana siguiente, despertó a la misma hora de siempre, antes que su despertador sonara y, así poder desayunar para recibir el horario del día, el cual milagrosamente no era tan agotador como los anteriores.
—Sólo tiene clases de esgrima para hoy, su padre canceló la sesión de fotos y su profesor de chino está enfermo.— habló Nathalie a su costado y este asintió más animado en su lugar.
—Gracias, Nathalie.— respondió poniéndose de pie luego de haber terminado su estricto desayuno.
Guardó un poco de queso en su bolso para Plagg y salió por las grandes puertas de la mansión, para luego subir al auto con su guardaespaldas.
A los pocos minutos llegó a la escuela y el hombre se quedó quieto esperando que él entrara en la institución.
—No es necesario que me vigiles todo el tiempo. Créeme que no iré a ningún lado si lo que quiero es ir a la escuela pública. —habló Adrien con obviedad, agachandose un poco para verlo por la ventana del auto.
El guardaespaldas a pesar de tener órdenes, prefirió no hostigar al muchacho, lo conocía perfectamente y sabía que su vida no era muy fácil con tantas restricciones, así que sólo asintió sin decir media palabra y se fue del lugar, viendo por el retrovisor como este alzaba la mano para despedirse.
—Hey, viejo.— oyó a sus espaldas y se giró encontrándose con su amigo DJ.
—Hola Nino.— saludó con una sonrisa, extendiendo su puño para que hicieran su típico saludo.— ¿Qué tal todo? —preguntó refiriéndose a Alya más que nada, por la "discusión" que probablemente hayan tenido por la tarde del día anterior.
—Bueno... — hizo una mueca.— preferiría no hablar de eso ahora.— soltó un pesado suspiro y este se encogió de hombros.
Ambos se adentraron al instituto caminando a la par. Cuando entraron al salón, Adrien divisó a la morena sentada en su sitio, pero no a la azabache de dos coletas.
—Marinette aún no ha llegado.— dijo por lo bajo a su contrario, pero este no lo escuchó. Tenía los ojos puestos en su novia, la cual evitaba mirarlo a toda costa.— oye, quizás debas hablar con ella.— Adrien le dio un codazo haciendo que reaccionara.
—Es que... está molesta y con razón. Debí decir algo ayer.— su postura bajó a una más entristecida.
—Con mayor razón debes hablar con ella.— el rubio sujetó su bolso sobre su hombro y Nino hizo una mueca sentándose en su lugar.
Cuando Adrien dio un paso hacia al frente sintió un fuerte golpe en su espalda haciendo que su bolso cayera al piso.
—Auch.— oyó detrás suyo volteandose y encontrando a la azabache en el suelo con los ojos cerrados.
—Marinette, ¿estás bien? —preguntó agachandose a su altura, ella abrió los ojos encontrándose con esos verdes que le hacian perder el aliento y rápidamente los colores acudieron a su rostro.
—A-adrien... y-yo... disculparme... di-digo... disculpate, ¡ah! — tartamudeó haciendo que este la vieran enternecido.— lo siento, no te vi... creí que llegaba tarde.
El ojiverde sonrió y le extendió la mano para ayudarla a levantarse.
—Descuida.— tragó grueso y sonrió nerviosa tomando aceptando su gesto. —además llegas a tiempo, aún no suena el timbre.—ella se perdió en sus ojos asintiendo lentamente.
Adrien giró su mano para encontrarse con el vendaje que le había puesto por la noche siendo Chat Noir.
—¿Qué te sucedió? — se hizo el desentendido mostrando curiosidad. Marinette despertó de su ensoñación y quitó rápidamente su mano rascando su mejilla.
—Na-nada... Sólo torpeza mía.— intentó ocultar su mano.— ya sabes, puedo ser muy despistada.— rió con nerviosismo.
—Claro... — respondió por lo bajo, agachandose para tomar el cuaderno de ella que estaba en el suelo.— toma.—se lo extendió sonriendo y lo recibió en silencio.
—Gra-gracias.—pasó por su lado viendo hacia abajo para tomar asiento al lado de Alya.
Él recogió su bolso y tomó su lugar correspondiente al lado del moreno, quien se ocultaba con sus brazos sobre la mesa.
—Hey, ¿todo bien con Nino? —preguntó Marinette a su mejor amiga, la cual ojeada su celular editando algunas cosas del Ladyblog.
—¿Quién es Nino? —preguntó Alya sin quitar la vista de su móvil.
—Vamos Alya, no puedes estar hablando en serio. Sabes que él no tiene la culpa de nada.—intentó apaciguar su pensamiento, pero no funcionó.
—Realmente no quiero hablar de eso ahora, Marinette. De hecho quería decirte algo.— dejó su celular sobre la mesa y se acercó más a la azabache.
—Tu dirás... —la miró expectante.
—¿Que te parece hacer una pijamada hoy en mi casa? —preguntó con un sonrisa.— hace mucho no hacemos una.
—Cla... espera... ¿esta noche? — preguntó en un hilo de voz y la de ojos ambar asintió varias veces.
—¡Si!, no creo que tus padres te hagan algún problema, ellos son un amor.
Adrien oía atento la conversación de ambas amigas con curiosidad, esperaba alguna respuesta de parte de su compañera de coletas.
<<¿Habrá olvidado que quedamos esta noche los dos?>>
—Ehh... Alya, yo... la verdad esta noche no puedo.— respondió evitando verla a toda costa y esta la observó detenidamente.
—¿Por qué?, ¿es que tienes algo que hacer? — alzó una ceja cruzándose de brazos.
—Te-tengo una cosa... tengo que... — tragó con dificultad intentando buscar alguna excusa.— es que debo cuidar un gato... ¡si!, ¡e-eso!
Adrien aguantó la risa por su ocurrente respuesta, ocultándose detrás de su cuaderno, para luego sonreír enormemente.
<<Ella no se olvidó de mi.>>
—Marinette... tú no tienes gato.— cuestionó la de lentes.— ¿no será que vas a verte con alguien y no me lo quieres decir? —preguntó con pillería, haciendo que la azabache se sonrojara.
Adrien abrió un poco más sus ojos tras oír las insinuaciones de la morena y se volteó disimuladamente sobre su hombro, para ver la expresión de Marinette.
—N-no... cla-claro que no.— se volteó hacia el frente y el rubio hizo lo mismo, sintiendose extrañamente nervioso.— ya te lo dije... Solo debo cuidar el gato de mis vecinos, ellos... — se quedó un momento en silencio.— ellos salieron de la ciudad y lo dejaron a mi cargo.
Alya la observó de perfil sin terminar de creérselo, pero al final cediendo a la excusa que le daba su amiga.
—Bien, entonces dejamos la pijamada para otro día.— se encogió de hombros y tomó nuevamente su celular.
Marinette no respondió y se quedó sumergida en sus pensamientos. ¡Había pospuesto una junta con su mejor amiga por ese gato tonto! Aunque ellos ya habían quedado antes, así que no podía faltar a lo que en realidad ella misma le propuso al felino.
Las clases dieron comienzo y Marinette pensaba una y otra vez que es lo que podrían hacer ella y Chat Noir.
<<¿Estará bien ver una película?, ¿qué tipo de películas le gustarán?, o quizás... ¿deberíamos jugar video juegos?, al menos se que le gusta hacer eso.>>
Se torturaba en silencio, odiandose a sí misma por nunca haberle preguntado sus gustos al héroe enmascarado. Habían luchado juntos por mucho tiempo y realmente a pesar de tenerle toda la confianza del mundo... no lo conocía en lo absoluto, al menos no sus gustos o cosas que le agradaran siendo una persona normal.
<<No creo que se moleste... Chat no se molestaría, es una buena persona...>>
Por inercia comenzó a mirar su mano, aún con el vendaje que él había puesto, y por estar encerrada en sus pensamientos no se dio cuenta que Adrien le estaba hablando hace como diez minutos.
—¿Marinette? — llamó nuevamente frente a ella, pasando la mano por sus ojos.— ¿estás aquí? — enarcó una ceja en su dirección, pero no reaccionaba, así que tomó su mano sobre la mesa.
Marinette parpadeó fuera de sí sintiendo la calidez que él le transmitía.
—¿Q-qué? — preguntó con las mejillas tornándose cada vez mas rojas.
—Que la clase ya terminó.— respondió con una sonrisa, la cual prácticamente la derritió en su sitio.
No quedaba nadie más en el salón. La azabache giró su rostro para buscar a Alya, pero no estaba ahí, volvió a ver al ojiverde buscando alguna respuesta la cual rápidamente le dio.
—Alya se fue con Nino, te lo dijo como tres veces pero parece que no la escuchaste.— soltó una leve risa, dejando muda y avergonzada a la chica.— ¿te encuentras bien?
—Y-yo... si, digo... — tragó con dificultad, enfocando su vista aún en la mano del rubio que estaba sobre la suya.
Adrien la quitó rápidamente, rascando su nuca y poniéndose de pie.
—Vamos... — dijo por lo bajo y ella asintió en silencio imitando su acción.
Marinette tomó su mochila para guardar sus cosas a una velocidad rápida. Se sentía algo nerviosa de estar cerca del modelo y más si era a solas.
—Espero que Nino arregle las cosas con Alya.— habló el rubio poniendo una de sus manos en el bolsillo de su pantalón explicandose con la otra.
—Yo también... me siento culpable de que estén enojados.— respondió la de ojos cielo caminando a la par con él, saliendo del salón.
—Oye, no es tu culpa. Chloe... — suspiró lentamente.— ella no debió hacerte caer.— Marinette bajó el rostro recordando el incidente y sintiendo mucha vergüenza de que él la viera de esa manera.
—Bueno... ya no me hará caer más y ya no tendrán que pelear por mi culpa.— habló por lo bajo.
Adrien la miró sabiendo a lo que se refería. Sintió una leve presión en su pecho al pensar que en poco tiempo Marinette se iría de París.
—¿A que te refieres? — preguntó con la esperanza de que le dijera algo, de que confiara en él como su amigo... pero no lo hizo.
—Nada... solo olvídalo.— sonrió algo triste y él hizo una mueca disconforme.
Cuando se encontraban en la salida de la escuela, Adrien se detuvo haciendo que la joven hiciera lo mismo.
—Marinette... tengo clases de esgrima ahora, ¿te gustaría quedarte un rato? —sabía que ella no quería irse a casa, sabía que aún estaba mal con sus padres y quería distraerla, aunque fuera un poco antes de que llegara la noche para su visita como Chat Noir.
—¿Yo? —preguntó sin creerlo apuntándose a sí misma. — ¿quieres que me quede contigo?
—Claro, si no tienes nada que hacer.— se encogió de hombros.
Marinette meditó un momento aquella propuesta y aceptó asintiendo levemente con su cabeza. Adrien sonrió por su afirmación y caminaron nuevamente hacia dentro del establecimiento.
—Bien, iré a cambiarme.—agregó tomando su bolso de gimnasia.
—Claro... — respondió sentándose en una de las escaleras que daban paso al segundo piso.
Adrien se adentró a los camerinos para ponerse el traje correspondiente y Plagg salió del bolsillo de su camisa volando frente a él.
—Ya veo, así que ahora no puedes aguantar estar sin ella, ¿no? — se burló sonriente.
—¿Qué? —cuestionó el Agreste desubicado.
—Que ya la ibas a ver por la noche, pero ahora le dices que se quede a verte entrenar.— tomó un trozo de queso y comenzó a degustarlo dentro del bolso. — quieres que toda su atención sea para ti. Que narcisista, niño.
—No seas tan metiche. Sólo es para que se distraiga un poco.— respondió quitando sus zapatos.— ella es mi amiga nada más.
—Si claro, y yo soy un muñeco de peluche.— rodó los ojos terminando de tragar su manjar.
—Tú no eres más que un glotón.— respondió mientras se quitaba la camiseta guardándola de golpe sobre el kwami.
—¡Oye!, ¡ten más cuidado! — alegó quitándose la prenda de encima.
—Lo siento, no te vi.— respondió el rubio con falsa inocencia, mientras terminaba de ponerse su traje blanco de esgrima.
Por otro lado, Marinette seguía sentada en su lugar esperando que su compañero hiciera aparición, se sentía muy feliz por aquello... pero el sentimiento no duró mucho al recordar que realmente nada pasaría con Adrien, ya que se iría de París pronto.
—Marinette.— susurró Tikki desde su bolso de mano y esta lo tomó en su regazo.—¿por qué estás triste? —preguntó suavemente.
—Es que... no debería hacerme ilusiones con esto, me iré pronto y...
—¿No has pensado en decirle ya a tus amigos? — preguntó nuevamente.—quizás podrías seguir el consejo que me dijiste que te dio Chat.
—¿Tu crees? — la pequeña kwami asintió con una sonrisa.
—Quizás Adrien, Alya y Nino puedan convencer a tus padres para te quedes, pero debes decirles.— Marinette meditó sus palabras un momento.
—Creo que... tienes razón.— sonrió más animada. —le diré a Adrien sobre Shangai.
Marinette ocultó rápidamente a Tikki cuando vio salir al rubio de los camerinos. Pudo divisar a lo lejos que una chica con traje rojo se acercó a él interceptandolo, sabía quién era ella... era Kagami.
Observó como ella besaba su mejilla y él correspondía con una sonrisa en su rostro, Marinette se sintió pequeña en su sitio con ganas de salir de ahí, más aquello fue interrumpido cuando lo vio emprender camino hacia ella nuevamente.
—Marinette, ¿podrías cuidar mi bolso? — preguntó cuando estaba frente a ella.
—Y-yo... Claro.— lo tomó dejándolo a su lado con amabilidad.
Él podría dejar su bolso en los camerinos, pero Plagg se encontraba dentro y corría el riesgo de que alguno de sus compañero hurgara en sus cosas nuevamente. Sabía que Marinette no se metería en sus cosas, prefiriendo así que ella lo cuidara.
—Gracias.— respondió guiñandole un ojo haciendo que tragara con dificultad.— por cierto ella es Kagami.- presentó a su compañera de corta cabellera que se encontraba a su lado.— pero creo que ya se conocían.
—Si... ya nos conocemos.— respondió la japonesa, viendo a la azabache de pies a cabeza con superioridad.
—Hola... — saludó la Dupain poniéndose de pie y estirando su mano, pero ella alzó una ceja en su dirección dudando unos segundo en si estrecharla, pero lo hizo al ver de reojo la extraña expresión del Agreste.
—Hola.— respondió secamente no alcanzando a durar dos segundos el contacto con la mano de Marinette.— bien, comencemos. — sonrió retrocediendo más enérgica, tomando el brazo del ojiverde.
—Si, si. Vamos.—respondió él siguiéndole el paso viendo los azules de Marinette mientras se alejaban hacia los demás estudiantes. Ella le sonrió levemente, provocando que Adrien también sonriera en su dirección, lo cual no pasó desapercibido por la de rasgos japoneses.
Ya cuando estaban en posición, comenzó el combate entre Kagami y Adrien, empatando la mayoría de las veces, ya que estaban prácticamente parejos en sus movimientos.
Luego de unos minutos más, el rubio miró nuevamente a la azabache a lo lejos percatandose como estaba riendo junto a Nathaniel, quien le mostraba unos dibujos de su libreta, esto provocó que Adrien se desconcentrara y Kagami hiciera un punto a su favor, haciéndolo caer al suelo por la fuerza ejercida en el movimiento.
—Auch.— se quejó poniéndose de pie rápidamente.
—Concéntrate, estás pensando en algo que no debes.— habló Kagami quitándose la máscara de protección.
—Si, disculpa.— asintió y volvió a ponerse en posición.
Después de varios minutos más de entrenamiento, se tomaron un descanso de cinco minutos. Adrien se dirigió al sanitario para refrescarse un poco, pero Kagami en cambio se dirigió donde Marinette estaba sentada dibujando concentrada en su cuaderno.
—Vaya... eso es bueno.— la voz de la chica hizo saltar a la de ojos cielo, quien alzó la cabeza en su dirección, cubriendo el dibujo que hacía de Adrien con su traje de esgrima.
—Ho-hola, y-yo...
—Escucha, creo que deberías irte.— habló secamente en una postura rígida.
—¿Cómo? —cuestionó desubicada la de coletas.
—Lo que oíste, solo estas siendo una distracción para Adrien y realmente no tienes nada que hacer aquí.— Marinette inevitablemente frunció el ceño en su dirección.
—Adrien me pidió que lo acompañara y es lo que haré hasta que él diga lo contrario.— respondió cerrando su cuaderno y guardándolo en su mochila.
—No crees que estás siendo algo... ¿patética? — debatió viéndola desde arriba.
—Yo no te he hecho nada para que me insultes de esa forma.
—Yo no insulto a nadie, solo digo lo que veo... Siempre.— Marinette se puso de pie y tomó sus cosas rápidamente, no quería seguir escuchando a esa chica.
¿Qué si la lastimó?, claro que lo hizo.
¿Qué si seguiría aguantando aquello?, lógicamente no.
Intimidación: consiste básicamente en generarle, provocarle miedo a otro a través de una acción concreta, tanto física como psicológica.
¿Kagami intimidaba a Marinette?, claramente lo hacía, de por si la actitud de la japonesa era bastante fría, pero... ¿Marinette intimidaba a Kagami de alguna forma?, eso también era correcto.
Sin darse cuenta, Kagami se sentía intimidada por la presencia de la franco-china, ¿por qué? porque ella captaba la atención de todos, sólo con una sonrisa sincera y una mirada llena de aprecio por la más mínima buena acción que alguien hiciera.
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