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Capítulo 19

Hacía un poco de frío, pero aquello no evitaba que ambos disfrutaran la compañía del otro, y lo mejor de todo es que podían ser ellos mismos, sin temor.

—Realmente estaba nervioso. —agregó al silencio que habían provocado, mientras se sentaban en una banca solitaria en un rincón del parque.

—¿Por qué? —preguntó Marinette viéndolo a su costado y este rió un poco.

—Porque es normal... creo. Tengo una cita con una chica hermosa, quién además conoce mucho de mi y puedo ser bastante torpe a veces. —miró hacia el cielo y ambos volvieron a recaer en el silencio por un prolongado tiempo, hasta que una pregunta apareció en la mente del rubio. Una pregunta que lo intrigaba de sobremanera. —¿cuál sería tu cita ideal? —preguntó en un murmullo, suspirando lentamente para luego verla aún con aquellas oscuras gafas sobre sus ojos. —digo... he preparado algunas cosas según un post en internet, pero quiero saber... —se perdió en aquellos azules que lo veían con un brillo inusual. —¿cuál sería tu cita ideal?

Marinette entreabrió sus labios un poco y tragó con dificultad. Sólo Chat Noir podía hacer un torbellino de emociones en su interior, sólo con él sentía aquellos nervios que la hacían valiente y vulnerable al mismo tiempo, y era sólo él quien también le daba seguridad y protección, junto a la añoranza de querer verlo bien... querer verlo feliz.

—No lo sé. Esta es la primera... ci-cita que tengo. —desvió un momento la mirada y él sonrió para luego acercarse un poco más. Oírla era gratificante, casi como beber un poco de agua en un día extremadamente caluroso.

—¿Te cuento un secreto? —ella asintió. —esta también es mi primera cita. —aquello la hizo reír. Marinette no pudo evitar empujar su hombro con una de sus manos.

—Que mentiroso eres. —se carcajeó y Adrien la quedó mirando sorprendido.

—¿Qué?, es cierto. —se encogió en si mismo. —eres la primera chica con la que salgo. —eso provocó aún más risa en su contraria, incluso se podría decir que se sentía avergonzado por como lo miraba—¿por qué te ríes?

—Es que eso es imposible. —Marinette limpió una pequeña lágrima provocada por la risa. —para empezar, eres un coqueto de primera. —enarcó una ceja en su dirección con obviedad.

—A ver. —Adrien se puso serio de repente, asustandola por la posibilidad de haber metido la pata con sus palabras. —quizás sea coqueto, pero con la única persona que lo soy es contigo. Al menso hablando en serio. —se cruzó de brazos en modo infantil haciéndose el ofendido.

Marinette calló y sonrió enormemente, esas palabras la habían hecho feliz. Giró hacia el frente y alzó su cabeza viendo la estrellada noche sobre ellos, era como un sueño cada brillo que le regalaban las estrellas.

—Mi cita ideal... —murmuró llamando su atención. —creo que no tengo una idea en concreto, pero...

Cuando ella se detuvo, lo llenó de intriga y, nervioso por su respuesta, se enderezó observándola detenidamente.

—¿Pero? —cuestionó con curiosidad y ella aclaró su garganta.

—Te vas a burlar. —desvío la mirada cruzándose de brazos y él negó con la cabeza repetidas veces.

—Te prometo que no me reiré. —se atrevió a tomar su mentón y hacer que lo viera nuevamente. —sólo dime, quiero saber.

—Creo que... no me importaría si no es una cena extremadamente costosa como en las películas o ir al cine, o que me regalaran un enorme ramo de rosas. —rió un poco. —realmente eso me da igual mientras sea una cita contigo. —su corazón comenzó a latir con más fuerza y sus mejillas tomaron un tenue rubor. —mi cita ideal es una donde tú estés.

La respuesta no podía ser más perfecta para Adrien.

A Marinette no le importaba si no tuviera lo más mínimo para regalarle en su cita, ella sólo quería su compañía y eso lo hacía sentir querido. Es cierto que Adrien tenía muchas fanáticas y, amigos realmente no le faltaban en la escuela, pero lo que él anhelaba era algo más que amistad... él quería que Marinette lo amara.

Ya no se trataba de enamorar a Ladybug, ahora se trataba de poder ser parte del corazón de Marinette, más que sólo como un amigo o compañero de clase, y si podía enamorarla siendo Chat Noir, completamente transparente, era aún mejor.

Es cierto que él la había oído decirle "te quiero", pero un te quiero no es lo mismo que un "te amo", como se lo había dicho él y sabía que no podía forzarla a que le correspondiera, sobretodo luego de lo que le pasó después de su secuestro, pero ahora sentía que lentamente avanzaba con su respuesta.

—¿Ves? —ella cubrió sus ojos con ambas manos. —no debí decir nada, ahora ni hablas.

—Marinette. —quitó sus manos suavemente y las sostuvo acercándose más, —gracias. —besó el dorso de una y sonrió.

¿Cómo ese gato coqueto y bromista podía ser tan tierno con ella? No lograba encontrarle respuesta a su interrogante y eso le encantaba completamente.

Marinette quería decirle todo lo que le hacía sentir, quería decirle que también lo amaba, pero al mismo tiempo los recuerdos de ese día la atormentaban y la hacían sentirse indigna de él. Pensaba que alguien tan bueno como su compañero merecía alguien mucho mejor y no ultrajada como ella.

Lamentablemente Marinette no veía que estaba dejando ir su felicidad por algo que no podría borrarse, por algo con lo que tendría que aprender a vivir y hacerle frente. Porque era la única forma de no derrumbarse, debía crecer y ser lo suficiente consecuente para darse cuenta que hay personas que no logran escapar de eso. Era afortunada hasta cierto punto nada más.

—Creo que deberíamos seguir caminando. — se puso de pie y él la siguió detrás, preocupado de haber hecho o dicho algo que la incomodara.

—¡Marinette! —llamó con más fuerza al verla acelerar el paso. Alcanzó su brazo haciendo que se girara bruscamente, pero ella sólo veía el piso frente a él. —mírame. —exigió, pero Marinette negó con la cabeza. —por favor mírame. —negó nuevamente y Adrien soltó un bufido tomando su mentón con decisión.

Las lágrimas recorrían por sus mejillas blanquecinas, marcaban cicatrices invisibles en cada paso, y aunque él alzara su rostro, sus ojos se mantenían mirando el suelo.

—Sé que es muy difícil y no puedo imaginar siquiera lo que sentiste, pero... sólo esta noche bórralo de tu cabeza y ponme ahí en su lugar.

—No puedo. No puedo dejar de pensar en eso. —respondió con la voz quebrada y oscura. —lo siento, Chat. Esto no funcionará.

La tristeza lo inundó desde lo más profundo y la impotencia de no poder ayudarle era aún más grande.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó por lo bajo, casi deseaba que no lo oyera para que no repitiera una respuesta negativa.

—Que nosotros no... simplemente esto no va para ningún lado.

—¿Quieres terminar esto cuando aún ni siquiera ha comenzado? —ella formó una fina línea en sus labios. —¿Quieres terminar con esto sin intentarlo?

—Es mejor que nos limitemos a sólo ser compañeros de batalla. —Adrien la soltó dolorosamente. Tomó un poco de aire para calmar su mente y su corazón que apenas ya latía. —así tu no pondrás en riesgo tu identidad y yo...

—¿Y que hago yo con esto que siento? —cuestionó poniendo una mano en su pecho.— ¡Que se vaya al diablo Chat Noir y su amor no correspondido! —Marinette sintió aún más ganas de llorar al lastimarlo de esa forma. —pues dejame decirte que es imposible lo que me pides.

—Y-yo...

—Marinette, se sincera conmigo. Por lo que más quieras se sincera.

<<Tú eres lo que más quiero.>>

—Estoy siendo realista. —respondió manteniéndose lo más firme posible. —puedes conocer otras chicas en tu forma civil y ser amado como mereces. No es necesario que te ates a mi por la culpa.

—¿Qué? No te atrevas a decir que mi amor es por culpa. —frunció el ceño. —mi amor es sincero por tus dos mitades, y lo sabes.

Adrien estaba molesto enormemente e incluso indignado de que dijera semejante falacia sobre lo que sentía y lo peor de todo es que Marinette decía exactamente lo que le dolería para alejarlo definitivamente de ella.

—Pues yo... yo no confío en que así sea. —se dio la vuelta reprimiendo un quejido y comenzó a caminar casi como si buscara que alguien la jalara con una cuerda para escapar de ahí. El rubio la siguió detrás presionando sus puños a ambos lados.

—¿De verdad eso crees? —ella no respondió. —Te estás contradiciendo. Sabes que soy sincero contigo y sé que tu también me quieres a mí porque me lo dijiste.

Marinette se detuvo de golpe al oírlo, cerró sus ojos con fuerza volviendo a su andar nuevamente, acelerando el paso lo más que podía.

—Mentira. —se obligó a decir.

<<Verdad...>>

—Es verdad y lo sabes. —alzó un poco más la voz. — y me hiciste el hombre mas feliz que pisó la tierra cuando lo hiciste.

¿Por qué seguía diciéndole esas cosas?, ¿por qué no aceptaba su rechazo de una vez?, ¿por qué la hacía sentirse feliz y al mismo tiempo triste con sus respuestas de reproche y cursilería? Detestaba lo vulnerable que la hacía sentir con unas palabras, y es que una simple mirada lograba desarmarla sin el mayor esfuerzo.

—Un te quiero no es nada... se le puede decir a cualquier cosa. —alzó las manos exageradamente, estaba acorralada y no lograba pensar con claridad a estas alturas. Él sonrió a sus espaldas al darse cuenta. —¡te quiero suelo! o... ¡te quiero árbol! —exclamó. —¿ves? –se giró para enfrentarlo y que sus palabras tuvieran más peso, pero no contaba con que él tomaría su cintura apegandola a su torso.

Marinette dio un brinco por su atrevimiento, reposando ambas manos sobre su pecho firme. Los nervios no tardaron en acudir a ella y el tema principal del porqué estaban discutiendo se había esfumado de su mente.

—¿Qué haces? Suéltame. —intentó empujarlo pero él la sostuvo con más fuerza.

—Ahora dímelo a la cara. —sonrió a escasos centímetros de su rostro. —dime que no me quieres y que sólo lo dijiste como un juego... dime que no te pongo nerviosa al tenerte así de cerca y sigue insistiendo en que esto no funcionará. Infla tus mejillas adorablemente como me gusta para demostrar que estás molesta por acorralarte así. Mira hacia el piso para pensar en una excusa o las palabras adecuadas para intentar alejarme de ti. —tocó su nariz con la propia y las mejillas de ella de pintaron de rojo al instante. —si quieres destruirme puedes hacerlo ahora mismo sólo con tres palabras, pero si te atreves a decirlas, me veré obligado en callarte como he querido hacer desde mucho antes de aceptar que me tenías vuelto loco... Así que miénteme, Marinette.

—N-no sé de que hablas. —tragó con dificultad viendo sus labios repetidas veces en la escasa distancia que estaban.

La respiración de ambos se volvió más pesada. Adrien juntó su frente con la de ella y cerró sus ojos conteniendo de sobremanera el deseo de besarla.

—Chat... —musitó ya rendida por su calidez. —te quiero.

Ya no había vuelta atrás, ya se lo había dicho directamente y al mismo tiempo selló sus vidas en esa simple pero significativa palabra. Porque él jamás la dejaría ir después de eso y, muy en el fondo, Marinette lo sabía.

—¿Me quieres? —asintió en respuesta. —¿de verdad me quieres?

—Te quiero. —repitió nuevamente y él tomó sus mejillas con ambas manos acercándose lentamente a sus labios.

—Dilo otra vez...

—Te quiero. —susurró sintiendo su respiración chocar contra la suya. —de verdad te quiero, Chat.

Sus labios se rozaron. Marinette comenzó a temblar y no precisamente por el miedo que ahora tenía constante, sino porque se sentía lo suficientemente insegura e inexperta en el ámbito de besar que no quería decepcionarlo.

<<Por esta noche no pienses.>>

Sus palabras venían a su mente. Tan sinceras y transparentes, como todo él desde que lo conoció.

—No me detendré a menos que me lo pidas. —habló por lo bajo, haciéndola estremecer. —pero quiero que sepas que me muero de ganas por besarte.

Marinette tomó sus manos sobre sus mejillas y las acarició suavemente dejándose llevar por su calidez. Ella fue quien extinguió la poca distancia que había entre ambos.

Sorprendido, Adrien tomó su nuca para evitar que aquel beso cesara, ladeó su rostro para exteriorizar más el deseo que tenía guardado por mucho tiempo. La apegó con su otra mano desde su cintura, mordiendo levemente su labio inferior en un arrebato que ni él mismo lograba comprender.

El deseo era tan grande entre ambos que querían devorarse sin contención alguna. De la ternura pasaron a la pasión y de la pasión pasaron a la torpeza de la inexperiencia.

Cuando se separaron, mantuvieron una distancia escasa intentando recuperar el aliento. Marinette algo avergonzada se alejó en silencio desviando la mirada, intentando calmar su corazón que no dejaba de golpear con fuerza su pecho.

No dijeron nada y no necesitaban decirlo tampoco. Adrien tomó su mano, entrelazó nuevamente sus dedos con una sonrisa en sus labios, jaló de ella y caminaron sintiendo el frío de la noche caer sobre ellos.

Ya era tarde y a pesar de que él tenía varias cosas preparadas, lo dejó estar para llevarla a descansar. Llamaron a sus kwamis cuando fue el momento y el rubio se transformó al instante para llevar a Marinette a casa como la había traído. Aterrizaron en el balcón, la dejó en el suelo lentamente, no quería soltarla en lo absoluto, quería sentir por más tiempo su cercanía, quería seguir sintiendo como ella respiraba cerca de su cuello mientras la cargaba, quería sentir sus brazos entumecerse lentamente con ella encima, sólo así quería segurarse de que no era ni había sido un sueño.

—Gracias por todo. —habló ella por fin y él se limitó a sonreír besando su frente con ternura.

—Descansa, princesa. —musitó y acarició su mejilla antes de darse la vuelta, mas ella tomó su mano viendo hacia abajo.

—Chat...

—¿Qué sucede? —preguntó girando para quedar frente a ella otra vez. Marinette respiró profundo y alzó la vista enfocándose en sus finos ojos felinos.

—Quédate... quédate conmigo.

"Sen beni tanımazsın
Severim de söylemem
Sen beni usak sanırsın
Bilirim söz dinlemem

Ah bu ben kendimi nerelere koşsam
Saklansam bir yerlerde gizlice ağlasam

Ah bu ben kendimi nerelerde bulsam
Çekilsem sahillere hayaller mi kursam"

("No me conoces
Te amo pero no te lo digo
Piensas que soy muy distante
Se que soy desobediente

Oh, ¿adónde podría huir?
Si solo me oculto en un lugar a llorar en secreto

Oh, ¿dónde puedo encontraerme?
Si me voy a la orilla del mar y sueño...")

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