Capítulo 17
Salió toda la mañana después de aquella discusión con su padre. Algunos parisinos se habían extrañado de ver al héroe de la ciudad saltando por los tejados a esas horas.
Habló con algunos conocidos en la policía, y descubrió que los delincuentes que había atrapado escaparon de prisión con muchos criminales más y, lamentablemente, hasta el momento no los habían podido atrapar nuevamente.
Frustrado volvió a la hora de almuerzo, ya que Nathalie seguramente iría a llevarle comida.
Aterrizó en su habitación y alimentó a Plagg, todo en completo silencio por ambos, y es que ninguno quería mencionar nuevamente aquel suceso y el pequeño kwami sabía que no era momento para preguntarle a su portador por posibles decisiones respecto a todo.
Nathalie le llevó la comida por órdenes de Gabriel, ya que según le había informado, Adrien estaba castigado indefinidamente. Él ni siquiera miró el plato, no tenía ganas de comer absolutamente nada.
Estuvo ideando un plan, pero su prioridad ahora era su compañera de clases. Necesitaba verla bien, necesitaba estar ahí con ella e incluso pasó por su mente revelarse ante ella, pero luego... Las inseguridades lo golpearon y lo que menos quería era darle más cosas de las que ya tenía.
Ella confiaba en Chat Noir y como Adrien no habían interactuado mucho, si le decía quien era, de alguna forma se convertiría en un extraño. Así que por el momento revelarle su identidad estaba descartado, además de que eso los pondría en peligro si algo ocurría con Hawk moth.
Tomó asiento en el borde de la cama, veía fijamente el suelo de su habitación, mientras que una de sus piernas subía y bajaba rápidamente. Sus puños estaba apretados, su respiración pesada y su corazón... lleno de culpa.
Plagg lo observaba preocupado, aunque no quisiera demostrarlo.
—Adrien. —le habló por lo bajo, pero este no contestó. — deberías comer algo... —voló cerca de él. — Adrien. —llamó nuevamente, pero no se inmutó. Estaba inmerso en sus pensamientos y recuerdos, procesando todo lo ocurrido una y otra vez.
Plagg suspiró prolongadamente y se acercó de manera brusca alzando el rostro del rubio.
—¿Qué quieres? —preguntó en seco frunciendo el ceño.
—Quiero que comas algo. —Adrien se puso de pie.
—No tengo hambre. —le dio la espalda dirigiéndose a su escritorio y sentándose en la silla. No era momento para comer, debía pensar en cómo ayudar a Marinette.
—Adrien...
—No quiero comer, Plagg. No insistas... no ahora por favor. —lo último fue casi inaudible y el felino acabó por rendirse.
—Sé que esto no es algo fácil, pero si quieres que ella esté bien, debes estarlo tú primero.
Fue lo único que dijo el pequeño kwami antes de recostarse sobre la almohada de la cama. Adrien restó en silencio, analizando sus palabras y muy en el fondo sabía que Plagg tenía razón, pero no podía sentirse bien consigo mismo y tampoco podía sonreír sinceramente.
Marinette se había convertido en prácticamente lo único que le daba confort y momentos felices, pero ahora que ella estaba mal no sabía que rumbo tomar para ayudarla.
Nunca se detuvo a pensar que Ladybug pudiese flaquear y sentirse mal con algo. Aquel pedestal de alguien perfecto, fue cambiando al ver el rostro de esa dulce azabache llamada Marinette en su lugar. Alguien bondadosa, llena de seguridad cuando menos te lo esperabas, pero también llena de nervios y torpeza cuando algo le emocionaba demasiado, graciosa y comprensiva, alguien más humano que cualquiera que haya conocido. Ella era una autentica Ladybug... No alguien perfecto, pero si alguien humano.
El sentimiento de cariño hacia su compañera de clases, su amiga, crecía en su interior sin darse cuenta y cuando fue consciente de eso... todo se había desmoronado. Quería decírselo, quería decirle que la amaba o al menos demostrárselo, quería estar ahí para ella en esos momentos, porque fue Marinette quien le dio apoyo cuando más lo necesitaba.
─── ∙ ~🐾~ ∙ ───
Su espalda estaba recargada contra la puerta, miraba la habitación a la nada, oyendo los sollozos de la mujer que amaba desde el otro lado como un susurro agónico.
—Sé que no hay nada que pueda decirte para que te sientas mejor... —musitó decaído. —pero no estás sola. Me tienes a mi y así será siempre.
Marinette se abrazaba a sí misma y ya no podía controlar el llanto. Sentir ese dolor en el pecho le impedía respirar con normalidad, era abrumador.
—Dije que te amo... —oyó nuevamente esas palabras que no hacían más que incrementar sus lágrimas. —te amo, Marinette. —Chat se quedó un momento en silencio antes de volver a hablar. —sé que no soy la mejor persona del mundo y estoy lleno de muchos defectos, que la relación con mi padre no es la mejor de todas, pero fuera de eso no puedo no hacerte saber lo que siento por ti... Porque conocerte fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. —su voz se volvió cálida de un momento a otro. —Porque te amo a ti sin importar lo que te hicieran, porque lo que siento no se mide con palabras, Marinette. No me iré aunque así lo quieras, estaré en las sombras cuidandote de ser necesario. —giró su cuerpo quedando frente a la puerta y cerró sus ojos un momento. Una de sus manos descansó sobre la superficie de madera, anhelando poder sentir la suya sobre la misma. —Hagamos esto juntos... sólo tú y yo contra el mundo, princesa. Te protegeré y cuidaré, sanaré tus heridas y calmaré tus miedos. Sólo no me alejes de ti... no puedes dejar a este gato sin su dueña, ¿no? — lo último fue en una risa más desgarradora que nada.
Ahora fue él quien comenzó a llorar.
La puerta se abrió.
—No me alejes de tu lado, Marinette. —suplicó con los ojos perdidos en el suelo. Ella vio lo roto que estaba y se agachó para abrazarlo con fuerza, acarició su cabeza con ternura mientras él reposaba su mejilla en su pecho.—no tengo a nadie más.
—Shh... —siseó conteniendolo en sus brazos, haciendo que Chat Noir se aferrara con más fuerza a su pequeño cuerpo.
La pelea con su padre lo había dejado aún peor, y sentir que la única persona con la que te sientes bien también quiere alejarte, sólo te causa inseguridad y miedo.
Marinette dejó todo su dolor de lado, quería contenerlo como él hizo muchas veces con ella. Chat Noir era su pilar sin darse cuenta, pero un pilar también requiere de cuidados... Con el tiempo un pilar se agrieta y su pintura se deteriora.
—Soy... soy un tonto... Yo debería contenerte y estoy llorando c-como un niño. —siguió sollozando, aunque la calidez del cuerpo ajeno lo reconfortaba.
Marinette sonrió vagamente y besó su cabeza.
<<Todos necesitamos a alguien.>>
Después de un rato acabaron por sentarse uno frente al otro sobre la cama, no sabían que decir o hacer, y evitaban el contacto visual a toda costa, viendo a lados contrarios.
—Si no hablan ustedes lo haré yo. —una voz aguda los hizo alzar la vista y luego voltear, encontrándose así una Tikki con sus brazos cruzados.
—T-tikki. —musitó Marinette y Chat se atrevió a verla.
—Soy consciente que todo lo que ocurre es... es malo, pero no quiero que siga así. No mientras pueda evitarlo. —habló más segura. —Chat Noir dijo que te quería y confío en que es cierto, además de que quiere estar contigo y para ti. Pero yo quiero saber ahora... — voló hacia su portadora.- ¿Qué es lo que tu quieres?
—Y-yo... —los ojos de Tikki la veían fijamente e incluso la intimidaban en cierto modo. —sólo... quiero... —bajó la vista mirando sus manos cerrarse con fuerza. —quiero que... que... —respiró profundamente para darse el valor de ver a su compañero a los ojos. —quiero que esta noche sea como todas las otras. Quiero que juguemos o veamos una película... quiero que nada cambie entre nosotros por lo que pasó, al menos por hoy quiero que no me veas con pena.
Chat Noir meditó en silencio y acabó por sonreír sinceramente, y es que él quería exactamente lo mismo. Se atrevió a acercar su mano a una de sus mejillas para acariciarla con su pulgar.
Marinette se paralizó al sentir su tacto, pero a pesar de sentir un rechazo al contacto de cualquiera, no quería que se alejara y no quería hacerlo sentir mal nuevamente. Aceptó su caricia cerrando sus ojos lentamente, intentando bloquear al menos por ese instante el asqueroso recuerdo de ese sujeto repugnante.
—Podemos ver una película. Sólo si me dejas poner una de terror y así poder abrazarte. —ante aquel comentario, Marinette no contuvo un rubor en sus mejillas.
—No creo que necesites una película para hacerlo.
Tikki sonrió y en silencio voló hacia la parte baja de la habitación, dándoles espacio a ambos.
—Ven aquí. —tomó su mano para atraerla a él y así poder abrazarla. —mañana cuando vuelva, vamos a salir y no acepto un no por respuesta.
Vieron una película como si fuera una noche normal entre los ellos, sintiéndose gratos con la presencia mutua, pero cuando fue hora de que él se fuera, se despidió cordial con la promesa de volver al día siguiente, dejándola un poco más tranquila. Sólo una mirada eterna bastó para despedirse.
Salió por el balcón y se detuvo un momento sobre en el barandal, observó a ciudad en todo su esplendor, hasta que un sentimiento abrumador se presentó en él. Miró hacia abajo, captando con sus ojos la silueta de un hombre oculto, quien lo observaba fijamente desde un callejón. Tomó su barra y saltó ágilmente con ella hacia el lugar, rodeó el edificio y acabó por aterrizar a espaldas del hombre, con fuerza lo empujó hacia dentro del callejón y tomándolo del cuello de su camisa lo hizo chocar contra la pared.
—Ahg. —el hombre solo pudo quejarse por el impactosoltó, abriendo sus ojos enormemente al ver de cerca las afiladas pupilas del protector de París.
—¡¿Dónde está?! —exigió sin aflojar su agarre.
—¿Quién? —cuestionó el sujeto y Chat lo golpeó nuevamente sin piedad alguna.
—No te hagas el idiota y dime de una vez dónde está tu jefe. —puso la barra sobre su cuello haciendo presión.
—No sé de que me hablas. —se excusó intentando zafarse de la presión.
—Sé quien eres y dile a él que cuando lo encuentre lo mataré con mis propias manos. —tomó su camisa otra vez y lo empujó haciendo que cayera al suelo. —ahora anda como el perro que eres y dile que no sabe con quien se metió. —la oscuridad en los brillantes ojos verdes de ese chico lo hicieron estremecer por completo y Chat acabó por extender su barra para salir de ahí.
El extraño se puso de pie y sacó de su bolsillo un celular, dispuesto a marcar a su jefe.
—No hace falta que me llames. —rápidamente se giró.
—Señor...
El sujeto alzó la mano para callarlo y sonrió con malicia viendo ahora el balcón de la joven azabache a la distancia.
—Oí todo perfectamente.
—Señor, él dijo que...
—Sé lo que dijo y me tiene sin cuidado. —soltó una carcajada. —es sólo un niñato al que le han quitado un dulce... Y vaya dulce que le he quitado. —se relamió los labios con una sonrisa lasciva. —no me gusta dejar las cosas a medias y cuando menos se lo espere terminaré con lo que comencé. —se dio la vuelta dirigiéndose a la salida del sucio lugar. Subió a su auto y bajó un poco la ventanilla. —procura seguir vigilando y que no te vea nuevamente o tu cabeza rodará por este mismo callejón.
—Si señor.
El auto arrancó y con una sensación de satisfacción en su pecho acabó por soltarse a reír.
—¿Qué es lo que hará? —preguntó el conductor.
—Esperar el momento adecuado. —sonrió tomando entre sus manos la ropa interior que aún tenía de la joven. —esa niña logró escapar sólo esta vez, pero la siguiente no podrá evitar que la haga mía. La marcaré tanto que ese gato no querrá siquiera mirarla del asco que sentirá.
—Pero si lo encuentra...
—Es lo que quiero, ¿aún no lo entiendes? — soltó una risotada. —me encontrará porque yo se lo permitiré. Caerá directo a mi trampa y al final el gato será el que acabe cazado.
Por otro lado, Adrien se paseaba de un lado a otro por su habitación. No paraba, no había descanso y menos límites para su cansancio.
—Te vas a marear. —soltó el kwami comiendo un trozo de queso.
—¡Ese infeliz! —bufó —la está vigilando y yo no estoy ahí con ella.
—Lo sé, pero si tu padre no te encuentra aquí tendrás muchos problemas.
—No me importa lo que mi padre diga...
—Si sales de aquí pondrás en peligro no sólo tú identidad, sino que también a Marinette y todo París. —agregó con un tono despreocupado. —deja que esa niña descanse esta noche, mañana la verá nuevamente.
—Pero pueden ir por ella y hacerle algo y...
—No entrarán a la panadería porque los está buscando la policía, sería muy arriesgado. Quiere provocarte, y así que hagas una estupidez y lo sabes. Además, Tikki está con ella y no dejará que nada malo le pase... no de nuevo . —musitó lo último, sabía lo mucho que se sentía culpable.
—¡Por un demonio! —exclamó frustrado lanzándose a la cama de golpe.
Adrien respiró profundamente y no acabó por expulsar el aire, ya que el sonido de su celular lo sacó un momento de sus pensamientos. De mala gana lo tomó sentándose sobre la cama, divisando así quizás la salvación a su cordura y una forma de desahogo.
—Nino.
Frustración : sentimiento que se genera en un individuo cuando no puede satisfacer un deseo planteado. Ante este tipo de situaciones, la persona suele reaccionar a nivel emocional con expresiones de ira, de ansiedad o disforia, principalmente.
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