Capítulo 16
⚠ATENCIÓN⚠ +18
Este capítulo puede contener lenguaje explícito y escenas que no son aptas para todo público. Si eres una persona muy sensible NO LO LEAS.
Se recomienda discreción. ✔
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No podía ver nada. Sus ojos estaban cubiertos por una tela sucia y lo suficientemente desmarañada para que sus párpados se irritaran. Sus muñecas y tobillos firmemente atados con una cuerda, eran imposibles de soltar.
Su pulso se elevó junto a ese sofocante y desesperado sentimiento en su pecho, era algo que no desaparecía en ningún momento.
La mordaza impedía que las palabras pudieran salir libremente.
Libertar.
Esa palabra ahora era tan lejana y ajena para ella.
<<¿Por qué?>>
La pregunta que muchos se harían en su posición se repetía una y otra vez en su mente. Ser callado, ser oprimido, ser abusado, ser violado, ser inmovilizado sin consentimiento. Algo que, sin duda, nace impotencia en todo su esplendor y un pesar imposible de explicar con palabras, un ahogo que se debe vivir para saber lo que es.
El miedo y el terror se apoderaban de cada célula de su cuerpo, ¿saldría con vida de esta? Ni siquiera siendo Ladybug se hacían tanto esa pregunta, pero esto era diferente.
A los pocos minutos de su secuestro, un olor a basura y alcantarilla se filtró por su nariz, casi haciéndola retorcerse por tan asqueroso hedor.
—Shh... —sintió un cálido y escalofriante siseo en su oído. Se paralizó cuando percibió una perversa sonrisa sobre su mejilla y no pudo evitar encojer su hombro.
El vehículo se detuvo y en menos de tres segundos, sintió como la tomaban bruscamente por los brazos. Se resistió y dio patadas al aire, pero era demasiado pequeña para aquel sujeto, quién la sostenía sin el mínimo cuidado.
—¡Mmhp! —se quejó lo más fuerte que pudo, pero nadie la oiría, nadie podía hacerlo.
Arrastraron su cuerpo hacia la oscuridad y el sonido de una reja abriéndose se caló por sus oídos, le siguió el de una puerta, las cuales sonaron como si fuera la misma entrada al infierno... y, probablemente, así se sentiría. Era una forma de describirlo.
Bajaron las escaleras y cerraron enseguida con seguro la entrada. Los sujetos no dijeron nada en ningún momento, hasta que llegaron a la habitación final de aquel lúgubre sitio.
Había una mesa metálica en el centro, con correas en las esquinas y alrededor de esta, varias sillas de madera con barniz gastado. Las paredes sin brillo, ni rastro de vida más que aquella típica humedad y si se podía prestar más atención, podrían verse manchas rojas en el techo y el suelo. ¿Qué eran esas manchas?, la respuesta es algo que cualquier persona preferiría no oír.
La levantaron y quitaron su bolso, dejándolo colgado sobre una de esas sillas, al sentir el vacío de su pequeña kwami, el temor de que pudiesen descubrirla era aún más grande. Empuñó sus manos para intentar zafarse nuevamente, pero era inútil y cuando por fin ellos lo hicieron, no duró mucho... Ya que la habían atado ahora en aquella mesa.
Con una mueca de cansancio e irritabilidad, el hombre la chocó contra la superficie con tanta fuerza que le quitó el aliento. Sus ojos se humedecieron por el dolor e intentó tragar saliva sin quebrarse y mantenerse firme.
—No seas tan brusco con ella. —era la primera voz que llegaba a sus oídos y a pesar de lo que decía, su tono burlón era una completa contradicción. —tranquila, preciosa. —un silencio inundó el lugar y luego de unos segundos el eco de unos pasos acercándose provocó que los vellos en su nuca se erizaran. —aquí... —el tacto en su rostro fua sorpresivo e incluso repugnante, y sólo pudo cerrar sus ojos bajo aquella tela. —aquí estarás en buenas manos. —él deslizó su dedo por todo el borde de su quijada, hasta perderse por su blanquecino cuello.
La observó con detalle y respiró profundamente su aroma, estudiando descaradamente su silueta, como si fuese un trozo de carne recién asado.
—Fuera. —ordenó, y los tres hombres salieron sin decir media palabra. —lamento que te hayan traído de este modo. —habló con cordialidad. —son unos animales. —sonrió al ver la reacción de su cuerpo. —pero ahora estas aquí... conmigo. —musitó lo último en su oído y Marinette soltó un quejido desgarrador desde su garganta. —vamos a divertirnos mucho tu y yo. ¿Quieres divertirse, cierto?
Elevó sus manos y tomó su cuello con estas, para después bajarlas lentamente por su torso, pasando por su busto repetidas veces. Ante aquel acto, Marinette se desesperó abruptamente e intentó alejarse enseguida, pero no podía hacerlo.
Quería gritar, quería correr de ahí lo antes posible, pero...
—Te preguntarás porque de esto... Y yo te responderé como el caballero que soy. —se subió sobre ella inclinándose hacia al frente, lamiendo así su cuello por toda su extensión con devoción. —y es que esto es un regalo para ese gato pulgoso.
<<¿Qué?>>
—Sé muy bien que eres la noviecita del héroe de París. —aquella afirmación le heló la sangre por completo y más aún al sentir como aquellas manos comenzaban a inmiscuirse bajo su camiseta. —he de admitir que ese gato tiene buen gusto. —llegó a su busto y bajó su brasier sin tacto alguno.
A estas alturas ya no contenía las lágrimas en sus ojos y por más que negara con la cabeza, él no se detenía en su cometido. No era alguien que lo haría.
—¿Te gusta lo que te hago? —sonrió nuevamente con aquella prevención y ella volvió a negar repetidas veces, retorciéndose debajo suyo. —¿no? —cuestionó y ella gritó desde su garganta.
<<Chat... Chat... Por favor ayúdame>>
Desató un momento sus muñecas y quitó con dificultad las prendas de la parte superior de la chica.
<<Esto no es real, no está pasando.>>
—Tienes que saber te he observado bastante, Marinette Dupain... y... —superficialmente mordió su mentón, bajando por su cuello de manera obscena. —te diré que me pones como no te imaginas.
El asco que sentía Marinette subió por su garganta, quería vomitar. Todo él le daba asco y aborrecimiento.
—De seguro la pasabas muy bien con ese hijo de puta, pero ahora podrás sentirte mujer realmente. —dejó marcas en sus hombros con sus dientes, y succiones por su pecho y cuello. —te haré cosas que jamás podrías imaginar en tu vida. —negó con la cabeza nuevamente, alzó sus manos (que ahora estaban desatadas) y arañó el rostro del sujeto con fuerza. — ¡Agh!, ¡estúpida perra! —la sujetó con fuerza amarrándolo nuevamente. —quédate quieta si no quieres conocerme realmente. —alzó la voz por primera vez.
Se bajó de la mesa y la observó nuevamente de pies a cabeza, y una idea cruzó por su retorcida mente.
—Voy a violarte y tu héroe no podrá salvarte. —desabrochó el botón de su pantalón y lo deslizó por sus piernas a pesar de todo lo que ella se movía para evitarlo.
<<Chat... >>
El agonizante sonido de su voz resonaba en su cabeza y no podía encontrar una salida de aquello. Ese hombre la tomaría y no podría evitarlo, ni siquiera podía transformarse.
Tocó sus piernas con fuerza, marcando sus dedos en la delicada piel de porcelana. Aquel toque era como si la quemaran al rojo vivo.
—Marinette, Marinette. —canturreó tomando sus caderas. —la preciosa Marinette. —bajó su ropa interior y ella no paraba de gritar bajo la mordaza. —Shh... tranquila. Te prometo que te gustará.
El frío de la habitación recorrió todo su cuerpo. Las rojizas marcas que dejaba aquel despreciable quedarían ahí, incluso, despues de ser borradas a la vista.
—Me gusta hablar contigo. —soltó con ironía, riendo audiblemente. —el conocimiento es poder y el conocimiento es lo que me llevó a ti, ¿entiendes? Cada vez que él te visitaba, yo estaba en las sombras observando cada detalle... Sé todo sobre ti Marinette. —caminó rodeando el mesón hasta llegar a su cabeza. —¿Qué dirían tus padres si se enteraran que te veías a escondidas con ese gato pulgoso? ¿Qué diría tu mejor amiga Alya sobre esta situación? —sonrió, le fascinaba torturar a la gente. —creo que las mujeres son un monumento al cual venerar. Fueron hechas para nuestra satisfacción y debemos agradecer eso... Yo lo agradezco muy bien, por ejemplo: —levantó sus manos y quitó la venda de los ojos azules de la joven. —permitiré que veas todo lo que haré contigo, incluso, me aseguraré que cuando te encuentren en una bolsa a los pies del Río Sena, tus ojos estén completamente abiertos.
Cuando sus cielos hicieron contacto con aquellos ojos negros, su mundo fue envuelto en la oscuridad. Aquellos ojos mostraban lo que realmente era la maldad de un ser humano, donde lo moral y lo debido no tenían cabida alguna. Mirar ese negro era una perdición en un vacío sin fin, eran las garras del león contra su presa y los colmillos en su yugular listos para el final, listos para la extinción eterna.
—Me fascina tu olor. —volvió a respirarla sin perder el contacto visual en ningún momento. —mi niña, no llores —limpió sus lágrimas con sus dedos. —sé que estas emocionada, pero no me gusta que las mujeres lloren. Sobretodo cuando aún no te he hecho tocar el cielo. —pasó sus dedos por sus rosados labios que aún estaban amordazado. —de seguro tus gemidos son exquisitos... —musitó observándola. —ya quiero oírlos, ¿tu no? —preguntó con una sonrisa y rodeó la mesa rápidamente para posicionarse frente a sus piernas que estaban cerradas firmemente. —vamos a probar un poco el postre. —Marinette alzó un poco la cabeza para verlo hacia abajo y negó nuevamente con la cabeza de manera desesperada, las lágrimas desbordaban sus ojos y el llanto en su garganta la ahogaba cada vez más.
Puso sus manos en los pies de ella y subió lentamente, apreciando como se estremecía por completo. Llegó a sus rodillas y abrió sus piernas con brusquedad.
<<No... Por favor no... >>
—Lo sé, lo sé... El postre debe comerse al final, pero yo soy distinto. —se relamió los labios al percibir el miedo en los ojos que lo veían fijamente. —y daremos una probada rápida para oír que te gusta. —pasó su lengua por sus piernas dirigiéndose a su intimidad, pero el sonido de la puerta de afuera lo detuvo. —¡¿qué mierda es lo que pasa allá afuera?! —gritó frustrado y se quitó bruscamente yendo hacia el alboroto.
Tikki, quien estaba oculta observando todo lo que su pequeño corazón pudo soportar, al ver la oportunidad salió rápidamente y desató a su portadora.
Marinette la miró fijamente, quitó su mordaza con sus manos temblorosas y sus pulmones casi en un colapso se presionaron contra su torax. Bajó de la mesa lo más rápido que sus piernas le permitieron y buscó con la mirada una forma de salir, pero no encontraba nada.
Tomó su ropa y Tikki voló hacia una pequeña ventana que mostraba el exterior con algunos árboles.
—Aquí. —fue lo único que dijo y rápidamente Marinette se acercó con el nudo en su garganta impidiéndole respirar.
Rompió la ventana con su codo y cuando sintió los fuertes pasos acercarse, salió por ahí cortándose con algunos cristales en el proceso.
Corrió.
Corrió sin mirar atrás e incluso cuando ya estaba completamente lejos aún seguía corriendo, con el miedo cargándose sobre sus hombros y el peso del mundo hundiendo sus pies.
—¡No! —gritó fuertemente a la vez que se retorcía en la cama. —¡Suéltame! —sus ojos se cerraban con fuerza y no podía despertar.
—Marinette.
—¡Por favor! ¡No! —sintió como tomaban sus hombros y golpeó fuertemente intentando soltarse.
—Princesa, soy yo. —negó con la cabeza, sacudiendo sus brazos con brusquedad.
—Suéltame. —no era capaz de poder despertar de aquel recuerdo tan real.
—Marinette despierta. —verla así lo destruyó aún más. —Marinette estoy aquí contigo. —la abrazó a pesar de su forcejeo. —despierta.
—Chat... —abrió sus ojos asustada. —Chat, no... No me toques. —intentó soltarse de él, pero este negó con la cabeza abrazándola con más apego. —no me toques, soy un asco.
—Shh... Tranquila. —cerró sus ojos acariciando su cabeza suavemente, ocultando así las lágrimas que se habían escapado.
—¡No te das cuenta que no quiero que me toques! —volvió a empujarlo, consiguiendo así liberarse de su abrazo y verlo por fin.
Se observaron fijamente, pero Marinette no pudo soportarlo por mucho. Se levantó con rapidez y bajó hacia el baño encerrándose en este al instante, el héroe no le perdió el paso.
—Marinette, ábreme. —golpeó repetidas veces la superficie de madera.
Ella por su lado se abrazó a sí misma, deslizándose por el borde de la puerta hasta tocar el piso frío de cerámica. Su estómago estaba revuelto y su corazón tan destrozado.
—Por favor no me hagas esto, Marinette. —su voz se quebró y apoyó su frente en la puerta. —por favor ven aquí... déjame abrazarte y contenerte. —ella negó con la cabeza viendo a la nada, cubriendo sus oídos con ambas manos, dejando las lágrimas derramarse descontrolada mente. —Princesa, por favor. —suplicó.
—No te quiero aquí. —susurró lo suficientemente alto para que las orejas de gato oyeran su voz. —vete.
<<Lo siento tanto, gatito... >>
—¡Largate y no vuelvas! —alzó más la voz, sintiendo que su corazón era arrancado de su pecho al sólo pronunciar aquellas palabras. —¡no quiero que vuelvas!
—Te amo. —susurró cerrando sus ojos con su frente aún apoyada en la puerta.
Sus palabras hicieron que levantara la cabeza con una momentánea chispa de sorpresa, pero al final sólo acabaron con ella de manera cruel, y es que extrañamente ese 'Te amo' dolía en su alma.
<<Y yo a ti... >>
Amor: Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno.
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