Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15

Habían pasado diez o quizás veinte minutos abrazados, compartiendose calor sin el mínimo interés en dejar hacerlo.

—Marinette. —llamó por lo bajo con voz suave y ella abrió sus ojos sin soltarlo. —yo debo irme ahora.

—Entiendo...

—Te prometo que vendré lo antes posible. —se alejó un poco de ella para verla y contemplar sus facciones un poco más recompuestas. Tomó su rostro y acarició infinitamente sus pómulos con sus pulgares. —No quiero dejarte sola, pero si no me ven en mi habitación es posible que se haga un problema enorme.

—Lo sé... sé lo que es eso. —le sonrió débilmente y bajó la vista a su cascabel.

—Mírame. —alzó su rostro y juntó su frente con la de ella cerrando sus ojos un momento. Contuvieron la respiración por unos segundos, hasta que él habló nuevamente.

—Estaré contigo. Siempre estoy contigo, aunque no lo parezca. No dejaré que nada malo te pase... no otra vez. —Marinette sintió un nudo en su garganta que le impedía poder pronunciar una palabra sin soltarse a llorar.

—Gracias. —él besó su frente antes de salir por la puertilla hacia el balcón.

—No salgas de aquí, hasta que yo llegue a verte. —ordenó.

Le dolía dejarla en ese estado, pero era consciente de que si su padre no lo encontraba en su habitación... pasarían muchas cosas malas.

Con la sensación de vacío en su pecho, Chat Noir se dirigió a la mansión, saltando por sobre los tejados sin el mayor cuidado, y cuando por fin aterrizó entrando por la ventana, dejó su transformación en una postura cohibida. Sus ojos fijos en el suelo con la oscuridad sobre su espalda en aquella fría, monótona y desolada habitación.

Plagg guardó silencio por unos segundos viendo la rubia cabeza de su portador casi meterse entre sus hombros.

—Adrien...

—Soy un estúpido... —cubrió su rostro con ambas manos y sin siquiera darse cuenta las lágrimas comenzaron a derramarse de sus ojos por sus mejillas. —un estúpido. —repitió con la voz casi inaudible y quebrada.

Sus rodillas calleron al suelo y los sollozos se hicieorn cada vez más fuertes e incontenibles. Le dolía el pecho, estaba lleno de culpa y desesperación.

Había aceptado sus sentimientos hacia Marinette e incluso dejando de lado su enamoramiento por Ladybug, pero, como si todo fuera un mal chiste, resultaban ser la misma y ahora alguien la había lastimado cruelmente.

Verla llorar en sus brazos y ese miedo en sus ojos... Ese miedo que jamás pudo percibir en ninguna de sus dos identidades antes, lo hacía sentir inseguro.

Marinette había perdido el brillo en su mirada. Una parte de ella había muerto tras ese día y no había nada que alguien pudiese hacer.

—No lo eres. —Plagg voló frente a él. —no tenías como saber lo que pasaría.

—Todo es mi culpa... ella... Plagg, no sé que hacer. —negó con la cabeza repetidas veces.

—Estar con ella. —respondió el kwami, quitando a su vez una de sus manos para que lo mirara.

Adrien tragó con dificultad y miró al felino con sus esmeraldas llenas de lágrimas. El apoyo de Plagg era algo que necesitaba con necesidad.

—No puedo ni verla a la cara.

—Tendrás que hacerlo. Eres Chat Noir y ella tu compañera. —aquella actitud sensata lo sorprendió. Miró un momento un punto muerto en la habitación y pasó su mano por su mejilla, limpiando sus lágrimas.

—Lo haré, y ellos lo pagarán caro.

La puerta se abrió y Plagg rápidamente se ocultó detrás del ordenador, Adrien terminó de limpiar su rostro con ambas manos.

Gabriel entró a la habitación con la alegancia y seriedad que lo caracterizaban, cerró la puerta detrás de él, parándose frente a un estático y sombrío Adrien.

—Veo que ya estas levantado. —habló con tono severo. —espero se te haya quitado el berrinche que hiciste ayer por la noche. —se paseó dándole la espalda con sus manos detrás de la misma.

Lo único que hacía Adrien era mantenerse en silencio, estudiando las acciones de su progenitor con recelo.

—Quiero hacerte saber mi descontento por tu actitud. Deja mucho que desear por como te he educado. —aquel comentario lo llenó de dolor y enojo.

Pensaba en lo hipócrita que sonaba su padre con sólo esa frase.

—También te informo que tu compañera apareció. Así que toda esta situación ocurrió por nada. —volteó a verlo con desgana y Adrien abrió más sus verdes, enfocándose en los fríos ojos grises de Gabriel. —seguramente esa niña se escapó para hacer quizás que cosas. Es posible que sea una mala influencia para ti, así que pretendo que no te acerques a ella en lo absoluto.

Adrien contuvo el aire y frunció el ceño al mismo tiempo que sus nudillos tomaban un color blanquecino por la presión que sus puños ejercían a sus costados.

Intentó controlar todas sus emociones, sabía perfectamente que si hablaba y explotaba, su padre era capaz de encerrarlo o incluso de enviarlo lejos a un internado, pero, que se expresara así de Marinette, sabiendo todo lo que pasó realmente... simplemente su raciocinio se vio nublado y no pudo soportarlo más.

—No hables así de ella. No sabes nada de Marinette, y mucho menos de mi. —se apuntó a sí mismo. —no te atrevas a decir que sientes decepción por como soy, porque lo he intentado todo... ¡Todo para darte el gusto!

Gabriel, sorprendido ante la osadía de su primogénito, perdió un poco la compostura y por unos segundos se pudo apreciar su rígida expresión flaquear.

—No te atrevas a subirme el tono. —alzó su mano derecha. —te has vuelto un completo irrespetuoso e insensato.

—¡Me importa una mierda! —exclamó sin contenerse. —por fin puedo ver que no puedo pasarme la vida intentado ser el hijo "perfecto" para ti. —lo apuntó. —¡si quieres encierrame o haz lo que se te antoje! Yo encontraré la forma de salir de todos modos y no podrás evitarlo.

—¡Suficiente!. —dictó. —estudiarás en casa otra vez. Tienes prohibido salir de esta casa y hablar con los chicos de esa escuela.

—¡No puedes hacer eso! —respondió al instante alzando las manos.

—Soy tu padre, claro puedo hacerlo. —caminó hacia la salida. —esta absurda discusión se acabó. Espero medites tu comportamiento, ahora que tendrás mucho tiempo para hacerlo en tu habitación.

—¡Vete!, ¡no quiero verte!

—Créeme que eso es precisamente lo que iba a hacer. —respondió sin alzar la voz. —estás castigado, Adrien. Indefinidamente castigado.

—¡Que te vayas!, ¡déjame solo de una vez!

Sin más que decir, Gabriel salió de la habitación de su único hijo, cerrando con llave.

La respiración de Adrien se aceleró de sobremanera, comenzó a caminar en círculos por todo el lugar, hasta que vio todos aquellos trofeos y medallas que había ganado durante su vida. Muchos eran de esgrima, otros de algunos concursos del instituto e incluso de modelaje. Todos aquellos "triunfos" que había logrado para recibir un poco de atención y orgullo por parte de su padre... Todos esos primeros lugares llenos de vacío y soledad, cargados de una esperanza que con cada desplante se marchitaba más.

Los miró con aborrecimiento. Tomó uno observándolo con sus ojos desbordando lágrimas y lo arrojó al suelo sin siquiera inmutarse, después de ese le siguió otro, y otro, y otro. La cuestión es que no le interesaba nada de todo aquello, él solo quería el amor de su padre y no lograba sentirlo genuinamente.

Cuadros, trofeos, medallas, diplomas... Todo su esfuerzo hecho trizas en el suelo de esa triste y fría habitación.

—¡Todo por nada! ¡Todo para que tu me demostraras un poco de cariño! ¡Todos estos años de mi vida perdidos por ti! ¡Adrien, tienes sesión de fotos! ¡Adrien, tienes clases extra de chino! ¡Adrien, tus clases de piano! ¡Adrien, tus clases de esgrima! ¡Adrien, tus calificaciones en la escuela! ¡Adrien! ¡Adrien! ¡Adrien! —terminó dándose media vuelta, pateando el mueble donde se encontraba su ordenador, acabando por ver la fotografía de su madre.

Un quejido desgarrador se escapó entre sus labios y al ver esos ojos verdes, dio un profundo respiro.

—Lo siento mucho... mamá. —susurró quebrandose al instante. —estoy cansado... estoy tan cansado de todo y no estás aquí... Cuando más te necesito no estás. No soy suficiente

Plagg lo observó detrás de la pantalla y bajó sus orejas unos segundos, los suficientes para idear un plan y ayudar a su portador.

Uh... pero que desastre has hecho, niño. —voló hacia él en una postura indiferente. —esas cosas no se hacen. —voló hacia los premios en el suelo tomando la banda de una de las medallas para ponerla alrededor de su cabeza. —quizás necesites comer un trozo de queso para calmar tu humor de perros.

Adrien lo miró sin comprender absolutamente nada de su comportamiento tan fuera del lugar.

—No estoy para tus tonterías, Plagg. —Adrien bufó dándole la espalda. —así que mejor no me hables.

—No te desquites conmigo, yo no tengo nada que ver. —respondió enseguida siguiéndolo detrás.

—Entonces no me molestes.

–¿La nena está sensible? —preguntó burlón, recibiendo no más que una mirada seria por parte del rubio.

—¡No pienso escucharte!

—Pues si, si lo harás. —golpeó su frente con una de sus patas. —ya te revelaste ante tu padre y lo mandaste al demonio, aunque quizás te quedes aquí encerrado... pero fuera de eso, hay cosas más importantes que tu pelea familiar. No seas egoísta.

—¡¿Egoísta?! ¿me dices a mí egoísta?— frunció el ceño indignado. —¡Si fuera egoísta...!

—A mi si que no me subas el tono. Soy tu kwami y el dios de la destrucción, me debes más respeto que a tu padre. —lo interrumpió y se cruzó de brazos con indignación. —si querías destruir todo eso me hubieras dicho y bastaba con que lo mirara para hacerlo polvo. ¡Yo acabé con los dinosaurios!

—No tiene caso discutir contigo. —soltó al aire, pasando de él.

—Oye, no me ignores. Ahora yo quiero tu atención. —lo jaló del pelo haciendo retroceder sus pasos.

—¡Plagg! —gruñó girandose para encararlo.

—Ahora te olvidarás de esta insignificante pelea familiar e irás donde esa niña que te necesita. —Adrien se quedó en silencio y como si todo se hubiera aclarado de golpe, recordó a Marinette, dejando en segundo plano a su padre.

—Dios...

—Lo sé, lo sé, soy un dios asombroso. — alardeó y el rubio rodó los ojos.

—Era simplemente una expresión. —corrigió al instante, cosa que no le dio la mínima gracia al gato.

El silencio reinó entre ambos por un prolongado tiempo, era algo que no sabían como lidiar, mas al ver que el sol afuera ya estaba perfectamente iluminando la ciudad, una idea apareció en la mente del joven Agreste.

—Tu lo has dicho... hay cosas más importantes y Marinette es lo mas importante para mi.

—Ya era hora que despertaras.

—Primero que nada, me aseguraré de que ella esté a salvo y para hacerlo debo encontrar a quienes la hirieron.

—Esos bastardos no saben con quien se metieron. —agregó Plagg, sorprendiendo a su portador. —digo... —aclaró su garganta.
—tengo hambre. —se corrigió. —¿qué piensas hacer?

—Si son lo tipos que atrapé la otra vez, deberían estar en prisión.

—Pero no lo están.

—Exacto. Y quiero saber porqué. —presionó su mandíbula.

No sabían con quien se habían metido, si hay algo a que temerle, eso sería un hombre enamorado, quién además es un superheroe con un enorme sentimiento de justicia en su interior, sumándole también el poder de destruir todo lo que toca.

—Ojo por ojo... —musitó en un tono de voz grave. —Espero que se preparen, porque se metieron con el gato equivocado.

Adrien podría ser sólo un adolescente de diecisiete años, pero no era estúpido en ningún sentido. Fuera de todos aquellos chistes de gatos, con los años siendo Chat Noir se hizo de muchos conocidos con poder  en la ciudad.

Fue descuidado, pero no lo sería otra vez, no mientras aquella chica de ojos azules estuviera a su cuidado, no mientras ella fuera su compañera de batallas, no mientras ella fuera la mujer que amaba en sus dos mitades.

—Plagg, las garras. —se transformó nuevamente y salió por la ventana con un rumbo fijo.

Justicia: Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde.

¿Realmente Chat Noir haría justicia?

Esa respuesta es muy obvia, pero los sentimientos son un mundo nuevo e inexplicable para dar un sentido lógico a algo ilógico y cuando lastiman a alguien que amas... Puede resultar muy difícil pensar antes de actuar.

Quizás haga justicia, pero también es posible que sus sentimientos lo nublen y termine haciendo más venganza que nada.

La línea entre lo correcto y lo justo es muy delgada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro