Capítulo 14
Chat Noir pasó horas al lado de Marinette, velaba su sueño intranquilo, lleno de sollozos amargos y quejidos. Ella despertó varias veces asustada, sin ser capaz de hablar con el miedo impreso en su ojos, el héroe la calmaba en todo momento. No se apartó ni una sola vez de su lado.
Tikki había vuelto a la primera planta, no podía dormir con todo lo que había ocurrido, así que se mantenía despierta viendo algunos de los diseños que había hecho su dueña.
Chat Noir seguía acariciando los cabellos oscuros de Marinette, viendo a la nada en la oscura habitación. Por más que le diera vueltas al asunto, no lograba encontrar una respuesta certera, habían abusado de Marinette, de su Marinette y, lo mas racional era denunciar a los desgraciados, pero, ella ni siquiera podía hablar en ese momento y lo único que sabía era por medio de Tikki, y definitivamente ella no podía dar una declaración a las autoridades.
La congoja en su pecho no se iba, la impotencia se acumulaba cada vez más y se sentía tan quebrado que estaba seguro que hasta una pluma podría derrumbarlo.
Recordaba al sujeto del callejón y gracias a eso su mente le hacía malas jugadas, tan sólo imaginar que él pudiera tocar el delicado cuerpo de su Marinette, lo hacía querer vomitar de la ira que sentía.
Pasados varios minutos pensando y dándole vueltas a todo, buscando dentro de lo más recóndito en su cabeza alguna solución... Sólo bajó el rostro para ver a la chica que aún dormía entre sus brazos.
Se podían ver claramente sus brazos marcados, los dedos en ellos eran notorios, al igual que las manchas rojizas en su hombro y cuello. Apartó la vista rápidamente, aguantando las lágrimas lo más que podía.
Su respiración se volvió pesada y cortada. No lograba entender cómo era posible que hubiera gente tan asquerosa y sin escrúpulos, gente tan mala y desdichada, no entendía porqué le habían hecho esto a ella, a alguien tan buena y dulce. Sentía dolor al verla llorar tan vacía, sentía dolor al pensar que quizás no volvería a ver su sonrisa de la misma forma.
La culpa acudía a él despiadadamente. Marinette le dijo que ese hombre mencionó que era un "regalo" para él, eso quiere decir que ellos fueron tras ella por su culpa, por venganza o porque, simplemente, eran monstruos.
Subió la frazada, cubrió parte de la espalda descubierta de la chica y se destransformó. Plagg quedó frente a él, miró a la joven sintiendo un pesar similar al de su portador. La tristeza no tardó en acudir al pequeño kwami, sumándole la evidente tristeza del rubio.
Iba a decir algo para romper el silencio tenso, pero Adrien subió su mano posando su dedo índice sobre sus labios, indicándole así que guardara silencio, Plagg asintió y voló hacia abajo donde se encontraba su compañera.
—Tikki. —murmuró, cosa que de todos modos hizo saltar a la rojiza, quien seguía intentando distraerse entre las páginas de los cuadernos de su portadora.
Asustada se dió rápidamente la vuelta y cuando se enfocó en Plagg, no hizo más que abrazarlo con fuerza. Comenzó a llorar sobre su pequeño hombro.
—Plagg. —exclamó cerrando sus ojos. —soy la peor kwami que hay. —dejó salir las lágrimas como si de abrir una llave se tratara.
—Eso no es verdad. —respondió el felino, separandola un poco para verla a los ojos. —tu eres la buena de los dos, así que no digas eso. —limpió sus mejillas con una de sus patas, pero ella no lograba parar las lágrimas.
—Es mi portadora, es mi amiga, es mi... familia, Plagg. Y no le ayudé. —cubrió su rostro con ambas manos. —no le ayudé y ese monstruo puso sus manos sobre ella. No podía hacer nada, ¿por qué la gente es tan mala?, ¿qué les hizo ella? —preguntó buscando algún soporte en todos sus sentimientos.
—Sabes que no nos corresponde entender a los humanos, pero, te aseguro que Adrien no se quedará con los brazos cruzados. —puso una mano sobre el hombro de Tikki para darle algo de apoyo.
—Sólo quiero que mi Marinette esté bien, quiero que pueda sonreír. —su labio comenzó a temblar. —de suerte pudimos salir de ahí, pero...
—Ya no pienses en eso ahora. Volvieron y están a salvo aquí, con nosotros. —Tikki volvió a abrazarlo, la angustia que sentía era enorme.
—Tenía tanto miedo.
—Tranquila azuquitar... Te prometo que no volverás a pasar por eso otra vez. —acarició su cabeza lentamente.
Adrien se mantenía en silencio, mas la azabache comenzó nuevamente a moverse y a quejarse.
—N-no... déjame. No me toques. —frunció el ceño y su respiración comenzó a agitarse con rapidez.
—Marinette... calma. Estoy aquí.
—Chat...
—Estoy aquí. —se acercó más y ella abrió sus ojos llorosos, sintió las manos cálidas del héroe rodearla y gracias a eso se dio cuenta que no traía el traje.
—Chat... ¿estás...?
—Si, pero no te preocupes. Con el traje no podía darte mucho calor y estabas temblando.
—L-lo... lo siento tanto. —se aferró a él con fuerza, cerrando sus ojos de la misma forma.
—¿Por qué?, ¿por qué te disculpas?
—Por todo... por no haber podido hacer nada, porque sé que sabes quien soy y te hice sufrir. Lo siento por todo.
—Marinette. —habló firme y se irguió quedando frente a ella. —no tienes porque disculparte conmigo, al contrario... Esto fue por mi culpa, y-yo... perdón. Esos tipos vinieron por ti por mi culpa. —su voz se quebró y el nudo en su garganta le impedía poder hablar con normalidad. —yo los atrapé en un patrullaje. No sé como salieron de prisión, pero me siguieron aquí seguramente... por mi culpa, y-yo... perdóname. Fui un idiota y descuidado, yo te puse en peligro.
Marinette se quedó en silencio, permitiendo de esa forma oír como su compañero comenzaba a sollozar.
Adrien tomó su rostro con ambas manos y dejó caer su frente sobre la de ella con suevidad.
—Mírame. —habló con la poca fuerza que tenía. —Mírame y culpame como soy realmente, mi Lady.
—No... no puedo saber quien eres, eso te pondrá en peligro y a quienes quieres.
—Ya puse en peligro a quien más quiero.
—Chat, no te culpes. Estabas haciendo tu trabajo, nuestro trabajo.
Sus respiraciones chocaban la una con la otra, sus emociones estaban a un roce de desbordarse y el calor compartido era reconfortante a pesar de la tristeza que predominaba entre los dos.
¿Qué se puede decir al sentir tanta culpa? Pedir perdón era lo más sensato, pero ninguno culpaba se acusaba.
—Te protegeré, lo juro por mi vida que así será. No importa donde estés, yo cuidaré de ti donde sea y contra quien sea. Encontraré a quien te hizo esto y lo pagará. —el roce de sus labios al hablar la hizo tragar con dificultad.
Marinette asintió casi imperceptible, ya que no quería que la escasa distancia se ensanchara. Alzó sus manos y acarició también el rostro de su compañero a ciegas, sintiendo las lágrimas en este y limpiandolas al instante con sus dedos.
—Te necesito... siento que todo mi mundo está cayendo sobre mí ahora mismo y no sé qué hacer.
—Debes descansar y mañana ir a denunciar lo que pasó, sin importar lo que pase.
—¿Qué?. —murmuró. —pero... no, eso te perjudicará.
—Debes hacerlo, Marinette.
—No lo haré. Buscaremos otra forma.
—Pero...
—No, Chat Noir. No pienso meterte en este asunto y no lograrás hacerme cambiar de parecer.
—No es un asunto cualquiera. —Adrien se alejó sentándose en la cama y Marinette hizo lo mismo aún sin abrir sus ojos. —si no podemos hacer algo nosotros, tendrá que hacerlo la policía. —volteó a verla, pero rápidamente se giró. —Ma-marinette... — aclaró su garganta. —deb-deberías cubrirte. —habló por lo bajo, viendo hacia el lado contrario.
Ella se sonrojó un poco y buscó con sus manos las frazadas, cubriéndose al instante.
—Y-ya está. —musitó y el se giró nuevamente. —Chat, no haré una denuncia si te implica a ti en esto, ya tomé mi decisión.
—Ahora tu estás siendo la terca e inmadura. —frunció el ceño y ella mordió su labio reprimiendo la pena. —yo no importo, entiéndelo.
—A mí si me importas. Además, si denuncio no harán nada, porque necesitarán pruebas de lo que pasó, preguntarán los motivos que tenían para... para... —guardó silencio. —ya no quiero hablar de esto, por favor. —se quebró recostándose en la cama y cubriendo su cabeza con las sábanas.
Adrien la quedó mirando sintiendo la impotencia comerle por dentro, pero debía aguantarlo, debía estar para ella.
Se acostó a su lado descubriendo sólo su cabeza y posando su mejilla contra la de ella, se abrazó a su espalda.
—Está bien. —suspiró. —no te presionaré. —ella abrió sus ojos viendo hacia la pared, subió su mano bajo la colcha dejándola a la vista y el rubio la tomó acariciandola con su pulgar.
Marinette observó su gesto, su corazón comenzó a latir con fuerza y dejó que la calidez se transmitiera por todo su cuerpo. Fue lo único que podía reconfortarla en ese momento.
Podía estar rota, arrastrando sus pedazos e incluso podía sentir asco de si misma, pero, saber que él estaba con ella, le daba fortaleza y esperanza.
—Gracias por estar conmigo, gatito.
A pesar de ser palabras que deban hacer sentir feliz a alguien, para él eran como dagas clavándose profundamente en su corazón, porque no estuvo con ella, no la protegió y no evitó que eso le ocurriera.
—Intenta dormir un poco más.
—Por favor no te vayas... —besó su mano.
—No me iré.
Gracias a que guardaron silencio se dejaron vencer por el sueño y el cansancio.
Pasadas las horas, la luz del sol comenzó a filtrarse por las ventanas y el rubio despertó, miró a la chica aún dormida, la admiró por unos segundos hasta que la voz de Sabine se oyó acercarse.
—Marinette, debes levantarte para ir a la escuela. —la mujer abrió la puertilla y él rápidamente se ocultó bajo la cama, asustado. —hija. —llamó nuevamente.
—Chat... —Marinette comenzó a buscar con su mano a su compañero, dándose cuenta que no estaba. —¿Chat?
—Marinette. —Sabine subió por las escaleras, la chica parpadeó un par de veces, cubriéndose por completo con las sábanas. —¿estás despierta?
—Mamá, no me siento muy bien... ¿puedo faltar hoy? —pidió sin verla.
—¿Qué sucede?, ¿estás enferma? —preguntó preocupada. —¿quieres que te llevemos al hospital?, ¿le hablo al médico?
—N-no... Sólo quiero descansar.
—Está bien, pero recuerda que aún tenemos un tema pendiente. Ayer ya faltaste a clases y desapareciste todo el día. —Marinette tragó grueso y asintió bajo las frazadas.
—Gra-gracias, mamá.
Adrien cubría su boca con ambas manos, sobretodo cuando logró ver un paquete de plumas bajo la cama donde se ocultaba.
<<Plumas no, por favor. No estornudes, no estornudes, no estornudes...>>
Se repetía mentalmente y, como era de esperarse, un estornudo escapó de él. Marinette palideció al oírlo y Sabine miró extrañada el bulto de su hija.
—Marinette, dijiste que no estabas enferma. —cuestionó.
—Oh... si, es sólo que... estoy algo congestionada, pero nada grave... achú. —imitó el estornudo.
—Iré por el termómetro. No saldrás de casa hoy, no quiero que enfermes, cariño.
—¡Estoy bien, mamá! sólo necesito descansar.
—¿Segura? —al no recibir respuesta del tod decidió dejarlo pasar. —Está bien, si necesitas algo estaré en la panadería ayudándole a tu padre.
—Claro, recuerda cerrar después de salir. —Sabine bajó un tanto extrañada por la actitud de su hija, pero no le tomó la mayor importancia.
—Marinette. —habló Adrien aún bajo la cama. —¿puedo salir?
—¿Estás transformado?
—N-no.
—Entonces quédate ahí un momento. —sacó de debajo de su almohada su pijama y se lo puso rápidamente. —ahora si, no estoy viendo. —se sentó en la cama, cerrando sus ojos y él salió, pero antes se golpeó con las tablas en la cabeza.
—Ouch. —Marinette rió levemente.
—Gato tonto.
—¿Por qué tienes plumas bajo tu cama? —cuestionó sobando su cabeza repetidas veces.
—Son para mis diseños.
—Sin duda eres Ladybug. —musitó sentándose a su lado y acariciando su mejilla con una mano.
Aquel contacto la sorprendió, sentir sus manos tal cual eran la hacía estremecer y eso aumentó cuando sintió que besaba su mejilla.
—Marinette, no quiero ponerte incómoda y mucho menos hacerte sentir mal, pero necesito saber hasta donde llegaron esos tipos. —ella frunció los labios.
—No... Tikki me desató antes de eso, p-pero... —tragó con dificultad. Los recuerdos del tacto de ese hombre y las ganas de vomitar vinieron a ella casi al instante, junto las ganas de llorar.
—Tranquila, no es necesario que me des detalles. —al ver su postura flaquear la envolvió en sus brazos.
Aunque aquel acto no logró cometerse por completo, no borraba la rabia y el sentimiento de odio en su interior. Un abuso no deja de ser abuso al no haber violación y, un crimen, no deja de ser crimen por ser menos fuera de la ley y la moral que otro.
Lo pagarían caro, Chat Noir se encargaría de que así fuera.
Besó su cabeza y comenzó a acariciar su espalda para darle un poco de calma. Marinette, sin verlo, respiró profundamente su perfume sintiendo la calidez de su cuerpo.
—No sería nada sin ti, Chat.
—Yo tampoco sin ti, princesa.
Abuso: es la acción y efecto de abusar. Este verbo supone usar mal, excesiva, injusta, impropia o indebidamente algo o a alguien.
Violación : es un acto de menosprecio y abuso contra algún ente que tenga dispuesto para si mismo alguna norma o precepto establecido que indique cual debe ser la acción a ejecutarse o la función que debe cumplir.
Nadie tiene derecho a tocarte si no lo deseas, nadie tiene derecho a menospreciarte tanto física, psicológica o emocionalmente.
Nadie.
[Si te sientes violentado por tu pareja y/o cualquier persona, ya sea un compañero de trabajo, compañero de escuela, familiar, desconocido en la calle, etc. Llama a los números de emergencia correspondiente a tu país. No te quedes callado y expone al agresor, no importa si eres hombre o mujer.
El poder está en tus manos.]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro