Capítulo 13
Chat Noir palideció al leer la nota entre sus garras, su respiración se cortó y las manos comenzaron a temblarle. Las imágenes de esos sujetos de traje en aquel callejón vinieron enseguida a su mente, sumándole aquella extraña sensación de sentirse observado cuando iba a ver a la azabache, los ruidos y autos extrañamente estacionados en la calle. Muchas señales que no le tomó la mayor importancia, ahora cobraban sentido en su mente.
—¿Chat Noir?, ¿estás bien? —la voz se Nino hizo eco en su cabeza y apartó la vista de aquella letra cursiva, viéndolos a todos.
—Y-yo... necesito tomar aire.
Rápidamente subió por donde había llegado, cerró la puerta con llave y se quedó estático en medio de la habitación de la chica. Con la mirada perdida en algún lugar, tomó su cabeza con ambas manos intentando controlar su respiración.
—Esto no puede ser... no... —musitó con la voz quebrada mientras imágenes de Marinette venían a su mente repetidas veces. —esos tipos... No pueden ser ellos.
—Chat Noir. —oyó desde abajo la voz de Alya, quien comenzó a golpear la puertilla. — abre. —exigió y él le cedió el paso. —¿por qué te encerraste?
—Necesitaba pensar... y-yo...
—¡Marinette! —oyeron fuertemente desde abajo.
Chat Noir y Alya se miraron con sorpresa antes de bajar. Marinette abrazada por sus padres fuertemente, no pudo siquiera ver todos los que estaban en su hogar.
—Hija mía, nos tenías tan preocupados. —exclamó Tom sin soltar a su esposa y a su primogénita.
—Dios... mi niña, sentí que me iba a morir. —continuó Sabine con la voz quebrada.
Marinette se mantenía en silencio y cuando se separaron de ella, Alya se acercó abrazandola con la misma intensidad.
—¡Marinette!, ¡estábamos tan preocupados! —la estrujó. —¿dónde estabas?
Chat miraba la escena detenidamente. Quería acercarse y abrazarla, pero, no sabía si eso sería prudente. Con la duda en su conciencia, dio un paso adelante y Marinette abrió su ojos, conectando con aquellas felinas pupilas.
Los azules de Marinette transmitían un frío que nunca antes él había visto en ella y eso sin duda le atravesó el corazón.
—Marinette... —musitó y ella evitó el contacto a toda costa.
—Lo siento, quiero dormir. Lamento si los preocupé. —sin decir nada más, subió por las escaleras y todos se miraron entre sí.
El rubio quedó con las palabras en la boca viendo hacia donde la chica había desaparecido. Los padres de Marinette se disculparon con el agente Roger y este se despidió de la familia de manera formal.
Nino y Alya decidieron que era momento de marcharse, su amiga había regresado y al parecer se encontraba bien. Alya le preguntaría personalmente donde había estado, pero el susto ya había pasado y los señores Dupain podían estar tranquilos.
—Gracias por haber venido Chat Noir, y lamentamos si hicimos que perdieras tu tiempo. —se disculpó Sabine.
—Esa jovencita me va a escuchar, Le pudo haber pasado algo...
—Por ahora dejemos que descanse, mañana hablaremos tranquilamente con ella. —intentó tranquilizar la mujer.
—Bueno, yo me retiro. —el felino sonrió en cortesía y ambos le indicaron la salida por el frente de la casa. —si necesitan algo no duden en acudir a mi. —hizo una reverencia y extendió su barra.
—Gracias hijo. —Tom posó una de sus fuertes manos en el hombro del rubio antes de que se marchara.
—De nada. —respondió permitiéndose sentir algo de calidez por aquel gesto y determinado se impulsó por los tejados.
El matrimonio Dupain se adentró en el hogar, mientras que el héroe en vez de marcharse como dijo, rápidamente fue al balcón de la azabache.
—Marinette. —golpeó la puertilla repetidas veces. —Marinette, abre. —al pasar unos minutos, la puerta cedió y rápidamente se adentró en la habitación. —Marinette, necesito que me... —guardó silencio al ver un pequeño ser rojizo frente a él.
—Chat Noir, necesito hablar contigo. —Habló Tikki por lo bajo. La habitación estaba completamente a oscuras.
—Tú eres...
—Soy el kwami de Ladybug, he de suponer que ya sabes lo que significa.
El rubio no podía creer lo que sus ojos veían, aunque no tardó mucho en atar cabos sobre la heroína y su compañera de clases. Todo era mucho más claro ahora, pero lo que no entendía era porqué... ¿por qué el kwami de Ladybug se estaba revelando frente a él?
—No tenemos permitido revelar las identidades de nuestros portadores, pero esto es más importante que eso.
—¿Dónde está Marinette? —preguntó y ella bajó el rostro.
—Está en el baño ahora... —murmuró. —Chat... Lo siento mucho. —comenzó a llorar y el héroe la tomó entre sus manos.
—¿Por qué lloras?, ¿que sucede pequeña?
—Y-yo no pude protegerla. —Tikki cubrió sus pequeños ojos con ambas manos. —ella protegió su identidad y yo no pude ayudarla.
—Tranquila. —Chat acarició suavemente su cabeza para intentar calmarla. —no entiendo lo que hablas, pero debes calmarte un poco.
Adrien no lograba comprender qué sucedía. Marinette había desaparecido y a la incertidumbre se le sumaba esa nota, después ella aparece como si nada y ahora se enteraba que era su preciada Ladybug y (aunque eso ya no le importaba en lo absoluto), lo que no entendía era porqué razón era su kwami quien se lo revelaba.
Un fuerte golpe se oyó del baño y luego de este siguió otro. Las orejas gatunas se movieron en esa dirección, bajó a la primera planta y se mantuvo frente a la puerta del lavabo, mientras Tikki atravesaba la madera sin dificultad.
—No quiero esto... n-no Tikki. —al oír lo rota de su voz, decidió abrir la puerta.
—Mari...
La escena frente a él le heló la sangre. Marinette estaba sentada en el suelo, desnuda, envolviendo sus rodillas con ambos brazos, podían verse claramente ematomas por su piel blanquecina. Las lágrimas acumuladas en sus ojos se perdían por su cabello húmedo sobre su frente, había tomado una ducha fría y la baja temperatura estaba haciendo que ka punta de sus dedos tomaran un color rojizo o azulado. Tikki volaba frente a ella y luego de unos segundos miró al gato con la más pura y cruda tristeza.
El rubio reaccionó y buscó con la mirada alguna toalla o algo para cubrir a la chica, encontró una colgada y rápidamente se acercó a ella desplegando la tela sobre sus hombros con cuidado. Al sentir el contacto, Marinette se alejó viendo sus ojos con terror.
—N-no me toques. —se cubrió y él intentó acercarse, pero no se lo permitió echándose hacua atrás.
—Marinette... soy yo, soy Chat. —musitó y ella negó con la cabeza cerrando sus ojos con fuerza.
—No te acerques. —su voz casi en un hilo colgando en la desesperación lo hizo retroceder unos centímetros.
—¿Qué fue lo que pasó? —se agachó quedando a su altura, procurando no hacer algún movimiento brusco que la asustara. —Marinette, mírame. —pidió extendiendo su mano para alzar su rostro y ella comenzó a temblar aún más.
—¡No!, ¡no me toques!, ¡suelta me! —gritó abrazándose a sí misma.
—Pero...
—Es mejor que no la toques. —habló la kwami llamando su atención. —ella no quiere que la toques.
—Dime lo que pasó. —habló firme. —¿dónde estaba?
—El conocimiento es poder... —musitó la azabache. Chat abrió más sus ojos enfocándose en ella.
—¿Qué dijiste?
—El conocimiento es poder. Él dijo que el conocimiento es poder... di-dijo que era un regalo para ti.
Adrien olvidó como respirar, sobretodo al ver a la chica lastimada frente suyo. Sus brazos estaban marcados, como si alguien la hubiera sujetado con una fuerza excesiva, sus rodillas estaban raspadas y algunos cortes en sus brazos delataban cosas que eran mejor no imaginar.
—¿Qué te hicieron? —tragó con dificultad. —Ma-rinette... dime que fue lo que te hicieron. —sentía una presión en su pecho inexplicable, la cual se intensificó cuando se vieron fijamente.
—M-me.. él me tocó... Y y-yo... —Marinette cubrió sus ojos con ambas manos y comenzó a llorar con más fuerza. —no quería... No quería que me tocara. —negó con la cabeza ocultando su rostro entre sus rodillas otra vez. —intenté golpearlo, pero era mas fuerte que yo. Me besó el cuello y... —expresó con asco en sus palabras, restregando con una de sus manos la zona con evidentes marcas. —me golpeó porque no le hacía caso... no podía escapar... —el nudo en su garganta le impedía seguir hablando.
Adrien apretó sus puños por cada palabra que se filtró con dificultad entre sus labios, pero luego de unos segundos Marinette guardó silencio, no podía seguir, sólo quería estar sola y sobretodo quería que el héroe se fuera para que no fuera expectador de su estado.
—Marinette... necesito que me mires. —ella negó. —mírame ahora y dime qué te hizo.
—Vete... —murmuró. —no quiero verte, no quiero que me veas... no te quiero aquí.
—¡No me pienso ir hasta saber lo que pasó!
—Aléjate de mí. No quiero verte... yo... —cerró sus ojos con fuerza y dentro de lo poco que logró razonar, continuó con algo que sabía que haría que el héroe quisiera marcharse. —yo no te quiero. —aquellas palabras lo atravesaron. Ni siquiera previó las lágrimas que se derramaron de sus ojos felinos ojos. Se quedó quieto mirándola por mucho tiempo, hasta que habló nuevamente.
—Eso no es cierto. Ayer me dijiste 'te quiero', así que no lo niegues y no me apartes de ti, sobretodo ahora cuando sé que me necesitas.
Marinette se ahogó en sus lágrimas y con necesidad dejó salir sus verdaderos sentimientos.
—Chat... —no lo soportó más y levantó la cabeza antes de abrazarlo con todas sus fuerzas. —Chat, no me dejes sola... No me dejes, po-por favor... Tengo miedo.
Un grito desgarrador resonó desde su garganta, no podía decir nada, no podía pensar, no podía sentir nada que no fuera un terror inminente... Un terror que la perseguía como su sombra.
Chat intentó calmarla entre sus brazos, necesitaba que estuviera bien. No sabía que algo pudiera lastimarlo tanto después de lo de su madre.
—Tranquila... Aquí estoy para ti, princesa.
—Le dije que no... él... me miró como si fuera un objeto, como si fuera un pedazo de carne...
—Esto no quedará así. Te prometo que esto no quedará así... lamentará el día en que se atrevió a hacerte daño.
—Me dijo cosas... cosas asquerosas. —tragó la saliva que cada vez se acumulaba más en su boca por el interminable llanto.
—Shh... necesito que te calmes primero. —tomó la toalla que se le había caído y la envolvió con esta antes de tomarla en sus brazos por completo.
Marinette se quedó quieta e intentaba controlar lo más que podía su respiración.
—Aquí estás a salvo... tranquila. —salió del baño a paso pausado, subió con ella y la dejó sobre su cama cubriendola con las frazadas. Apoyó su espalda en el respaldo y la abrazó mientras ella acomodaba su cabeza sobre su pecho dando pequeños saltos debido a los nervios. —tranquila princesa... —él continuó acariciando su cabeza con suavidad. —intenta dormir un poco.
—No quería... yo no quería. —repetía con la voz quebrada y temblorosa.
Chat Noir intentaba ordenar sus pensamientos, debía ayudarla, pero no podía hacerlo mientras ella no le explicara lo que sucedió, y no estaba en condiciones de hacerlo tampoco. Quizás pedirle explicaciones al kwami de la creación era una mejor idea.
—Duerme... —siguió acariciando su cabeza hasta que ya no se oían ellos sollozos de la azabache. Marinette estuvo más de dos horas llorando en sus brazos, lo más probable es que su cuerpo no pudo soportar más tanta angustia y por eso terminó cediendo al sueño.
Tikki se había quedado en la planta inferior, prefiriendo dejar todo en manos del compañero de su dueña, pero al ya no oír el llanto de esta, subió en silencio.
—Necesito que me digas todo lo que pasó. —habló seriamente el gato aún sosteniendo a Marinette.
—Íbamos camino la escuela por la mañana y de la nada unos extraños tomaron a Marinette por la fuerza. Ella intentó liberarse, pero eran mucho más grandes y fuertes.
—¿Por qué no se transformó?
—No tuvo oportunidad, todo fue muy rápido y no quiso exponerme, y-yo... —la pequeña comenzó a sentir cada vez más tristeza al relatar los hechos. —yo debí protegerla, es mi portadora... ¡Pero no pude hacer nada! —exclamó con culpa.
—Entiendo que esto sea difícil pequeña, pero necesito saber si dijeron algo.
—Los tres sujetos nada, pero el hombre de después si. Nos llevaron a un lugar que no pude reconocer y cuando nos bajaron... ese hombre se acercó mucho a Marinette. La amarró y vendió sus ojos... quise ayudarla a desatarse pero fue imposible en ese momento.
—Dime qué le hizo. ¿por qué tiene esas marcas? —Tikki cubrió sus pequeños ojos y comenzó a llorar.
—Es un monstruo. Él... le quitó sus cosas y... y... la golpeó porque se resistía, le decía cosas horribles y Mari sólo lloraba. Y no pude hacer nada. —Chat presionó sus dientes con fuerza, controlando lo más que podía sus emociones.
—¿Cómo era?
—Te-tenía un traje puesto y sus ojos... Sus horribles ojos negros me daban mucho terror.
Tras aquella contestación, todas las dudas del joven se aclararon. Habían sido ellos, los tipos que detuvo hace unas semanas en un callejón. La frase ducha por Marinette la recordaba vagamente de uno de los sujetos detenidos, ya no tenía dudas de eso, lamentablemente ya no las tenía.
<<Por favor que esto no sea real... no mí Marinette, por favor.>>
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