Capítulo 11
Había pasado aproximadamente una semana. Marinette tenía pensado aclarar las cosas con Chat Noir y decirle que sentía algo más que amistad por él, pero no había podido, y es que el sólo hecho de que el rubio se acercara un poco más de la cuenta, la hacia flaquear en su decisión y los nervios impedían que las palabras salieran de su boca. Además, el miedo a ser rechazada la torturaba día y noche.
Las visitas nocturnas no faltaron un sólo día, pero antes de que se encontraran, Chat Noir hacía patrullaje por la ciudad, de vez en cuando se encontraba a Ladybug, pero tomaban caminos separados para cubrir más la zona.
La relación entre Marinette y el felino se había vuelto más estrecha, tenían cada vez más confianza, y se apoyaban mutuamente. De a poco Chat Noir fue convenciendo a su compañera para que le dijera a sus amigos sobre su partida a Shangai.
Marinette estaba sentada en su cama, concentrada en los bocetos de algunos diseños que hacía. Chat Noir por otro lado, estaba recostado boca arriba, viendo el celular de la chica, para quitar su aburrimiento.
—Marinette. —llamó con tono pesaroso. —estoy aburrido. —hizo un puchero, esperando que ella le dijera algo, pero estaba tan sumergida en lo que hacía que ni siquiera lo había oído.
—Entonces... esto puede ir así y el corte de acá... —murmuraba trazando en las hojas del cuaderno.
Al sentirse ignorado por la joven, se irguió dejando el celular de ella a un lado. Con cautela se acercó cual felino, posando una mano sobre el cuaderno, quedando así frente a frente.
—¡Chat! —exclamó frunciendo el ceño. — ¡¿Qué haces?! —él sólo sonrió al lograr molestarla un poco.
—Te estoy hablando y no me prestas atención. —se quejó. Tocó en un roce la nariz de ella con la propia, con coquetería.
Marinette sintió como su corazón comenzaba a acelerarse por aquella acción y más con la cercanía que pareciera que a él no le importaba.
—Pues busca atención en otro lado. —se alejó cruzando sus brazos. —quiero terminar estos diseños. Se lo prometí a Alya para su entrevista de trabajo.
—Alya puede esperar, hay cosas más importantes. —habló restandole importancia y Marinette se giró a verlo, arrepintiendose casi al instante, ya que no se había alejado si quiera un poco de ella.
—¿Cómo qué? —cuestionó sonando lo más firme que podía, sosteniendole la mirada.
—Como que estoy aburrido y necesito que me des mimos. —respondió sacándole la lengua de modo infantil.
—Gato tonto. —negó con la cabeza riendo e hizo una seña para que se recostara en su regazo.
Chat quitó el cuaderno dejándolo a un lado y se recostó como ella le indicó, viéndola hacia arriba sin el mayor disimulo. Marinette comenzó a peinar su cabello suavemente con los dedos, perdiendo su mirada de vez en cuando en cada hebra dorada.
—Sólo será un rato, debo terminar...
—Si, si... Lo que digas. —la interrumpió. Cerró sus ojos, dejando que las caricias de la joven hicieran efecto en él, poco a poco Chat Noir se relajó y un ronroneo involuntario comenzó a resonar en él.
Marinette sonrió al oírlo nuevamente. Le agradaba estar así, su cercanía la hacía sentir en las nubes, a pesar de que el chico se comportara coqueto de vez en cuando.
Se había enamorado de Chat Noir y no lo pudo evitar, la sencillez del héroe y la transparencia de sus deseos, temores y sueños, la habían atraído sin la existencia de un "pero" de por medio.
Sus sentimientos emergieron como si siempre hubieran estado ahí. Sus deseos casi insostenibles de que el día transcurriera rápidamente para verlo a la noche, sin duda, eran abrumadores, y es que la felicidad que sentía al verlo o al oírlo era inigualable.
Sentía ansiedad por la presencia de él, era una forma de describirlo, oír su risa y compartir su día a día, la facilidad de poder confiarse secretos y miedos el uno al otro.
—Chat... te dormiste otra vez. —susurró acercando su rostro al de él.
Como no recibir respuesta alguna, se quedó ahí, a sólo unos centímetros de distancia, sintiendo como la respiración de su compañero era tranquila y pausada. Respiró profundamente su aroma... un aroma que hacía que se sintiera cómoda y segura, como cuando acabas de tomar un baño y te acuestas en tu cama tibia.
—Si tan sólo supieras que... que me tienes hecha un lío. —musitó cerrando sus ojos, depositando un beso prolongado en su frente. —gato tonto... Te quiero.
Lo que ella no sabía es que su compañero la había oído. Chat Noir estaba despierto y no podía sentirse más feliz por las palabras de la joven, pero no podría simplemente decirle que él también tenía sentimientos por ella... quería hacer algo especial y confirmar que no se iría.
Chat se levantó de los brazos de la azabache y tomó su mano atrayendola hacia su pecho. Marinette no alcanzó a reaccionar a lo que había ocurrido.
—T-tú... —tartamudeó y él la abrazó con fuerza, cerrando sus ojos.
—Mañana... mañana quiero que me veas en el parque a las seis.
—Chat... pe-pero...
—Por favor no faltes. —la separó de su abrazo y tomó su rostro con ambas manos viéndola un momento. —ahora debo irme. —depositó un beso en su frente, de la misma forma que ella hizo con él. Se puso de pie subiendo hacia el balcón, dispuesto a irse.
Marinette se quedó estática, sin lograr procesar lo que acababa de pasar... Chat Noir la había oído y le dijo que se vieran mañana.
—¿Qué es lo que acaba de ocurrir? —preguntó parpadeando un par de veces, hasta que entró en razón y subió por el balcón también. —¡Chat espera! —exclamó y antes de que el héroe pudiera irse, tomó su cola deteniéndolo.
—Marinette... Mi cola es muy sensible. —habló con algo de vergüenza y ella la miró entre sus manos para luego verlo a él y soltarla rápidamente.
—Lo siento. —rio nerviosa. —pero es un cinturón. —habló extrañada.
—Un cinturón mágico que representa una cola de un gato.
Jamás se había detenido a analizar eso y ahora venían a su cabeza todas las veces que lo detuvo de ella como Ladybug.
—No sabía.
—No hay problema, pero evita hacerlo... bueno, ¿Qué decías?
—Es que... dijiste que mañana. —hizo una pausa y tragó con dificultad. —¿Qué harás?
—Eso... —una sonrisa apareció en el rostro del rubio y se acercó a ella agachandose un poco para quedar a su altura. —lo verás mañana. —se giró subiéndose al barandal extendiendo su barra. —Buenas noches, princesa. Que descanses. —le guiñó un ojo antes se saltar y se fue por los techos de los edificios rápidamente.
Marinette se quedó parada viendo como él desaparecía de su campo de visión. Frunció el ceño abrazándose a sí misma y se adentró a su habitación donde Tikki la esperaba.
—Ese gato. —se quejó tomando su almohada y abrazandola con fuerza. Tikki por otro lado rió un poco por la acción de su portadora. — ¿Qué es tan gracioso?
—Tú, Marinette. —rió con más fuerza y Marinette formó un puchero en sus labios. —al menos le confesarte que lo querías.
—Yo no... ¡espera! —se levantó y bajó hacia la primera planta comenzando a caminar de un lado a otro. —¡se lo dije! —Tikki voló hacia ella observándola sonriente. —¡No puede ser!, ¡se lo dije! —exclamó nuevamente saltando en un pie. —¡Se lo dije y no me rechazó!
—Ya lo sé, Marinette.
—Se lo dije... pero él no dijo nada. —cubrió su rostro con ambas manos, quedándose quieta, bajando así gradualmente el volumen de su voz. —No puede ser... él no dijo nada.
—Pero te abrazó y te citó a las seis en el parque. —interrumpió las palabras de la chica y ella descubrió sus ojos.
—Pero...
—Marinette. —regañó. —si no te dijo nada ahora es por algo, así que tranquila.
—Tiene razón, no pensaré en nada malo y me iré a dormir... Si... Eso haré.
—Nada de quedarse pensando por la noche. —Tikki se cruzó de brazos y Marinette la atrajo a ella besando su cabeza con ternura.
—Gracias, Tikki. Sin ti mi vida no sería la misma. —aquellas palabras hicieron que la kwami se emocionara y cristalizaran sus ojos.
—Te quiero mucho, Marinette. —habló con dulzura y se sonrieron mutuamente.
—Yo también.
Ambas subieron nuevamente a la cama y se recostaron. Charlaron un poco para luego quedarse dormidas en el silencio de la noche.
¿Algo se le solvidaba?, seguramente, pero no era imprornate.
─── ∙ ~🐾~ ∙ ───
Chat Noir no demoró en llegar a su hogar. Dejó su transformación y se lanzó a la cama con los brazos abiertos.
—¿Qué piensas hacer? —preguntó Plagg sentándose en su estómago.
Adrien tenía la mirada perdida en el techo y sin pensarlo comenzó a reír, su risa fue intensificandose hasta que subió sus brazos, como queriendo alcanzar nubes invisibles.
—¡Me dijo te quiero!, ¡Plagg! —exclamó sonriendo ampliamente. —¡Ella me dijo te quiero!
Su corazón latía con fuerza y tenía una felicidad indescriptible en recorriendo cada rincón de su cuerpo. Los nervios habían aparecido y un cosquilleo en su pecho lo llenó de calidez, incluso sus mejillas le comenzaban a doler de tanto sonreír.
—Lo sé. —respondió su kwami con una media sonrisa. —portador tonto. Es cosa de que veas como ella te mira.
—Siento como si... Mi estómago está muy... ¡ah!, ¡estoy feliz! —soltó un gran suspiro sentándose en el lecho.
—¿Y por qué la citaste a las seis? —Plagg levitó frente a él.
—Porque le diré que también la quiero. —tomó su almohada apretandola un momento con fuerza.
—¿Y por qué no le dijiste ahora mismo? — hizo una mueca.
—Porque quiero hacer algo especial. —se levantó yendo hacia la ventana y miró el cielo.
Plagg guardó silencio, por más que le encantaba ver a Adrien tan feliz y decidido a decirle sus sentimientos a la azabache, debía ser realista con él.
—Hay un problema, niño. —se acercó y el rubio se volteó a verlo extrañado.
—¿Qué?, ¿cuál es el problema?
—Que la citaste.
—¿Por qué eso es un problema?, no comprendo.
—Niño, eres Chat Noir. Marinette no sabe quien eres bajo el traje y la gente verá al héroe de París en la calle con una civil. —se cruzó de brazos.
—Ah... Te referías a eso. —Adrien rió por lo bajo. —no te preocupes Plagg, ya había pensado en algo sobre eso, —sonrió. —pero primero necesito librarme de todo lo que tenga que hacer mañana. Y más le vale a Hawk Moth no enviar un akuma o realmente conocerá a un gato enojado.
—Bueno, mucha charla de ti y aún no me das mi queso. —voló rápidamente hacia él golpeando su frente con una de sus patas.
—Auch. —sobó el golpe frunciendo el ceño. —si serás un glotón. —lo rodeó para ir por el alimento de su pequeño compañero.
A la mañana siguiente, Adrien se levantó temprano como de costumbre, desayunó completamente emocionado por el día, ni siquiera le importó comer solo nuevamente. Nathalie le dio su horario sobre las actividades que tendría, mas él no iría a esgrima, encontraría la forma de escabullirse sin que lo descubrieran.
Cuando llegó por fin a la escuela, saludó a Nino y tomó asiento a su lado.
—Buenos días. —le extendió su puño y el moreno lo chocó casi al instante.
—Que tal viejo, ¿dormiste bien? —preguntó con la simpatía que lo caracterizaba. —traes buena cara.
—Es que creo que hoy será un gran día. —respondió sonriendo pendiente de la entrada del salón por si la azabache llegaba, tarde como de costumbre.
—¿Es que tu padre te ha dejado comer lo que quieras hoy? —Nino soltó una carcajada.
—Algo mucho mejor que eso... Te contaré luego.
—Que misterioso andas.
En eso apareció Alya por la puerta y se acercó a saludar a los dos.
—Buenos días, cariño. —se dirigió al DJ dándole un beso en su mejilla y luego miró a Adrien.— Buenos días, Adrien.
—Buenos días, Alya. Por cierto... —continuó desviando un momento la mirada. —Marinette aún no llega...
—Ya la conoces. —respondió la de lentes riendo un poco. —las sábanas no la dejan levantarse temprano. Aunque no creo que tarde mucho. —miró su celular. —faltan cinco minutos para que inicien las clases.
—Oh, claro. —respiró un poco mas tranquilo y la chica se fue a sentar a su lugar.
Nino se dio vuelta y comenzó a hablar con Alya sobre algunos datos de su Ladyblog.
El tiempo pasó rápidamente y el profesor Alex entró cuando el timbre sonó en todo el lugar. Con su característica elegancia y brillante sonrisa, el profesor dejó su maletín sobre su silla y se paró frente a la clase.
—Buenos días, alumnos. —los miró a todos y luego fijó su vista en el asiento vacío de Marinette, bajó la vista a su reloj.— vaya... parece que hoy no tendremos a nuestra delegada presente. —miró a Adrien un momento y este le sostuvo la mirada. —¿ocurre algo Agreste? —preguntó con simpatía fingida.
—No profesor, claro que no.
—Excelente. —aplaudió dos veces y se dio la vuelta. —seguiremos con lo de la clase pasada.
Adrien se giró hacia Alya y la llamó por lo bajo.
—¿Sabes algo de Marinette?
–Le envié un mensaje, pero no me respondió... Se supone que hoy traería los diseños que le había pedido. —se encogió de hombros. —quizás se quedó hasta tarde. —agregó con culpa en sus palabras.
<<Diablos, no dejé que terminara los diseños... seguramente se quedó dormida.>>
—Ya veo...
—¿Por qué tanto interés en Mari? —preguntó sonriendo ladinamente.
—Oh... por nada, sólo para que no pierda la clase. —sonrió algo nervioso y rápidamente volvió a ver el pizarrón.
Alya lo miró desconfiada, conocía esos nervios en otra persona, pero no le quiso dar más vueltas, ya después haría de las suyas junto con Nino.
Adrien suspiró y prestó atención al profesor, no tendría más opción que ver a la chica luego, quizás con un poco de suerte ella llegaría a la siguiente clase.
─── ∙ ~🐾~ ∙ ───
Estaba impaciente. Las clases se hacían eternas para su propósito ese día y, por más que intentó distraerse con su mejor amigo a la hora de almuerzo, pero no logró conseguirlo.
<<¿Y si le envío un mensaje?>>
Sacó su celular mientras emprendía camino al baño. Se encerró en un cubículo y Plagg salió de su bolsillo viéndolo curioso.
—¿Por qué te encierras aquí? —Adrien lo miró un momento.
—No tengo idea... ¿para más privacidad?
—Humanos. —bufó el kwami y su portador rió silenciosamente. —Marinette debe estar en su séptimo sueño, algo que yo haría con gusto al lado de mi preciosidad. —habló con ojos soñadores.
—De todos modos quisiera saber si durmió bien.
—Aún no es tu novia y ya la estas acosando.
—Le preguntaré como un amigo. —musitó.
—Pero si la verás en su cita. —dijo con tono burlón.
—Sólo será un mensaje. —desbloqueó su celular y buscó su contacto con algo de nervios.
—Mejor llámala de una vez. —Plagg le arrebató el móvil y marcando a la azabache, voló sobre Adrien quien intentaba quitárselo.
—¡Plagg! —Exclamó en voz baja. —¡devuélvemelo!
El kwami hizo caso omiso, manteniéndose en el aire lejos del alcance de su portador y esperó la respuesta de la chica para devolverle el aparato, pero esta jamás llegó.
—Que raro, creo que tu cosa de averió.
—¿Qué? —lo miró hacia arriba y cuando el kwami se acercó, aprovechó de quitarle el aparato.
—Ella no responde.
Adrien guardó silencio unos segundos y volvió a marcar nuevamente a su compañera. Esperó y le dio el buzón.
—Está apagado... —murmuró aún con el celular en su oído.
El timbre sonó y Plagg se ocultó en la camisa de su portador.
<<Debe estar sin batería.>>
Cuando las clases concluyeron, Adrien se quedó para su clase de esgrima, pero se transformó para salir de la escuela lo más desapercibido posible con su bolso a rastras.
Ya en el parque se posó sobre un árbol y se puso una chaqueta negra con gorro y un pantalón del mismo color. Ocultó sus orejas con la capucha, sacó unas gafas oscuras para cubrir el antifaz junto a sus felinos ojos.
Oculto a los ojos de la gente que estaba ahí, bajó del árbol con sigilo y se acercó a la fuente sentándose en el borde. Esperó paciente, alrededor de una hora, pero su cita jamás llegó.
—¿Por qué no llega?— miró la hora en su barra con disimulo, ya eran pasadas las siete de la tarde.
Observó el cielo y como poco a poco la luz se iba extinguiendo entre la copa de los árboles. Soltó un pesado suspiro y se puso de pie ocultando sus manos en los bolsillos delanteros de la chaqueta.
<<Creo que me han dejado plantado.>>
Confiado de si mismo, se dirigió a la panadería de los Dupain. Quería verla... quizás a ella se le había olvidado que la citó o quizás creyó que era otra hora la acordada. No quería perder esperanza alguna.
Clientes entraban a la tienda, así que rodeó el edificio para subir al techo por la parte de atrás, aprovecharía que estaba encubierto para no armar escándalo siendo Chat Noir.
Subió con agilidad y caminó por el techo hasta llegar al balcón de la azabache, aterrizó y abrió la puertilla asomando su cabeza con los ojos cerrados.
—Princesa, me has dejado plant... —se quedó con las palabras en la boca. La habitación estaba a oscuras y no había rastro de Marinette.
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