(Eones después, Midgard está en ruinas.

No llega como una sorpresa: Thor ha pasado las últimas décadas observando en una especie de ausente consternación mientras su gente se amotinaba, mientras sus recursos disminuían. No podía hacer nada más que intentar mitigar la corrupción resultante.

Finalmente, Loki lo persuadió para que se mudaran, y los dos — junto con su familia — trasladaron Asgardia a un planeta a varios años luz de distancia.

Thor visita Midgard. Miente y le dice a Loki que se dirige a Vanaheim, a Alfheim, a cualquier lugar, pero en verdad se encuentra pisando el suelo ceniciento de Midgard, contemplando su ruina.

Cuando regresa a Asgardia, sostiene a Loki por un largo tiempo. Su hijo más joven entra a su habitación temprano en la mañana, abre la puerta y se mete en la cama con ellos, acurrucándose contra el pecho de Thor.

Thor piensa: mis compañeros —y se corrige a sí mismo— mis amigos murieron con honor, piensa, soy feliz, aún puedo serlo, con los brazos envueltos alrededor de su hijo, alrededor de Loki, sabiendo que la eternidad les espera.)