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El timbre suena, interrumpiendo sus planes de burlarse de sus mutuals por no saber escribir, aunque no fuera precisamente el más indicado para hacerlo.

Lanza el celular al sofá sin cuidado, apresurandose a la puerta y tropezandose dos veces con sus propios pies.

Siente el corazón latirle rápidamente, de la manera fea. Siente que el pecho se oprime al imaginar de todo, no logra visualizar a Louis de ninguna manera y eso lo pone más ansioso.

Solo esperaba que estuviera a salvo.

"¡Louis! ¿Donde estab-..." Sus palabras son cortadas violentamente al verlo.

Su mejilla, esa en dónde ayer dejo miles de pequeños besos, estaba roja e hinchada. Sus labios, aquellos que ayer le robaron más de un suspiro, están rotos, al menos el inferior. Podía ver incluso restos de sangre secos.

Se sintió tan asustado al verlo rascar su brazo incómodo, desviando y esquivando la mirada avergonzado.

"Fue mala idea venir, ¿cierto? Lamento eso, vendré otro día".

"¡No!" Le detiene. "Lo siento..." Dice, separando por fin su vista del rostro ajeno. "Pasa, te preparé galletas".

"¿Amargas?"

"También te hice café" le regala una sonrisa.

Louis entra y pasa directamente a la sala, se sienta en el sofá mientras Harry deja los bocadillos en la mesa. El rizado se sienta en el suelo y se queda en silencio.

"¿No vas a pregúntame nada?"

"No" dice, sin voltear a verlo. "¿Quieres contarme?"

"No..." Responde después de unos segundos, que siente eternos. "No todavía".

"Entonces no hablemos de eso" deja caer su cabeza, recargandola en las piernas del mayor. "Solo, ¿me dejas curarte?"

Louis acaricia su cabello, justo como él lo hizo ayer. "Cuando acabe mis galletas".

"Perfecto" cierra los ojos, tratando de disfrutar de los mimos y aguantando las ganas de llorar de la impotencia que siente.

Maldición, quería abrazarlo y preguntarle todo. Saber quién había hecho eso, si dolía mucho, llevarlo a algún hospital. Quería cuidarlo y borrar de alguna forma todos los moretones que tenía pintando en los brazos.

"Harry..." Le escucha hablar, bajito, como susurrando.

"¿Sí?"

"Ayer te quedaste en mi casa, ¿puedo quedarme hoy yo en la tuya?"

"No tienes que preguntarlo, puedes quedarte siempre que quieras".

"Oh, Dios mío, Harry. Parece que estás coqueteandome, eso no es muy hetero de tu parte".

"El habernos besado ayer tampoco fue muy hetero de tu parte, querido".

"¿De qué hablas? Yo solo reforzaba la amistad".

"¿Sabes qué?" Levanta su cabeza, indignado. "Mejor vete a tu casa".

Louis suelta entonces una carcajadas.

Harry quiere que esa risa dure toda la vida.

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