
2. Intruso (parte 2)
What about all the plans that ended in disaster?
What about love? What about trust?
What about us?
Hubo silencio antes después de la partida de Catarina y después de un rato, Alec habló.
– Es gracioso, – dijo Alec sin humor en la voz, cuando ya no pudo soportar el silencio. – Extraño a Magnus. –
– Estoy justo aquí, – se quejó Magnus.
– Si y no, – contestó Alec. – Si mi Magnus estuviera aquí, le podría besar. –
– Podrías besarme, – sugirió Magnus casual. Alec alzó una ceja. – Desde mi perspectiva, no sería como si nos besáramos por primera vez, así que por que no. –
– Por que no, – masculló Alec. – Veamos. Además de que significaría algo diferente para mi que para ti, no creo poder sopórtalo ahora mismo. –
– Es solo un beso, – dijo Magnus como si no fuera nada. – Que importa. –
– Importa porque el amor de mi vida llego hoy a casa y me miró como si no fuera nadie, – contestó Alec. – Como si no estuviera aquí. Imagina por un momento como se sentiría.
Un viejo dolor cruzó el rostro de Magnus. – Camille, – dijo suavemente. – Ella solía verme así. –
– Lo se, – replicó Alec. – Era toda una piecita, – Alec aun sentía eso un poco amargo, el que se le hubiera negado la oportunidad de matarla.
– ¿Hay algo que no sepas sobre mi? – preguntó Magnus un poco impresionado.
– No estoy seguro, – contestó Alec. – Cuatrocientos años es demasiado tiempo. –
– No suelo decirle a las personas sobre mi pasado, – dijo Magnus mientras se levantaba de la silla y se dirigía al sofá. Colapsó en el como si sus piernas no pudieran soportar su peso, como si necesitara un soporte.
– Eso también lo sé, – dijo Alec, siguiendo a Magnus y sentándose a su lado en el sofá, lo suficientemente lejos como para no tocarse. Se quedaron un momento en silenció, todo el tiempo, Alec deseaba poder acercarse a Magnus y acurrucarse con él, ser abrazado por él.
– Muy pocas personas saben sobre mi, – susurró Magnus después de un momento. – No me abro tan fácil con las personas, ni siquiera con las que quiero. –
– Camille sabía bastante sobre ti, – dijo Alec incapaz de mantener sus emociones.
– Ella sabía sobre mi antes de conocerme, – replicó Magnus. – Nos conocimos en una cena diplomática. Y yo era joven entonces. Tontamente llevando mi corazón en la mano, o al menos pretendiendo hacerlo. –
– Al principio no me querías hablar sobre tu pasado, – explicó Alec. – Tomó que casi muriéramos juntos en el infierno para que finalmente te abrieras a mi. –
– Recuerdo eso, – dijo Magnus y el corazón de Alec se detuvo por un momento. – Solo ser encarcelado por mi padre. –
– ¿No recuerdas quien te salvó? –
– Yo, – pensó Magnus. – Creo que Clary. –
– Fui yo, – dijo Alec con un suspiro. – Pero Clary también estaba ahí, supongo, – las esperanzas de Alec se volvieron a aplastar.
– ¿Fuiste a ayudar a Clary? – preguntó Magnus.
– Fui a salvarte, – contestó Alec.
– ¡Todo esto es de locos! – exclamó Magnus, levantándose, y caminado unos pasos, pasando su mano por su cabello. – Sabes lo suficiente de mi pasado para hacerme entrar en pánico. Dices amarme, ¡pero no te recuerdo! –
– Magnus, – susurró Alec lo más suave que pudo. Alec se levantó y caminó hacía Magnus, tomándole sus manos en las suyas. Al diablo protegerse así mismo. Alec sabía que no podía superar a Magnus, si no arreglaban esto, el probablemente quedaría roto por siempre. – Yo te recuerdo, y te amo. No es un truco o una mentira. –
– No te conozco, – hablo bajito Magnus, pero sin romperla mirada o separar sus manos, lo que Alec tomó como algo bueno.
– Por favor, trata de conocerme de nuevo, – sonrió Alec. – Porque te amo y no quiero perderte nunca. –
– ¿No me has perdido ya? – preguntó Magnus. – El yo que te amaba, quiero decir. –
– Haré que te enamores de mi de nuevo, – contestó Alec. – Creo que puedo hacerlo de nuevo. – La esperanza crecía rápidamente en su pecho y no podía controlarla. Alec se inclinó, viendo a Magnus mientras lo hacía. Magnus no parecía oponerse, así que Alec se acercó aun más y presionó sus labios con los de Magnus. Quizá hubiera sido en la mañana la última vez que había besado a Magnus, pero todo el dolor y la confusión hacía que se sintiera como décadas. Alec acercó más a Magnus por el cuello de su camisa. Los labios de Magnus respondieron, pero su cuerpo estaba rígido. Alec tomó eso como una mala señal y se separó, pero al hacerlo, Magnus se acercó mas a él, como si fuera incapaz de dejarlo ir. Con una sonrisa, Alec profundizó el beso.
– Hmm, – suspiró Magnus con los ojos cerrados. – Eres bueno en esto. –
– Aprendí del mejor. – replicó Alec sonriendo.
– ¿Oh? ¿Y quién es el mejor? – preguntó Magnus abriendo los ojos. Alec trazó su rostro lentamente, viendo sin parpadear esos ojos de gato que tanto amaba.
– Puede que le conozcas, – dijo Alec sonriendo. – Ama el brillo, pinta su cabello y tiene los más hermosos ojos que he visto en mi vida. –
– ¿Yo te enseñé a besar? – preguntó Magnus escéptico.
– Mi primer beso fue justo aquí, – dijo Alec señalando la puerta principal del apartamento de Magnus. – Contigo. –
– ¿Yo fui tu primer beso? – preguntó aun sin poder creerlo.
– El primero, el segundo, el tercero, – dijo Alec. – el centésimo, y la única persona a la que he besado, o quiero besar. –
– ¿Cuántos años tienes? – preguntó Magnus.
– Veinte, – dijo Alec. – Pero cuando nos conocimos tenía diecisiete. –
– Ah, – dijo Magnus con picardía. – ¿También robé tu inocencia? –
– Quizá, – Alec rió entre dientes, inclinándose a besar de nuevo a Magnus, con la esperanza brillando nuevamente en su pecho. Esta vez, Magnus parecía más relajado. Enrolló sus brazos en Alec, regresando el beso con pasión. Alec ni se dio cuenta de que Magnus le estaba moviendo hasta que sus piernas tocaron el sillón. Alec colapsó sobre el sillón con Magnus encima de él. – Magnus, – gimió Alec mientras el brujo comenzaba a besar su cuello. Aun era Magnus, pero sin recuerdos. Aun asía temblar su piel y enloquecer a su corazón, pero no era su Magnus. Le tomó a Alec todo su autocontrol separarse de él, jadeando.
– Oh, ¿retirando tu declaración de amor? – Magnus se burló mientras se separaban.
– Eres algo idiota cuando no me amas, – comentó Alec. El beso no había cambiado nada.
– He conocido a los nefilim por mucho tiempo, – replicó Magnus levantándose. – Estaba vivo...–
– Desde antes de los acuerdos, si, lo se, – suspiró Alec con frustración mientras repetía con la misma voz cansada. – Una vez te sentaste a comer con unos cazador de sombras para hablar de la paz, y luego ellos aventaron el plato en el que comías solo porque según ellos habías les contaminado con tu magia subterránea o algo así. – Magnus solo le miró de nuevo sin poder hablar.
– Magnus, – dijo Alec pacientemente. – No todos los nefilim son así. Tu me aceptaste por quien soy ¿por qué yo no haría lo mismo? –
– ¿E intentas decirme que tus padres cazadores de sombra no les importa que al parecer estés viviendo con un subterráneo? –
– Oh, fue el hecho de que saliera con un hombre lo que realmente les confundió, – dijo Alec riendo. – Luego fui en plan chico malo y salvé el mundo, así que se aguantaron y me dejaron en paz, – para sorpresa de Alec, Magnus rió.
– Ciertamente eres diferente a otros nefilim, – concordó Magnus.
– Gracias, – dijo Alec tentativamente.
– Y por cierto, mis ojos no son maravillosos, – dijo Magnus y Alec pudo ver la inseguridad que generalmente veía en él a causa de su marca de brujo.
– Lo son para mi, – replicó Alec. Magnus le dio una extraña mirada, pero antes de que Alec la pudiera descifrar, presidente decidió hacer acto de presencia. Le lanzó una mirada ofendida a Magnus antes de ir hacía Alec y sobarse contra su pierna.
– ¡¿Qué? – Magnus le gritó a su gato. – ¡¿Quién te da de comer malagradecido?! – Alec rió.
– De hecho, la mayoría del tiempo, yo. – Alec se inclinó y cargó al gato. Presidente ronroneó en los brazos de Alec mientras este rascaba tras sus orejas.
– A ese gato no le agrada nadie, – dijo Magnus, como recordándole a Presidente de su error.
– Le agradé a Presidente Miau al instante, – dijo arrullando al gato. – Verdad presidente. – Como si fuera una señal, Presidente maulló y se acomodó más en Alec.
– Me voy a la cama, – anunció Magnus, negando en dirección a su gato. – A sido un día bastante confuso y largo. –
– Yo también, – replicó Alec. Magnus volteó a verle molesto.
– No necesito un extraño en mi cama, muchas gracias, – replicó Magnus.
– No soy un extraño, – argumentó Alec. – E incluso si lo fuera, no puedes decir que sería la primera vez que tienes un extraño en tu cama, –
– ¡Tu pequeño... ¡ – gruñó Magnus. – ¿Cómo se supone que voy a ganar una discusión con alguien que sabe todos mis secretos? –
– Dejando de mentir, – contestó Alec fácilmente. Magnus masculló algo bajo en tono más molesto.
– ¿Y qué sabes sobre ello, eh? – Magnus lanzó de vuelta. – Solo tienes veinte años! –
– La honestidad no tiene nada que ver con la edad, – explicó Alec. – Y todo que ver con confianza. – Magnus no contestó y se giró caminando hacía su habitación.
Alec se sabía toda la rutina de cama de Magnus demasiado bien y solo entró a la habitación hasta que Magnus ya estuviera arropado en la cama. Después de arreglarse él, abrochándose todos los botones de la pijama por primera vez, se subió a la cama.
– Entonces no bromeabas, – la voz de Magnus salió con un suspiro. Alec esperaba que el brujo ya estuviera dormido.
– No, – respondió Alec en voz baja en la oscuridad. – Nunca duermo bien sin ti. – Magnus no dijo nada por lo que Alec se relajó, esperando que ahora si estuviera dormido.
Cuando Alec despertó, pensó por un momento que todo había sido una horrible pesadilla. Los brazos de Magnus estaban abrazándole y todo estaba bien. Alec se acurrucó más cerca del brujo, pero Magnus se separó y Alec supo que ayer había pasado realmente.
– Lo siento, – masculló Alec sentándose. – Estaba esperando que todo hubiera sido un mal sueño. – De nuevo Magnus le estudió, y Alec no pudo evitar sonrojarse bajo la mirada del brujo.
– Has invertido demasiado en mi, – dijo Magnus.
– Se que has amado a otros morales antes, – dijo Alec, sabiendo a lo que Magnus se refería. – Así que no empieces con esa mierda. Tenemos el tiempo que debemos tener, justo como todos los demás, – una extraña mirada cruzó el rostro de Magnus. Alec había visto esa mirada antes. – Estás pensando en ella. – Magnus brincó viendo a Alec sorprendido.
– ¿Te hable de ella? – preguntó Magnus suavemente.
– La primer mortal que amaste, – dijo Alec. – Fue la primera en quedarse contigo hasta el final. Todo el mundo se fue y se que fue difícil pero Magnus...– no estaba seguro de cómo demostrarle a Magnus que el no se iba a ir. Solo decir las palabras podría abrumarle.
– Realmente te conté todo, ¿cierto? – Magnus susurró pero de cierta forma no se sintió como una pregunta.
Era un sentimiento tan extraño sentarse con el hombre que amas en tu cama y aun así extrañarle demasiado. A pesar de todo, se inclinó y besó a Magnus lentamente, esperando que se separara. Pero no lo hizo. Alec trató de olvidar, al menos por unos segundos, que Magnus se le estaba escabullendo, y se entregó completamente al beso. Enredó sus dedo en el cabello de Magnus y profundizó el besó. Magnus cayó sobre la cama, metiendo sus manos dentro de la playera de Alec. Cuando Alec gimió y susurró el nombre de Magnus, fue como su alarma; se separó y brincó de la cama.
– Basta, – soltó Magnus. Alec observaba el rostro de su amado. Había confusión entre las líneas de su frente y sus labios fruncidos.
– ¿Qué debería parar? – preguntó Alec gentilmente.
– Esto, – dijo Magnus señalando a todo incluyendo a Alec. – Me confundes, – Magnus dio otro paso atrás y Alec de repente se preocupó. – Es demasiado. Quizá renuncié a mis recuerdos por una razón. –
– Magnus, – Alec le llamó intentando acercarse, pero Magnus ya estaba caminando rápidamente fuera de la habitación. Alec le siguió justo a tiempo para ver a Magnus desaparecer a través de un portal.
Alec sabía que no tenía esperanzas en encontrar a Magnus si el no quería ser encontrado, conociendo sus poderes. Trató de contactar a Catarina de nuevo, en esperanza de que ella le ayudara a encontrar a Magnus, pero no lo logró. Todo lo que Alec pudo hacer fue quedarse ahí, en el departamento de Magnus, esperando que Magnus volviera.
Que disfruten 😄...
Bueno no creo que lo disfruten así que hasta luego 😅 🔫
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