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Lluvia

Estaba lloviendo. Mucho. Era una tormenta horrible y el viento no ayudaba.

Senku y Kohaku habían estado recolectando vegetales para hacer más ramen cuando de repente empezó a llover de forma errática.

Las gotas eran gruesas y frías, el feroz viento casi parecía cortar la piel y los rayos llegaban a golpear algunos árboles.

-No hay tiempo para volver a la aldea.- exclamó Senku frustrado mientras tomaban las canastas llenas de vegetales. -¿No había una cueva cerca de aquí? Podemos esperar allí.-

-Si, vamos.- decidió cargar con su canasta también y los dos corrieron a la cueva, él con un poco de dificultad ya que el viento soplaba tan fuerte casi parecía empujarlo y la lluvia era tan errática que le dificultaba ver.

Afortunadamente encontraron rápido la cueva. Pero ya estaban completamente empapados de todos modos.

Kohaku dejó las canastas en el suelo y sacó sus cuchillos, mirando en todas direcciones, en busca de cualquier animal salvaje que pudiera ser una amenaza para ellos. Por suerte la cueva estaba vacía, ni siquiera había tantos insectos.

-Parece que la tormenta no parará pronto.- Senku suspiró, quitándose el cabello mojado de la cara. -Y nos alejamos mucho de la aldea como para correr allá. Tal vez tú podrías si no tuvieras que cargar conmigo y los vegetales.- rió entre dientes en lo que exprimía su cabello.

-No digas eso, no te dejaría aquí.- finalmente terminó su inspección a la cueva y volteó a verlo, congelándose al darle una buena mirada.

Su cabello normalmente crispado y salvaje estaba lacio y cayendo por su rostro, enmarcando los atractivos rasgos de su rostro.

Y nunca ocultó que veía guapo a Senku pero ahora... vaya. Su corazón realmente empezó a martillar con fuerza en su pecho. Y por un momento no pudo apartar sus ojos de él.

Senku noto su mirada y se quedó en silencio por un momento, antes de dedicarle una de sus típicas sonrisas.

-¿Tengo algo en la cara, leona?-

-N-no... lo siento.- apartó la mirada. -Solo estaba pensando que debería encender una fogata, hay algunas ramas tiradas por aquí.- cambió el tema.

-Ya veo... Sí, sería lo mejor. No creo que la tormenta se detenga pronto. También deberíamos quitarnos la ropa empapada.- masculló ya comenzando a aflojar las costuras de su ropa.

-Sí, tienes razón.- Kohaku no lo pensó dos veces y rápidamente se quitó su vestido, para luego disponerse a encender una fogata con lo que encontró en la cueva, acurrucándose cerca del fuego apenas pudo ya que aunque todavía no era ni otoño hacía un poco de frío y peor con la lluvia.

Senku se sentó frente a ella, solo vestido con su ropa interior y sus miradas se cruzaron por un momento, haciéndola tensarse.

Clavo sus ojos en el fuego, abrazándose a sus piernas.

¿Por qué se sentía tan incómoda de repente? Se habían visto semidesnudos antes, muchas veces mientras recolectaban hierro, pero... nunca a solas. De hecho no habían pasado una sola noche a solas desde el primer día que lo conoció, cuando la salvó.

Y él había hecho tantas cosas por ella desde entonces... pareciera que lo conocía desde mucho antes. Y la verdad es que ningún otro hombre había llamado tanto su atención como Senku. Él era diferente y no solo por su ciencia.

Desde el primer momento en que lo vio quedó fascinada. Tenía un gran conocimiento, pero era la forma en la que lo usaba lo que la maravillaba. La forma en la que superaba obstáculos a pesar de sus debilidades y continuaba no importa qué.

Honestamente ¿cómo podría no gustarle?

Nunca le interesó mucho el romance pero a veces no podía evitar preguntarse si él alguna vez podría corresponderle. ¿Cómo sería eso?

¿Cómo sería estar en una relación con Senku? ¿Cómo sería que él le dedicara su entera atención aunque sea por unas horas? ¿Cómo sería tomar su mano? ¿Cómo sería besarlo?

Aunque él le gustaba por su personalidad y sus grandes cualidades, debía admitir que también le gustaba su apariencia. Incluso ese cabello raro que ahora seguía bastante húmedo y probablemente tardaría un tiempo en volver a la normalidad. Y amaba sus ojos y su sonrisa pero... también le encantaba mirar más debajo de vez en cuando.

¿Era raro que muchas veces se haya quedado como tonta mirando sus manos? ¿Por qué le gustaban tanto sus manos? Eran grandes y cada que miraba le encontraba una nueva cicatriz o quemadura, eran ásperas y de dedos largos y delgados. ¿Qué tenían de atractivas? Todo, porque a veces de verdad necesitaba darse una bofetada para dejar de mirarlas.

También a veces se quedaba mirándolo casi descaradamente solo observando la forma en la que se paraba, su postura llena de desinterés y confianza en sí mismo. Como llevaba sus manos a su cintura, inclinaba la cabeza y sonreía con malicia... de verdad que le quitaba el aliento.

Y su cuello... esa protuberancia en su garganta que a veces quería besar... la forma en la que su ropa se ajustaba a su cuerpo... sus piernas flacuchas que parecían estar ganando más músculo a medida que pasaban los meses... Diablos, hasta sus patillas le parecían atractivas.

Y ahora estaba semidesnudo frente a ella, y por más que quería mantener sus ojos en la fogata no podía evitar mirarlo de vez en cuando.

¿Cómo es que tenía pectorales y el abdomen marcado si es que no hacía ejercicio ni para salvar su vida? Bueno, era bastante activo para no poder cargar por mucho tiempo una olla con agua, sin embargo la verdad no entendía eso. Pero no le importaba. Era increíblemente atractivo y ya. Y el fuego proyectaba sombras intrigantes en su piel, haciéndola querer pasar las manos por cada centímetro de su cuerpo y tal vez también su boca y su lengua y...

-Kohaku...- casi brinca en su lugar al escucharlo llamándola de pronto.

-¡¿S-si?!- luchó por mirarlo a los ojos sin sonrojarse.

Él la miraba seriamente. Muy seriamente, con una mano apoyada sobre su rodilla flexionada.

-Sabes... ya está oscureciendo. Parece que tendremos que pasar la noche aquí.- comentó casualmente, apoyando su espalda contra la pared de la cueva.

-¿T-tú crees? ¿Deberíamos comer algo, entonces?- se revolvió nerviosamente, intentando no pensar en que tendría a Senku para ella toda la noche. Solo ellos dos.

-Creo que comer no es lo que tienes en mente... a menos que por tu cena te refieras a mí.-

Kohaku se congeló.

-¿Qué?-

Senku la miraba fijamente, seriamente, con sus ojos rojos oscurecidos y su boca apretada en una fina línea.

-Sabes, el lenguaje corporal es muy curioso e interesante, hasta puede ser una guía para pensamientos y emociones subconscientes. Y tu lenguaje corporal está diciendo a gritos que has estado pensando cosas bastante indecentes sobre mí la última media hora.-

Kohaku se quedó con la boca abierta.

¿De qué estaba hablando? No había forma de que pudiera leer su mente ¿verdad? ¿Cómo sabia que se estaba muriendo por tocarlo ahora mismo? ¡No tenía sentido!

-Yo no... yo... no...- tartamudeó, mirando nerviosamente de un lado a otro.

Él suspiró, antes de sonreír relajadamente.

-Odio tener que admitir esto pero... también estaba pensando cosas indecentes...- lentamente bajo su rodilla, estirando ambas piernas hacia el frente, dejándola apreciar el gran bulto entre sus piernas, cubierto por su ropa interior.

Ella sintió su mandíbula caer y su rostro arder quizás tanto como la fogata entre ellos.

-T-tú... tú estás... estás...-

-¿Excitado? Sí.- sonrió descaradamente. -Igual que tú, aunque parece que no lo notaras hasta que te lo diga directamente.- abandonó su posición sentado contra la pared y se acercó a ella, que se pegó lo más que pudo a la pared, cerrando los ojos cuando estuvo a pocos metros de distancia.

Y entonces sintió uno de sus dedos rozar suavemente la punta de uno de sus pezones.

Jadeó sonoramente, abriendo mucho los ojos.

Finalmente entendía. Sus pezones endurecieron al pensar detalladamente lo que quería hacer con Senku aprovechando que estaban solos, y como no tenía puesto su vestido y su sujetador no era de la tela más gruesa que se diga, fue obvio para él todo el tiempo lo que estuvo pensando.

Pero, sorprendentemente, no se sentía avergonzada. Aunque su rostro estaba rojo como nunca antes, el recordar ese bulto entre sus piernas le decía que ella no era la única muriéndose de deseo.

Y saber eso la hizo decidirse y no pensarlo dos veces antes de lanzarse a besarlo.

Sabia que él la deseaba también, pero igual no pudo evitar sorprenderse cuando gruñó contra su boca y le correspondió con la misma intensidad o incluso más. Parecía casi desesperado y solo lo comprobó más al colocar las manos en su trasero para frotar sus intimidades.

Ella gimió ruidosamente y de inmediato se mordió el labio para callarse, a lo que él se apartó riendo.

-¿Q-qué?- gruñó un poco a la defensiva.

-Nadie va a escucharte, leona. Estamos a kilómetros de la Aldea y con una tormenta, y apenas he empezado.- sin más que decir, bajó la cabeza otra vez. Pero sus labios no encontraron los suyos, sino que fueron directo a sus pezones sobresaliendo en la fina tela de su sujetador. Le dio una larga caricia con su lengua a uno antes de encontrar su rostro arrogante con el suyo lleno de sorpresa. -He querido hacer esto desde que descubrí lo activa que es tu imaginación...-

Kohaku abrió mucho los ojos, sin poder creer que él ni siquiera se moleste en terminar de desvestirla antes de empezar a chupar sus pechos con ahínco.

Era extraño, era caliente y húmedo, y a pesar de que no podía evitar desear que la desnudaba y luego siguiera, el saber que estaba tan deseoso de su cuerpo que estaba dispuesto hasta a besar su ropa para tenerlo hizo que apretara sus muslos al sentir un calor insoportable invadir su bajo vientre.

Y no ayudaba que sus manos estuvieran jugando tan lentamente con el nudo de su ropa interior, con sus dedos trazando toda la piel alrededor. Aunque no permanecieron mucho más tiempo allí, pues pronto deshicieron el nudo y rápidamente subieron a quitar su sujetador.

Y de repente él tomó sus hombros y la presiono contra el suelo.

-¿S-Senku?- lo miró confundida y jadeante.

-Tenemos un problema aquí, ya sabes. Por mucho que quiera, no puedo cogerte ahora mismo, no sin riesgo a embarazarte. Así que te propongo un trato.-

-¿Un trato?- lo miro desconfiada pero curiosa.

-Me dejarás hacer lo que quiera contigo y luego tú harás lo que quieras conmigo. ¿Trato hecho?- sonrió con ojos llenos de tentadoras promesas.

Y ella ni siquiera lo pensó dos veces.

-De acuerdo.-

...Tal vez debería haberlo pensado dos veces.

Senku de repente se puso en pie, se quitó su última prenda y volvió a cernirse sobre ella, esta vez con sus rodillas a cada lado de su cuerpo, a la altura de sus codos. Y con la punta de su miembro erecto presionando contra uno de sus senos, enviando escalofríos por toda su espalda.

-Esto es culpa de esta parte ridículamente tentadora de tu cuerpo, así que voy a cobrármelas. Si quieres que me detenga solo dilo. – murmuró mientras tomaba sus pechos con sus dos manos.

Les dio un suave apretón, antes de moverse un poco para colocar su pene justo en medio de sus pechos. Y entonces comenzó a moverse.

Apretó sus pezones con sus pulgares mientras usaba el resto para mantenerlos quietos en lo que penetraba el espacio entre sus senos con entusiasmo, jadeando con su rostro enrojecido y su cabeza echada hacia atrás.

Kohaku no podía creer que esto estuviera pasando, pero después de ver el rostro casi borracho de placer de Senku y escucharlo jadear y gemir mientras sacudía sus cuerpos con esa forma tan extraña de tener sexo.

Era raro, pero le gustaba. No podía dejar de mirar su pene alejándose y acercándose, más rápido y más rápido, casi rozando su barbilla pero sin llegar a tocarla nunca en verdad.

No pudo evitar su curiosidad. Abrió la boca y sacó la lengua, a lo que rápidamente sintió el sabor de su miembro en sus papilas gustativas.

Y él dio un gran gemido que terminó de hacerla arder de puro deseo. Demasiado para soportar.

Tomó su cintura para detener sus movimientos y luego de acomodarse mejor tomó sus hombros, para después llevarlo a él a estar recostado sobre el frío suelo de la cueva.

La miro con los ojos muy abiertos.

-Ja, lo siento mucho, Senku... pero haré lo que quiera contigo. No puedo soportarlo más...- con la vista nublada por el deseo, tomó su miembro en su mano y rápidamente lo presionó contra su entrada.

Notó que quiso protestar pero no le dio tiempo a hacerlo, simplemente se dejó caer sobre su pene, disfrutando el modo en el que quemó su camino hasta lo más profundo de su interior sin importarle que doliera un poco.

-¡Maldita sea, Kohaku!- Senku apretó los dientes y estrelló su cabeza con tanta fuerza contra el suelo que la habría preocupado de no estar tan absorta en la sensación de tenerlo dentro.

Era delicioso... tan satisfactorio y placentero... el dolor se fue tan rápido como llegó y comenzó a rebotar sus caderas sobre las suyas, sin contener sus gemidos y pequeños chillidos, sintiendo cada centímetro deslizarse dentro y fuera.

Dentro y fuera... dentro y fuera, dentro y fuera. Más y más rápido, tan profundo que casi lo sentía más cerca de su ombligo que de su vulva.

Y pronto él tomó sus caderas e hizo su mejor esfuerzo para igualar su ritmo, haciéndola gritar desde el fondo de su garganta.

Una mano bajo a frotar su clítoris por un momento, pero aunque la hizo desvanecerse en placer Senku rápidamente la apartó, y hasta hizo un gran esfuerzo y logró que se apartara de él.

Ambos se sentaron en el suelo y ella estaba lista para volver a lanzarse sobre él, pero se adelantó y tomó su cabeza, dándole un rápido beso en los labios antes de sentarla sobre su regazo y comenzar a frotar su miembro en medio de sus nalgas esta vez.

Antes de que pudiera protestar, metió dos dedos en su boca y con su otra mano comenzó a pellizcar su pezón una vez más, pero ignorando sus intentos desesperados de volver a tenerlo dentro de ella.

-Mmm...ya... mmm...- tomó su brazo y lo apartó, girándose para enfrentarlo. -Senku, no es justo, quiero que... ¡AH!- se estremeció al sentir sus dedos húmedos y calientes por su propia saliva apretando despiadadamente su clítoris.

Lo frotó con rabia, casi como venganza por haber tomado la iniciativa, pero le encantaba, y sacudió sus caderas frenéticamente, buscando más de esa sensación, también disfrutando de sentir su pene aprisionado entre sus nalgas.

Y de repente él apretó con más fuerza y ella se congeló por completo, con la boca abierta en un grito silencioso

Su semen estalló en toda su espalda en lo que ella se derretía de gusto, todavía temblando de placer incluso cuando él se alejó jadeando y se desplomó cerca de la fogata.

Ella gateó patéticamente hasta él y se recostó a su lado, mirándolo con una sonrisa traviesa y complacida.

Él rodó los ojos, pero acabo sonriendo.

-Debí suponer que no podría contener a una leona... la próxima vez inventaré esposas de metal junto a algún tipo de anticonceptivo.- rió entre dientes. -¿Satisfecha?-

A pesar de la arrogancia y complacencia en su rostro, Kohaku notó una pequeña sombra de duda allí en alguna parte, y de inmediato se lanzó a besarlo una vez más, sonriendo contra sus labios.

-Más que satisfecha.- aseguró felizmente.

Él sonrió y, a pesar del caos de la interminable tormenta, ambos se quedaron dormidos en completa paz, y mucha satisfacción, a la luz de la fogata, la única cómplice de lo que pasó esa noche aparte de la lluvia.

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