Capítulo 2: Diamond

.

Un sueño intranquilo que se situaba en un lugar apartado de Gosmere, se transformó en una pesadilla al presenciar a través de una neblina un ritual extraño.

Hombres enmascarados con sotanas negras recitaban encantamientos, formaban un círculo alrededor de lo que parecía ser la figura de un triángulo, el cual estaba formado por los cuerpos fallecidos de sus abuelos paternos y maternos.

Los cantos cesaron y la tierra en cada uno de los vértices pareció hundirse para después surgir de las profundidades, las figuras de tres fetos que giraron y vieron al centro. Otro hoyo se formó y de aquel surgió otro feto que emitió un chillido que hizo que a Liz se le pusiera la carne de gallina.

―Oye, despierta, vámonos de aquí ―le dijo nada más ni nada menos que un gato.

La joven se incorporó de un salto y notó cómo sin querer, catapultó la figura de un gato.

―Hola, ¿sigo soñando?

―Uf, no, ya no estas soñando, deberías tener más cuidado, casi me haces daño ―le respondió el gato lo que hizo que Liz se cubriese con las sábanas.

Cualquiera en su situación habría gritado, pero Liz ya tuvo encuentros con lo sobrenatural; podía controlar su poder a la perfección y en más de una ocasión compartió sus sentidos con los gatos del vecindario, pero era la primera vez que uno le hablaba con lenguaje humano.

―¿Quién eres?

―Soy tu familiar.

―¿En serio?

―Sí, te estaba esperando en Gosmere, pero quería asegurarme que fueses digna de mí, por eso no me acerque de inmediato y en cambio te seguí hasta aquí. Oye, esta ciudad me gusta, su clima es un tanto impredecible pero por fortuna nosotros los gatos sabemos predecir éste.

Liz abrió mucho los ojos, sabía que tener un familiar no era algo común, ni siquiera en el mundo de lo sobrenatural.

―¿Y cuál es tu nombre?

―Me llamo Diamond.

―¿Diamante?

―Sí ―dijo el gato atigrado y Liz inclinó un poco la cabeza.

―No te fijes en si mi nombre combina o no con mi apariencia. Vengo a advertirte algo, ¿todavía recuerdas el sueño que tuviste hace un rato?

―Espero olvidarlo, fue horrible.

―No lo hagas, es vital que lo recuerdes porque sucedió de verdad.

―Es terrible, ¿quiénes eran esas personas? ¿Qué eran esas otras cosas?

―Eran sectarios, una orden satanista cuyo único objetivo es resucitar a las valquirias.

―¿Las que se llevaban las almas de los guerreros al Valhalla?

―Ag, estúpidos humanos que siempre andan cambiándolo todo para romantizar cosas que deberían permanecer en el horror del cual provienen... No, las valquirias son lo que ustedes humanos conocen como vampiresas, monstruos sedientos de sangre humana. Los tres fetos que viste eran de las tres más poderosas: Urd, Verdandi y Skuld.

―¿Y el cuarto feto?

―Era Brunilda, señora de todas ellas.

―Todo lo que me dices suena increíble.

―Pero es cierto, ve con tus padres y diles lo que te he dicho, ya verás que tu vida, tu heredad, es más importante de lo que creías.

Así lo hizo Liz y fue a la habitación de sus progenitores, cuidando de no despertar a Lizzy, quien se hallaba durmiendo en la misma habitación. Les sacudió un poco los brazos y una vez despiertos, les comunicó lo que le dijo el gato.

Ambos padres se hallaban sorprendidos y decidieron revelarle a su hija más cosas de su pasado.

―Las historias de héroes, príncipes y demás en la mitología o los cuentos de hadas tienen bases reales, y como ya podrás imaginar, eso también significa que los monstruos y dragones también se basan en la realidad ―le dijo su padre en un susurro para no despertar a la bebé.

―Hubo muchos héroes que a lo largo de la historia combatieron a los vampiros. Nuestra familia, los Claw, nos dedicamos en particular a perseguir y destruir a un clan de vampiros integrado por mujeres ―dijo su madre.

―¿Y quiénes son estas vampiresas que vi en mi sueño?

―Con el pasar de los años, las personas de antes romantizaron los hechos y dijeron que las valquirias no se alimentaban de los moribundos en los campos de batalla, sino que eran las hijas de Odín y que llevaban a los guerreros caídos al Valhalla ―le contestó su madre.

―Esta Brunilda por ejemplo, las historias dicen que era una valquiria que por amor favoreció a un príncipe contraviniendo las órdenes de Odín, y que por ello fue condenada a dormir para siempre hasta que fuese rescatada. ¿Te recuerda a algo esta historia?

―Ya lo creo, papá, es muy parecida al cuento de La bella durmiente de Disney.

―De hecho, fue nuestra familia, los Claw, junto con otra ya desaparecida, los Fang, quienes fuimos a la caverna (no un castillo) de la vampiresa y la destruimos siglos atrás. Fue la última misión de nuestro linaje como cazadores de vampiros.

―Woa, mamá, es increíble. ¿Por qué no me dijeron nada de esto?

―¿Para qué hacerlo? Algunas cosas es mejor dejar atrás, en especial cuando nuestra heredad ya no parece tener importancia ―dijo su padre y cruzó miradas con su esposa.

―Liz, hija. Tu padre y yo estuvimos hablando y pensamos que tal vez lo mejor sería vender la casa e irnos al extranjero.

―Creo que eso ya no es posible ―dijo Diamond al entrar al cuarto―. Ustedes, los Claw, han sido llamados de nuevo por el destino, combatirán una vez más al horror que representan las valquirias. El sueño de su hija nos revela que todavía los monstruos se hallan débiles, tres de ellas dieron su esencia vital a Brunilda, para que resucitase completa, pero es cuestión de tiempo para que Urd, Verdandi y Skuld, regeneren sus cuerpos por completo. Cuando lo hagan, pueden estar seguros que vendrán por ustedes; para un vampiro, el deseo de venganza jamás se aplaca sin importar cuanto tiempo haya pasado.

CONTINUARÁ...