7.Estrés
El viento golpeaba con fuerza el rostro de la japonesa que estaba ya algo malhumorada, pues tanto viento no la dejaba fumar tranquilamente.
Pegó otra calada al cigarrillo, totalmente sumida en sus pensamientos. Mina solo fumaba cuando se sentía demasiado estresada, hacía medio año que no probaba un cigarro. Sin embargo ahora mismo lo necesitaba, había comenzado a "trabajar" para pagar las deudas con el incidente de la universidad y esto traía la consecuencia de no tener tanto tiempo como pensaba.
Observó el cielo y tomó un respiro largo, ese día no tenía nada agendado según el horario que les habían impartido a ella y a las otras dos niponas. Volvió a pensar en qué mierda tenía que hacer para conseguir un nuevo trabajo que le pagará lo suficiente bien como para pagar la renta.
No le iba a pedir dinero a sus mejores amigas, suficiente les había pedido ya y se avergonzaba, lo mismo iba para sus abuelos y a su madre ni se le ocurría. Busco su móvil y lo sacó leyendo el último mensaje que recibió de su padre biológico "tendrás el dinero, tranquila hija" No podía estar del todo tranquila, aún así tendría que seguir buscando el endemoniado trabajo de turno de noche.
Dio una ojeada a su alrededor para comprobar si ya se acercaban los estudiantes al instituto. Myoui se prometió a si misma no dar otra calada y tiro el cigarro al suelo pisándolo.
—¿Unnie? —preguntó una voz a su espaldas asustándola, esperaba no oler demasiado a tabaco.
—Chaeyoung —sonrió Mina manteniendo la distancia con la menor por si acaso.
—¿Qué hace aquí tan temprano? —cuestionó acercándose.
—Nada Chaeyoung, hoy no quería venir tarde —mintió y dejo que la pequeña la abrazara de la nada.
—Hueles bien —la abrazó con más fuerza y la japonesa se apartó lentamente.—No pasa nada unnie, no le diré nada a nadie.
Mina se calmó y tomó a la menor por la cintura uniendo su frente con la de Chaeyoung.
—Chica buena —le susurró y la soltó al ver que la mejor amiga de Son se acercaba a ambas.
—Chae, vamos —le metió prisa la chica.
—Ya voy.
—¡Ah! Y Chaeyoung, te queda bien el pelo así, estas guapa —sonrió esta vez siendo sincera.
La mencionada se sonrojó y esbozó una sonrisa antes de entrar tomada del brazo de su mejor amiga.
El corazón de Mina se estrujó, tenía una especie de amistad con derecho con Chaeyoung, no sabía bien si la coreana la quería enserio. Le apenaba el ser la primera vez de todo de Son, su primer beso, su primer sexo oral y últimamente la rubia quería perder su virginidad con ella, pero no podía. De cierta manera, le tenía algo de aprecio a ese tigre bebé tan inocente y adorable.
A veces odiaba pensar tanto con su miembro y no pensar con su corazón. Aunque con Chaeyoung hacía un mix de ambos.
O eso intentaba.
💸💸
La japonesa mayor frunció el ceño sin entender las explicaciones de la más pequeña. Por mucho que le repitiera como utilizar bien la fórmula las matemáticas no eran lo suyo.
Sana dio pequeños saltitos de emoción al ver que le había salido el resultado correcto y Momo se sorprendió, odiaba los números.
—Tranquila Miguri, se acaba de terminar la clase y encima tenemos día libre —se alegro Minatozaki saliendo por la puerta.
—No tenemos deberes gracias a ti, te amamos —se colgó de su cuello Momo.
Momo se despegó de ella y levantó una ceja.
—¿Has fumado?
—¿Qué dices Momo? —se atragantó con sus palabras la menor.—Será otra cosa, ya sabéis que no fumo.
—Eso, nuestro pingüino no fuma sino nos lo hubiera dicho —cogió del cuello a sus dos mejores amigas.
—Tienes razón, no sé que me pasa hoy estoy tonta.
—Siempre lo estás —dijeron a la vez Mina y Sana chocando la mano.
Las tres ya se dirigían a la libertad cuando tres chicas se pusieron en frente de ellas, el "School Meal Club" como muchos solían llamarlas.
—¿Podemos ir juntas unnies? —fue Chaeyoung la primera en hablar.
—Claro, claro mientras más mejor —le guiño un ojo Sana, tan animada como siempre.
Momo y Sana miraron a la chica de piel pálida, se había teñido el pelo de azul y les había llamado la atención, sin embargo de las dos la que siempre conseguía acercarse a alguien con facilidad era Sana.
—Hola Dahyun, ¿qué tal el día? —pasó su brazo por encima de los hombros de la peliazul que se sonrojaba y le sonreía.—Estas muy hermosa con el pelo así, aunque cualquier color te sienta de maravilla...
Momo se quedó en silencio observándolas, miró a la más pequeña y le sonrió. Tzuyu era demasiado tímida y adorable, siempre le había parecido una de las más guapas del instituto.
—Nosotras teníamos curiosidad —aclaró Tzuyu caminando al lado de Mina, algo tímida por la mirada de Momo.
—¿Sobre? —bostezo Mina, sintiendo como Chaeyoung enlazaba sus dedos con los suyos.
—¿Estáis haciendo servicios comunitarios en Yonsei? —preguntó Dahyun y Sana rió.
—Pues sí, se podría decir que sí y mientras menos soltéis los rumores mejor —dijo algo cortante Mina.
—Nosotras también vamos a esa universidad con frecuencia, nuestros padres son amigos cercanos del director—la tranquilizó Tzuyu.
—Así que nos veremos, hablaré con papá para que nos hagan coincidir allí más a menudo unnie —se dirigió hacia Mina, bastante avergonzada Chaeyoung.
—No hace falta, solo estamos allí para trabajar y limpiar —contestó.
—Sería más divertido si tuviéramos descansos más largos y de paso nos vemos todas —propuso Momo y las menores asintieron con la cabeza sonrientes.
—Como queráis, si a Mina le dará igual —concordó con las pequeñas Sana aún teniendo apresada a Dahyun en sus brazos.
—Tenemos otra cosa que decir —continuó Dahyun hablando con vergüenza.
—Somos todo oídos —apretó la mano de Chaeyoung la japonesa menor.
Las seis continuaron su charla hasta separarse para llegar a sus correspondientes hogares, consiguiendo hacer entrar en duda a las japonesas con sus ocurrencias.
🤑🤑
Nayeon terminó de comer y sonrió satisfecha, se estaba muriendo de hambre y se le había ocurrido comerse uno de los envases de ramen instantáneo de la menor. Si tenía suerte Mina no se daría cuenta y tendría que ahorrarse comprarle alguno.
Pero la desgraciada era demasiado lista, se daría cuenta seguro. Incluso Nayeon se sorprendía con lo inteligente que llegaba a ser para su edad.
La coreana se sobresaltó al escuchar la puerta azotarse y ver cómo Mina tiraba la mochila al sofá. Se sentó en él y tomó una respiración profunda, parecía estresada. El corazón de Nayeon se encogió cuando vio como la japonesa se mordía el labio y frotaba sus ojos para no llorar.
—¿Has tenido un mal día? —inquirió Nayeon levantándose de la mesa de la cocina y acercándose a la menor que rápidamente se incorporó y negó con la cabeza.
—¿Qué haces aquí? —levantó una ceja Mina y se aclaró la garganta.
—He terminado algunos trabajos antes de tiempo y he llegado hace media hora...—comenzó a explicar y miró a Myoui que se veía perdida en sus pensamientos y guardó silencio un momento.
La adolescente miró a la universitaria confundida al ver que se detuvo de golpe y la miró con esos ojos que Mina encontraba tan dulces y brillantes.
Un silencio se formó entre las dos, Nayeon solo miraba el semblante de la menor, tratando de adivinar qué cosas pasaban por su cabeza y Mina solo intentaba saber por qué le gustaba la sensación de tener la mirada de la coreana en ella, como si fuera importante para ella.
—¿Quieres un abrazo?
—¿Un abrazo? —dijo Mina notando la cercanía repentina de Nayeon hacia ella.
—Sí un abrazo, ¿acaso no sabes lo que es? —bromeó la mayor.
—Pues es cuando una persona pone sus brazos encima de la—sus palabras se vieron interrumpidas por Nayeon que la había silenciado llevando el rostro de la japonesa a su cuello.
Mina rodeó con sus brazos a Nayeon por la cintura, sintiéndose protegida y calmada. Sus preocupaciones disminuyeron y el delicioso olor de la coreana inundaba sus fosas nasales, amaba el bendito olor que emanaba de su cuello.
—¿Mejor? —susurró.
—Sí, mejor.
—Ven, vamos a hacer algo divertido. Siempre cuando yo o mis hermanos teníamos un día malo o triste mamá nos dejaba comer helado de chocolate —sonrió Nayeon tomando de la mano a Mina que soltó una risita.
—Tu madre es muy sabia —se acercó con Nayeon a la nevera sacando un helado tal y como había dicho, miró lo que quedaba en la nevera dándose cuenta de que quizás deberían hacer la compra pronto.
—Todas las madres son sabias, Minari —le ofreció una cuchara mientras la jalaba hacia la habitación.
—No todas —bajo la mirada la japonesa cogiendo la cuchara y caminando a su habitación con una pequeña sonrisa por el apodo que usaba con ella la coneja.
Im se quedó sin habla y miró al suelo algo apenada por tocar el tema que no debía.
—¿Qué hacemos en mi habitación? —trató de romper el hielo Mina y Nayeon se tiró a la cama de la contraria empezando a dar vueltas.
—Pues he pensado que podríamos pasar lo que queda de tarde aquí.
—¿Y qué quieres hacer exactamente? —le brindó una mirada pícara y Nayeon bufó palmeando la cama.
—Déjate de ilusiones y come helado de chocolate conmigo.
—Como digas —se sentó a su lado y comenzó a comerse enormes cucharadas de chocolate.
No sabían como habían terminado hablando de varios temas sin importancia durante toda la tarde con música que Nayeon elegía al azar desde su móvil y después la ponía en el altavoz que Mina tenía en su mesa de noche.
Se suponía que se deberían de llevar mal y estar cada una en su habitación como al principio sin embargo, las cosas estaban cambiando. La universitaria ahora se preocupaba cada vez más por Mina y Mina comenzaba a experimentar cosas nuevas, Nayeon le estaba mostrando un mundo diferente al que ella estaba acostumbrada.
Definitivamente Mina nunca había visto una chica como Nayeon. Y a decir verdad últimamente le encantaba perderse en su mirada o llegar a casa y ver que Im la esperara para comer o viceversa.
—Ya son las ocho de la noche y estoy exhausta —se talló los ojos la coreana y Mina que estaba a su lado sonrió.
—Pues duerme, nadie te lo impide.
—Tu maldita cama me lo impide esto es como dormir en ladrillos —se sentó mirando con el ceño fruncido a la japonesa que se comenzaba a reír.
—Lo sé, casi no duermo en esta cosa.
—Vamos a dormir a mi otra cama.
—¿Cómo?
—Sí no puedes dormir en esta cama ven a dormir a la mía, que esta hecha de las cosas más suaves del mundo.
La más pequeña negó con la cabeza y sintió a Nayeon abrazarla por la espalda tratando de subirse a caballito. Mina se sonrojó sintiendo el cuerpo de la coreana completamente pegado a su espalda, pero no era momento para que se despertara su amiguito de ahí abajo.
—Venga Minari, hablas mucho y luego no haces nada —empezó a golpear su espalda y Mina gruñó.
—No sé por qué te hago caso —dijo poniendo los ojos en blanco mientras agarraba por las piernas a la mayor, cargándola en su espalda hasta llegar a donde le había indicado anteriormente.
Nayeon comenzó a dar saltitos para que fuera más rápido y la japonesa se dio prisa hasta poder tirarla a su gigantesca cama.
—¡Eso fue divertido!
—Claro, para ti esta claro que sí Nayeon.
—Pingüino amargado —le respondió tirándole una almohada.—¡Y no se te ocurra irte ahora! ¡Si entras ya no sales! —le chilló al ver que se acercaba a la puerta.
—Solo iba a cerrar la puerta, fea.
La más alta se acercó de nuevo mirando cómo la coreana le dejaba un enorme espacio en la cama, se posicionó en la cama totalmente anonadada por cómo todo olía a Nayeon. Se estaba volviendo loca.
—Voy a ponerme el pijama, cierra los ojos y estate de espaldas que nos conocemos bien y lo pervertida que eres también.
—Tengo mejores cosas que mirar —bufó Mina poniéndose como Nayeon le había pedido.
Podía escuchar como las prendas caían al suelo, su rostro rápidamente se puso rojo. Im se estaba desvistiendo justo a sus espaldas y no podía ver nada de ese maravilloso cuerpo que tenía. Debía de admitirlo, el cuerpo de Nayeon era una tentación para sus pensamientos.
—Ya está, deja de sudar —se volvió a meter en la cama aplastando con su cuerpo la anatomía de Mina.
—No estoy sudando, es que tengo calor.
—Pues quítate algo.
—Si eso es lo que quieres —le susurró y Nayeon se sonrojó.
—Lo digo porque supuse que dormías en bóxer o sin camiseta...—dijo bastante tímida, cosa que hizo reír a Myoui.—¡Pues duerme así y apaga la luz...!
La universitaria le dio la espalda y cerró los ojos sintiendo la lejanía del cuerpo de Mina luego de que se acercara al interruptor para acabar con la iluminación, se giró de nuevo para ver a la menor dejando un espacio entre las dos.
Sin dudarlo tomó ambos brazos y los dejó en su cintura obligándola a que se apegara por completo a ella abrazándola, Nayeon juraba sentir los latidos del corazón de Mina.
—¿Es la primera vez que duermes con una chica? —rió Nayeon.
—No, es la primera vez que estoy en una cama enorme con una chica muy hermosa sin haber tenido sexo.—dijo totalmente sincera.
El rostro de Nayeon se tiñó de un rojo carmesí y se dio algo de aire con la mano.
—Eres una mujeriega...
—Un poco, o tal vez mucho.
—Entonces no entiendo por qué tienes ese rollo de papel higiénico y crema al lado de tu portátil —se mofó Nayeon.—¿No tienes con quien consumir tu amor?
—¿Tenemos que hablar de eso ahora? ¡Te creía más inocente Im!
—Shhh no grites y cierra los ojos, que estoy cansada y mañana tengo que madrugar.
—¿Por qué siempre me dices qué tengo que hacer? —dijo algo molesta, siempre obedecía como un perro a las palabras de Nayeon.
—No lo sé descúbrelo tú solita, buenas noches Minari —bostezó la coreana cerrando los ojos.
—¿Pero enserio tengo que dormir contigo? ¿Nayeon?
La respiración tranquila de la coreana hizo entender a Mina que quizás sí que iba enserio lo de dormir juntas. Podría escabullirse de las enormes manos que la tenían presa. No obstante una parte de su conciencia le rogaba por quedarse ahí, tanta indecisión hizo que el sueño comenzará a aparecer en su sistema y finalmente quedará dormida abrazándola como si fuera un peluche.
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