43.Este es un adiós (II)
Le rogó prácticamente de rodillas a su padre para que hablara con su jefe y así poder pasar una tarde más con su novia. Más bien quería sacarla a dar una vuelta y darle algún que otro capricho.
Hasta le había pedido prestado el coche a Sana para llevarla directamente y sin dificultad. Tenía pensado llevarla a algún lugar bonito con bonitas vistas, natural, poco conocido, un buen sitio para sentarse en la hierba y hablar de lo mucho que se quieren.
Nayeon le había dicho que sí a todo con la única excepción de dejar la casa impecable antes de marchar a dónde fuera que Mina quisiera.
Myoui ya había acabado con su tarea de limpiar el baño y la sala de estar, curiosa por ver como iba su pareja con sus quehaceres fue a echar un vistazo.
La universitaria tarareaba cantando la música que salía de su teléfono móvil, limpiaba los platos con ánimos y se movía al ritmo de la música. Tanto fue la motivación que llevaba encima que tomó una cuchara entre sus manos comenzando a utilizarla como micrófono.
Mina rió por esta acción y de puntillas sin hacer ningún ruido se acercó para rodear la cintura contraria con sus manos.
—¿Cantas para mi? —le susurró apegándola aún más a su cuerpo.
Im que había sentido que se le daba un infarto al sentir las manos frías de Mina aferrarse a su cintura. Trató de alejarla dándole un codazo, pero Mina ya estaba susurrándole a la oreja y acariciando sus muslos desnudos.
—Cantaré para ti cuando tú lo hagas —rió notando como la Myoui detenía las candentes caricias e iniciaba dándole varios picos en el cuello.—¡Quita Mina!
Una risa salió de la más alta.
—Me gusta más bailar...podría darte un baile sexy cuando quieras o...podrías dármelo tú a mi.
Nayeon no le respondió hasta haber terminado de lavar los platos de manera más tranquila, se giró y vio a su novia cruzada de brazos esperando por su respuesta.
—Lo tendré en cuenta para tu cumpleaños.
—Bien, ven aquí —abrió sus brazos esperando a que la coreana corriera hacia ella.
Se arrimó dejando que Mina la mimara, Im que también estaba bastante empalagosa llenaba de besos el semblante de la menor, llegando a morder su mejilla.
—¿Cuanto falta para que llegues a la sexta semana...? —le preguntó sin dejar de besar su clavícula.
—Si no me equivoco tres días...—sonrió recordando como pasaba el tiempo cada vez más rápido.
Aún seguían acarameladas a unos metros de sofá cuando repentinamente Nayeon se separó.
—Ya debe de haber comenzado mi dorama...—hizo un puchero dando saltitos hasta llegar al sofá y sentarse encendiendo la televisión.
Estaba hipnotizada viendo el nuevo capítulo hasta que sintió a Mina arrodillarse enfrente de ella.
Se apoyó en las rodillas de la coneja y la miró bufando.
—Pero, ¿no íbamos a salir?
—Umm deja que esto se termine y me voy a vestir.
Todo se silenció por unos segundos hasta que Nayeon notó como Sharon dejaba un pequeño beso en su vientre.
—He pensado en un nombre...
—Todavía es demasiado pronto, Minari —acarició su mejilla con cariño al verla hipnotizada con su cabeza recostada en uno de sus piernas.
—¿Necesitas algo? ¿Estas bien así? ¿Te traigo una manta? ¿O algo de comer? ¿Alguna almohada?
La mayor rió al ver lo atenta que estaba siendo. Nayeon había notado a la adolescente algo más afectiva y preocupada, desde que había vuelto de esa cena andaba algo rara...
—Estoy bien, tranquila —aún reía mirando a la pantalla.
—Iré preparando las cosas para cuando vayamos a salir, cualquier cosa llámame ¿vale?
La coneja asintió y Mina camino hacia su habitación algo agotada.
Busco en su cajón aquello que había prometido dejar en casos de estrés, pero en verdad le estaba dando demasiadas vueltas a lo ocurrido hace no mucho.
Primero pensaba en su familia, en el por qué no podían respetar su decisión o cómo Hyunjin se había enterado del embarazo de su novia. En segundo lugar, la confesión de Chaeyoung le hacía doler la cabeza de una manera impresionante.
El dolor por el que tenía que estar pasando Son ahora mismo por su culpa la hacía sentir como la mierda. Había jugado de manera cruel con el corazón de la muchacha y ya no había vuelta atrás.
Antes era un verdadero monstruo sin corazón, pero ahora no se podía permitir ser así.
Y menos con un bebé en camino.
Encendió el cigarro dándole una larga calada asomada por la ventana. Había cogido ese pequeño hábito de fumar cuando estaba estresada y últimamente lo estaba demasiado.
Debía de ser fuerte, debía de poder con ello y afrontar aquellos hechos que le rompían la cabeza. Sino fuera por Nayeon, ya estaría fumándose dos cajetillas de tabaco enteras al día no obstante, lo notaría y la haría explotar en ira.
Sabía perfectamente que a la coneja no le haría mucha gracia enterarse de que fumaba para aliviar el estrés. Pero la culpa la tenía su entorno.
La imagen de su padre fumando la misma marca de tabaco y con la misma expresión de estrés hizo que lo apagara de inmediato.
Ella no era como él.
Flashback.
El sollozo de su madre terminó de despertarla por completo, con algo de miedo se levantó de su cama y miró a Hyunjin que escondía su cabeza debajo de la almohada.
—Oniisan...—murmuró Mina abrazando a su almohada.
—Y ahora qué quieres, déjame dormir.
—¿Por qué están peleando?
—Por tu culpa idiota ahora déjame dormir —las palabras de su hermano la dejaron sin habla.
Sharon se recostó mejor en su cama y cerró los ojos, esperando que todo mejorara.
Una pena que no fue así, a las pocas semanas su madre les dio la noticia de que se mudarían a Corea del Sur y que su madre estaba embarazada, demasiadas cosas estaba ocurriendo para la cabecita de Mina.
La única explicación que le dio su padre fue que se iban por negocios que tenían pendientes y que Momo y Sana correrían su misma suerte así que no tenía nada que perder. Sachiko mantenía una distancia de dos metros como mínimo con Akira últimamente.
Hyunjin comenzó a culpar de todo lo ocurrido a la inocente mente de Mina que comenzó a creer todo, a pesar de los problemas familiares que tenía a tan temprana edad siguió con sus clases de ballet.
Su felicidad aumentó cuando sus dos mejores amigas se mudaron cerca de su casa, unos meses después. Solía pasar más tiempo en casa de sus amigas que en su propia casa, no le gustaba mucho pasar tiempo allí.
Sobretodo por las grandes discusiones de sus padres, donde siempre salía su madre llorando desconsoladamente.
Sachiko dio a luz a otra mujer, una bebé pequeña hacía presencia en su hogar y a Mina se le hacía extraño que su padre no le diera nada de atención y solo se apareciera los fines de semana para no hacer prácticamente nada.
Un hombre comenzó a frecuentar mucho su hogar y parecía amar a la pequeña niña recién nacida con locura y poco a poco Mina se terminó acostumbrando a la presencia de ese nuevo hombre y a la poca presencia de su padre biológico.
Los malos tratos de Hyunjin y la presión constante de su madre, presión que paso a otro nivel con la poca presencia de Akira.
La pequeña japonesa comenzó a creer con un ambiente bastante tóxico, los años pasaron hasta que a la edad de trece años. Después de tener una de las tantas peleas con Hyunjin insultándose como nunca, entró su madre reprendiendo a Mina incluso en su cumpleaños número trece.
Myoui salió de su habitación y antes pasó por la habitación de Yeji que jugaba con una enorme sonrisa con sus juguetes, ajena a todo eso. Miró con recelo a su hermana pequeña que no era consciente de lo que le rodeaba, con cuidado le cerró la puerta y se sentó a esperar en el sofá. Quería que ya fueran las cuatro de la tarde para salir a distraerse con sus mejores amigas...
El timbre hizo que despertara de sus pensamientos, abrió la puerta y al ver a su padre que llevaba desaparecido medio año lo primero que quiso fue golpearlo.
¿Por qué su padre ya no vivía con ellos? Era como si los hubiera de la noche a la mañana y otro hubiera ocupado su lugar.
No lograba comprenderlo, pero Mina siempre rezaba para que no fuera lo que pensaba que era.
—Feliz cumpleaños Mina, ¿tú madre está en casa?
Su hija ladeó la cabeza y dejó que pasara, Sachiko observó asombrada la presencia de Akira.
—Nuestros hijos están creciendo Sachiko, creo que estas cansada de vivir esta mentira —fue lo primero que soltó al verla y la mujer negó con la cabeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.—¡Estoy harto de que llores! ¡No puedes dejar de llorar por un puto segundo!
Mina observaba la discusión en silencio, la mujer siempre era bastante débil cada vez que se trataba de su "marido"
Hyunjin salió detrás de su madre y confundido miró a su padre asombrado queriendo ir a abrazarlo, siendo ignorado al ver como la mujer lo miraba pidiéndole una explicación.
—No pienso que nuestra reputación y todo lo que hicimos se vaya...
—Sachiko —la cortó —Estoy harto de invertir dinero en alguien que no me interesa, tú ya no me interesas.
La madre se acercó al hombre agarrándolo por la camisa, sin ninguna compasión la apartó mirándola a los ojos.
—Cómo te atreves, ¿después de todo lo que sufrí gracias a ti..?
—¡Sufriste porque quisiste! ¿sabes qué ? Mejor diles a nuestros hijos que te engañe muchísimas veces porque no me dabas lo que quería y tú te vengaste teniendo una aventura con un coreano que estaba de casualidad de vacaciones en Japón —Mina entró en shock y miró a ambos, Sachiko no emitió palabra alguna. —Y te quedaste embarazada y yo para no ensuciar mi imagen tuve que hacer de todo ¡podrías haber abortado joder!
—¡Le dije que no lo haría! ¡Lo quería tener porque siento que él sí me ama!
—Nadie te va a amar como yo, eso tenlo claro. Soy lo mejor que te pudo pasar —le espetó Akira.
Los adultos siguieron discutiendo y Mina se largó a su habitación, no quería escuchar más. Ya había tenido suficiente.
Hyunjin fue tras ella la tomó del cuello de la camiseta.
—¡Todo es tu culpa! ¡Fenómeno! ¡Esta familia seria feliz si no fuera por ti!
—¡Mentira! ¡Todo es culpa de papá idiota! ¿Acaso no lo ves? ¡Todo es su culpa!
• • •
Ella se había jurado no ser nunca como él, no sería capaz de hacerle eso a sus hijos...
Llena de furia cogió la cajetilla y la tiró, inundándose de rabia más que todo. Le ponía nerviosa darle tanta importancia a sus palabras, era como si se hubieran metido en su mente y la controlaran a pesar de que ya no viviera con ellos.
Sobó su cien cerrando los ojos, imaginándose la sonrisa de la persona que era prácticamente el sol en sus días nublados; Nayeon.
Solo tenía que cerrarlos e imaginársela, recostada en su abdomen hablándole de millones de cosas sin sentido o de cómo quería que fuese su futuro. Si estaba haciendo todo lo que estaba haciendo era solo y únicamente por Nayeon.
No podía permitirse decaer por sus padres cuando tenía que ser fuerte y demostrarle a su coneja que ella estaría ahí, presente y orgullosa de la opción que había tomado.
—¡Minaari! ¿Dónde están los pañuelooos?
—Ya voy —contestó.
Tomó una trozo de su camiseta oliéndolo, comprobando que no quedara esencia de que había dando un par de caladas. A continuación camino con un paquete de pañuelos para la mayor que se sonaba los mocos en ellos.
Le brindó una sonrisa y luego bajo lentamente la mirada jugando con sus dedos.
—Oye mi vida...estoy algo cansada, ¿podemos posponer la salida de hoy?
—Pues claro que no.
La coneja hizo un mohín, agachando aún más su cabeza. Los cálidos labios en la coronilla de su cabeza hicieron que volviera a elevar la vista.
—Era broma, si notas que estás cansada lo haremos cuando te sientas con más energías —acarició su mano.—¿Quieres que tomemos una ducha juntas?
—Sin nada de sexo —la apuntó y Mina negó con la cabeza.
—Solo haré lo que tú quieras, tonta —le sonrió de manera dulce.
Acabado un capítulo más de su dorama, Nayeon aprovechó su tiempo con la joven yendo a la ducha tomando un baño caliente juntas. Tal y como le prometió, Myoui solo se dedicó a darle suaves masajes en los hombros o a jugar con la espuma que se formaba en sus cuerpos.
Estaba siendo tan delicada con ella que estaba sorprendiendo demasiado a Im de que no se le abalanzara encima para intentar nada en ningún momento.
La japonesa solo estaba sacando a relucir lo mucho que la amaba y cuanto la quería cuidar de todo lo malo del universo.
Hasta habían preparado la cena juntas y terminaban de hacerlo mirando uno de esos programas tan graciosos que solo hacía reír a la coreana.
—¿Por qué no te ríes? —golpeó su hombro la mayor.
—Porque no es gracioso...
—¡Solo te ríes de los chistes malos de Jeongyeon! ¡Ella es la persona menos graciosa del mundo! —fingió enfadarse imitando a una niña pequeña que está a punto de hacer un berrinche.
Mina rodó los ojos y pasó brazo por los hombros de la más pequeña en altura.
—Es que Jeong y yo tenemos un humor parecido.
—Ugh, no me lo recuerdes.
Apartó su brazo de mala gana y la nipona logró captar su atención acercándole su móvil.
—Mira, Yeji me acaba de mandar fotos cuando era pequeña, le pedí que me las mandara si encontraba alguna.
Los ojos de Nayeon se ensancharon y brillaron llenos de emoción, necesitaba ver cómo era Mina bebé.
—¡Déjame ver eso! ¡Reenvíamelo!
Se quedó varios minutos viéndolo una y otra vez. No dejaba de sonreír.
—Nayeon, solo son seis fotos...
—¡Pero eras tan linda! ¡Ojalá nuestro bebé se parezca a ti!
Las mejillas de la extranjera ardieron y rápidamente negó repetidas veces con la cabeza arrebatándole el móvil.
—No digas tonterías, quiero una niña que se parezca a ti...
—¡Ay Minari! —se abalanzó para besarla siendo presa de la emoción del momento.—Será una combinación de las dos.
La pingüina mostró una sonrisa ladina abrazándola, su hijo o hija sería la cosa más adorable del mundo.
⚠️⚠️
Estaba amaneciendo, eran las cinco de la mañana o eso observó en el despertador de la mesilla de noche.
Nayeon se movió lo suficiente para ver a la suave y cálida espalda de Mina, tenia apresado uno de sus brazos abrazándolo como si no la quisiera dejar ir nunca.
Notó que sus manos estaban entrelazadas así que trató de cerrar los ojos y seguir soñando.
Estaba comenzando a caer dormida nuevamente, no obstante unos fuertes cólicos comenzaban a hacer presencia en su estómago. Cada vez eran más fuertes y el dolor se hacía cada vez más intolerable, estaba seriamente intentando ignorarlo.
No sabía cuánto tiempo llevaría aguantando. No podía más, había llegado a su límite.
Era demasiado, era un dolor agudo e intenso en su vientre. Apurada se levantó escapando de la presión que ejercía Mina.
Se levantó asustada y encendió la lámpara que estaba a su izquierda. Se quedó unos segundos mirando la sábana blanca.
¿Por qué había sangre?
La sábana estaba teñida de rojo, ¿Por qué? Si estaba embarazada no debería de tener el periodo...
El dolor se extendió aún más, quería llorar ahí mismo así que alarmada corrió hacia el baño para ver exactamente lo que sucedía; coágulos de sangre salían de su interior.
El terror se apoderó y Nayeon con lágrimas en sus ojos gritó, gritó asustada.
No podía ser eso...
El grito fue desgarrador, profundo y lleno de dolor más dolor psicológico que físico.
Esto fue lo que hizo que Mina corriera de inmediato en su busca, encontrándola como la primera vez cuando le confesó que estaba embarazada.
Sin embargo, esta vez era peor. Podía ver el papel y la sangre. Nayeon temblaba mirando a Mina.
Su sangre se heló y cayó de rodillas sintiendo el miedo en su corazón.
—Mina, dime que no es lo que creo por favor —lloraba desconsoladamente.—Por favor...
La japonesa no sabía ni qué decir, solo sintió el impulso de cogerla entre brazos para correr y conducir al primer hospital. No dejaría que nada le pasara a Nayeon, se lo había prometido.
—Todo saldrá bien, el médico te dirá que todo está bien, todo está bien para nuestro pequeño —le aseguro.—Te lo prometo...
Mina hablaba con un nudo en la garganta, estaba sintiendo el mismo terror que la afligida Nayeon.
Todo tenía que salir bien, ese no podía ser el adiós a ese pequeño ser que ya estaba comenzando a desarrollarse en el vientre de Im.
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