Después de tanta confusión, extraños sentimientos y una ráfaga de vergüenza cada vez que veía a Nayeon por las mañanas, la noticia de que sus abuelos venían de nuevo de Japón a Corea la alegro por completo.

Todo le estaba saliendo últimamente muy bien, la charla que tuvo con sus mejores amiga y el director Park hizo que se sintiera aliviada por completo.

El hombre les dijo que dejaría lo que quedaba de curso libre, solamente para que se preparan para el examen de admisión a la universidad como era debido. Incluso les dejo usar la biblioteca para obtener ayuda de quien quisieran, al final el señor Park no salió ser tan malo.

Ahora Mina, con la puerta abierta entro y abrazó a su abuela como si no la hubiera visto en años, completamente cariñosa.

—Ven hija, pasa —sonrío la anciana, invitando a su nieta a pasar mejor a la enorme casa.

Sus abuelos maternos siempre habían gozado de buenas riquezas.

—Hola abuela, ¿qué tal en Japón? —salió de los brazos de su abuela e hizo una reverencia, la anciana rió y acarició la cabeza de Mina.

—Te diría que le preguntarás a tu abuelo, pero está cansado durmiendo por el viaje. Quisimos tener nuestra segunda luna de miel.

Sus abuelos eran de esos pocos amores que habían pasado de todo y aún seguían enamorados como si se tratara del primer día en el que se casaron.

Las dos se sentaron en el acolchado sofá que la misma Mina le había recomendado a su abuela para que no sufriera tanto de esos dolores de espalda, sintió las caricias de su abuela en su rostro y sonrió.

La mujer de ya cierta edad observó los ojos de su nieta y soltó una sonrisa enorme.

Se podría decir que la quería más que a su propia madre, la abuela de Mina siempre la defendió e incluso se pasó gran parte de su infancia con su abuela.

—Tienes una mirada diferente, mi pequeña...

—¿Diferente? —levantó una ceja Mina.

—Hacía mucho que no tenías esa miradita brillante, mi Mina ya está enamorada...¿Quién es la afortunada? —tomó ambas manos de la adolescente que comenzó a balbucear, sin saber qué decir.

El rostro de la japonesa se enrojeció al imaginar a una pelinegra con el pelo lacio, bastante largo y esa sonrisa tan característica suya. Esa tonta arrogancia que tenía, cuando en realidad le parecía gracioso y genial que la chica se quisiera tanto. Encima era mayor que ella, así que le aportaba algo de ¿madurez?

Era la chica perfecta, era adorable y en pocos podía comportarse como una joven sexy y coqueta.

Negó con la cabeza, ella no debía estar enamorada y menos de esa persona.

—No, no, abuela no. Ya sabes que no me interesan esos temas...

—No me mientas, seguro que tienes a una persona especial.

—A Sana y a Momo.

—No ese tipo, cielo —rió acariciando el hombro de su nieta —Esa persona especial que te hace amarla aún con sus defectos, quien te ha hecho cambiar hacia mejor.

Vaya, su abuela siempre sabía que decirle en el momento indicado, Mina algo confusa por aquellas palabras decidió cambiar de tema, narrándole como le había comenzado a ir desde que consiguió su ayuda para emanciparse.

Quizás si no hubiera sido por sus abuelos que eligieron ese piso por ella, nunca hubiera conocido a Nayeon.

—Parece una jovencita divertida, las iré a visitar cuando pueda, ¿ella es tu persona especial?

—Ven cuando quieras abuela, tú y el abuelo y...no abuela no es ella.

—¿Segura?

—No-no sé —se rindió al ver la insistencia de su abuela.

La mujer mayor abrazó a la más joven, continuando con su conversación. A veces su nieta podía ser una cabezota.

Le hubiera gustado quedarse a dormir con su abuela, pero tenía varias cosas que limpiar en su apartamento y no sería justa para Nayeon que estaba estudiando como una posesa.

🧸🧸

Nayeon se estiró, estaba cansada de tanto estudiar no obstante como siempre decía, el esfuerzo valdría la pena.

Leyó el mensaje de Jihyo y Jeongyeon por el grupo que tenían, ¡claro que no saldría de fiesta! Ellas tenían lo suyo dominado, pero Nayeon tuvo que esforzarse un poco más para entender lo último de las lecciones.

Además, Mina le avisó que iría a visitar a su abuela y prácticamente no habían cruzado palabra. Mina estaba yendo de aquí para allá y Nayeon lo mismo, con suerte coincidían en la hora de comer.

¿A caso Mina la estaba evitando o era su idea?

Como estuviera de nuevo en contacto con esas personas peligrosas, Nayeon sería la encargada de dejarla la cara llena de hematomas.

Aprovecharía, se tomaría un día con calma y pasaría tiempo junto a Mina, porque deseaba estar con ella.

En cuanto la japonesa puso un pie en la morada, Nayeon se acercó con una mirada traviesa.

—Ahora que te pasa —saltó a la defensiva Mina al verla tan cerca.

—¡No extrañas a unnie! ¡Esta Nayeon de aquí te ha echado de menos!

—Es gracioso pensar como antes odiabas estar conmigo y ahora lo deseas

Nayeon sintió la sangre subirle a las mejillas pues era cierto lo que decía la menor, hacia mucho había desechado esos sentimientos negativos a Mina y había comenzado a verla de otra manera, ya no le parecía una adolescente hormonada, era como si estuviera viendo a Myoui con otros ojos.

—Siéntete privilegiada, hoy tendremos un día Minayeon.

—Minayeon, de Mina y Nayeon, eres una genia Nayeon —le guiñó un ojo a la mayor que rió en respuesta abrazándola.

—Invito yo, necesito ropa para la fiesta que celebraré. Te daré lecciones de como tener una cita en condiciones —aseguró Nayeon.

—Bien, una cita será entonces.

—Una cita de práctica y de pasatiempo, no te ilusiones Myoui...

Ambas se miraron algo avergonzadas, todavía estaban abrazadas y Mina tenía sus dedos sujetando la cintura de la coneja que algo sonrojada tenía sus manos enrolladas en el cuello de la adolescente.

Dios si parecían que se fueran a besar, tenían la posición perfecta.

—Iré a vestirme, primera regla de la cita. Nada de tocamientos pervertidos —quitó las manos de la menor que comenzaban a bajar disimuladamente.

Mina rió al sentir un puño impactar contra su hombro.

🥺🥺

Si alguien le hubiera avisado a Mina que las "citas" se basaban en tener que llevar todas las bolsas, aguantar que tipo de vestido le quedaba mejor o no, buscar maquillaje que combinará y mucho más no hubiera aceptado la tal cita...

Quizás todas no eran así, pero desde luego con Nayeon sí.

—Ahora voy a probármelos, ven —agarró la mano libre de la japonesa y se dirigió a los vestidores.

—¿Yo me tengo que probar algo también?

—No tonta, es para que me sujetes bien esto que se puede ver algo.

Myoui ladeó la cabeza, pareciendo lo suficientemente inocente ante los ojos de Nayeon, que sin decir nada más se metió dentro y dejó que Mina sujetara bien el telón que separaba el exterior con el interior en donde se podría cambiar con tranquilidad sabiendo que su desnudez no sería expuesta.

La nipona guardó silencio aún agarrando el trozo de telón, dejando las numerosas bolsas de ropa en el suelo. Segundos después comenzó a escuchar como las prendas caían al suelo y sus mejillas se encendieron.

Joder, si es que Nayeon estaba desnudándose frente a ella y no podía ver nada.

Con el poco autocontrol que tenía bajo la mirada, asegurándose de que no hubiera ningún problema ahí abajo con su "amiguito" y trató de alejar esos pensamientos sucios sobre la coreana.

—Mira, me queda genial. Me hace un culo increíble —salió Nayeon y Mina casi muere de un infarto ahí mismo.

Culo, sonó esa palabra como eco en su cabeza e inmediatamente mandó su mirada a ese lugar.

—Si quieres te lo toco y compruebo que tanto ha crecido...

—Mina, cállate hazme el favor...

Como un pingüino obediente acató la orden y tomó las bolsas, pudo percibir la indecisión de la mayor y se acercó a ella.

—Yo te veo perfecta con los dos, guapa como siempre —soltó con simplicidad la menor.

—Llevo los dos, venga vamos que no nos va a dar tiempo a nada.

La coneja salió disparada, arrastrando a Mina con ella. Al menos después de todo eso, Nayeon tenía pensado en recompensar a Mina por comportarse medianamente bien con ella.