0. Una llamada de ninguna parte
¿A qué le tienes miedo?
Esa es la frase que ha atormentado la mente de Holden desde la desaparición de su hermano menor en aquel lejano Septiembre de 1992. Incluso más de 30 años después, aún siente un escalofrío recorrer su espalda al oír a alguien realizar aquella pregunta, en especial en días como hoy.
El teléfono en la oficina ha estado sonando toda la mañana, pero algo le ha impedido levantar el auricular y tomar la llamada; tal vez fuera un mal presentimiento o los días que lleva sin poder conciliar el sueño, pero todo a su alrededor parece haberse detenido y haberle abandonado junto a aquel aparato.
—En verdad no pretendes tomar esa llamada, ¿cierto?
La voz aguda de su compañera le despierta, Amelia siempre ha tenido ese efecto en él. La joven mujer extiende la mano y contesta, Holden solo se queda quieto, observándola, a la espera de una respuesta a aquella inquietud que le inunda.
La conversación que ocurre en el teléfono no consigue entrar en su cerebro sin importar cuanto lo intenta. Suspira y se acomoda de nuevo en su silla, dejando de intentar entender algo.
Sin mucha delicadeza, la chica toma un papel del escritorio, tirando de paso el termo de Holden que derrama el poco café que había logrado preparar en la mañana, y comienza a anotar con rapidez algo que, desde la posición en la que está, no es capaz de leer.
—Lo entiendo señora, —dice Amelia en voz baja —iremos de inmediato. Hasta luego.
—¿Y bien? —pregunta Holden con curiosidad y un ligero temblor en la voz
Amelia muerde su labio nerviosa, como si estuviera pensando cual es la mejor respuesta, lo que no tranquiliza al detective. La mujer nunca ha sido alguien cuidadosa al hablar, usualmente es él quien tiene que pedir que piense antes de hablar con alguien, por lo que verla luchando con la idea de contar o no lo que se ha dicho en la llamada realmente le angustia.
—Esta bien, —dice abatida Amelia, tomando un segundo para respirar antes de seguir —era un reporte de desaparición.
Holden solo atina a dedicarle una mirada confundida.
—Normal, Meli. —dice Holden —Es nuestro trabajo.
—Lo sé pero, —responde enérgica la chica antes de calmarse —esta vez es diferente.
Antes de que Holden pueda decir nada, Amelia le entrega la hoja de papel en la que estaba escribiendo.
Sin saber que esperar, el detective la toma y lee con cuidado lo que tiene escrito. Notando que son los datos del desaparecido y la información conocida del caso.
Nombre: Sebastián Monroy
Edad: 5 años
Último sitio donde fue visto: En casa, visto por última vez alrededor de las 9 p.m.
Holden deja de leer y voltea a ver a su compañera, quien toma asiento frente al escritorio, mirando ansiosa como si esperara tener algún tipo de reacción negativa.
—¿Desapareció en su casa? —pregunta Holden sin entender nada
—Así parece, —responde Amelia —la señora Monroy dijo que Sebastián y su otro hijo se quedaron solos ayer por la noche mientras ella y su pareja salieron a cenar, el mayor se quedó dormido por las 9 y cuando despertó no pudo encontrar al niño.
—¿Pruebas de irrupción? —pregunta intrigado
—Los policías de la zona no encontraron nada, —dice la mujer nerviosa —lo único que apareció fue...
La chica señala a la nota en manos del detective, él vuelve la vista a lo que está escrito ahí.
El jefe de policía encargado del caso, Jesús Cabrera, no encontró evidencia de que alguien entrará o saliera de la casa. Lo único que se encontró fue una nota escrita en una invitación de algún evento, dejada sobre la cama del niño.
"Estimado señor Cameron Monroy, agradecemos la contratación de nuestros servicios. Esperamos que el resultado haya sido satisfactorio.
Con esto concluye nuestra muestra gratuita, le deseamos un maravilloso día."
El dolor en el pecho de Holden se hizo más fuerte, sintiendo como el aire escapa de sus pulmones y la boca seca, fue incapaz de terminar de leer el contenido de la nota. Lo conocía de memoria.
—Es un caso de Chbosky, —dice Amelia susurrando —el pueblo donde...
—Lo sé. —dice Holden sin ánimo
—No tienes que venir si no quieres. —sugiere la mujer intentando sonar tranquila
—Iré. —responde rápidamente el detective —No dejaré a otra familia destruida por ellos.
Amelia solo puede asentir, sabiendo que no habrá manera de convencerle de lo contrario; los años parecieran haber caído sobre el rostro de Holden, haciéndole ver mayor de lo que en realidad es, incluso el siempre perfectamente acomodado cabello rubio del hombre luce desastroso.
—Partimos en media hora. —declara Holden
La mujer asiente y se dirige a su propio escritorio, comenzando a guardar lo que necesitarán en una maleta.
Holden desvía la mirada, de nuevo olvidando el mundo a su alrededor, solo volviendo a aquella fría habitación vacía donde su hermano desapareció. El recuerdo tan vívido de los gritos de su madre y el llanto de su padre inundan su mente mientras extiende la mano a su propio cajón, sacando de su interior una tarjeta de color azul con detalles que alguna vez fueron blancos.
La sensación tan pesada al sujetar el trozo de papel no desaparece con los años, como si con cada día que pasa se volviera aún más pesada. No necesita abrirla para saber el contenido, hace años que la memorizó, aun así necesita tener la certeza de que esto no se trata de una pesadilla provocada por su atormentada mente.
La abre, viendo como su mano no para de temblar, y la coloca junto a la nota escrita por su compañera, evitando que el líquido derramado en el escritorio toque alguna de las dos. Una al lado de la otra: la nota que atormenta a una familia y la nota que él escondió para ahorrarle el dolor a la suya, ambas notas conteniendo un mensaje incomprensible y una firma que jamás podrá olvidar.
Notando que, en efecto, ambas cuentan con dicha firma, no le queda más que ponerse de pie e ir con Amelia, quien ya está preparada para irse.
"Fobias S.A.
Dinos tus fobias y te enseñaremos lo que es el miedo."
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