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Capítulo 5.

¡Hola mis bonitos lectores! ¿Sigo en la miseria estudiantil? Hasta diciembre, pero luego de eso tengo la esperanza de actualizar más seguido porque estoy metida en muchos fics, uno de los que más amo escribir es este. 

Mil gracias a las personas que se tomaron el tiempo para leer. El capítulo de hoy le pertenece a Eiji.

¡Espero que les guste!

Mi corazón era una rosa en apogeo. Se abrazaba contra sus propias espinas entre latidos para marchitarse.

—Yut, no debería perder el tiempo de esta manera. —El nombrado me ignoró, sus manos repasaron desde mis hombros hacia mi cintura.

—Te queda bien, pero aún siento que falta algo. —Rodé los ojos. Yut-Lung Lee podía comportarse como toda una diva cuando se trataba de una celebración—. Ya sé. —Él se estiró hacia su clóset para tomar un cinturón de cuerina—. Ahora sí estás listo. —Ponérmelo alrededor de la cintura fue tan sofocante como áspero.

—¿Realmente debemos ir? —Él me empujó hacia el espejo para que me pudiese contemplar.

—Decepcionaras al lince de Nueva York si faltas a su primer concierto. —El suéter que el azabache me había prestado era tan elegante como la chaqueta de mezclilla, los pantalones eran realmente apretados y las zapatillas me incomodaban—. Ahora luces como un verdadero galán.

—Podrías ir solo... —La indignación con la que se deformaron sus facciones fue impresionante, aunque llevábamos años compartiendo dormitorio no me terminaba de acostumbrar a tan abruptos desplantes.

—Prometiste que estarías ahí. —Él me invitó a acomodarnos sobre su cama—. Además, a juzgar por la cara que traías cuando regresaste de la cita yo diría que él te llevó al cielo. —Las orejas me calcinaron frente a tan venenosa sonrisa. A veces él era así.

—No pasó nada, solo fuimos al parque de diversiones.

—Seguro. —El sarcasmo fue punzante en el gélido de la tarde—. Pero últimamente luces distraído, ¿pasó algo? —Me dejé caer contra el colchón.

—El entrenador me sacó de la competencia. —La ligereza con la que musité aquello fue un contraste hilarante para una crueldad tan garrafal—. Él dijo que no estaba a la altura. —Mis manos reposaron contra mi vientre, mi atención se perdió en el tambalear de las luces.

—Eiji...

—Pero tiene razón. —Porque las personas no vivían de sueños era momento de despertar—. Tal vez es lo mejor, así me puedo concentrar más en los exámenes. —Últimamente no tenía energía suficiente para asistir a las prácticas o para perderme en el aire, tal vez las alas de las que tanto me enorgullecía estaban demasiado quebradas para volar.

—Amas estudiar fotografía, lo sé, pero no es la misma pasión la que pones cuando saltas. —Él se dejó caer a mi lado—. Eiji, el salto de pértiga es lo tuyo, si lo dejas te arrepentirás. —La brutalidad con la que me mordí el labio tuvo sabor a melancolía oxidada. La brisa revolvió algunos papeles en un suspiro.

—Lo sé, pero tampoco es justo que me sienta tan incómodo en ese lugar. —Presioné mis párpados contra mi antebrazo—. Es obvio que Fox no me quiere en su equipo, él me trata como un estorbo. —La ferocidad con la que fulguraron los ojos del azabache fue una bocanada de libertad.

—Ese idiota es un envidioso. —Reí.

—¿De qué? Escuché que fue competidor olímpico, él debe saber de estas cosas. —La impotencia que se impregnó en la fatalidad de la belleza me hizo sonreír—. No debo tener talento para esto. —Me había tomado una vida encontrar el lugar correcto para mi corazón, fue un camino repleto de amarguras y de dolencias, sin embargo, lo hallé.

—Vamos a pedir una hora para hablar con el director la otra semana ¿sí? —Si llegaba a perder eso, si me arrebataban esa parte de mí. ¿Cómo seguiría respirando? Amaba el salto de pértiga, tanto que dolía, tanto que daría lo que fuese por un segundo más de libertad.

—Dino Golzine no me da un buen presentimiento. —El terror a perderlo era paralizante. Sino era el Fly boy—. Escuché que otra alumna desapareció luego de involucrarse con él. —¿Quién era?

—Relájate Eiji, no irás solo. —La elegancia con la que se acomodó el cabello detrás de las orejas fue surreal—. Además, los rumores se exageran en la facultad, no te los tomes tan enserio. —No obstante, la amargura se mantuvo saturada en mi paladar como una advertencia.

—Si tú lo dices. —Cada estudiante que iba por el cobijo del director terminaba en tragedia.

—Ahora vamos, tu hombre te está esperando. —Hasta la nariz me ardió ante tan descarada risilla.

—¡No es mi hombre! —Él se levantó de la cama.

—Aún.

No tenía derecho al romance cuando estaba perdiendo la pasión.

Nueva York rebosó de vida esa noche, el gélido fue un mero cosquilleo entre el reflejo de las estrellas y la amargura del primer amor, los colores de la cafetería fueron atronadores, decenas de chicas se acomodaron al frente del escenario listas para gritar o arrojarse hacia los músicos, suspiré, Ash Lynx era esa clase de persona, una presencia tan brillante como apasionada, lo supe apenas lo conocí, esos ojos verdes, tan hermosos como solitarios eran imposibles de olvidar. Tan surreales. Me mordí el labio, mi atención vagó hacia las fotografías que Ibe había tomado, tal vez no tenía talento para saltar, quizás debería enfocarme en mi carrera, era divertido jugar con la belleza de lo efímero para desafiar a la eternidad.

Tal vez solo necesitaba una musa.

—Se han vuelto bastante populares. —Yut-Lung Lee no lo diría en voz alta, no obstante, la compulsión con la que sus cejas se fruncieron delató sus celos.

—Es por el lince de Nueva York, desde que llegó las chicas se han vuelto locas. —Mi respiración se congeló ante tan insolente voz, el ambiente se llenó de fricción en la fugacidad de un pestañeo.

—Sing... —El aludido me sonrió antes de acomodar su brazo sobre mis hombros—. ¿Qué haces acá? Tú odias esta clase de espectáculos. —Como si estuviese buscando la respuesta entre la multitud él dejó que su mirada vagase por la cafetería.

—El equipo de boxeo vino a ver el concierto. —Él apuntó hacia una mesa atiborrada de estudiantes, cerveza y chatarra—. El lince de Nueva York parece tener la atención de toda la universidad. —No supe la razón, sin embargo, esas palabras me dolieron, me crucé los brazos sobre el vientre, el fulgor de esos jades aún me tenía mareado. No. Necesitaba sacarlo de mi cabeza.

—El chico resultó ser un galante. —El bufido de mi mejor amigo fue largo, el tintinear de las luces se tornó sofocante frente a la pestilencia del alcohol.

—Es la estrella del equipo de béisbol y el vocalista de la Fish Bone, no podías esperar otra cosa. —Yut-Lung Lee rodó los ojos—. ¿No te agrada que la banda de tu novio sea tan conocida? —La estridencia con la que se tiñeron sus mejillas gatilló una carcajada.

—No lo molestes Sing, no seas infantil. —El aludido estiró sus palmas como gesto de inocencia.

—A ti no te he visto últimamente durante las prácticas. —La realidad me erizó la piel en lo mortífero de un escalofrío—. Sin ti no tengo con quien compartir almuerzo, ¿no te da pena haberme abandonado? —Aunque Sing Soo-Ling medía casi dos metros cuando lo conocimos él apenas alcanzaba la altura de un niño.

—El entrenador me quiere sacar del equipo. —El tiempo se paralizó cuando musité aquello. Sin importar qué tan fuerte gritaron esas chicas o qué tan violento parpadearon las luces no pude quitarle mi atención a esa expresión. El horror fue indescriptible.

—¿A ti? —El silencio fue ensordecedor bajo las porras de la multitud—. Pero tú eres el Fly boy... —Me encogí de hombros antes de bajar mi mentón. Fue mi culpa por haber puesto tanta alma en un sueño cuando solo era eso ¿verdad? Tarde o temprano tendría que crecer.

—Vamos a hablar con Dino Golzine cuando esto se acabe. —El más alto se atragantó con las palabras de Yut-Lung Lee.

—¡¿Con el director?! —El grito desapareció frente al desastre estudiantil—. No creo que esa sea una buena idea, él tiene fama de acosar a los estudiantes, especialmente a los masculinos. —La incredulidad con la que el más bajo alzó una ceja fue contagiosa—. Además escuché que es un buen amigo de Fox.

—Genial. —Él me revolvió los cabellos como consuelo.

—¡Hey! Estuve una hora arreglándolo para que se viera guapo. —Con un manotazo Yut-Lung Lee lo apartó—. No arruines mi obra de arte. —Sacando un cepillo de su bolsillo él me volvió a peinar.

—¿Por qué el repentino interés? A Eiji nunca le han importado esa clase de cosas. —Como si la respuesta fuese obvia su imagen me golpeó en lo más recóndito de la cordura. Ojos verdes, cabello dorado, sonrisa coqueta, figura galante—. Eiji tú no. —Las mejillas me ardieron—. ¿También eres fan de Ash?

—¡Claro que no! —grité eso, sin embargo, estaba rojo hasta las orejas—. No tengo tiempo para esas cosas. —Mi vida era un desastre, necesitaba concentrarme, necesitaba volverme a levantar. Sino era el Fly boy no era nadie. Sino saltaba...

¿Para qué seguía en la universidad?

—Eiji... —Las luces se apagaron antes de que pudiese seguir.

—¿Están listos para el espectáculo de su vida? —El público se quedó sin aire cuando la banda salió, los gritos estremecieron el lugar—. ¡Así me gusta! —La brutalidad con la que Shorter tomó el micrófono se robó el suspiro de las gradas. Cada uno de los integrantes estaba vistiendo una camiseta con el logo de la banda y unos jeans de cuerina.

—Presumido. —Cuando Ash Lynx salió al escenario el mundo se paralizó. Como si fuese la personificación de la belleza él se abrió paso hacia al frente con una guitarra escarlata y una sonrisa hecha de magnetismo.

—¡Nosotros somos Fish Bone! —Las chispas fulguraron cuando él rasgó la guitarra.

Él solo vibró.

Lo que sentí cuando comenzaron a tocar fue indescriptible, si la pasión fuese un nombre ese sería Aslan Jade Callenreese, la imponencia con la que rasgó las cuerdas jugó con mi corazón, cada toque fue electrizante, cada nota resultó delirante, sus acordes se deslizaron en lo embriagador de la canción, me congelé frente a la intensidad de esos ojos verdes. Su voz escapó feroz, masculina pero aun así hermosa. Tragué, tratando de recordar cómo respirar, lo único que pude percibir bajo el crujir de la batería fue la disonancia de mi propio corazón. El sudor y las chispas recorrieron su cuerpo, sus dedos fueron fuego, las cuerdas se quemaron por culpa de la fricción. Fueron horas, podrían haber sido días, sin embargo, no me hubiese importado porque lo estaba mirando a él. Impresionante. Así que Griffin no mentía cuando me dijo que era un pródigo, que desperdicio habría sido que se quedase en Cape Cod.

Estuvieron tocando hasta el amanecer, el sonido se agolpó en una infernal ola de calor y gritos femeninos, la habitación se empapó de alcohol y perfume barato, mis sentidos se perdieron en la sinestesia de esos jades. Cada integrante del público pereció en tan salvaje ritmo, cuando Ash Lynx se acercó en un solo de guitarra pude observarlo, sus manos se encontraban repletas de callos, sonreí, debió estar trabajando bastante duro para conseguir tocar esas canciones, eso era la verdadera pasión ¿verdad? Bajé la mirada, que aterrador era que la vocación se me estuviese esfumando como cenizas en la brisa.

—¿Se van a quedar a ver todo el espectáculo?— Sing contuvo el volumen de su voz cuando se acercó—. Mañana tienes práctica. —No obstante, la música cesó.

—¡Muchas gracias! —Entre jadeos y suspiros la banda se despidió.

—Olvídenlo.

—Shorter me dijo que los buscáramos en los camarines cuando terminaran. —El rostro de Yut-Lung Lee se encontraba repleto de éxtasis y admiración—. Vamos. —Era una lástima que no les permitiese a los demás vislumbrar semejante ternura, él era orgullo, tenía los colmillos demasiado afilados.

—¡Eiji! —La figura de Sing se perdió entre la multitud—. ¡No se te ocurra ir a hablar a solas con el director!

Mi corazón era una rosa marchita. Sus pétalos lloraban para congelarse sobre la nieve y perecer en el olvido.

La cafetería no tenía un camarín para que la banda se cambiara, sin embargo, sí tenía una vieja bodega de suministros, Yut-Lung Lee se abanicó el rostro cuando estuvimos al frente de la verdad, él se acomodó el cabello antes de volver a su semblante original. Rodé los ojos, aunque conocía de antemano la admiración que él le profesaba a la música de Shorter Wong era extraño verlo hundido en tan desbordante seducción. Él no tocó para pedir permiso, él solo entró.

—Amigo, alguien me arrojó un sostén mientras cantabas. —La indignación deformó la belleza de esas facciones con ferocidad. Ver al moreno jugando con una prenda de encaje realmente lo fastidió.

—Shorter... —Fue Bones quien captó su atención antes de apuntar hacia la puerta.

—Yut. —Su risa fue nerviosa y compulsiva, él arrojó el sujetador contra la cara de Alex—. ¡Hola! ¿Te gustó el espectáculo? —La tensión en el cuarto fue letal, las venas le explotarían.

—Te dije que necesitaría paciencia. —Como si fuese lo más natural del mundo Ash Lynx llegó a mi lado.

—Supongo que tenías razón. —Y como si ya fuese costumbre yo lo contemplé, su cabello se encontraba alborotado por la fatiga, su rostro se había perlado por el calor, la intensidad en su respiración fue contagiosa.

—¿Y? ¿No me vas a felicitar? —Sonreí nervioso, por más que traté de evadirlos fracasé . Esos jades eran como un imán. Tan mortíferos como irreales.

—Lo hiciste bien. —El puchero que esbozó fue digno de un niño—. Estuviste realmente impresionante. —La vergüenza que se pintó sobre sus mejillas fue abrupta—. ¿Qué? ¿Quieres que te alabe aún más?

—Sí. —Ahora era mi nariz la que estaba ardiendo ante semejante descaro—. ¿Estuve genial? —Bajé los hombros.

—Estuviste realmente genial. —¿Amor? No, eso no era algo que me pudiese permitir. La pasión destruía las grietas y el dolor goteaba como brea sobre el escarlata—. Tienes muchas fanáticas. —Su mueca fue altanera y petulante—. Y así me dijiste que no eras popular, eres un mentiroso.

—¿Celoso, onii-chan? —Chasqueé la lengua, el éxito lo había convertido en un arrogante.

—Ni un poco. —La electricidad del ambiente nos intoxicó—. Después de todo me estuviste mirando a mí durante todo el espectáculo. —El trepidar en sus orbes fue más violento que cualquier confesión.

—Es que luces bonito hoy... —La torpeza que reinó entre nosotros fue inexplicable—. Siempre luces bonito pero hoy más. —Él se presionó el entrecejo, tratando de arreglar sus palabras—. Me hace pensar que te pusiste guapo para mí y eso me da esperanza. —Su atención se enfocó en el suelo del cuarto, las alfombras eran mullidas y negras.

—No, esta fue idea de Yut. —Mis manos se empaparon de ansiedad cuando lo contemplé—. Pero... —La estridencia de mi corazón fue peligrosa—. Sí quería que me dijeras eso, quería que pensaras que soy bonito. —El repentino silencio quebró el ambiente, cuando alcé el mentón entendí que todos nos estaban mirando.

—No, por favor sigan, finjan que no estamos acá. —La brutalidad con la que los demás carcajearon hizo temblar al lince de Nueva York—. Amigo no puedes ser más obvio, tienes escrito en toda tu cara lo mucho que te gusta Eiji. —Como si recién se hubiese percatado de su error él se mordió la lengua.

—Vaya amigo que eres. —Un chico de cabello rosado se colgó sobre mi hombro.

—Así que este es el Fly boy. —Él tomó mi rostro entre sus palmas para examinarme—. ¡Es muy bonito! —La vergüenza fue despiadada—. Ya sé por qué Ash balbucea tanto sobre ti. ¿Sabes que se levanta dos horas más temprano todos los días solo para verte saltar? —Toda esa galantería con la que me pretendía seducir fue reducida a un niño berrinchudo. Que imagen más encantadora.

—¡Es verdad! —El bajista se les unió—. Para convencerlo de unirse Shorter tuvo que usarte como chantaje. —El nombrado carcajeó con nervio—. Pero es que apenas entraste a la cafetería a él se le cayó la baba, fue su culpa por hacerlo tan obvio. —No pude evitar reír frente a tanta humillación.

—Entonces tú eras un fanático mío. —Me apreté el estómago con fuerza tratando de recuperar el aliento—. ¡Qué adorable!

—¿Podemos irnos luego? El viejo debe estar preocupado por mí, le dije que regresaría temprano. —El bufido de Shorter fue largo y aburrido.

—¿No te quedaras un poco más?

—Los dormitorios ya están cerrados a esta hora. —El descaro con el que acomodó su palma sobre mi cintura me paralizó—. Por eso Eiji se quedara a dormir conmigo. —El tacto fue ferviente pero delicado.

—Oh, es verdad. —El moreno frunció la boca—. ¿Podemos ir todos a tu casa? No tenemos donde dormir. —El rubio ni siquiera pudo responder bajo los festejos de la banda.

—Esto no era lo que tenía en mente. —Él se dejó caer sobre mi hombro en busca de consuelo.

—Perder tu virginidad tendrá que esperar, lo siento amigo. —Las palabras de Shorter Wong se escucharon por todo el local, sin duda era un personaje.

El complejo de apartamentos donde Ash se hospedaba era mucho más grande que los dormitorios, la tranquilidad que rodeaba ese lugar era impresionante, para una ciudad repleta de movimiento como Nueva York ese rincón era un ensueño. Ventanas elegantes, ambiente reconfortante, sonrisas agradables. Cuando él abrió la puerta un hombre de rostro agotado se hallaba apoyado contra una mesa repleta de pizzas y refrescos.

—No tenías que desvelarte, te dije que llegaría tarde. —El castaño se quitó los anteojos para poder restregarse los párpados.

—Dijiste que invitarías solo a tu novia, pero me alegra que hayas traído a tus amigos. —Las mejillas del lince de Nueva York se pintaron de verano, el mayor nos repasó con la mirada antes de enfocar su atención sobre el bailarín—. ¿Ella es la afortunada? —La frustración con la que Yut-Lung Lee frunció la mandíbula hizo que los presentes temblasen de miedo.

—Yo nunca dije que invitaría a mi novia, yo dije que traería a una persona especial. —Cuando el más alto se volvió a colocar los anteojos él se dio cuenta de lo garrafal de su error. Ver a un hombre tan imponente tartamudear me hizo sonreír.

—Perdón por confundirte, pero eres muy delicado. —El azabache se cruzó los brazos asqueado por el desconcierto.

—Demasiado para ser la pareja de ese sujeto.

—Compré algunas cosas para que pudieran comer, deben estar cansados luego del concierto. —El rubio me ofreció un pedazo de pizza antes de arrastrarme hacia el sillón.

—Lamento la confusión, el viejo se ha estado desvelando por el trabajo. —Los demás integrantes de la banda se quedaron charlando alrededor de las botanas y los refrescos—. En mi mente hoy solo éramos tú y yo. —Me relajé a su lado, el vapor nubló mi juicio frente a tan galante sonrisa. No era justo que él fuese así de guapo. No era justo que él jugase de esa manera con mi corazón.

—Aunque realmente estuvieron increíbles allá arriba. —Le di una probada como excusa para esquivarlo, el queso estaba caliente y el orégano amargo—. No sabía que eras tan talentoso con la guitarra. —Él dejó escapar un bufido antes de devorar el trozo entre sus manos.

—No fue la gran cosa, ya sabía tocar porque Griffin estuvo todo un verano enseñándome guitarra acústica. —Recordar el orgullo con el que fulguraron los ojos del nombrado fue atronador.

—Lo sé. —Ni siquiera me di cuenta cuando terminé de cenar—. Él me lo contó. —La estridencia con la que mi pecho palpitó fue aterradora, las manos se me empaparon de ansiedad, quise apartarme de él, sin embargo, acabé más cerca. Aunque el sillón era gigantesco se nos hizo pequeño.

—Él es un hablador. —Que nuestras manos se rozasen sobre los cojines no pareció ser una casualidad—. Eiji... —La tensión en el ambiente fue embriagadora—. Tú dijiste que habías estado en una relación antes ¿verdad? —Asentí—. ¿Por qué terminaron las cosas entre ustedes dos? —La melancolía del primer amor me resultó tan inocente como violenta.

—No fue nada terrible, de hecho él y yo aún somos amigos. —La perplejidad que se posó en las facciones de Ash trazó una sonrisa sobre la incertidumbre.

—¿Él?

—Sí, es un hombre. —Me encogí de hombros tratando de restarle importancia, no obstante, el resplandor atrapado en esas pupilas convirtió a mis espinas en un imposible.

—Entonces yo sí tengo posibilidad. —Rodé los ojos, que terrorífico era confrontar la verdad—. Sino terminaron de mala manera. ¿Por qué no quieres intentarlo con alguien más? —Él no quiso sonar interesado en eso, sin embargo, el descaro con el que tomó mi mano lo hizo sonar de esa manera.

—Nos separamos porque tuvimos intereses más importantes que una relación. —Recordar aquel verano fue como un trago de absenta. Adictivo, letal y dulce—. Yo necesitaba concentrarme en el salto de pértiga. Salir a citas, tener que recordar aniversarios y esas cosas no me estaba permitiendo rendir en los entrenamientos. —Me froté el entrecejo—. Tuve que priorizar.

Si nosotros habíamos acabado bien...

¿Por qué aún me dolía mirarlo?

—Me gusta pensar que escogí bien.

—Eiji...

—Pero el entrenador de todas maneras me quiere sacar del equipo así que supongo que escogí mal. —Tratando de contenerme apreté mis rodillas. Sino lo pensaba no dolería, sino lo miraba no sería real.

—Podemos arreglar eso. —Pero lo contemplé y lo tuve que musitar. Y que aterrador fue ahogarme en la belleza de esos jades para entender lo real que se sentía—. No tienes que actuar como si estuvieses solo en esto. —La ternura con la que él deslizó sus yemas sobre mis mejillas descongeló los pétalos de mi corazón.

—Ash... —Ni la espina más venenosa lo apartó.

—Y si ese sujeto se alejó de ti y no fue capaz de apoyarte con esto. —Cuando él acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja el mundo se paralizó—. Eso no significa que yo no sabré hacerlo. —El rostro me ardió, las manos se me empaparon de colores, las risas de la banda se volvieron segundarías—. No me imagino a la clase de idiota que se apartaría de ti. —Ladeé mi rostro.

—¿No? Pero si lo conoces. —La confusión que se trazó en tan masculinas facciones hizo que uniese cabos sueltos—. ¿Shorter no te lo ha dicho? —Que extraño, cuando él fue quien me lo presentó. Por su culpa los acabé conociendo a ambos.

—¿Decirme qué?

—¡Oye Ash! ¿Es verdad que te dan miedo las calabazas? —El grito de Alex lo hizo reaccionar, la furia con la que se arquearon sus cejas fue el preludio para un desastre.

—Discúlpame Eiji, debo ponerlos en su lugar. —Suspiré cuando él se marchó.

Mi corazón era una rosa marchita que soñaba con perecer en un último amanecer.

Me dejé caer contra el sofá, era mucho más sencillo ignorar lo que realmente había pasado a atormentarme por ello. Ya no era un niño, tenía que avanzar, sin embargo, qué fácil era anhelar aquello en lugar de practicarlo. Algunos recuerdos eran tan hermosos que se quebraban en tormentas, algunos amores eran tan delicados que se clavaban como espinas. Que Yut-Lung Lee se acomodase a mi lado gatilló un escalofrío, la elegancia con la que sostuvo su vaso de refresco me hizo reír. Shorter y los demás integrantes de la banda seguían molestando a Ash, la fama no tardaría en alcanzarlos. Tal vez ya lo había hecho.

—Sí te das cuenta que ese chico te ha estado persiguiendo como un gato mimoso ¿verdad? —No existió nada de casual en esas palabras, él me había estado vigilando—. Él me dejó la misma impresión durante el concierto, pareces gustarle de verdad.

—Yut, no quiero una relación con un músico otra vez. —Que fuese tan directo lo dejó sin aire—. Ya sabes cómo van las cosas, ahora él piensa de esa manera porque aún no se da cuenta de lo popular que es. —El vaso de refresco fue dejado de lado.

—Ash no es el idiota de tu ex. —Su chasqueo de lengua me hizo reír, a él nunca le gustó esa relación—. Además, según ese razonamiento Shorter hará lo mismo conmigo ¿no? —Preferí no responder, saberlo de antemano solo nos rompería el corazón.

—No quiero ser la aventura de un chico heterosexual, imagina que me atrevo a iniciar algo con él y descubre que le siguen gustando las chicas y más encima está rodeado de ellas. —Subí mis piernas hacia el sillón—. Imagina lo mucho que me dolerá dejarlo ir si me termino enamorando, no quiero eso.

—¿Entonces es mejor cerrarte a todas las posibilidades?

—Lo mejor es que me concentre en la fotografía.

—Ya ni siquiera es por el salto de pértiga. —Él dejó caer su nuca contra el sofá—. ¿Por qué siento que el único que está huyendo de esto eres tú? —Trazando figuras al azar entre los cojines lo comprendí.

—Porque quizás eso sea verdad.

Pero no quería tener que soportar otro golpe, mi mundo era pequeño, me cabía entre las manos y con eso estaba bien, era aterrador verlo expandirse para pintarse con el color del vacío e impregnarse del sabor de la remembranza. No. No otra vez. Cuando las cajas de pizza se terminaron y los reclamos de Max Lobo fueron escuchados nos fuimos a dormir. El cuarto del lince de Nueva York se encontraba repleto de libros, trofeos, fotografías con su hermano y películas de culto. Ambos nos dejamos caer sobre la cama, aunque ni siquiera había practicado mi cuerpo agonizaba en el cansancio. En un par de horas el amanecer se esfumaría.

—Eiji.

Él se acarició la cabeza antes de voltearse a mi dirección, sus cabellos se habían desordenado sobre su frente, su rostro se encontraba empapado por la adrenalina, su boca estaba húmeda por el refresco, aquella almohada se había vuelto demasiada pequeña para nosotros dos. Reí, él lucía guapo. Estábamos tan cerca que pude escuchar cada movimiento en el rechinar del colchón, sus piernas se deslizaron entre las mías, el candor en mi respiración consiguió que olvidase mis pensamientos, lo único que pude saborear fue su perfume entremezclado con su aliento. Él extendió una mano hacia mi rostro, el tacto fue tan dulce como gentil, aunque no dijimos nada, esa mirada me lo murmuró todo.

—¿Realmente está bien que nosotros estemos acá a solas? —Sus yemas delineando mis facciones no me dejaron continuar, el toque fue lento y delicado, las cosquillas desbordaron cuando él me sonrió. Electricidad.

—Estarán bien durmiendo en la sala, necesitaba tener un poco de tiempo solo contigo. —La tensión fue asfixiante entre nosotros dos—. Además Shorter y Yut-Lung tienen el sillón, eso es mejor que el piso. —Me hundí entre las sábanas. Que ojos más embriagadores.

—Que usemos la cama solo nosotros se siente un poco injusto. —Su sonrisa llenó de chispas el cuarto, el silencio fue atronador bajo tan feroces jades. Cada roce fue irreal—. No puedo creer que convencieras a Yut para dormir ahí.

—No tuve que hacer mucho, Shorter hizo la mayoría del trabajo. —Ambos compartimos una risa tan torpe como nerviosa en un latido de corazón—. Él dijo que hablarías con el director ¿es verdad? —Asentí.

—Lo haré lo antes posible. —Comencé a dibujar figuras al azar sobre su pecho—. No creo que resulte pero si existe la posibilidad de saltar en el torneo, aunque sea pequeña, me quiero aferrar a ella. —Su palma se deslizó desde mi rostro hacia mi cintura, él comenzó a acariciarme como si fuese digno de admirar.

—¿Puedo acompañarte yo? —La timidez en esa pregunta fue un contraste estridente para tan descarados toques—. Sé que tienes a Yut pero quiero ser yo quien vaya contigo.

—Esa es una petición un tanto egoísta. —Imitando sus movimientos comencé a acariciarlo a él—. Se te está subiendo la fama a la cabeza.

—Tal vez. —Aunque la silueta de Ash Lynx era masculina e imponente la curva entre su cintura y su cadera fue un lugar perfecto para que me pudiese perder—. Pero me darás el gusto de todas maneras. —Rodé los ojos.

—Abusas de que eres guapo.

—Lo sé. —Su aliento se impregnó en cada hálito que tomé—. Fue divertido que todos viniesen hoy, pero realmente me habría gustado poder acapararte solo para mí, Eiji. —Aunque la habitación estaba sumida en la oscuridad.

—Si sigues hablando de esa manera pensaré que estás coqueteando conmigo. —Sus ojos fueron cegadores.

—Bien. —Estábamos tan cerca en aquella gigantesca cama que nuestro agarre se había convertido en un abrazo—. Quiero que pienses de esa manera. —Pude sentir sus latidos contra los míos—. Porque estoy usado hasta mi último encanto para seducirte. —Sus cabellos se enredaron entre sus pestañas, su nariz se acomodó al costado de mi mejilla, pude vislumbrar mi reflejo dentro de tan imponentes jades.

—Ash... —Me ahogué en él. Ash Lynx era esa clase de persona—. Lo dices solo porque te sientes confundido, es normal, la admiración es un sentimiento un tanto abrumador.

—Pero Eiji. —Él tomó mi palma antes de llevarla hacia sus labios—. Yo no quiero besar a las personas que admiro. —El rostro me calcinó frente a tan audaz confesión, las chispas fueron insoportables—. ¿Por qué te cuesta tanto aceptar que eres especial para mí? ¿Voy demasiado rápido?

—Porque me da miedo de que no sea así. —La sangre me hirvió, mis músculos se sintieron débiles, solo caí por él—. No eres alguien a quien estaba esperando, estás interrumpiendo en cada uno de mis planes, lo sabes ¿verdad? —Su sonrisa fue tan galante como sincera.

—Pero te gusta que lo haga. —Suspiré, era verdad. Olvidé dónde empezaba su cuerpo y dónde terminaba el mío bajo las sábanas.

—Ya he vivido esta clase de cosas. —Me congelé para derretirme entre sus brazos—. ¿Qué pasará cuando te hagas aún más famoso y esto se vuelva un problema? —La ternura en su mirada fue abrumadora.

—¿Eso significa que tengo una oportunidad? —Alcé las cejas con indignación.

—No estás escuchando lo importante.

—¿Importante? —Era acá donde debía detenerlo—. Lo único que me importa es que me gustas tú. —Sin embargo, el estruendoso sonido dentro de mi pecho fue imposible de ocultar—. Eiji, no quiero que me des una respuesta ahora. —Él tomó todo lo que yo era—. Solo quiero que lo sepas. —Para convertirme en un manojo de sentimientos.

—Pero... —Me mordí la boca, odiándome por desear que él me besara.

—Me gustas, solo recuerda eso.

Así que me incliné para besarlo yo.

Mi corazón era una rosa deseando convertirse en un girasol.

Y hasta que la nieve no haya congelado sus pétalos, hasta que no queden más espinas que cortar, hasta que la inocencia se marchite bajo la última chispa de luz.

Mi corazón jamás tocará esa calidez. 

Estaba sacando las cuentas ordenando esta trama y tenemos para largo, pero hay una parte que quiero escribir muchoooo, así que trataré de sacar pronto el siguiente capítulo.

Muchas gracias a todas las personas que se tomaron el tiempo para leer.

Nos vemos en un par de semanas si me tienen fe.

¡Cuídense!

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