gemütlichkeit

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Parado en la parada del colectivo Jimin no puede evitar suspirar con cansancio a la vez que estira su brazo izquierdo y ve como gotas de la llovizna chocan en la palma de su mano, son las siete y media pasada y el cielo ya ha oscurecido, su última clase termino hace diez minutos sus compañeros le invitaron a comer tteok-manduguk* para calentar un poco el cuerpo con este invierno tan crudo pero él rechazó la invitación con la excusa de que estaba cansado y que quería irse a su casa a descansar, pero la realidad es que sólo quiere ir a su casa.

Porque él es su hogar.

No puede evitar temblar de escalofríos cuando el viento choca contra su cuerpo, por suerte el colectivo que le llega hasta su casa aparece, ya adentro y una vez pagado su boleto va hasta el fondo a sentarse y sopla sus manos congelados para tratar de darles un poco de calor, apoya su cabeza contra la ventana y observa como las gotas de deslizan en ella, de apoco sus ojos se cierran.

Exaltado se despierta cuando alguien lo mueve, es su vecina de sesenta y cinco años, Jimin se inclina avergonzado pero agradecido y la ayuda a bajar, comparten pequeñas palabras cuando llegan a su piso, ella se despide de él con una pequeña sonrisa y le murmura buenas noches.

Con las manos congeladas Jimin escribe el código para entrar al departamento y cuando hace el sonido indicando que la contraseña es correcta y saca el seguro él entra y un agradable olor a vainilla lo recibe a la vez que su cuerpo se relaja cuando siente el calor de adentro.

ㅡBienvenido a casa, Jimin.

Jimin sonríe con pereza:ㅡEstoy en casa, Kook ㅡhabla con su voz ronca aceptando el abrazo de éste a la vez que cierra sus ojos y huele su clonia.

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