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Desde el momento que tomó su mano por primera vez, tomando la decisión de aceptar su propuesta de un momento de paz llanamente movido por la curiosidad, Toji pensó que estaba cometiendo un acto muy estúpido. Pero había un síntoma "prohibido" que lo hizo ignorar todo su sentido común, e ir con él.

Gojo Satoru, un "diamante" en bruto, muy molesto a veces, meloso en otras, confiado siempre. Creía que podía definirlo como un "amor/odio"

En ese momento, estaba entre preocupado por verlo como buscando su supervivencia para ayudarlo.

Moviéndose por todo el escenario,  uno él cual era bastante tétrico repleto de cadáveres, pero al que reaccionaba con sumo desinterés. Le parecía extraño que hace ya un tiempo nadie lo encontrara, estaba ya todo prácticamente vacío.

— Maldita sea… — Maldijo por lo bajo, viendo como un Shinigami peligroso se urgía importante, sabiendo dónde estaba quién tanto buscada. Había dejado caer cada una de sus armas, dirigiéndose allí, momentos antes de presenciar cómo caía al suelo.

Hasta verse frente de la única persona que, genuinamente, le importaba en todo esto. Sonriendo sutilmente de medio lado, le ofreció su mano notando que estaba extasiado, ya sea por la adrenalina o la locura propia tras hacer tremendo desastre en batalla. Antes de voltear a ver el cadáver del quien fue su líder. Satoru estaba bastante cansado, y para él, eso no era decir poca cosa. Cayendo sobre él hombro de Toji apenas estuvo de pie.

— Veo que fuiste capaz de bastante. Felicidades, ese cabrón se merecía ser puesto en su lugar. — Tomando al hombre a su lado, poniendo su mano en su cintura lo ayudó a moverse, de forma que pudieran salir de allí cuánto antes. — ¿Qué tan hecho mierda estás?

— Sobreviviré. De momento. — Rio son gracia. Acto que en otras circunstancias hubiera desconcertado a Toji, pero entendía porque lo hacía. Sosteniéndolo más fuerte mientras caminaban.

Dándose cuenta de lo desolado del campo.

— Me preocupa que se formen maldiciones de acá. — Satoru terminó mencionando, solo había sangre y cadáveres a dónde miraba, fue un conflicto que se les salió de las manos.

— Trataré de hacer una limpieza una vez te tenga a salvó, se ve que te dejaron molido.

— Hey, no me faltes el respeto que arrase en la pelea contra quien se me pusiera enfrente. — Orgulloso exclamó, ocultando el dolor de algunas extremidades. — He de asumir que la sangre que tienes encima no solo es de los Gojo. — El contrario rio de medio lado, luciendo la cicatriz en su boca. Era normal pará él, nunca le importó ninguno clanes.

Una simple cuestión de orgullo desató una guerra, 2 clanes viendo quién se los 2 merecía ser llamado como el mejor en él mundo de la hechicería, su líder y Satoru ambos bendecidos con habilidades únicas. Algo que se salió de control hasta lo que parecía la destrucción.

— Efectivamente. Total, sabes lo que opinaban de mi, seguramente me querían matar de todas maneras. No iba a darles ese gusto de deshacerse de mí. — En todo el conflicto estuvo por su cuenta, y una vez vio la oportunidad, no desperdicio en atacar a su sangre, pues era el único lazo que compartían, no tenía respeto. No había lealtad, no había algún tipo de aprecio genuino. Seguramente muchos creyeron que moriría rápido, pero a su alrededor se amontonaban cadáveres manchados de sangre, mientras él, estaba casi ileso.

— Mejor para mí entonces, tenerte completo. — De casi un saltó, tomó el rostro del contrario en su mano, reclamando un pequeño beso en los labios.

— No es el momento. Hay muchos muertos acá para eso. — Irónizo.

Pasaron los minutos, y mientras caminaban llegaron a un establecimiento que usaban para cubrirse en medio de la batalla. Gojo se separó de Toji, buscando lo suficiente para curarse y cuidar de un herido Toji.

— Veré si hay comida. De paso, me llama no haber visto a nadie aún. — Le dejo saber, Gojo era capaz de cuidarse solo. Necesitarían energías igual, ahora con el liber de los Zennit muerto, ni en sueños ellos aceptarían tan fácil una derrota.

___

Por lo menos unas horas habían pasado, sus cuerpos exhaustos ya habían descansado lo suficiente, empezando a moverse por el terreno analizando la situación en lo que sería un control de daños de cierta forma.

Todo estaba desolado, cuerpos hombres y mujeres (Aunque siendo bastante menores) podían verse muertos. Sus clanes eran numerosos, no obstante era preocupante ver tan pocos supervivientes.

Los 2 estaban juntos y entre más lo pensaban se hacía desde aterrador hasta volverse casi… ¿Experanzador? Era un sentimiento extraño. Sutilmente tomaron sus manos como único gesto que debían decirse.

— Sigamos buscando. — El contrario asintio.

____

— Es un desastre como quedó toda esta región. — Ya habiendo confirmado que todos los que habían participado en esta pelea estaban muertos. (Posiblemente por mano de Toji) Siendo ellos 2 los únicos supervivientes hasta ese momento, se habían sentado a analizar la situación. Encontrando aves mensajeras que mandaron a sus clanes, con la intención de senciorarse. — Lo que hace el ego ¿No?

— Te recuerdo que yo soy el líder de los Gojo, me estás insultando indirectamente.

— Sabías las consecuencias de aceptar y lo hiciste, egocéntrico sí te queda. — Menciono. — Y bueno. Líder Gojo. — Su semblante cambio bastante, tomando una pose más formar. — Creo que aquí termina nuestra relación clandestina, tienes un clan que reconstruir y herederos que engrendrar, y como yo no tengo útero, desgraciadamente no te puedo ayudar. Yo, bueno, lo que sea que pase en mi clan.

— Me parece que te estás apresurando.

— Igual es muy posible que eso pase. Eres un líder, si o si tienes que casarte y tener hijos. Relaciones entre hombres, solo son para pasar el rato ¿No? — Un completo tabú tenían ellos 2, por varias razones.

— En teoría, pero eso no implica que te alejaras de mi. — Concluyó, o eso tenía en mente. Provocandole el suficiente enternecimiento a Toji. — Aparte, he estado pensando en algo, pero necesito saber el estado de nuestros clanes primero. — ¿Una alianza? Fue lo que pensaba Toji.

Cuando las aves mensajeras regresaron, se les fue informada el estado de sus clanes como fue previsto.

— Parece que los Zennit tuvieron una masacre. — El pelinegro mencionó, eran muy pocos los hombres que quedaban vivos. Si mal no recordaba escucho que todos los hombres debían pelear, pero no creyó que lo cumplieran.

— Él mío parece estar como se debe. — Menciono. — Bueno, ya tengo una escusa para volver a vernos.

— Quisiera ese optimismo. Pero supongo que será mi responsabilidad seguir el clan, ya que los demás apenas son niños.

— Tendrás el mérito que mereces. ¿No? Aunque, recuerda que tengo un plan que no te he dicho.

— ¿Y ese sería?

— Queda muy poca gente en ambos clanes, reconstruirlos sería muy complicado. ¿No?

— Creó.

— Los 2 sabemos que los Zennit no son poco mal.

El contrario río por lo bajo.

— Efectivamente. Desde hace mucho debieron perder su estatus.

— Yo personalmente, aveces me aburro bastante estando todo el tiempo en el clan.

— Eres como un niño en ese sentido. — Menciono.

— Desde hace un tiempo concidere que escapemos juntos, disfruto más tenerte ya sea en mi cama o como mi compañero fuera de esta que con alguna mujer. Ninguna llenará el lugar que tienes conmigo.

— Pretendes dejar morir ambos clanes. Tenlo en mente. ¿Estás seguro? Porque viendo esto, no me opondré, al contrario, te tendré vigilado para que esos ojos no generen otro caos.

El contrario se acercó a él, tomando sus manos mirando fijamente a él. Casi parecía que sus ojos brillaban. Se abrazaron en un fuerte beso que cello su decisión. Dejándo una nota que los tomaría por desaparecidos bajo a los ojos de los pocos que quedaban.

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