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Un fuerte sonido no dejaba de retumbar en su oreja. Si bien sabía que estaba consciente, sentía su propio corazón, su cuerpo parecía incapaz de responder a cualquier acción que deseaba tomar, como si estuviera alejado de la realidad. Maldiciendo en sus pensamientos cada que intentaba moverse, sintiendo más dolor del que ya tenía.
Recordó un golpe y luego oscuridad. No sabía qué más pasaba. Lo único que su cuerpo fue capaz de emitir fue un gemido similar a un suspiro. Respirando.
Nuevamente perdió la conciencia, entrando a lo que prácticamente era un estado sueño.
Cuando abrió los ojos, se encontró en su cuarto, con el pecho y brazo vendado, tratando de incorporarse pero quejándose de dolor.
Exclamó una maldición que seguramente lo llevaría al infierno, dejando caer su cuerpo nuevamente contra la almohada, suspirando ahora con cansancio. Mirando su pecho donde las vendas lo adornaban, no recordaba nada. Así que busco hacer memoria en lo que lograba pararse.
7 minutos bastaron para que la puerta se abriera, esperaba solo a su hijo pero ver unos cabellos plateados le tomaron por sorpresa, no obstante, también lo agradecía. Significa que Megumi estuvo bien cuidado en su ausencia.
— Ni medio muerto regulas tu lenguaje. — Irónizo con media sonrisa en rostro. Mostrando un comunicador que uso para vigilar a Toji en su estado de Inconsciencia.
El hombre mayor casi se rompe el cuello buscando el otro, pero el dolor le hizo mejor agradecer que estaba allí.
— ¿Padre? — Se volteo a ver a Megumi, su hijo estaba con una expresión nuetral, mirando su cuerpo herido, pensando que hacer. — Que bueno que estás despierto.
— Gracias… — Extendiendo su brazo bueno quiso abrazarlo. Aceptando la ayuda de este pará eso. — ¿Que me paso exactamente?
— Primero hubo un incidente en tu trabajo, ¿Recuerdas que eres policía, guardia y militar? — Lo de militar fue un simple entrenamiento al que fue forzado en su temprana adultez gracias a su padre, que en el infierno se pudra, como si ciudadano coreano fuera. Solo lo reconocían así por formalidad. — Pues tuvieron un problema cuyos detalles no conozco, supongo yo una persecución, en segunda estancia te golpeaste la cabeza antes decaer y por poco te quedas sin un brazo. — Como si comentará el clima Gojo le hizo saber, sacándole una expresión de consternación a Toji. Poco a poco empezó a recordar lo vivido.
— Ese maldito me quiso matar. Eso paso. Aveces me gustaría tener un trabajo más tranquilo. — Comento para si mismo, pero ser padre soltero no era barato. Esto le daba lo suficiente.
— Estuviste 2 semanas bormido. El señor Gojo no me dejó solo. — Le hizo saber.
— No los iba a dejar solos. Y si te conozco bien para mañana estarías de pie, de momento descansa, después te ayudo a tomar un relajante baño. — Completo guiñándole un ojo, el contrario pareció suavizar su miraba hacia él, sonriendo sutil.
— ¿Ya le puedo decir Padre al señor Gojo? Es obvio que ustedes no son solo amigos.
— ¡Megumi! — "este hijo mío es muy avispado para su edad" Pensó.
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La puerta se volvió a abrir, era de mañana y Gojo le llevada un desayuno a Toji, fruta, carne, leche, llevaba bastante bormido así que no sabía que podría preferir para empezar en día.
— Buenos días. — Con una sonrisa de oreja a oreja le quiso recibir, sentándose al lado de su pareja. — Has estado mucho esto en cama, así que espero que tengas apetito.
— ¿Cocinaste tú? — Tenía recuerdos de cuando tenían una aniversario casi vómito por su comida.
— Descuida, no lo hice yo. Con tu estado no querría hacerte peor. — Tomando un trozo de carne la lleva cerca de la boca de su pareja, esperando hasta que abriera y comiera.
— Gracias.
El próximo bocado que Gojo le ofreció, este tenía ese trozo sostenido en su boca, a lo que, Toji se lo quitó para comerlo por sí mismo. Inclinándose después de terminar de comer para ahora sí besarlo.
Al separarse hubo un ligero silencio, dónde el de cabellos blancos extendió su mano para ayudar a su pareja a pararse.
— Hasta que este brazo sane seré tu médico personal, ¿Vale?
— ¿Eso sería bueno o malo? Y. Ten por seguro que buscaré pagarte lo que has hecho.
— No sé de qué me hablas.
— Te encargaste de cuidar a mi hijo, alimentarlo, cuidarme a mí en plena Inconsciencia, y sí no estoy equivocado, los gastos médicos. — Indicó, Satoru no quiso a verlo a los ojos como si se hiciera el desentendido.
— Si, lo hice. No quieras ponerte clasista.
— Sabes que no me gusta depender de otros, más criando un hijo. Más que clasista diría que es orgullo. Pero de todas formas te pagaré.
— Toji, dinero me sobra, tengo que cuidar de los míos ¿No? No tienes que pagarme nada, con dinero claro está.
— Tus indirectas a veces no son nada sutiles, y eso me fascina.
— Un placer. Vamos, tengo que llevarte con tus jefes.
— La que me espera. — Maldijo por lo bajo. Tomando la mano de Gojo para ir.
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No me los imagino haciendo cosas como llevarse el desayuno a la cama así normalmente, así que preferí lisiar a Toji.
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