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🌿 Día 0;19 Compartiendo Hobbies

La sonora risa de Chuuya se escuchaba por todo el salón, algunos no le hicieron caso, conociendo el cómo se llevaban ellos dos no le dieron importancia. Otros, en cambio, se molestaron mucho y pidieron que se callara.

-No puedo creer que de verdad vayas a reprobar educación física. -dijo entre las secuelas de su risa.

-Pues creelo. -afirmó con una mueca de disgusto en su rostro. -El profesor anterior era más fácil de manipular, pero ahora que Ango tomó el puesto... es un desastre todo esto.

-Ah, es verdad que no te llevas bien con el Lentes de doctor. -divagó, pensando en las divertidas bromas que le jugó Dazai a su profesor y que por mucho, salieron mal.

-Hablando de eso, escuché de algún lado que alguien sacó la peor nota de la clase de Química. -dijo Dazai tapándose la boca, como si estuviera a punto de reír y solo eso lo pudiera detener. Mientras tanto, su amigo, lo miraba a muerte.

-¿Q-quién te dijo eso? -preguntó, mas se avergonzó al haberse expuesto de forma tan idiota, así que corrigió -que diga, ¿Eso qué te-? -se interrumpió de nuevo. -Si, bien, saqué la peor nota

-¿No eres bueno en química, Chuuya?

-Deja de estar jodiendo. -respondió arisco.

-Lo dice el que estalló en risa por el hecho de que reprobaré Educación física. Sí, sí Chuuya, burlate todo lo que quieras. -Dazai agitó su mano suavemente en un ademán de falta de interés.

-¡Eso es diferente! - se cruzó de brazos. -Y por muchas razones. -ante esta inusual situación, Dazai hizo un puchero mientras alzaba una de sus cejas, instando a su amigo a aminorar sus dudas. -Muchas personas reprueban química, pero solo una de cada diez reprueba educación física.

-¡Sólo los idiotas reprueban química, Chuuya! -habló, o mejor dicho gritó, el castaño, realmente enojado por las palabras de su amigo.

A Dazai nunca le tuvo que importar una calificación baja, pues siempre es el que saca la nota máxima en todas las materias, y si no fuera por otra persona de unos dos años mayores, él sería el primer puesto en calificaciones.

Es por esto mismo que le da rabia de solo pensar en que su primera materia reprobada sería una tan simple como deportes.

-¡Solo los...! -intentó contrarrestar lo dicho, mas nada bueno se le venía a la mente, sólo sus mismas groserías de siempre.

Ambos pensaban, claramente cosas totalmente distintas, uno se quemaba la cabeza pensando en una solución práctica para ambas materias a punto de dar por perdidas; y el otro buscando un insulto nuevo para su amigo.

-¡Ya sé! -dijo Dazai de pronto, haciendo que Chuuya saltara en su lugar, pues se veía algo emocionado con la idea, lo cual lo asistaba.

-¿Se te ocurrió un nuevo insulto o..? -continuó Chuuya confundido.

-¡Deja ese tema ya! -chilló infantil Dazai, intentando atraer paciencia. -Hablo de lo que podemos hacer para no suspender las materias.

Chuuya parpadeó varias veces seguidas.

-Explícate. -gruñó cruzado de brazos.

-Bien, como yo, el increíble Dazai, soy la nota más alta de química en el salón, te ayudaré a estudiar para que puedas pasar el examen y la materia con éxito. -Dazau recargó su cabeza en su brazo, el cual estaba apoyado en la mesa como soporte. -Y como tú eres la persona más atlética que conozco, tú me ayudarás con deportes.

La mirada del cobrizo vagaba por todo el salón, buscando algún rastro de mentiras o malas intenciones de por medio en esos planes. Realmente no podía creer que Dazai le había ofrecido ayuda.

-¿Sabes que yo no sé manipular a los maestros? -frunció su ceño al mismo tiempo que habló, pues no entendía a lo que Dazai se refería con que lo ayudara en deportes. -No todos usamos esos trucos.

-¡No hablo de eso! -el ceño fruncido dibujado en el rostro contrario se desvaneció cuando alzó una de sus cejas. -Realmente quiero que me enseñes deportes.

Las risotadas del comienzo sonaron una vez más, pero esta vez con más intensidad, y aunque el castaño no podía llegar a apreciar lo divertido de todo el asunto, vaya que parecía que Chuuya lo estaba pasando realmente bien.

Después de unos minutos, ellas bajo se secó la parte inferior de sus ojos, de donde comenzaban a salir diminutas lágrimas por el esfuerzo recientemente hecho.

-Espera, espera -se pausó para tomar aire. -¿Tú, haciendo ejercicio? ¿Siquiera sabes cómo moverte?

-Eres malo, chibi.

La razón de las risas de su amigo eran muy simples. En todos los años que llevan de conocerse, jamás vio a Dazai intentando hacer alguna clase de ejercicio o esfuerzo adicional. Cuando caminaban juntos, a los cinco minutos tenía de compañero a una máquina de quejidos. Las veces que le invitó a jugar deportes con él siempre fue rechazado con gran intensidad, casi como si su amigo odiara el pensar en actividades físicas.

-Bien, por mí no hay mucho problema. -esta vez hablaba serio, sin rastros de que en algún momento del día estuvo tiendo como solo segundos atrás lo había estado haciendo. -Pero hay un motivo detrás de esto, ¿cierto?

-Para nada. -contestó calmo y sin lugar a dudas, seguro de su palabra, pero Chuuya, todo o la mayoría conocía de su amigo.

-Te conozco para saber que hay algo detrás de esto. -su rostro era relajado, reflejando que nada de las mentiras que podía decir le harían efecto. -Así que vamos, dime.

-Bueno... -Dazai había cavado su propia tumba, no sabía cuándo su amigo lo empezó a conocer de tal manera que podía traspasar la barrera de mentiroso por la que mucha gente lo odiaba.

Si se veía así de acorralado y debía ser cien por ciento honesto, la razón principal era pasar tiempo con su amigo. Este era su último año de preparatoria en la que estaba asegurado que seguirán juntos; pero decir que era un año era hablar de más pues no les quedaban más que sólo unos cuantos meses. Los planes a futuro que su amigo tuviera para la universidad lo dejaban pensando, incluso a veces el insomnio usual era a causa de esos pensamientos.

Separarse de alguien es doloroso, pero es aún más doloroso estar enamorado de esa persona. Exactamente era amor, lo descubrió hace no más de seis meses. Por eso debía (quería) pasar más tiempo con Chuuya.

-Mi madre me matará si repruebo deportes otra vez. -mintió de manera perfecta. Dazai no era idiota y conocía él mismo sus propios patrones de comportamiento a la hora de mentir y decir las verdad. Cuando no estaba en aprietos mentía normalmente, y cuando estaba en aprietos -como dicha situación-, podía fingir con perfección que decía la verdad. Deseaba con todas sus fuerzas que Chuuya aún no lo descubriera.

El pelirrojo se dedicó a juzgarlo bajo su mirada con una inquietante mueca.

-Bien. -suspiró. -te creeré, pero solo porque tu madre da miedo cuando se enoja. -tembló por inercia ante el recuerdo que le llegó a la mente. -Nos vamos juntos a tu casa para estudiar química y mañana en el descanso te ayudo con deportes. No es pregunta es aviso.

-Cuánta consideración de tu parte. -rodó los ojos exagerando indignación.

Así, tal como lo dijo, los días pasaron entre estudios y prácticas de baloncesto -pues es lo que venía en su exámen práctico- por parte de Chuuya. Algunos días terminaban exhaustos y otros no tantos, pero definitivamente se divertían a lo grande, ninguno podía negarlo.

Porque estando los dos, no importaba en qué situación realmente, hacían un caos a cada paso que daban. Por ejemplo, un lunes Chuuya mojó un libro de Dazai, un jueves Dazai rompió una ventana de la escuela gracias a su segundo pie izquierdo -como él lo llamaba-, un miércoles Chuuya terminó con las puntas del pelo pintadas de azul gracias a su bolígrafo que dios sabe cómo estalló contra su cara.

La diversión se multiplicaba en potencia cuando ellos estaban juntos, pues aunque a Chuuya no le gustara la química y a Dazai no le gustaran los deportes, ambos se esforzaban porque era algo que le gustaba al contrario.

No obstante, y como es bien sabido, nada es para siempre.

Un día Nakahara le había informado que ya no era necesario que siguiera enseñándole de química, que supuestamente había encontrado alguien que le ayudaría sin que fuera una molestia.

Y Dazai lo iba a dejar pasar, hasta escuchar el momento exacto en que Chuuya se disculpó por ser una aparente molestia -que para él jamás sería-. Anteriormente a esto, Chuuya se había mostrado más serio y decaído cuando intentaba hacerle alguna broma o jugarreta. Antes había momentos de risas y de un momento a otro, eso dejó de ser así por el cambio drástico en su actitud. Chuuya era propenso a decaer en su actitud cuando las cosas no le salían o cuando no se sentía capaz de algo, pero le estaba yendo bien y entonces no había razón por la que su amigo estuviera así. Dazai estaba molesto, debatiendo en su mente sobre si debía preguntar algo o no, si debía meterse en la vida más privada de Chuuya o no; y su momento decisivo fue cuando en la salida de la escuela vio a Chuuya irse con alguien más.

Ese alguien, no era precisamente su persona favorita en el mundo.

Un senpai un año por delante de ellos, que habían tenido la fortuna o la desgracia de haberse conocido en un festival escolar, se había graduado por estas fechas del ciclo anterior. Supuestamente iba en una universidad prodigiosa -pues era igual o más inteligente que Dazai-, y para variar, tenía cierto interés en su amigo. No estaba seguro si era mero interés de lo magnífico e intrigante que resultaba ser Chuuya, o un interés romántico.

Esto le molestó demasiado. Tanto así, que un día le dijo a Chuuya que el profesor le llamaba al término de las clases; él, enojado como solía estar siempre, se dirigió hacia la sala de maestros que quedaba en el segundo piso.

Cuando no pudo ver más su silueta, echó a correr en dirección a las otras escaleras y con destino a la salida. Gracias a lo que había estado practicando con Chuuya pudo resistir hasta estar parado en frente de la persona que tenía sus desgracias.

-Oh, tiempo sin vernos, Dazai. -sonrió cínico. -¿Qué ha sido de tu vida últimamente?

El castaño lo miró mal.

-¿Qué quieres, Fyodor? -preguntó a la defensiva.

-¿Yo? -cuestionó con inocencia. -Pensé que me venías a buscar porque eras tú el que quería algo.

-Yo quiero saber qué quieres tú.

-Te complicas la vida. -lo miró calmo, seguido suspiró con tranquilidad. -Espero a que salga Chuuya, no es normal que salga tarde. Tienes algo qué ver con eso, ¿no?

-Ugh, solo responde por qué le das clases privadas de química a Chuuya. -el chico solo parecía estar probando la paciencia de Dazai, o eso fue al menos lo que pensó, algo totalmente contrario de lo que en realidad pasaba. Lo supo en el instante en que el contrario lo miró extrañado.

-¿Chuuya está recibiendo clases privadas de química? -preguntó. -No sabía que le iba tan mal en química como para necesitar un tutor extra.

Dazai no estaba seguro, pero la genuina cara de no entender lo que pasaba inundaba el rostro de Fyodor, a esto en verdad no supo reaccionar el castaño.

-Espera, ¿no eras tú el que le daba clases suplementarias?

-Para nada. -respondió sin siquiera voltear a verlo, entonces Dazai optó por mirarlo de mala gana hasta que se dignara a responder o a aclarar el asunto, lo cual logró. -Mira, en algunos días más será el cumpleaños de mi madre y estaba pensando en regalarle algo... por eso le pedí ayuda a Chuuya ¿Qué pensabas?

Dazai se llevó una mano a su cara, golpeando fuertemente hasta sentir que se había dejado totalmente toda esa zona. Había malinterpretado todo el asunto por completo.

-Espera. -volteó enseguida a ver al contrario. -¿Le pediste ayuda con ese gusto de mierda que tiene? -lo miró horrorizado.

Fyodor no dijo nada, y en su lugar recibió un golpe detrás de su cabeza. Estaba seguro que el golpe le había provocado una vuelta de trescientos sesenta grados a su cerebro.

-Pues te parecerá raro, pero la madre de Fyodor y yo tenemos los mismos gustos "de mierda".

Dazai volteó detrás de él para encontrarse a su amigo, ahí parado con una cara de estar a punto de cometer un acto de violencia.

-Chuuya... -dijo intentando suavizar el ambiente y que su molestia no fuera tanta. Pero no, al parecer todo lo que hacía su voz era empeorar el temperamento de su amigo. Chuuya le golpeó en el brazo lo más fuerte que pudo, sintió cómo de un momento a otro su brazo peligraba de separarse de su hombro.

-Y una mierda. -dijo enfadado, casi echando humo por las orejas. -El maestro no me habló.

Dazai, visto en un problema que él mismo ocasionó, se vio obligado a explicarse y disculparse, tanto por la acusación extraña que le hizo a Fyodor, como por los problemas que le causó a Chuuya; todo eso ocurriendo enfrente de la escuela, donde todas las personas que pasaban podían ser público de su horrible suerte.

Pero la peor parte fue cuando Fyodor, en un intento de verse un ser benevolente le dijo que no pasaba nada, pero en cuanto Chuuya se volteó le pidió que se disculpara apropiadamente y se inclinara en una reverencia de noventa grados. En caso de no cumplir correría con Chuuya a decirle que su amigo lo seguía molestando. Un completo dolor en el culo.

Dazai así lo hizo contra toda su salud mental, solo no quería volver a discutir con Chuuya en lo que restaba del día. Mañana intentaría otras cosas, pero hoy había llegado a su límite de lo que podía soportar.

Chuuya canceló sus planes con Fyodor para regresar a casa al lado de Dazai. Un silencio, si bien no incómodo, se podría decir que extraño. La última vez que regresaron juntos, Chuuya iba echando improperios por todos lados y Dazai no paraba de hablar de datos irrelevantes como quien tenía el mayor nivel intelectual o sobre quién podría sobrevivir más tiempo en caso de un apocalipsis zombi.

-¿Qué es lo que te pasa Dazai? -dijo de la nada Chuuya. -¿Por qué molestaste así a Fyo...?

-No digas su nombre. -lo detuvo Dazai. -Es solo que... yo, bueno, tú sabes.

-No, no lo sé. -Chuuya se detuvo, mirándolo para que hiciera lo mismo, y así fue.

-Odio a Fyodor. -la mirada incrédula de Chuuya le dijo que expresara todo, él suspiró y se tragó su orgullo. -Estaba molesto porque de repente ya no quisiste que te ayudara a estudiar.

-¿Eso? -preguntó Chuuya ladeando su cabeza. -Eh, bueno, yo... -Chuuya se puso rojo de las mejillas, su clara vergüenza provocó un sonrojo similar en las mejillas de Dazai. -¡¿Por qué te sonrojas?! -le gritó a Dazai.

El castaño se tocó las mejillas, como queriendo hacer el fatídico intento de sentir el color rosado.

-¡Sólo porque tú te sonrojaste!

-¡Eres un copión!

-¿Qué parte de esto es mi culpa? -dijo Dazai señalando su rostro con intensidad.

-De todos modos... -se serenó Chuuya, hablando con naturalidad otra vez. -Fue solo porque me di cuenta de algo.

-¿Eh? ¿De qué? -No importaba nada que no fuera Chuuya, sólo quería respuestas.

-¡Todo quieres! -le gritó. -Es que... Dazai, tú, me gustas.

Chuuya cerró los ojos con la misma fuerza con la que apretó sus puños.

-¡Chuuya! -gritó sonriente y juguetón Dazai, sin pensar en la posibilidad de que se pudiera tratar de una broma. -Me acabas de profesar todo tu amor, ahora tendrás que osar todos los días soportando a un cerebrito de la química.

Chuuya estaba atónito, atando los cabos para entender a lo aue se refería, dándose cuenta así de a lo que se refería Dazai.

El cobrizo sonrió fuerte.

-Solo si tú puedes soportar a un fanático de los deportes y de las cosas que impliquen ejercicio.

🌿 Día 0:19; completo ✓

Lo siento que me olvidó cómo lo pongo, esto lo estoy escribí en marzo, qué vergüenza doy. 😔

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