🌿 Día 0;18 Abrazo
-¡Eres un tonto! -gritó un niño, el que se encontraba sosteniendo un oso de peluche del brazo que aún le quedaba. -¡Por tu culpa mi osito está roto ahora!
Los pucheros que hacía no parecían intimidaciones, mucho menos con las leves pecas visibles en su nariz y mejillas.
-Menos mal se rompió, ese feo oso no merecía estar mucho más en este mundo. -respondió el contrario, sacando su lengua en señal de que le importaba poco los sentimientos del chico pelirrojo parado frente a él.
Mientras más decía el castaño, más lágrimas salían de los ojos azules del pecoso, en su pequeña cabeza no era posible que algún niño de su edad pudiera ser tan malcriado.
-¡Por eso no tienes amigos! -fue lo que se le ocurrió decir pues en su cabeza no podía inventar nada más, pero increíblemente, esas palabras tuvieron un peso mayor de lo que pensó, pues de repente los ojos coñac del más alto se empezaron a cristalizar. -¿Qué? -preguntó con todo gruñón, aunque realmente se empezaba a preocupar por haber dicho algo malo.
Pero se lo merecía, ese chico destruyó su muñeco sólo porque lo quería ver y Chuuya no lo dejó. Y ahora que lo pensaba, sus acciones tampoco fueron las mejores, su mamá siempre le decía que debía ser amable con todos y que no debía ser egoísta.
¿Su madre estaría decepcionada de su comportamiento?
Primero evitó que alguien jugara con su oso y luego lo hizo llorar.
-¡No te importa! -dijo el castaño, la verdad es que se lo había buscado él solo, pero le dolía mucho porque lo que dijo era verdad.
Siempre estuvo solo por su actitud, incluso ahora el nuevo niño que se mudó al lado de su casa lo odiaba, ni siquiera estaba seguro de que haya pasado veinticuatro horas desde que se mudó y el chico ya lo odiaba.
Honestamente no sabía cómo el chico se enteró que no tenía amigos, probablemente lo dijo al azar, o lo escuchó de sus padres. No importaba, ahora también lo odiaba y eso era innegable.
Sus pensamientos se vieron cortados cuando escuchó al otro chico gruñir ¿o suspirar? Tal vez un susurro tan fuerte que lo hizo soltar un gruñido.
-L-lo siento... -empezó. -Lo que dije estuvo mal... -el pecoso miraba hacia abajo, donde sujetaba su playera torpemente con sus dos manos. -No sabía que era verdad. Si quieres, yo puedo ser tu amigo ¡Pero no rompas mis cosas!
La cara del castaño parecía de agradecimiento, por un momento realmente pensó que le caía mal al chico y que volvería a estar solo. Luego, recordó algo importante.
-Pero ¿y tu oso? -sus cejas se juntaron con preocupación.
-Tal vez exageré mucho. -se rascó la cabeza. -Mamá lo puede reparar para mí.
-Está bien. -dijo, pero tuvo que pasar un largo momento de completa incomodidad para que se decidiera a volver a hablar. -Uh, ¿quieres ir a mi casa?
El pecoso lo miró, y luego miró a su oso, luego miró a su casa y con cada nueva mirada que daba, el castaño se impacientaba con creces.
-Espera a que le pregunte a mi mamá. -sus palabras bastaron para tomar camino a la entrada de su casa, pero en un momento se paró en seco y se regresó para tomar la mano del más alto. -Tú también vas, porque los amigos no se dejan aquí solos. -y son las manos juntas su camino se dirigió de nuevo a la casa del otro.
Su mano estaba fría, pero eso no le molestaba, porque su primer amigo emitía una calidez única, no sabía cómo ni de dónde, pero con todo eso, le provocó algo que no hacía desde hace mucho tiempo.
Estaba sonriendo.
-Espera aquí. -soltó su mano y se dirigió de inmediato a su casa. Al poco rato salió asomando únicamente su cabeza por el espacio que dejaba el entreabrir de la puerta. -¿Cómo me dijiste que te llamas?
-Dazai Osamu... -respondió por reflejo.
-Yo soy Nakahara Chuuya. -le susurró con una sonrisa.
A Chuuya le fue concedido el permiso para visitar la casa de su nuevo amigo, con la condición que en unas horas más debía regresar para cenar.
Ambos podían decir que el día no fue para nada como lo planearon, pero fue divertido, incluso hicieron un amigo nuevo.
A la hora en que Chuuya debía regresar a su casa, Dazai lo detuvo en la entrada.
Los brazos de Chuuya se quedaron abiertos a causa del abrazo repentino que le dio Dazai pero pronto le correspondió al escuchar las palabras que le lloró al oído.
-Gracias por ser mi amigo.
🌿 Día 18; completo ✓
Mientras hacía este día, lo borré y reescribí como 10 veces por lo que espero que les guste, fue realmente un trabajo duro.
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