🌿 Día 0;13 Hora del baño
—¡Maldita sea!— gruñó un pelirrojo, un gruñido de frustración que resonó por toda su casa. —¿Cómo se les ocurre dejarme solo en la casa?
Normalmente, estar solo en casa no representaba un problema para Chuuya, él gozaba cuando era el único en un espacio aunque también le gustara estar con personas. No obstante, no creía que ese fuera el mejor momento para que su familia decidiera irse y dejarlo a merced del destino.
Ya que Chuuya se había roto la pierna hacía apenas unos días, ¿la causa? Su familia y amigos le llaman "pelea sin sentido" mientras que él prefiere el término "defensa personal".
Sufrió incontables regaños de su madre, quien aún estando en un hospital no tenía miedo de reprederlo en lo más mínimo. Cuando por fin salió del hospital, su madre lo recibió con un castigo, hacerse responsable de su pierna rota él mismo, sin recibir ayuda mas que la vigilancia que le respondía a su familia. Y Chuuya se las estaba arreglando de maravilla, excepto por un solo momento del día.
La hora del baño.
Para empezar era tedioso tener que envolver el yeso en plástico, y lo era aún más los pasos que debía seguir acerca de su cuidado. Porque su mamá y su papá hicieron un buen trabajo en dejarle en claro que que pasaría de no seguir el cuidado completo.
Pero Chuuya rompería cuidadosamente sus condiciones. Lo había hecho en el momento en que marcó el número de Dazai en busca de ayuda. Después de un soborno y una promesa de que no se metería en problemas, Dazai se encontraba en su casa.
—Aún pienso que ti madre fue muy brusca al dejarte en el piso de arriba.— dijo, mientras entraba a la casa recién, teniendo que haber esperado más de diez minutos a que su amigo bajara por completo las escaleras para llegar a la puerta y abrir. —Aunque tú también eres bastante idiota por quedarte ahí.
—¿Eh?— dijo cerrando la puerta de un golpe, asegurándose de poner seguro después. —¿Qué dices? Yo siempre he vivido en el piso de arriba, jamás lo cambiaré.
—En fin— suspiró el castaño mientras apreciaba cómo Chuuya subía de nueva cuenta las escaleras. Cuando terminó por fin, decidió volver a hablar. —¿Qué es eso en lo que necesitabas ayuda urgente?
Chuuya sonrió.
—No.— Chuuya frunció el ceño en nuestra de indignación. —No lo haré ni aunque insistas.
—Vamos Dazai, ambos somos hombres, no hay nada que yo tenga que tú no hayas visto.— Chuuya intentaba hacer gestos con las manos, pero a causa de no poder soltar las muletas aún, solo movía vagamente los codos y hombros. —¡Por favor! Nos cambiamos juntos en el vestidor de la escuela.
—Ese no es el problema.
En efecto, para Dazai el problema no es que ambos fueran hombres, o pensándolo bien, ese podría ser el problema viéndolo desde una perspectiva diferente. Pero actualmente el problema radica en ver a Chuuya bañándose. Pues Dazai no estaba seguro de poder controlarse como es debido.
Porque no todos los días tenías la oportunidad de ver a la persona que te gusta mientras se baña sin que el contexto sea digno de un acosador. En este caso, la presa se estaba ofreciendo al depredador sin siquiera saberlo.
—¿Y cuál es el problema entonces?— insistió Chuuya, enojado a causa de no entender la mente de su amigo.
—No sé qué debo hacer.— dijo tras finalizar un soliloquio entre mentiras y excusas para decir. Ahora no le parecía la mejor respuesta.
Chuuya harto, decidió rendirse y se dirigió a su habitación. Dazai sin inmutarse lo observaba desde la distancia, mirando cómo en verdad el más bajo estaba preparando para tomar el baño por su cuenta.
Esto lo preocupe en demasía, pues a su cabeza llegaron mil y un escenarios en lo que Chuuya podría hecerse daño por un mal movimiento, lo que carecía de hermosura. La preocupación no mitigó gracias a que Chuuya parecía gritar ayuda con el escalón que yacía en la entrada al baño.
—Maldición, Chuuya.— dijo rodando los ojos y caminando con ímpetu en su dirección. —No eres un inútil, ¿por qué actúas como tal?
Chuuya sonrió exultante.
—¿Por qué será?— Dazai sólo se dedicó a ayudarlo a pasar el escalón tras la inesperada necesidad de evitar algunas partes del cuerpo del contrario. —Dijiste que no sabes qué hacer, ¿cierto?
—Ajá
—Yo tampoco.— mantuvo una mirada apenada evitando la desesperación del castaño. Los orbes cafés parecían estarlo juzgando sin intensiones de hacerlo sentir mal, sino buscando una explicación. —La verdad es que lo había estado evitando para no tener que hacer esto. Pero ya no lo puedo posponer más o mamá va a matarme.
Dazai miraba incrédulo toda la escena. ¿Es que Chuuya querías volverlo loco o algo?
La respuesta parecía ser afirmativa.
Después de una exhaustiva recopilación de información de internet, ambos estaban listos para seguir los pasos del cuidado del yeso y con él, un hueso roto. Lo primero que hicieron fue cubrir el yeso con un cubreyesos que su padre le avisó había comprado desde antes, envolvieron la pierna en una toalla y Chuuya al fin pudo colocar en la tina debidamente.
—Qué suerte tienes por que tu casa tenga una tina.— soltó Dazai intentando dejar a de apreciar lo poco del cuerpo de Chuuya que salía a la luz.
—Creo que sabían de antemano que alguien se rompería un hueso.— rieron un momento hasta que Chuuya indicó que le ayudara a lavarse algunos lugares de su cuerpo antes de llenar la tina. —¿Qué pasa, Dazai?
—Nada.— palabra que se traducía como "estoy muriendo porque no te puedo tocar de esa forma". —Sólo estaba pensando en porqué te peleaste esta vez.— Chuuya evitó su mirada entonces, lo que despertó la curiosa de Dazai verdaderamente, pues anteriormente lo dijo para salir de aprietos. —¿Me lo vas a decir?
—No lo creo.— explicó. —Es algo personal.
—Por favor, no me vengas con eso.— dijo Dazai sin dejar de tallar el cuerpo de Chuuya. —Creo que esta cosa es más personal que lo aue tengas que decirme.— su dedo dibujaba círculos alrededor de la escena, indicando a lo que se refería.
—Sí pero esto es personal físicamente, y lo otro es sentimentalmente.— respondió queriendo alejar a Dazai del tema.
—¿De verdad no me lo vas a decir?— Chuuya negó con su cabeza. —¿Incluso cuando tengo tus puntos débiles tan cerca?— el más bajo abrió sus ojos lo más que pudo.
—No te atreverías. Es decir, no deberías.
—Pruébame.— sonrió socarrón, dejando las cosas con las que lo tallaba a un lado.
A continuación, Chuuya fue asaltado con un ataque de cosquillas. Dazai pasaba sus juguetonas manos y sus traviesos dedos por el abdomen del chico, quien sólo podía reír sin parar tratando también de no mover demasiado su pierna.
—Basta.— rió. —Basta.
—¿Me lo dirás ya?— preguntó bajando el tono de sus movimientos para dejar respirar al otro.
—No cuentes con ello.
Con eso fue suficiente para que el castaño siguiera con su ataque, y su Chuuya, en un momento de súplica por que Dazai le dejase, se revolcó en la bañera aún cuidando su pierna. Esto provocó que el más alto llevara sus manos a un lugar más íntimo del que quiso.
—Ah...— Chuuya gimió, dejando perplejos a ambos muchachos. Uno por no ser consciente de que esa clase de sonidos podían salir de él, y el otro totalmente perdido en su exultante experiencia.
—C-creo que de esto te puedes hacer cargo tú.— dijo siendo el primero en salir del hechizo. Chuuya asintió sin pensarlo realmente. —Estaré afuera por si necesitas algo.— avisó. —Vuelvo en un rato para ayudarte.
—Tómate tu tiempo.— suspiró. —Puedes esperar en mi cuarto mientras tanto.
—Claro.
—Dazai.— llamó una vez más antes de que el contrario saliera del cuarto. El nombrado sólo lo volteó a ver, ansiando que hablase para salir del momento tan incómodo. —No te vayas.
Dazai se sorprendió.
—¿Qué?— preguntó, corroborando que no había escuchado mada erróneamente. —¿Qué dijiste?
—La verdad es que no creo poder hacerme cargo de esto yo solo. Por eso te llamé en primer lugar.— la mirada de Chuuya parecía rogarle por que le ayudara, él en cambio no sabía si tendría la cordura suficiente para ayudarlo debidamente.
—Chuuya, yo...
—Yo también te amo, pedazo de idiota. Pero necesito tu ayuda en estos momentos.— le dijo suplicando atención.
—¿Cómo lo sabías?— dijo acercándose de nuevo a la tina, su sorpresa sobrepasaba todos los limites conocidos, razón por la cual parecía esta actuando tan relajado, cuando en verdad moría de vergüenza, alegría y confusión al mismo tiempo.
—No soy idiota, sé cómo me miras.
—Entonces... ¿esto fue a propósito?— preguntó una vez más, sintiendo como si él fuera un ratón y Chuuya un gato quien lo atrajo a todo sólo para devorarlo.
—Claro que no. Porque en verdad necesitaba una mano con esto.— dijo —Este castigo ha sido un infierno.
—Claro.— dijo acercándose más a la tina donde aún se encontraba Chuuya. Pudo seguir todo normal hasta que vio a lo que se refería el cobrizo hace unos momentos. —Chuuya, ¿qué es eso?
—Cállate y ayúdame.— contestó viendo cómo cada vez su amigo tomaba la confianza que había perdido hace unos minutos.
—Ya que tanto insistes...
🌿 Día 13; completo ✓
Quiero aclarar que jamás en la vida me he roto un hueso y no sé cómo son los cuidados de un yeso a la hora del baño, pero busqué en Google y eso me apareció, así que está bien si alguien me corrige los pasos o indicaciones.
También se aceptan experiencias jaja
⊙⊙← Gracias por leer.
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