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Extra 2 - Castle Motorcycle Repair

 No-tan-domestic Fratt

Lenguaje de amor: tiempo de calidad + actos de servicio


Pocas veces iban a la antigua casa de Frank, por eso seguía siendo un misterio para el pelirrojo que simplemente se conformaba con entrar al garage. Y muchas veces le resultaba incómodo por lo que implicaba la desolez de ese lugar, aunado al silencio seco; de cualquier forma, sabía que estando él allí era la única forma en que Castle podía sentirse bien.

Usualmente, solo se presentaban cuando la motocicleta del pelinegro se estropeaba o necesitaba uno que otro arreglo urgente. Matt no comprendía cómo funcionaba el motor o la maquinaria móvil en general, después de todo su fuerte eran las leyes.

—No creo que sea legal que le pongas eso —decía a las ideas que se le presentaban al ex-marine, deteniéndolas de inmediato.

—Como si fuese a cambiar mi sentencia si lo hago o no —ironizaba devuelta.

—Tú sabes, supongo.

Murdock a veces intentaba ayudar, y Frank siempre encontraba un uso para él. Ya sea pidiéndole una herramienta (que no era la petición más eficiente), o que sosteniera una lámpara, o que simplemente escuchara el motor para ver si algo sonaba fuera de lugar.

—No lo sé, suena a motor —decía el pelirrojo— Espera... eso de ahí, traquetea feo.

—No, eso lo acomodé para que sonara así.

—¿Y te gusta que suene así? —cuestionaba Murdock, al parecer Frank era de las personas a las que les gustaba que la motocicleta se escuchara por todos.

Hubo una vez en la que Matt tuvo que pasar la tarde afuera del garage porque fue la vez en que Castle repintó el vehículo de negro e hizo que unas calaveras blancas a los costados fuesen bastante notables. Tuvo suerte de que no podía pedir la opinión del abogado porque bromearía respecto a la nula sutilidad.

En las tardes de verano, Matt prefería estar sin camiseta porque el sol calentaba el asfalto y parecía que el mundo se fuera a asar. Por otro lado, Frank sudaba una camiseta interior blanca que siempre manchaba de aceite. Mientras el pelinegro estaba arrodillado revisando una que otra cosa, Murdock se sentaba en el suelo oyendo el sonido de los metales cliqueando y las leves expresiones de asentimiento que Castle soltaba.

Más de la cuenta, Frank desviaba la mirada al hombre en el suelo, que se recostaba sobre sus codos y se recargaba hacia atrás. Con el calor del día, notaba el sudor que abrillantaba su piel y como la tonificación de su cuerpo se definía más. Pero si se distraía demasiado, no terminaría de reparar la motocicleta.

Por eso se apresuraba, para que al anochecer pudieran simplemente salir de ahí montados en la motocicleta y directo al apartamento en el que les esperaba un fresco baño.

Así eran las cosas de vez en cuando, silenciosas y tranquilas. Pacíficas.

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