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11 - ¿Cómo se conocieron?

Nota previa: JAJAJAJSJSJ

Sí, lo admitían, era ligeramente posible que ambos tuvieran ciertos problemas de ira. Y sí, podía ser que algunas veces se desquitaran el uno con el otro. Pero... ¿necesitar terapia de pareja? ¿ellos? Les parecía innecesario, ¡inconcebible! 

Aún así, allí estaban: sentados uno junto al otro en sillas metálicas, formando un círculo con otras parejas.

Si no fuese por las circunstancias, ni siquiera se habrían presentado. Pero la agente Madani los había dejado entre la espada y la pared... si querían seguir siendo los tutores legales de Amy, debían asistir a esas sesiones y demostrar que realmente eran guardianes responsables como para tener la custodia de la chica.

Pero eso no significaba que Murdock fuese a dejar de bufar con el paso del tiempo, o que Frank se quejaría al manejar su horripilante camioneta negra hacia se lugar. Debían hacer que funcionara.

La terapeuta a la que habían sido diferidos tenía un programa poco particular para trabajar con sus distintos pacientes. Pero le funcionaba y eso era lo que importaba. Básicamente, las sesiones intercalaban aquellas que eran privadas en su consultorio y las que eran grupales. Eso con el fin de que las parejas en terapia pudieran saber que sus problemas no eran aislados e insuperables, que otras personas podían comprenderles.

Pero lo que la psicóloga nunca pudo imaginarse qué clase de pacientes le mandaría Dinah.

—Okay —dijo la mujer cuando uno de los asistentes externó aquello que más le había gustado de su pareja durante la semana, algo que le había hecho sentir validado.

Murdock asintió por mero instinto, atrayendo a atención de la terapeuta que recordó que ambos eran novatos en la terapia. Quería que participaran para que rompieran el hielo y quitarse la timidez de abrir conversación.

—Tú —le habló al pelirrojo—, ¿eres nuevo, no es así?

—Uh... sí —contestó Murdock.

—¿Te gustaría decirnos tu nombre? No temas a ponerte de pie —le alentó ella, con calidez.

El pelirrojo asintió, y se levantó de su silla—: Hola, soy Matt y...

—Hola, Matt —respondió la decena de personas de la terapia, interrumpiéndolo accidentalmente.

—Vengo con Frank —señaló al hombre cruzado de brazos a su lado.

—Espléndido —sonrió la terapeuta—. ¿Qué es aquello que más te gustó que hizo él esta semana?

—No sería prudente decirlo —respondió Murdock de inmediato, para después negar—. Es decir, uh... no lo sé.

Castle mordió el interior de su mejilla, tratando de no sonreír.

—Es normal que no se te ocurra nada justo ahora —asintió la mujer, siendo comprensiva y mirando al pelinegro—. ¿Y qué hay de ti?'

Matthew se sentó al notar que ya no le hablaban a él, sino a Castle.

—¿De qué? —preguntó el pelinegro devuelta.

Matt murmuró su nombre al darle una palmada en el hombro, quejándose de su altanería.

—Soy Frank —dijo, sin levantarse de su asiento.

—Hola, Frank —dijeron las personas a su alrededor.

La terapeuta sonrió y le hizo un ademán con sus manos para incitarle a ponerse de pie. Castle bufó y se levantó de la silla.

—¿Qué es algo que Matt hizo que realmente te haya hecho sentir validado?

—Que no me llamara psicópata —respondió Castle tras un corto silencio.

—Okay —asintió la mujer, entrecerrando los ojos ligeramente pero creyendo que por lo menos era algo—. Eso es un avance.

Frank volvió a sentarse y no pudo evitar inclinarse hacia Murdock y exclamar—: Hey, creo que te estoy ganando en esto.

—No, solo tuviste suerte —le aseguró el otro con una sonrisa que le prometía que lo haría mejor que él.

—Ehm, esto no es una competencia, caballeros —les interrumpió la terapeuta, tomando nota mental.

—¿"No llamarte psicópata"? ¿En serio eso es lo mejor que hice esta semana? —cuestionó Matt al pelinegro, ignorando a la profesionista.

—Al menos dije algo —bufó el molesto ex-marine.

—Pude haber dicho "no dejó sus cosas en la mesa de la sala", entonces —respondió el pelirrojo—. O tal vez "no hubo mucho desastre que limpiar en nuestras... salidas".

—Sí, eso por ejemplo, sabes que tú eres la razón por la que me modero con el "desastre" —replicó Frank.

Ellos se referían al vigilantismo y la cruzada de El Castigador. Pero eso no lo sabían las otras parejas ni la terapeuta, quienes en silencio presenciaban la pequeña discusión. 

La psicóloga decidió intervenir de una vez por todas y silenciarlos—: Esto no se trata de quién es mejor que quién, es del valor que uno aporta en la vida del otro. 

—Entonces debería preguntarnos eso —contestó Frank, recibiendo otra palmada de Murdock pidiéndole que se calme.

La mujer se quedó en silencio hasta formar su respuesta—: Prefiero usar preguntas más claras, algo que ustedes puedan notar. El significado no está en las palabras que puedan decir, sino en lo que puedan reconocer del otro.

Optando por cambiar de tema, decidió hacer algo que fuese más amigable para los nuevos y estimularlos a compartir algo más personal y, apoyándose en los recuerdos, ayudarles a ver lo que significaba su relación.

—Me gustaría que, en parejas, me contaran de la primera vez en que se conocieron —dijo ella, juntando sus manos con cuidado para demostrar que sería una actividad tierna—. Para que podamos ver cómo han cambiado las cosas, recordar esas primeras emociones, los pequeños actos que los convirtieron en las valientes parejas que son ahora. 

Si la competitividad de Murdock y Castle no fuese tan arraigada, sus procesos de pensamiento no los habrían llevado a creer que la competencia jamás fue entre ellos sino con las otras parejas en la habitación. Y, si no habían logrado mucho con la primer ronda de experiencias, definitivamente dejarían a todos boquiabiertos con la historia de cómo se conocieron.

Al ser puestos en parejas por unos momentos para rememorar esas épocas, ambos llegaron a la conclusión de que habían cruzado un camino demasiado largo y que no había sido sencillo en absoluto. También, que les faltaba mucho qué cambiar y mejorar. Estaban dispuestos a hacerlo por lo que sentían, y por la joven que ahora dependía de ellos. Eran una familia, debían actuar como tal.

Pensándolo una segunda vez, no era una buena idea compartir una historia de crimen, secuestro, disparos a la cabeza y un sinfín de situaciones llenas de golpes y de sangre. Frank entendió por la forma en que Murdock tocó su hombro que debían mentir.

—En una cafetería —dijo Matt cuando fueron cuestionados.

—En un bar —dijo Frank al mismo tiempo.

La sangre de Murdock subió hasta su rostro al darse cuenta que todos se habían quedado callados, la psicóloga respiró hondo. Castle notó que todos los miraban, era evidente que estaban mintiendo o que parecían la peor pareja del mundo.

Tal vez no era mala idea cambiar de terapeuta cuanto antes.


Nota de Autor: Me estoy poniendo al corriente con estos, y algunos los hago drabbles para darle más dinamismo. Además siento que así algunos quedan más tiernos.


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