1. Primer día de novios
Ship: Kanon x Aioria
Universo Alternativo.// Modern AU.// Normal AU.// Drabble.
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No era un camino que no hubiese recorrido cientos de veces en el pasado.
Simplemente una salida casual al centro comercial de la ciudad para tomar un café y disfrutar el resto del día improvisando... Pero ahora había una diferencia: Su amigo ahora era su novio.
Podía sonar estúpido, apenas el día anterior había dicho "sí" a la ansiada pregunta que llegó en medio de la caminata hasta la estación de tren. ¿Y ahora temía pasar tiempo a solas con él?
Bueno, ¿podía alguien culparlo realmente?. Es decir, antes de ser pareja, fueron amigos por varios años, ¿qué se suponía que debía hacer ahora?, ¿debía actuar como siempre lo había hecho?, ¿debía modificar algo?, ¿debería cambiar la forma en que solían saludarse?, ¿era muy pronto para un beso?, ¿debería hacer el intento?...
Era estúpido, lo sabía, pero eso no hacía que las dudas se fueran, al punto que cuando se dió cuenta ya estaba en el lugar donde esos cabellos cobalto ya aguardaban por él sentado en una de las mesas.
Seguía bastante nervioso, sentía sus manos sudar y sus piernas temblando ligeramente, por un momento creyó que terminaría desmayandose o huyendo... Pero, al conectar su mirada con la contraria, y observar esa sonrisa apretada en esos labios que desde hace un tiempo le robaban el sueño, solo pudo corresponder el gesto, y acercarse hasta donde se encontraba.
De pronto, todas las dudas y miedos se esfumaron, y su cuerpo se movió por su cuenta para acercarse a él y dejar un beso en su mejilla, además de darse un pequeño abrazo.
— Hola.
— Por un segundo pensé que ibas a salir corriendo.- Bromeó Kanon, logrando formarle un pequeño revoloteo en el estómago y una sonrisa nerviosa.- Aunque, no me molestaría haber ido detrás de tí, igual que cuando estábamos en la preparatoria y salías corriendo si buscabas a tu hermano y lo encontrabas arreglado asuntos del comité de alumnos conmigo.
— No me recuerdes eso...- Negó con una pequeña risa.- Tenía quince años y era la primera vez que me gustaba un chico.
— En ese entonces creí que no te agradaba.- Confesó Kanon, compartiendo la pequeña risa, mientras tomaban asiento.- Con mi copia no tenías problemas, pero a mí siempre parecía evitarme.
— Saga no me gustaba.
— Lo que realmente me sorprende es que aprenderás a diferenciarnos en menos de un día.- Rió el mayor.- Al menos me consta que no me quieres solo por el físico.
— Tonto...
— Pero soy tu tonto.
Ambos compartieron una sonrisa embobada, permitiendo que sus miradas se encontraran y fundieran en un suave abrazo por unos segundos.
Sus manos se movieron por su cuenta hasta enlazarse, y segundos después, sus labios se encontraron por primera vez en un tierno y tímido contacto.
— Oficialmente, nuestro primer beso.
— ¿Primero?- Cuestionó Kanon con una sonrisa felina.- ¿Tengo que recordarte lo que pasó en la primera fiesta de la universidad a la que Aioros te llevó?
— Eso fue parte del juego, todos se besaron con alguien.
— ¿Y todos los picos de despedida "para reforzar la amistad"?
— ¡Bien, ya entendí!- Exclamó con un fuerte sonrojo y una sonrisa nerviosa.- Primer beso como novios, entonces.
— Eso sí es correcto.- Respondió Kanon.
Sus ojos volvieron a encontrarse, y apenas un par de segundos después, rompieron a reír por esa broma tan estúpida, pero así era cada una de sus salidas después de todo.
Bromear con cualquier tema, reírse hasta quedar sin aliento, y compartir una sonrisa al controlar sus carcajadas.
— ¿Quieres ir al Arcade después de esto?
— Por supuesto.- Accedió Aioria.- Siempre es divertido patearte el trasero en el simulador de carreras.
— ¿No crees que es muy pronto para hablar de mi trasero?- Sonrió Kanon.- Al menos llévame a cenar primero.
Ambos volvieron a reír, para continuar bebiendo de sus vasos, disfrutando la compañía mutua.
¿Quién lo diría? Al final, nada había cambiado, al menos no para mal. Seguía enamorado de ese hombre, seguía amando su sentido del humor, sus bromas, su sonrisa, sus ojos verdes, su alocada melena azul, su piel bronceada... La única diferencia, era que ahora se sabía correspondido y podía disfrutar a plenitud sus sentimientos.
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