Picnic
Una brisa helada se dejó sentir sobre sus rostros haciendo que ambos tiritaran ligeramente. Aioria miró a Deathmask quién simplemente se encogió de hombros. Era finales de otoño y el ambiente ya comenzaba a sentirse frío. Deathmask había advertido que no era buena idea almorzar al aire libre, pero Aioria había insistido alegando que llevaban meses aplazando aquella salida y él no tuvo más remedio que ceder —tampoco es que Aioria le haya insistido tanto, un par de palabras y él ya estaba diciéndole qué sí a lo que fuera—, pensó con cierto pesar mientras lo veía volver a tiritar suspiró. Lo ayudó a sacar las cosas de la cesta mientras Aioria extendía el mantel y ambos acomodaron todo. Al terminar Aioria volvió a tiritar. Deathmask sacó una frazada y la envolvió en él dejando una punta extendida en dirección de Aioria.
—Ven aquí —invitó. Aioria no se hizo repetir y se acurrucó junto a él mientras se dejaba envolver por la manta.
—Gracias —dijo a pegándose más sin disimular una sonrisa.
—De nada, sabía que no te echarías atrás, así que me tocó ser precavido.
—Eres el mejor, ¿sabías?
—Sí, pero igual es bueno escucharlo —se burló. Aioria lo golpeó ligeramente.
—Qué modesto —ironizó. De pronto hizo un puchero.
—¿Sucede algo? —Deathmask preguntó preocupado sin dejar pasar el gesto de Aioria.
—No traje nada para pasar el rato —lo miró con expresión triste.
—Yo traje dos opciones —le besó la cabeza.
—¿En serio? —Aioria lo miró sorprendido y emocionado. Deathmask asintió levemente —. ¿Qué trajiste?
Deathmask sacó una consola portátil, un juego de mesa y un libro. Aioria lo miró entusiasmado, ya que ninguna de las opciones implicaba tener que apartarse de los brazos de Deathmask y su cálida manta, estaba fascinado con la idea de pasar su día así, aunque su entusiasmo se vio disipador el sonido de un trueno y un par de relámpagos surcaron el cielo.
—Ay, no —se quejó—, se supone que hoy estaría despejado.
—Pues ya ves, mejor apresuremos a volver —instó Deathmask. Aioria obedeció de mala gana.
Mientras corrían de vuelta al Santuario Deathmask notó el rostro de desilusión de su compañero y no pudo evitar una mueca de disgusto. Avanzaron con mayor rapidez y conforme se acercaban al primer templo, tuvo una idea que con cada paso se hacía más fuerte, al pisar el primer escalón de Aries, se decidió, tomó la mano de Aioria y lo dirigió por los doce templos. Ignorando el llamado de Aioria cuando pasaron por el cuarto y quinto templo y no parar hasta el duodecimo templo el cual alcanzaron justo antes de que la primeras gotas lluvia comenzaran a caer.
—¿Qué hacemos en el templo de Afrodita? —preguntó Aioria con el ceño fruncido, siguiendo a Deathmask por puro instinto.
—Ya lo verás —le sonrió y le guiñó un ojo.
—Pero, ¿es correcto que estemos aquí? Parece que él no está.
—Es así. Él y Shura fueron a la ciudad, regresan mañana. Tranquilo, mientras no rompamos nada, nuestro cuerpo estará libre de rosas —le tranquilizó—. Llegamos —anunció abriendo una puerta que daba a un jardín interior bellamente iluminado. Aioria abrió la boca involuntariamente—. No es exactamente estar al aire libre, pero se acerca bastante, aquí podremos hacer nuestro picnic.
—¿No tendremos problemas? —preguntó algo inseguro.
—¿Con Afro? Nah, ya te dije y cualquier queja, yo tomo la responsabilidad, lo importante es verte feliz —concluyó apartando la vista ocultando el sonrojo.
El corazón de Aioria palpitó de emoción y no pudo negarse ante ese gesto, así que decidió confiar en su pareja y lo tomó de la mano para explorar el lugar. Afortunadamente el sitio estaba bien protegido del frío del exterior, así que era una mejor idea estar ahí qué al aire libre y podría disfrutar más de aquel picnic.
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Continuará en el siguiente oneshot.
He tenido mucho trabajo estos meses y no había podido actualizar, pero no me olvido que tengo pendientes aquí.
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