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Masaje

No había satisfacción más grande que quitarse la armadura luego de llevarla por más de doce horas. Manigoldo dio gracias a todos los dioses por estar de vuelta en el Santuario y más concretamente en su templo, le dolían todas y cada una de sus extremidades, se echó sobre el sofá de su sala sin ganas de absolutamente nada y aunque tenía hambre, no le apetecía pasar tiempo en la cocina, necesitaba descansar con urgencia y eso era lo que iba hacer.

Se lamentó no haber visto a Shion antes de encerrarse en su templo, pero no estaba en su templo cuando llegó, así que no podía hacer nada, ya lo visitaría mañana o eso pensó hasta que un cosmos familiar pidió permiso para entrar a su templo. Elevó si cosmos para indicar dónde estaba y sonrió cuando vio la figura del de Aries ingresar a su sala. Shion lo vio desde el umbral de la puerta y se apoyó en el marco cruzándose de brazos.

—Te ves horrible —fue su saludo. Manigoldo lo vio con seriedad, él sonrió—. ¿Cómo estás? —preguntó acercándose.

—Podría estar mejor —respondió llevándose una mano a la frente haciendo un pequeño espacio para que Shion se sentara.

—Te volviste a exceder —regañó—. La misión era de 3 días, lo hiciste en la mitad de tiempo.

—Tenía prisa por volver —se encogió de hombros. Shion suspiró.

—Eres imposible —se lamentó.

—Pero así me quieres —se jactó. Shion se levantó ignorando su comentario.

—Te prepararé algo de comer —dijo en cambio— ¿o prefieres tomar un baño primero? —meditó viendo su aspecto.

—Muero de hambre, creo prefiero comer.

Shion asintió y se apresuró en preparar la comida. Manigoldo casi se queda dormido esperando, pero Shion se lo impidió, alegando qué no podía dormir sin haber comido debidamente antes. Luego de comer Shion le preparó un baño caliente con algunos aceites que Manigoldo odiaba, pero que le ayudarían a relajar sus músculos, por lo que no se quejó a pesar de que odiaba el aroma qué desprendían. No se demoró mucho en el baño. Cuando salió se alegró de que Shion todavía estuviera ahí.

—Quítate la bata y recuéstate boca abajo.

Manigoldo no se hizo repetir y acató la orden, en cuanto se acomodó en la cama sintió las tibias manos de Shion sobre sus hombros dándole un masaje qué lo hizo dar un pequeño suspiro de satisfacción y se relajó.

Mientras Shion comenzaba hacer presión en sus músculos adoloridos, Manigoldo no pudo evitar pensar en la suerte que tenía de tenerlo en su vida, era un loco temerario qué se preocupaba poco por su bienestar físico y no importaba cuánto enfadara esto a Shion, él siempre estaba para mimarlo un poco, aunque a veces...

—Oye —regañó con con un quejido y una mueca de dolor.

—Lo siento —se disculpó el de Aries, Manigoldo, aún de espaldas, pudo percibir su sonrisa—, me desconcentré.

—Claro —respondió sin creer una palabra.

... podía ser algo vengativo, concluyó con una sonrisa.

—Terminamos —informó Shion separándose de él. Se incorporó sin cubrirse—, ya puedes volver a ponerte la bata y vestirte —le dijo desviando la mirada.

—¿Por qué? —preguntó coqueto.

—Porque debes descansar —le dio un suave golpecito en la frente. Manigoldo lo tomó de la mano y la acercó para besara, luego lo abrazó—. Manigoldo —advirtió con enfado.

—Gracias —dijo simplemente tomando por sorpresa a Shion, no estaba acostumbrado a esas palabras de su parte.

—No hay de qué, solo fue un masaje.

—No hablo solo del masaje —se separó un poco y lo miró a los ojos—, por todo, por estar conmigo —se encogió de hombros.

—Me gusta estar contigo —le dijo acariciando su mejilla.

—¿Te quedarás esta noche? —Shion abrió la boca para responder—, solo acompáñame a dormir, tal vez necesite otro masaje o algo, es mejor que estés cerca —no le dio tiempo a negarse. Shion rió bajito.

—Está bien, me quedaré para cuidarte —aceptó.

Manigoldo sonrió con victoria y se apresuró  en prepararse para irse a la cama, dando el tiempo justo a Shion para hacer lo propio cuando lo arrastró con él, pronto ambos se quedaron dormidos.

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