Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Enfermedad/lesión

La vida apestaba o al menos en ese momento, pensó Káiser con disgusto. El cuerpo le dolía sabía que tenía fiebre y no tenía fuerza para salir de su habitación a prepararse alguna infusión qué le ayudase contra la gripe que había contraído. Encima, cada vez que estornudaba o tosía sentía que perdía una parte del pulmón en el proceso. En pocas palabras, se sentía fatal y no había nada que pudiera hacer para remediarlo o eso pensó hasta que sintió un cosmos familiar entrar a su templo y luego escuchó a Goldie hacer sonidos de felicidad confirmando que él había entrado a su templo.

—Hola pequeño, ¿cómo estás? —Káiser ni fuerza tenía para quejarse de que mimaran a su león—. ¿Dónde está Káiser? O ahí estás —dijo entrando a su habitación—. Cielos —Cardinale abrió los ojos con sorpresa—, luces fatal.

—Y me siento —respondió con voz congestionada. Cardinale sonrió.

—Ya me parecía raro que no aparecieras en el entrenamiento. Qué bueno que vine a verte —se acercó y le dio un beso en la fente—. ¡Oh! Tienes mucha fiebre.

—Sí y no deberías acercarte tanto. No quiero que también enfermes —

—Tranquilo, aunque no soy inmune, tengo mayor resistencia —restó importancia—, te prepararé algo —informó.

Káiser lo vio salir y luego lo escuchó andar por su cocina. Cardinale no era del tipo hogareño, de hecho odiaba todo eso, pero como su pareja, sabía que solo era una fachada, ya que era sumamente protector y dedicado y se preocupaba por él, la prueba estaba en qué había ido a buscarlo después del entrenamiento. A pesar de su congestión nasal pudo percibir el olor característico a rosas de él y poco a poco se fue sintiendo más y más adormecido. Supuso que Cardinale creyó conveniente que durmiera consciente de lo mal que se sentía. Se lo agradeció mentalmente antes de rendirse al sueño.

Estaba en un túnel oscuro y algo lo sujetaba impidiéndole avanzar sin que él pudiera hacer nada. Sentía cada vez más desesperación al ver que aquella oscuridad lo envolvía cada vez y el continuaba atado en su sitio hasta que un aroma a rosas inundó el espacio y sus fosas nasales logrando qué se calmara. Abrió los ojos y se encontró los verdes de Cardinale qué lo miraban con preocupación y su mano en su frente. Lo vio suspirar y sonreír levemente.

—¿Qué sucedió? —preguntó algo confundido pero sintiéndose ligeramente mejor.

—La fiebre te subía y bajaba.

—¿Cuánto dormí? —preguntó viendo que ya estaba entrada la noche y Cardinale había llegado alrededor de las diecisiete horas.

—Un tiempo, te traeré algo de comer.

Káiser lo vio salir de la habitación y miró el reloj, pasaban de las dos de la madrugada arrugó la frente y pensó que diez horas eran algo más que «Un tiempo». Arrugó la frente. Cardinale entró con una bandeja.

—¿Has estado aquí todo este tiempo? —preguntó tratando de incorporarse. Cardinale dejó su carga en la mesita de noche y lo ayudó a acomodarse.

—Sí, te dije que has tenido fiebre. Ahora, deja de hacer preguntas y come.

—¿Tú cocinaste? —sonrió ante el ceño fruncido de Cardinale.

—¿Qué dije sobre las preguntas? —devolvió con enfado.

—Me siento afortunado, no a cualquiera le cocinas.

—No te acostumbres —dijo con un sonrojo girando su rostro.

Sonrió y siguió comiendo la sopa qué le había llevado. La verdad es que Cardinale cocinaba bastante bien, pero como él mismo había declarado, no lo hacía mucho, menos para otros. Káiser llevaba años de conocerlo y un par siendo su pareja y en ese tiempo esta era la tercera vez que probaba su comida así que era verdad que se sentía afortunado de tener a alguien como él a su lado, Cardinale parecía que solo se preocupaba por él mismo, pero era del tipo de persona que cuidaba de las personas que le importaban aunque siempre lo negaba y le restaba importancia.

—Muchas gracias, estaba delicioso —le entregó el plato, Cardinale lo recogió le dio una taza.

—Es una infusión de hierbas, te hará bien y te ayudará a descansar—informó antes de incorporarse. Káiser notó que lucia algo agotado.

—Tú también deberías descansar, yo ya me siento mejor —respondió algo preocupado.

—Lo haré —le sonrió y volvió a salir.

Káiser tomó la infusión y mientras escuchaba a Cardinale todavía rondando por su templo, suspiró. Apartó la taza y se volvió acomodar en la cama, el sueño pronto lo venció y durmió, esta vez sin pesadillas.

Cuando despertó, el sol ya estaba en lo alto  inhaló profundamente y se dio cuenta que sus fosas nasales ya estaban libres, también el dolor muscular había desaparecido. Giró su cabeza y se encontró con Cardinale apoyando su cabeza en su cama y una de sus manos estaba estaba cerca de su rostro. Sonrió con ternura. Estaba a punto de alargar su mano para apartar un mechón de cabello que se le pegaba al rostro cuando fue sacudido por un acceso de tos haciendo que Cardinale se despertara sobresaltado.

—¿Estás bien? —preguntó entregándole un vaso de agua. Káiser lo aceptó. Era hermoso ser testigo de su preocupación y no solo intuirla. Aceptó el vaso y dio un trago.

—Sí, tranquilo, al menos ya no perdí el pulmón en el proceso —Cardinale sonrió.

—Me alegro —un beso fue depositado en su mejilla—. Iré a preparar el desayuno —informó. Káiser alzó una ceja—.Todavía tienes algo de tos, no dejaré que esparsas tus germenes por todos lados —Káiser soltó una carcajada y otro acceso de tos le hizo ver que era mala idea. Cardinale rodó los ojos.

Se aseó un poco y luego salió de su habitación encontrando a Cardinale ocupado en la cocina, quién al sentirlo giró su rostro para verlo.

—Deberías permanecer en cama.

—Ya me siento mejor, no te preocupes —se sentó en la mesa y se recostó en ella. Cardinale no dijo nada.

—Sí todavía estás cansado, deberías irte a dormir.

Káiser qué estaba medio dormido en la mesa se incorporó de golpe haciendo que se mareara, afortunadamente, Goldie, qué desde que entró en la cocina no se había apartado de su lado, lo sujetó con su cabeza impidiendo que se cayera.

—Te ayudaré a volver.

Ambos volvieron a la habitación, seguidos de Goldie quien llevaba la comida. Káiser vio a su mascota mientras Cardinale cambiaba las sábanas y luego volvió su vista hacia su pareja.

—¿Le has estado alimentado de más? —preguntó con sospecha.

—No —Cardinale alargó la vocal y giró el rostro culpable. Káiser negó pero no dijo nada.

Desayunaron en silencio. Cuando terminaron, Káiser se volvió a acostar e hizo espacio en su cama invitando a Cardinale a entrar.

—Ambos necesitamos descansar, entra —Ordenó. Cardinale no se negó. Cuando se acomodó en la cama, lo abrazó y lo besó en el cabello—. Gracias por cuidarme.

—No es nada, se qué harías lo mismo por mí —respondió acurrucándose en su pecho con voz adormilada.

Káiser sonrió y aspiró el aroma a rosas qué lo había acompañado todo ese tiempo. Acarició el cabello de Cardinale hasta que lo sintió dormir, en ese momento él también pudo relajarse, seguro que cuando despertaran, ya estaría completamente bien.






Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro