Ducharse/Bañarse
El agua fría tocaba su piel apartando un poco el excesivo calor del verano. Kardia dejó qué su cuerpo flotara por un rato sin grandes preocupaciones. Miró hacia la orilla y una sonrisa traviesa cruzó por sus labios. Volvió a sumergirse y nadó hacia afuera del pequeño lago. Emergió de él sin cubrir su desnudez. Haciendo que su compañero que en ese momento miraba en su dirección apartara la vista con un visible sonrojo qué solo hizo ensanchar la sonrisa de Kardia. Albafica carraspeó un poco.
—Deberías cubrirte —dijo lanzándole una toalla que el de Escorpio atrapó sin problema.
—¿Por qué? —preguntó amarrándola a su cintura—. No es la primera vez que me ves desnudo —se encogió de hombros. Albafica rodó los ojos.
—Eso es porque no conoces la vergüenza —replicó molesto—. Vístete y vamos a comer.
—Creo me quedaré así, tal vez vuelva al lago, deberías venir, el agua está agradable. Deberías relajarte un poco —sugirió.
—Debemos volver al Santuario.
—Todavía tenemos tres días, no hay prisa.
—Come —fue todo lo que respondió.
Se quedaron en silencio un largo rato, Kardia tumbado sobre el pasto dejando que los rayos del sol que se filtraba por los árboles le dieran en la cara, mientras Albafica se sentaba apoyado en el tronco bajo su sombra mientras leía un libro. Su vista de vez en vez se desviaba hacía su compañero quién seguía cubierto únicamente por la toalla dejando su cuerpo expuesto a su mirada que parecía reacia a alejarse de él pese a sus intentos por concentrarse en la lectura.
Kardia no era ajeno a aquella mirada y la disfrutaba, era por ello que no hacía ningún esfuerzo por cubrirse,, con las manos debajo de su cabeza y una rodilla ligeramente flexionada hacia arriba resaltaba con toda intención los músculo de su cuerpo. Dirigió su mirada hacia su compañero quién al verse descubierto, rápidamente volvió su vista al libro. Una amplia sonrisa se instaló en los labios de Kardia quién no tardó en incorporarse y acercarse a él. Albafica al sentirlo frente a él, levantó la vista.
—¿Qué? Preguntó intentando sonar calmado..
—Vamos a tomar un baño —apartó el libro y lo tomó de la mano. Albafica quiso apartarse. Kardia rodó los ojos—. No vas a matar a nadie, deja de poner esa cara —regañó.
—Pero... —protestó débilmente.
—Llevamos juntos seis meses y a pesar de tus recelos no has podido mantenerme alejado y sigo vivo —sonrió con suficiencia.
Albafica recordó los besos que Kardia le había robado a lo largo de ese tiempo, sus mejillas se tiñeron de carmín, pero no sé le ocurrió nada para replicar. Sin soltar la mano de Kardia, se levantó.
—Vamos —soltó un suspiro resignado.
Caminaron hacia el lago y Kardia fue el primero en meterse. Tuvo la descendencia de mantero su vista apartada mientras Albafica se desnudaba algo que el Piscis agradeció mientras se metía al lago. Se sumergió al completo en el agua y después de unos segundos emergió sintiéndose más relajado.
—Te dije que estaba agradable —habló Kardia a su espalda. Albafica se giró hacia él.
—Sí, eso noto —sonrió ligeramente—. Gracias por convencerme.
—No agradezcas —estiró su mano para apartar un mechón de cabello qué se había pegado a su cara—. Menos si la recompensa es una sonrisa tuya, me siento afortunado.
Albafica volvió a sonreír y simplemente negó con la cabeza y volvió a hundirse en el agua.
Para sorpresa de Albafica, Kardia se había mantenido alejado de él o al menos no se había acercado tanto como pensó haría en un principio. Miró a su compañero, que nadaba no muy lejos de él, por un momento. No podía negar que sentía una ligera decepción de que el Escorpio se hubiese limitado a robarle un par de besos —besos que habían sido demasiado fugaces para su gusto—, en el tiempo que llevaban en el lago y que él no se haya atrevido a siquiera razar sus dedos en sus músculos como llevaba queriendo hacer desde que llegaron a aquel sitio.
—¿En qué piensas? —la voz de Kardia se escuchó a su lado. Albafica se giró para quedar frente a él.
—En qué ya debemos ponernos en marcha —mintió.
—Ya —su voz sonaba decepcionada—. Iré a vestirme —señaló sus cosas.
—Kardia —lo llamó con duda.
—¿Sí? —se detuvo y se giró a verlo alzando una ceja.
—También pienso que deberías besarme más y yo debería tocarte —las blancas mejillas estaban encendidas pero Albafica se negó apartar la vista. Kardia, qué si no estuviera en el agua, seguro se caía se la impresión, se quedó mudo.
—Creo que el sol ya comenzó a afectarte —respondió luego de uno minutos recuperándose de la sorpresa
—Es posible —miró al cielo—, pero todavía creo que deberías besarme —no esperó a que Kardia reaccionara y fue él quién tomó la iniciativa.
El beso fue lento e inexperto, hasta que Kardia se recuperó de la impresión y comenzó a responder, guiando a los labios ajenos a un beso más profundo sin llegar hacer apasionado. Albafica paseó sus manos por los brazos de Escorpio hasta que una se detuvo en su nuca y la otra en su pecho, las de Kardia no se movieron de su cintura.
—Puedo ir al cielo por esto —comentó Kardia con un suspiro apartándose ligeramente—, por lo increíble que es —aclaró al ver el ceño ligeramente fruncido de Albafica y le dio un corto beso.
—Eres un idiota —le señaló alejándose un poco. Kardia se lo pensó un poco.
—Cierto, pero así me quieres —sonrió y se alejó.
—Sí, lo hago —susurró para sí mismo.
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—¿En qué piensas? —Albafica sintió un suave beso en su hombro.
—Qué el agua se comienza a enfriar y es hora de salir —respondió dando una suave palmadita en su mano.
Kardia se volvió a recostar en la tina y atrajo más hacia sí a Albafica quien se recostó en su pecho sin oponer resistencia.
—No mientas, todavía sale vapor —señaló—. ¿No te gusta compartir el baño conmigo?
—No —respondió con seriedad y ladeó la cabeza para poder verlo. Kardia se incorporó ligeramente y lo miró sorprendido. Se echó a reír—. No estaría aquí de no hacerlo.
Volvieron a recostarse.
—¿Ya me dirás en qué pensabas?
—En que te quiero —respondió con sinceridad.
Sintió que Kardia lo abrazaba más fuerte.
—Ya también te quiero, pececito —besó su cabeza.
Albafica sonrió y juntó sus manos con las de Kardia disfrutando de aquel relajante baño, esperando que pudieran estar así, por un tiempo más.
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