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Cocinando Juntos

El sonido de platos, vasos y cucharas cayendo acompañados de una serie de maldiciones fue lo primero que escuchó Manigoldo al entrar a su templo. Se quedó de pie un momento en su sala sorprendido por el estruendo, pero luego sonrió al escuchar la voz del tranquilo Shion maldiciendo de una forma bastante propia de él. Se encaminó hacia su cocina y se apoyó en el marco de la puerta observando la escena muy atentamente, aunque su sonrisa se borró al percatarse que llevaba en brazo en cabestrillo, se separó de la puerta y se acercó a Shion tomándolo con cuidado.

—¿Qué te pasó en el brazo? —preguntó con verdadera preocupación. Shion lo miró con sorpresa.

—Manigoldo ¿qué haces aquí? —devolvió torpemente.

—Es mi casa

—Me refiero a...

—Adelanté el regreso, pero no evadas mi pregunta ¿qué te pasó? —repitió señalando su brazo.

—Fue un descuido, no es grave, no le des importancia —quiso apartarse, pero Manigoldo lo detuvo.

—Shion —advirtió en la voz, sabía que algo escondía y Athena protegiera a quién lo haya lastimado.

—Estaba entrenando con El Cid y...

—Lo voy a matar —interrumpió dándose la vuelta. Shion lo detuvo.

—Por eso no quería decirte, ya te dije, fue un descuido mío y no es grave, estaré bien en un par de días.

—Igual le daré una paliza —se resignó. Shion lo soltó no muy convencido, sabía que Manigoldo era bastante impulsivo, pero mientras no armara un alboroto, estaría bien—. ¿Por qué estás aquí y no descansando? —regañó.

—Quería sorprendente con algo de comida —Miró con tristeza el desastre que había hecho. La expresión de Manigoldo se suavizó.

—Sabes que no tienes qué hacerlo —lo abrazó con cuidado de no lastimarlo.

—Igual quería hacerlo, pero ya ves —se apartó un poco e hizo un puchero.

—Bueno, gracias, igual —lo besó en la frente—. Y como sé que no te voy a convencer de que vayas a descansar, por qué no te ayudo a limpiar esto y luego preparamos lo que sea que tengas pensado.

—Pero tú acabas de llegar de una misión —protestó.

—Y tú tienes un brazo en cabestrillo o ambos cocinamos o ambos descansamos —sentenció. Shion soltó un suspiro de derrota.

Entre los dos limpiaron la cocina y rápidamente estuvo lista para para cocinar en ella. Manigoldo cortaba las verduras, mientras que Shion preparaba la carne. Ambos se acoplaban bien y Shion realmente no tenía problemas para cocinar aun con una sola mano. Sonrió al saberse seguro de que él había sido el causante del descuido de Shion, pensó con arrogancia mientras lo veía mover algunas cosas con su psicoquinesis, estuvo tentado a sorprenderlo, pero se contuvo, no quería ver otra expresión negativa en su rostro. Esperó a que nada que pudiera caerse estuviera en su sitio, cuando se acercó a él por la espalda mientras veía la masa.

—¿Necesitas ayuda con eso? —preguntó muy cerca de su oído. Shion estaba a punto de negar cuando Manigoldo agregó—: Yo creo que sí.

Tomó la mano de Shion entre la suya y se puso a amasar la masa siendo consciente del adorable sonrojo en sus mejillas por la presión que su cuerpo ejercía sobre el ajeno.

—La masa debe quedar suave para un espagueti perfecto —instruyó sin dejar de amasar y sin soltar la mano de Shion—. Listo —dijo pocos minutos después—, déjame cortarla.

Manigoldo se puso manos a la obra. Mientras se centraba en preparar la salsa sintió la cabeza de Shion apoyarse sobre su hombro. Revolvió un poco y lo miró de reojo.

—¿Necesitas que te ayude con algo más? —preguntó viendo hacia la salsa.

—Sí —respondió sacando un poco en una cuchara—, prueba —Shion sonrió.

—Eso no es ayudar —señaló.

—Claro que sí —la seriedad se notaba en su voz—. Me ayudas a saber si ha quedado bien. Shion rió por lo bajo, pero no discutió.

—Excelente como siempre —eligió. Una sonrisa orgullosa cruzó los labios de Manigoldo.

—Gracias, ahora ¿te molesto en poner la mesa?

—Eso sí es ayudar —se burló Shion—, ya lo hago.


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