Entrelazar los dedos
AU moderno niños (DM tiene 10 y Aioria 7)
En un bosque a las afueras de un pequeño pueblo había un niño castaño que se encontraba llorando con fuerza.
Estaba todo lastimado y no sabía donde el camino a casa. Apenas se había mudado con su papá y su hermano mayor. No conocía el lugar y ya llevana rato buscando su casa cuando, en un descuido, resbaló con una raíz y rodó un poco hacía abajo.
Esa caída provoco que el pequeño comenzará a llorar por culpo del miedo, el dolor y el hambre. Ya casi era hora de la comida y si no llegaba a tiempo, su papá lo iba a castigar.
Ademas de eso, comenzaba a hacer frío y él no traía sueter y sus pantalones estaban llenos de lodo.
Aioria siguio llorando, no sabía que hacer. Si solo su hermano Aioros estuviera ahí no tendría porque tener miedo. Él sabria que hacer.
-Ay ya callate- eschucho el niño no muy lejos de él.
Esa voz logró que el castaño guardara silencio, pero solo por un minuto, ya que no tomó bien el saber que no estaba solo en ese lugar.
-Un monstruo- gritó mientras corría en busca de un escondite, pero debido a un raspón en su rodilla, este no pudo ir muy lejos y solo pudo ponerse detras de un gran árbol.
Aioria sentia que su corazón se le iba a salir, que sus piernas temblaban y le costaba respirar. ¿Qué debía hacer? ¿debía pelear? Eso.
Aioria trató de buscar algo con que defenderse, justo como le enseño su papá. Tal vez una rama o una roca.
-¿Qué crees qué haces?- le hablo la misma voz de antes, solo que esta vez estaba justo detras de él. De la pura sorpresa, el niño brinco hacia atras mientras buscaba lo que fuera para atacar al monstruo.
Una bellota, eso fue lo que pudo tomar y lanzarla con toda su fuerza. Lastimosamente su puntería era terrible, no estuvo ni cerca de darle a su objetivo.
-Eso fue terrible- comento el monstruo. Solo que no era un monstruo, era un niño como él. Bueno, se notaba que era unos años mayor, pero era un niño al fin y al cabo.
Aioria lo miró. Era un niño de cabello corto azules y sus ojos eran del mismo color. A diferencia de él, el chico de cabello azul iba abrigado y con una mochila. Claramente él sabía donde estaba y cómo era el lugar.
-¿Qué haces aquí niño? ¿Quieres qué te roben las brujas?- le preguntó inclinando la parte superior de su cuerpo para regañar y asustar a Aioria.
Aioria en respuesta volvio a llorar a todo pulmón.
-Oye calmate, solo estaba bromenado- dijo el peliazul nervioso. Ahora entendía porque su padre le decía que no debía jugar con esas cosas- no llores, este es un bosque tranquilo ¿esta bien?- le siguió tratando de calmar, pero Aioria no lo hacía.
-Eh mira ¿no es bonito?- le dijo enseñandole un cuarzo que se encontro en un riachuelo hace unas horas- te lo puedes quedar si dejas de llorar ¿esta bien?-
El castaño se fue calmando hasta que solo hipeaba y tal como prometió el otro, le dejo tomar su piedra. Ese niño no era tan malo.
-Ahora dime ¿qué haces aquí?- le volvió pregunar. Nunca había visto a ese niño allí.
-Solo quería jugar y me perdi- le respondió recordando qué se alejó de donde su papá le dijo que podía jugar. Estaba en problemas.
-Eso veo- comentó el mayor rascandose la nuca- ¿dónde vives?- se vio obligado a preguntar. Su padre seguro se enojaria si se enteraba que no ayudo al pequeño si estaba en la posibilidad de hacerlo.
-No sé, me acabó de mudar- dijo Aioria reteniendo sus ganas de llorar.
-Ah, entonces eres el nuevo- eso explicaba mucho a su parecer- yo se donde vives, puedo llevarte- se ofreció, después de todo eran sus nuevos vecinos.
-¿De verdad?- a Aioria le brillaron los ojos de la emoción- muchas, muchas gracias- le abrazó y le tallo la cabeza como un gato, manos hasta que sintió un fuerte dolor en su rodilla- au- se quejó.
-Primero hay hacernos cargo de eso- comentó mientras abría su mochila para buscar algo en ella.
Aioria trago grueso. No quería que lo revisará porque doleria, pero tenía que ser valiente para regresar a casa.
Se quedo quieto en lo que el mayor le ponía agua de yna botella a su herida. Sujetó la piedra que le dieron para no volver a llorar. Era valiente, como su hermano y su papá.
-¿Y cómo te llamas?- le preguntó el peliazul en lo que lo ponía un spray para desinfectarlo.
-Aioria- contestó cerrando los ojos para no ver cómo le ponían esa cosa. Le asustaba mucho- ¿y y tú?-
-Soy Angelo, vivo a lado de tu casa- le habló mientras sacaba una gasa y unas cintas para sujetarla. Por suerte no era una herida tan grande. No hacía falta una venda- ya quedó- le aviso cuando terminó.
-Gracias- dijo tallandose un ojo.
-Creo que no tienes mas cortes- le dijo Angelo mirando los brazos y cara del menor- creo que ya podemos irnos-
-¿Me puedes dar la mano?- le pidió un poco apenado. Ya no era un niño pequeño, pero estaba asustado- por favor-
-Esta bien, no quiero que te pierdas otra vez-
Ambos se tomaron la mano y comenzaron a caminar, aunque Aioria no sabía hacía dónde.
-¿Seguro que es por aquí?- pregunto2 el castaño tras un rato de caminar.
-Conozco este bosque como la palma de mi mano. Si no te gusta, vete por tu cuenta- respondió Angelo ofendido. Él iba a ese bosque casi todos los dias de que tenía 7 años. Además de que su papá era el guardabosques de allí. Era imposible que se perdiera aunque lo intentará.
-N no- exclamó Aioria asustado- no me dejes- le rogó atrapando la mano del mayor xin sus dos manos. No lo iba dejar ir. No se iba a perder otra vez.
-Sueltame o te vas a caer- le dijo ttatando de safarse de una mano.
-Prometo que ya no dire nada pero no me dejes- le pidió apretando su agarre.
-No te voy a dejar pero no puedes agarrarme así, te vas a caer- le dijo sin daber que hacer.
-¿Puedes entrelzar tus dedos con los mios? Por favor- le dijo mirandole con ojos de perrito.
-Esta bien, esta bien, pero sueltame una mano-
Aioria se soltó un momento y entrelazo sus dedos con el mayor. Asi se sintió mas seguro de no estar solo.
Angelo suspiro, ese niño era todo un caso.
Caminaron otro rato y tal como prometió Angelo, lo llevó a su casa incluso cuando no supo cómo pasó.
-Aioria- se escuchó la voz de su padre saliendo de la casa- Aioria ¿dónde estabas? ¿por que estas lastimado?- le preguntó al verlo todo sucio y cubierto de tierra y lodo.
Aioria no pudo contestar, solo se lanzó a los brazos de su papá a llorar.
-Perdón, perdón, no te enojes-
-Esta bien, lo importante es que estas bien- le consolo el hombre.
Angelo no dijo nada, solo miró la esecena y pensó que lo mejor era irse lo mas pronto posible.
-Espera- le hablo una voz gruesa.
Angelo se volteó y vio como Aioria le susurraba algo al adulto y luego ambos se acercaban a él.
-Aioria me dijo que lo ayudaste- le hablo el hombre con una sonrisa- te lo agradezco mucho-
-No es nada- dijo Angelo apenado.
-Salvaste a mi hijo, te lo debo- le dijo el señor en un tono amable- ¿por qué no te quedas a comer y asi ambos me cuentan que pasó?- le pidió al menor.
-Debo ir a casa- trato de excusarse el peliazul.
-Si- gritó Aioria emocionado.
Corrió hacía Angelo y lo tomo de la mano para jalarlo hacia su casa. Entrelazo sus dedos para no dejarlo ir. Queria mostrarle sus juguetes y su cuarto y a su gato.
Kaiser, su padre, solo negó con la cabeza divertido. Su hijo menor tenía formas muy extrañas de hacer amigos.
Bueno, no es que le moleste hacer una porción extra de comida para ese día, al contrario, es lo minimo que podia hacer para agradecer a quien ayudo a su hijo pequeño. Pero primero hablaría con su vecino, el padre de Angelo, para avisarle que Aioria estaba bien y que ya en la noche pasaría a dejar a Angelo a su casa.
Ni Aioria no Aioros lo dejarían en todo el día y, para ser sincero, él tampoco podría dejarlo irse sin compensarle por su acción hacía au familia. Estaba profundamente agradecido con el niño.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro