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Las armas (no) cumplen años - MozeQiu

Moze recuerda esa noche, tan clara como la luna en el estanque de lotos, escuchó los murmullos de ambos. El miedo, las suplicas, la seguridad en el médico de salvarle la vida.

Tiene una deuda con ambos, por eso ahora su vida solo sirve para cuidarlos. Les pertenece.

Moze no es una persona, es una herramienta, un asesino, un arma y sirve a su General Fei Xiao y al médico Jiaoqiu. Por eso, él no necesita un cumpleaños.

—Eras tan lindo cuando su General FeiXiao te trajo conmigo...

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¡Atrasada! Pero vamos recuperando (no) tercer día del reto y usando el tercer tema: cumpleaños.

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Jiaoqiu tiene un problema, uno bastante grande, la verdad. No tiene idea de cuándo es el cumpleaños de Moze, su amigo y compañero de viajes. Y es que el hombre, a pesar de ser transparente con muchos detalles de su vida para con él, cuando se trata de saber de su fecha de nacimiento es simplemente imposible de sacar a la luz.

Y no es que no lo haya intentado, vamos, que hasta su General Fei Xiao le ha preguntado e insistido en el tema. Sin embargo, no hay forma en que Moze abra la boca y les diga la fecha.

Es un poco frustrante. Y a la vez, intrigante la razón o razones de esto.

Jiaoqiu no quiere ser grosero, mucho menos pasar por los claros límites que Moze ha puesto en su vida íntima. Pero se siente un poco mal el no saber una fecha tan importante.

Recuerda que en la guerra, cuando curaba a los soldados, preguntó más de una vez sus cumpleaños para mantenerlos despiertos. Se aprendió muchas fechas de soldados muertos, celebró entre explosiones y llanto algunos más. No quería que ninguno de ellos dejase las ganas de vivir y celebrar estar vivos un año más.

Por eso su fecha es importante, por esto es que quiere celebrar un año de vida de Moze.

El cuervo guardián de la General Fei Xiao y su escolta personal cuando van a misiones peligrosas (Fei Xiao siempre prefirió ir sola y ambos saben que es capaz de ello) es una persona especial para el médico.

Siempre a su lado, en las sombras o detrás de él. Cargando sus cosas, presumiendo sus habilidades como un forajido, un experto en escapes y un asesino letal si se le daba la orden. Y, sin embargo, un maníaco de la limpieza, del orden y de las órdenes claras, con una moralidad gris, y una lealtad descomunal a los suyos.

Y como negarlo, Jiaoqiu está encantado con la seguridad que emana ese hombre cuando, con solo un brazo, tocó cargarlo en algunas circunstancias.

Su mente divagó demasiado en ese par de brazos, sosteniendo su cadera, y en formas de sacarle más expresiones a ese rostro sereno y controlado.

—Eras tan lindo cuando su General FeiXiao te trajo conmigo...

Ha visto a Moze en la orilla del estanque de lotos, pensativo y callado como siempre. Es una imagen familiar y le recuerda a cuando se escapó de la camilla para ir a un lago cercano a verse. Era un pequeño devastado por la guerra, al igual que muchos, pero verse reflejado en el lago, con vendas, parecía ser algo nuevo para él.

—Jiaoqiu... —Moze se gira lento, había sentido la presencia del médico zorro, pero con él no debe mantener la guardia en alto. —, es cosa de crecer y madurar, no necesito ser lindo, solo hacer bien mi trabajo.

Jiaoqiu hace una mueca y pone su abanico para esconder parte de su rostro.

—¿Jiaoqiu? —Cuando hace eso, Moze se siente lejano. No le gusta, pero guarda silencio ante cualquier inquietud.

—Evades el tema, sabes perfectamente lo que te vengo a preguntar de nuevo. —Quiere sonar molesto, aunque sea un poco, pero no sale más que un tono apenado.

Cosa que no escapa a la percepción de Moze, sin embargo, trata de dejarlo pasar.

—Te dije antes —Mira de nuevo a su reflejo en el agua. — Mi cumpleaños no es importante.

—Es un poco cruel que lo digas así. —Jiaoqiu ataca rápidamente, su voz es dura, y Moze siente cada una de esas palabras como un golpe en el pecho.

—Es solo una simple fecha, no recuerdo mucho.

—Esa "simple fecha" a la que te refieres —sigue detrás de su abanico y ya no mira en dirección a Moze. —Es importante para mí.

Solo en ese momento, Moze levanta la mirada, notando como Jiaoqiu mira a otro lado, como su expresión parece dolida de forma profunda, vamos, que ni las desgracias de la guerra que ha visto con sus propios ojos le han dejado tal dolor en sus ojos.

Moze parece que ha apuñalado el corazón de Jiaoqiu.

Y se siente horrible.

—¡Es qué!

Nunca levanta la voz, y mucho menos frente a él. Tampoco pierde la compostura, pero ver a Jiaoqiu así de dolido lo asustó. A él no puede decepcionarlo, o descuidarlo, o herirlo.

La guerra ha hecho suficiente daño con ambos.

—No recuerdo la fecha. —comienza a hablar, deja que el médico se quede detrás de su abanico, así al menos tampoco puede ver su rostro acongojado. —Mis primeras memorias son sobre huir de la guerra, no tenía tiempo para celebraciones.

El día en que recién pudo descansar fue cuando su General Fei Xiao le salvó y le trajo a la clínica de Jiaoqiu, aunque después de ser sanado intentó huir de nuevo por estar en un sitio extraño junto a otros soldados.

Tuvo miedo, ese era su estado natural; tener el miedo suficiente para seguir vivo.

No fue hasta que Jiaoqiu le hablo -de forma similar a la actual- acercándose despacio mientras Moze se veía en el lago con las curitas y las vendas en su cuerpo.

—Esa noche, fue la primera vez que pude descansar siendo cuidado por otra persona. —Moze sabe que Jiaoqiu recuerda aquel día en que la General llegó con un chico herido y casi muerto.

Moze recuerda esa noche, tan clara como la luna en el estanque de lotos, escuchó los murmullos de ambos. El miedo, las suplicas, la seguridad en el médico de salvarle la vida.

Tiene una deuda con ambos, por eso ahora su vida solo sirve para cuidarlos. Les pertenece.

Moze no es una persona, es una herramienta, un asesino, un arma y sirve a su General Fei Xiao y al médico Jiaoqiu. Por eso, él no necesita un cumpleaños.

No se celebra el nacimiento de una herramienta. Se usa hasta que es inservible y se busca una que haga lo mismo y mejor.

—No necesitan desperdiciar sus vidas en recordar el día en que una herramienta nació, solo... espero que cuando no les sea útil, me permitan quedarme con ustedes.

Pone su rodilla en el suelo junto al fango. Es una reverencia y una súplica a Jiaoqiu, también una disculpa por no poder responderle, a su pedido, una fecha de nacimiento, como si eso fuera necesario para una herramienta.

Antes de siquiera recibir una respuesta, nota como el abanico cae al suelo, justo a su lado, sube la mirada, preocupado por Jiaoqiu, pero lo siguiente que sus ojos notan es un abrazo en su cuello, fuerte, aprensivo, doloroso.

¿Le ha hecho daño, verdad? Sus palabras han herido a Jiaoqiu de nuevo. Por eso escucha como solloza en su hombro.

Las manos de Moze tiemblan, como nunca lo hace, se van a la espalda de Jiaoqiu para tratar de consolarlo.

—¿Jiaoqiu? Lo lamento...

—Lo siento. Estaba siendo egoísta —Jiaoqiu le calla, empuja su cuerpo contra el suyo, y sus rodillas casi tocan el suelo lodoso, pro Moze lo sujeta y lo impide.

Él no debe tocar el barro. No Jiaoqiu. Moze jamás permitiría eso.

—Debí entender que era un tema difícil para ti. —Jiaoqiu le sujeta con más fuerza, lo que hace un poco difícil a Moze mantenerlo lejos del barro.

—Jiaoqiu, espera un poco...

—Tendría que haber dejado el tema, Moze, lo siento ¡Ah!

El peso de uno empuja al otro, un pie resbala, y ambos caen al suelo, con Jiaoqiu encima de Moze. Al menos, Moze pudo dejar a Jiaoqiu lejos del barrial.

—¡Ya sé! —Jiaoqiu no parece importarle estar sobre Moze. —¡Te daré otra fecha!

—¡Puedes ponerte de pie, te vas a ensuciar!

—Eso no importa, Moze.

—¡A mí me importa! —Y Moze recién cae en sus propias palabras, Jiaoqiu le mira con una ceja elevada, como si hubiera ganado una discusión.

Claro que notó que Moze trataba de que no se ensuciara con el lodo, y por supuesto que hizo lo suyo para orillarlo a caer sobre su cuerpo. Un plan sutil pero perfecto.

Moze suspira, derrotado, y finalmente, los dos pueden ponerse de pie y alejarse del barro del estanque.

—Bien, puede darme una nueva fecha... —Suena derrotado, pero se puede ver una pequeña sonrisa en sus labios.

Jiaoqiu está sonriendo triunfante.

—El día en que Feixiao te encontró y te trajo conmigo, ese día será tu fecha de cumpleaños. —La mano de Jiaoqiu toca la mejilla de Moze con cuidado, buscando verle a los ojos.—¿Qué dices?

—Ya lo decidiste, yo solo puedo decir que sí.

Y mientras Moze trataba de esquivarle la mirada, no se da cuenta cuando Jiaoqiu se acerca lo suficiente hasta darle un beso en la mejilla.

—Un día como hoy —susurra cercano y dulce, Moze se rinde. —Llegaste conmigo, y velé por tu sueño.

Y un día como hoy, Moze se juró a sí mismo, vivir por Jiaoqiu.

—Un día como hoy...

—Así que, feliz cumpleaños, Moze.

Bajo la luz de la luna reflejada en el estanque de lotos, antes de que el festival de peleas comenzara, Moze recibe su primer regalo de cumpleaños.

Un beso.

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