narciso blanco
—Nos vemos mañana, bebé.— me dió un casto beso en los labios, para luego de separarse me dedique una sonrisa. Aquélla sonrisa que hace que mi estómago se revuelva de una manera linda y dolorosa.
De igual forma, le dedique una sonrisa, pero a diferencia de la suya, la mía fue sellada. —Nos vemos mañana, Hoonnie.
Cuándo lo vi que desapareció dentro del elevador, dejo salir un suspiro pesado. Tan pesado que me hace sentir aliviado. Sin embargo, no tan aliviado como para sentirme conforme con todo ésto.
Introduzco la llave a la cerradura de la puerta del apartamento donde vivo y me adentro a esté. Puedo escuchar la televisión encendida y deduzco que mi hermano menor se encuentra en el departamento. Llego a la sala y puedo verlo acostado en el sofá más largo junto a unos snacks a su alrededor. Después de ver su saludo que me hizo agitando su mano, me dirijo a la cocina para poder tomar agua. Pues puedo sentir como mi garganta está seca. Mucho diría yo. Pero para fortuna de mí, tal vez, ya estoy acostumbrado.
Después de tomar el agua, sin el resultado que quería llegar, suspiro por segunda vez en menos de media hora. Aún puedo sentir como es que mi garganta está seca, sumándole también, el dolor de mi estómago.
—¿Vienes de con SungHoon?— al escuchar la voz de mi hermano adentrarse a la cocina, suelto un bufido sonoro.
Me viro hacía mi hermano y asentí. No tenía ganas de hablar en este momento. Quizá nunca.
—¿Por qué te gusta sufrir, Jake?— preguntó. Y al escuchar yo su pregunta, frunso mi ceja derecha.
Realmente no quiero empezar otra discusión dónde no hay solución. Y para poder evitar el que mi hermano y yo estemos enojados, simplemente me encogí de hombros. Ignorando olímpicamente lo que preguntó.
—Jakie, por favor, ya no te hagas ésto.
¿Acaso no se da cuenta de qué no quiero hablar con él? Supongo que no, porque mi hermano puede llegar a ser muy distraído. O quizá, sí se de cuenta de que no quiero hablar y simplemente se está haciendo el menso. Cualquiera que sea, es lo mismo. Por eso, nada mas me niego y salgo de la cocina para ir a mí habitación y dormir mucho. No poco. Mucho.
Pero al querer abrir la puerta de mi habitación, ocurre de nuevo.
La tos se hace presente en mi sistema, provocándome un dolor en mi garganta. El dolor era tan inmenso que mientras estoy tosiendo, me fuí tirando al suelo, así posando mi mano izquierda en mi boca y la derecha en el estómago.
La tos aún no paraba, y mientras yo seguía, mi hermano llega a un lado mío. Esté acariciando mi espalda mientras me repetía que ya iba a pasar.
Después de unos minutos, la tos paró. Así yo retirando mi mano de la boca, encontrándome así pétalos de una flor que conozco muy bien, sin embargo, estás con pequeñas manchas rojas. Era sangre. Mi sangre. Mostrando que la belleza de los pétalos ya no era como normalmente debía de ser.
—¿Te sientes mejor, Jakie?— puedo escuchar la voz de mi hermano preocupada.
Asentí para después decir el nombre de los pétalos que está vez salieron. —Narciso blanco.
Mi voz salió débil, contando también que me dolió la garganta al pronunciar el nombre.
—¿Te gustaría saber el significado de está flor, Nikie?— le pregunté, mientras aún yo seguía en el suelo mirando mi mano junto a los pétalos con manchas de sangre.
—Jake...— pronunció mi nombre en modo de reproche.
Solté un risa pequeña. Una risa llena de dolor. Una risa sin ninguna chispa de felicidad. Una risa a la cual, no tiene motivo por el cual ser escuchada.
—Deseo de un amor puro.— fue lo que salió de los labios de Niki, así, por lo consiguiente, dejándome sorprendido. —Un amor no correspondido.
Y de nuevo, como era ya de esperarse, la tos vuelve al mí al escuchar sus palabras. Pero está vez se suman también mis lágrimas que ya no pude retener.
Sabía y estaba consciente de que mi estado era muy lamentable. Y por mucho que fuera así, no hacía nada para que yo estuviera bien. Me conformaba con tan poco.
Y al momento de que ese pensamiento llegó a mí, los sollozos no se hicieron esperar.
No podía explicar qué era lo que pasaba. Si se supone que él me brindaba un amor sincero. Qué por algo está a mi lado como mi pareja. Qué por algo cada que teníamos nuestros encuentros carnales, nuestros sentimientos (o solamente los míos) eran expresados con sinceridad. Qué cada vez que SungHoon me decía que me adora, lo hacía porque era cierto. Qué al momento de estar juntos, nuestro (o mi) amor, era el más grande que nos teníamos (tenía).
No entendía el por qué si estoy con la persona que amo, yo tenía hananaki disease.
Todo es tan confuso. Lo malo, es que no me atrevía a enfrentarlo. A enfrentar mi realidad por el miedo de perderlo.
De perder a SungHoon y mis sentimientos por él.
Pasó menos de veinte minutos para que yo dejará de toser y llorar. Volteo a ver Niki y sus ojos mostraban mucha preocupación y lástima. Ya estaba acostumbrado y no me molestaba para nada. Al fin y en cuentas, la lástima nunca podrá ser camuflada.
—Gracias, de nuevo.— musite. —Me adentraré a mi habitación para descansar. Por favor, no me despiertes hasta mañana.
Antes de poder estar por completo dentro de mi habitación, escucho nuevamente la voz de mi hermano.
Tan desafortunado.
—Perdóname, Jakie.— estaba demasiado cansado como para enojarme con él y sus comentarios inescesarios. Sabía por dónde iba todo este asunto, sin embargo, hago como que no. Veo a Niki con mi ceño fruncido, invitándolo a que prosiga. —Por... Por mirarte de está forma.
Bien. Era muy absurdo todo ésto. Y ya estoy empezando a cansarme de ver cómo se comporta Niki conmigo. Antes de que pasará todo este asunto, Niki se comportaba normal. Y ahora, ahora era muy lamentable su forma de actuar conmigo. Como si realmente importara.
Mi mano aún estaba agarrando la perilla de la puerta, por eso, aplico más fuerza hasta que mis nudillos se volvieran más blancos como normalmente debería de ser, pues era por lo desesperante que es el asunto. Por todo.
Ya estaba empezando a odiar que Niki me tuviera lástima. Una lástima que no necesito. Una lástima inescesaria.
Me adentro por completo a mí habitación y cierro la puerta, poniéndole seguro a está.
Me dirijo a mi cama para sentarme en la orilla derecha de está, para así soltar el tercer suspiro de lo que resta menos de una hora.
Era agotador la vida que me tocó.
Mi vista está fija en mi mano donde se conserva las flores que antes había expulsado a causa de la tos. De mi enfermedad.
¿Cómo puede ser posible que algo tan feo sea causa de algo bello?
Era un misterio. Y no me interesa tanto. Pero si era algo que me preguntaba cada vez que flores salían de mí.
Me acerco a mi mesita de noche que tenía, para de está, sacar una caja. Una caja donde guardaba las bellezas que salían de mí.
Unas bellezas que dañan.
Como lo es el amar a alguien.
↳ 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒑𝒖𝒓𝒐 ↲
Gracias por leer.
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