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🌼 02 🌼

El aire fresco de la tarde se filtraba por las ventanas de la clase, y Yoongi notó cómo los árboles de fuera se balanceaban suavemente al viento. El sol de la tarde era dorado y brillante, mientras que un pájaro graznaba en el cielo.

Yoongi observó la pantalla de su computadora, y bostezó disimuladamente. Siendo honesto, era una tarde muy pacífica como para estar en clases y no en cama tomando una siesta.

Aunque para el profesor Lee, la clase parecia ser muy divertida.

― ¡Por eso, en Photoshop, el cielo es el límite! - dijo el profesor, y los estudiantes rieron ante la broma.

Bueno, el profesor Lee no era tan tosco como el resto de profesores.

Yoongi miró ahora hacia su compañero de asiento, Junyoung, y vio la luz del sol danzando sobre su mejilla. Junyoung parecía fascinado por la clase, y se inclinó sobre el teclado de su computadora, mientras escuchaba atentamente al señor Lee.

― Nunca creí verte tan emocionado por clases de Photoshop, Junyoung - murmuró en broma, y volvió su vista hasta su computadora.

― El tema de hoy me interesaba, en serio - respondió divertido, y volvió su atención hasta el profesor que señalaba una lámina de las diapositivas que había preparado para aquella clase.

En cuánto hubo dicho una cantidad absurda de chistes Boomers, acerca de  montaje y edición, el alegre profesor Lee, culminó la clase y finalmente todos podrían marcharse.

― ¿Tienes planes más tarde, Min? - Preguntó Junyoung, mientras recogía sus cosas y Yoongi guardaba su laptop dentro del bolso.

― Umh, comer, estudiar... dormir - respondió desinteresado.

― Tal vez... ¿Querrías ir a comer conmigo? Puede ser en una panadería cerca de aquí - Dijo y observó detenidamente al contrario.

― No creo, se me hará tarde, y no quiero que me tome la noche fuera de casa - Respondió y colgó la mochila en su espalda. - ¿Mañana que hay? - Preguntó después, ignorando completamente como habia rechazado, una vez más, a su amable compañero de clases.

― Pues, tenemos un informe con defensa, una exposición acerca de la teoría del color y entregar el proyecto de fotografía. - Explicó.

Yoongi asintió haciendo cuentas en su mente, y tratando de no olvidarlo, pero, lo más probable era que terminara preguntando de nuevo en cuanto estuviese en casa, sólo para asegurarse de no olvidar nada. Casi siempre tenía mala memoria para muchas cosas.

― Bien, gracias. Nos vemos mañana - Sonrió apenas, y salió del salón de clases sin despedirse de nadie más. No hacía falta, todos eran demasiado molestos y superficiales para su gusto.

Yoongi comenzó a caminar por el pasillo, y sintió el aire fresco en su cara.

Se detuvo frente a una ventana, y observó la vista de la ciudad, con sus edificios y gente moviéndose. Miró después hacia abajo y vio a la gente caminando por la calle, y las bicicletas pasando a toda velocidad. Seúl nunca paraba, de alguna manera, le pareció curioso el hecho de como había logrado llegar a aquella ciudad tan poblada y como había logrado sobrevivir por su cuenta durante los últimos dos años.

De pronto, un profundo bostezó le llenó la boca, y recordó que debía ir lo más pronto posible a su departamento, si es que no caía rendido antes, en el camino.

En cuanto estuvo fuera de todo el campus, caminó como de costumbre a la estación de buses y allí, Yoongi tomó el autobús y se sentó en un asiento cerca de la ventana.

Empezó a moverse y a avanzar por las calles. Yoongi observó a la gente a través de la ventanilla, a los autos y las bicicletas. El viaje era tranquilo a diferencia de otros días, hasta el punto, en el que sus pequeños ojos rasgados ya no pudieron permanecer abiertos por el cansancio.

Pasada una hora de viaje, el sol había caído casi por completo, y el transporte hacía una nueva parada en el camino.

Aunque Yoongi, ignoraba todo eso por completo, y en su lugar, había tomado una larga siesta durante el recorrido.

― Oye... chico...  - Murmuró el chico sentado junto Yoongi, quien se había dado cuenta de que su compañero de asiento había caído rendido sobre su hombro desde hace un buen rato.

En realidad, la situación se le hizo un tanto graciosa, aunque parecía ser algo común de vez en cuando.

― Oye, ¿Estás muy cómodo? - Insistió dándole un pequeño golpecito con el codo.

― ¿Ummh? - Yoongi se despertó con pereza y frotó sus ojos.

― Lo siento, pero tengo que bajarme, y en realidad no sé si ya pasate tu lugar de parada. - Explicó serenamente aquella tersa voz. No obstante, Yoongi abrió aún más sus ojos y espantado miró a su alrededor con un poco de pánico.

― ¡No, no, no! ¡Aargh! ¡Soy un estúpido! - Exclamó y se levantó de su asiento, para salir casi a carreras del autobús.

― Hey, ¡espera! - El otro, quién le había despertado de su profundo y demasiado pacífico sueño, le siguió.

― ¿Qué pasa?, ¿dejé baba en tu hombro? Perdóname, dame tu número y pagaré el lavado - dijo muy rápido, y sin ocultar aquel rostro exaltado que aún destellaba por sus expresiones faciales.

― No, nada de eso - se echó a reír. - Sólo quería ofrecerme a acompañarte, si estás muy lejos de casa.

― ¿Uh? - De repente, toda su exaltación bajó y sólo se sintió muy confundido. - Perdón pero, ¿nos conocemos?

― No, no de hecho. Pero vamos a la misma universidad, aunque yo estudio periodismo. - Explicó.

― Ah, eres de la facultad de Ciencias Sociales. - Concluyó mirando fijamente al chico de cabellos teñidos de rubio claro.

― Si, así es.

― Cool... - Exhaló.

― Entonces... ¿te acompaño?

― No es necesario, me pasé solo tres cuadras, más o menos. - Sonrió forzado. En realidad era demasiado para su gusto.

― ¿Seguro que no te caerás dormido en el camino? - Bromeó.

― No, no creo. - Negó con la cabeza mientras se volvía y miraba todo el camino de regreso.

― Bien, eso espero. - Asintió. - Por favor; cuídate. - Agregó después con una bonita sonrisa.

― Eso haré. - Afirmó e hizo ademán de girar sobre sus talones - ¿Cómo fue que dijiste que te llamabas? - Preguntó antes de seguir.

― No dije como me llamo.

Yoongi se quedó en blanco por un momento y luego ladeó su cabeza en un gesto pequeño y coqueto.

― ¿Y cómo te llamas?

― Taehyung.

― Es un gusto, Taehyung. Soy Min Yoongi. - Extendió su mano, y el otro la tomó enseguida.

― Es todo un placer, Yoongi-ssi.

― Bien, supongo que ahora si me iré... ¡Adiós! - Fue lo último que dijo antes de soltar la mano del contrario y comenzar a caminar de regreso a casa. - Qué estúpido soy - gruñó escondiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, y exhaló con fastidio.

"Tan sólo a mí me pasan cosas tan ridículas" ― pensó y continuó su camino por la transitada acera. Era una suerte que Seúl fuera una ciudad tan segura, en otra ocasión cualquiera pudo haberse aprovechado de su torpe descuido.

En el camino, decidió parar en una panadería cerca de su apartamento, y compró algo para cenar y beber. Con su gran hazaña del día dudaba que incluso cocinar fuese una labor satisfactoria.

Finalmente, en cuánto llegó al conjunto de edificios donde vivía, saludó al vigilante en la puerta, y pasó enseguida al ascensor para ir al piso 09.

― ¡Oh! Por supuesto que esto era lo que me faltaba - gruñó una vez más al encontrar el aviso: "Ascensor en mantenimiento". Era suficiente - ¿Acaso hoy es trece? - Se quejó cargando las comprar en una mano y con la otra revisaba su celular, pero no, de hecho, era jueves doce.

Sin ánimos aún de subir las escaleras, caminó al otro ascensor que estaba al otro lado de la entrada, el que solían usar para visitas o repartidores.

Y allí, encontró al joven que desde hace algunas semanas ya era costumbre ver tocando el timbre de su departamento.

― ¡Genial! ¡Tu eras quien faltaba! Creo que lo del ascensor quedó en segundo plano - Exclamó con gran ironía.

― Buenas tardes, Yoongi-Ssi. - Respondió sin entender muy bien, mientraa cargaba entre sus manos un nuevo ramo de rosas amarillas.

― ¿Qué tienen de buenas? - Dijo en un reproche, y entró al ascensor.

― ¿Fue un mal día? - Preguntó siguiendolo.

― ¿Tú que crees? - Rodó los ojos. - ¿De casualidad no vendrá por ahí el idiota que manda estas flores?

― En realidad no lo sé, Yoongi-ssi. Yo sólo entrego las flores - Respondió un poco avergonzado, el mal humor que Yoongi emanaba lo hizo sentir incluso más incómodo que de costumbre.

― Voy a ponerte una denuncia si sigues trayendo esto a mi casa - Le señaló a manera de amenaza. Y Jimin solo se sobreexaltó ante aquel inesperado movimiento.

― ¡Pero yo solo traigo las flores! ¡No es mi culpa! - Alzó la voz batiendo el inocente ramo de rosas entre sus manos.

― ¡Pues entonces demandaré a la floristería!

― ¡Demanda al idiota de tu ex! - Debatió y fue el primero en bajar del ascensor en cuanto las compuertas se abrieron.

Yoongi observó al contrario caminar por el pasillo y dejar con cuidado el ramo de flores en el piso, junto a su puerta. Era cierto, analizando sus palabras, estuvo pagando los platos rotos con la persona incorrecta.

― Hey, yo siento... - Intentó decir saliendo de la cabina del ascensor, pero Jimin fue más rápido, ingresó de vuelta y presionó el botón para volver a planta baja.

― Que tenga buenas noches, Yoongi-ssi. - Dijo justo antes de que las compuertas se cerraran, y el contrario sólo miró su reflejo en el material metálico.

― Grandioso, ahora el delivery de flores también me odia - murmuró y se dio la vuelta para finalmente, ir a su departamento.

Recogió las flores y en cuánto entró, los agudos maullidos de Gordito, se oyeron por toda la casa, hasta aparecer como una esponjosa bola de pelos y restregarse contra las piernas de su adorado amo.

― Eres el único que me soporta ¿No es cierto? - Sonrió y cerró la puerta con su espalda.

"Tal vez mañana, si es que vuelve ese chico, tendré que darle una disculpa". Pensó mirando el ramo de flores amarillas.

¡Holaa!

Es algo corto, pero me siento conforme, ya que esto es una historia corta :)

Sin embargo, sé que para ustedes es muy poco, I'm so sorry ㅜㅜ


¡Gracias por leer! ¡Gracias por su apoyo! Y no olviden dejar sus votos, les quiero.

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