Capítulo 39
—¿Te sientes bien? —me pregunta mi mamá.
Asiento.
—Tranquila, no es nada —me inspecciona.
—¿Cómo que no es nada?
—Dile, no es la primera vez que te mareas de repente. Ya me habías dicho —miro mal a mi hermana.
—Eres una bocasas —ella rueda los ojos.
—No le digas así. ¿Por qué siempre te empeñas en ocultar todo? Estás enferma y cualquier cosa que te pase es importante —me regaña y yo suspiro —. ¿Desde cuando empezaste a sentirte mal?
—Hace unos días, pero nada más es mareo y náuseas, nada relevante. Estoy bien —ella me observa.
Se queda callada por unos momento.
—Tienes un brillo diferente en la mirada —frunzo el ceño.
—Yo la veo normal —dice Sam con simpleza.
—¿Estás teniendo apetito?
—Sí, más de lo normal, por eso te digo que estoy bien. Riquelme siempre nos dijo que si comía bien era una ventaja —ella suspira.
—¿No estarás embarazada? —palidezco.
Mi respiración se corta y niego con la cabeza.
—No lo creo, Julián y yo nos cuidamos.
—Los métodos a veces fallan —susurra mi hermana.
La miro y está sonriendo.
—¿Por qué sonríes? —le pregunto con el corazón a mil.
—Me encantaría ser tía.
Y a mí ser madre, pero no puedo estarlo. Después de lo que nos dijo el doctor, Julián y yo decidimos que lo mejor era dejar el tema por la paz.
—Dejemos de hablar de esto, por favor —les pido.
—Dile a Julián sobre esto, es importante que vayas al doctor —no respondo.
Me pongo en pie y voy por la comida. El resto del día me la paso pensativa. Tres horas después, mi mamá y Sam se marchan y me quedo sola con mis pensamientos.
Pensar en la posibilidad de estar embarazada me pone nerviosa porque no me quiero ilusionar en vano y yo sé el riesgo que correría si me hago una prueba y da positiva. Tampoco sé lo que vaya a pensar Julián.
Siento unos brazos rodearme por la espalda y me sobresalto.
—Mi amor, me asustaste —me doy la vuelta.
—Lo noté —se ríe.
—¿Cómo te fue con Alexander? —le preguntó y se sienta a mi lado.
—Muy bien. Ya tengo trabajo, desde mañana empieza mi etapa ejecutiva —sonríe.
—¿Y qué harás?
—Me encargaré de la imagen de la empresa y también diseñaré las etiquetas de los perfumes. Además, insistió en que aceptara la vicepresidencia, dice que esa empresa la creó pensando en mi futuro —asiento.
—Alexander es un buen padre, eso nadie se lo pone en duda. Fue una lástima que los alejara la muerte de tu madre. Porque de no ser por eso, hoy en día tendrían una relación de padre e hijo muy hermosa. Te pareces mucho a él, no sólo físicamente —suspira.
—Gracias a ti pude retomar esa relación con mi papá y ya no le tengo rencor. Eso te lo voy a agradecer toda la vida —sonrío.
—Fue un gusto, cariño —él me mira fijamente.
—¿Qué pasa? —me pregunta.
—¿Qué pasa de qué?
—Estás pensativa, ¿te sientes mal? Desde que llegué te noto así —niego con la cabeza.
—Hoy estuvo mi madre aquí, acompañada de Sam y me dijo algo que me tiene así.
—¿Qué te dijo? —suspiro.
—Me dio un mareo cuando me iba a levantar y le conté que no era la primera vez que me pasaba... —me interrumpe.
—¿Por qué no me dijiste que no estabas bien?
—Es que sí estoy bien. Esos mareos no eran alarmantes para mí, por eso no te dije, no iba a preocuparte por nada —suspira —. El caso es que mi mamá me preguntó si estaba embarazada —se queda en shock.
Su respiración se acelera.
—¿Eso es una opción? Es decir, nos estamos cuidando —me muerdo el labio.
—No siempre lo hicimos. Recuerdo que la noche de bodas no usamos protección —se queda pensativo.
—Tienes razón —en sus ojos veo un brillo.
—Es mejor que antes de ilusionarnos vayamos con el doctor —asiente.
Se pone en pie.
—Y vamos a ir de inmediato, no podría dormir con esta incertidumbre —hace que me ponga en pie.
Sonrío.
Llama al doctor, por petición mía y nos hace un hueco entre sus consultas. Salimos de la casa y en tiempo récord llegamos al hospital. Esperamos varios minutos y llega nuestro turno.
—Pasen.
Nos sentamos frente a él.
—¿Qué los trae por aquí? —pregunta.
—Queremos salir de la duda. Tenemos sospechas de un posible embarazo —digo y él se pone serio.
—Te voy a mandar unos análisis de sangre y los espero aquí mañana —asentimos.
Comienza a escribir en una hoja y le damos las gracias. Apenas salimos vamos al área de laboratorios y allí me toman la muestra de sangre. Luego de eso regresamos a casa y cada uno se da un baño, para después acostarnos.
—¿Cuál crees que sea el resultado? —me pregunta cuando estoy a punto de quedarme dormida.
—Sea cual sea, lo vamos a aceptar de la mejor manera.
—Eso es un hecho —sonrío.
Cierro los ojos y poco a poco voy cayendo en los brazos de morfeo.
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