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Capítulo 29

Julián Clifford

Ya pasaron dos días desde que comenzó el año y hoy tengo una cita con Jazmín, hablaremos sobre nuestra boda. Quedamos en que nos casaríamos a principios de este nuevo año y así será, no queremos desperdiciar ni un solo día, porque cada minuto cuenta.

Toco el timbre y Elliot me recibe, le sonrío y lo saludo.

—Pasa, Jazmín y Sam están en su habitación —asiento.

—¿Te dejaron solo?

—Sí, no les quedó de otra, ya sabes como son. Al menos no llevan horas allá arriba.

—Elliot, te estoy escuchando, mi amor —dice Sam al bajar y el chico le sonríe con disculpa.

—Princesita, sabes que es la verdad —ella rueda los ojos.

Jazmín los mira divertida y yo la observo. Ha bajado de peso estos últimos días, pero se sigue viendo igual de hermosa y radiante que siempre. Lleva puesto una blusa de rayas mangas largas, unos jeans negros, zapatos negros y su cabello va suelto.

—Vas a gastar a mi hermana si la sigues viendo así —Jaz me mira y sonríe con ternura.

—Es inevitable no verla, tu hermana es hermosa —le sonrío.

Camina hasta mí.

—Claro, porque se parece a mí —la señora Arely sale de la cocina y nos saluda.

—Mamá, vamos a salir, no creo que nos demoremos mucho —toma mi mano.

—Con cuidado —asentimos.

Salimos de la casa y nos subimos en mi coche. Ella recuesta su cabeza en la ventanilla.

—¿Estás bien? —pongo mi mano en su pierna.

Ella suspira y luego me mira, sus ojos se llenan de lágrimas. Se ve tan frágil.

—A ti no te puedo mentir, no tuve una buena noche, me siento muy cansada —hace una mueca.

—Si quieres regresamos para que descanses un poco, florecita —niega con la cabeza.

Pasa sus manos por su rostro, toma una gran bocanada de aire y luego lo expulsa. Me mira y sonríe.

—No quiero, prefiero salir contigo —acaricio su mejilla.

—Eres tan fuerte, no sabes cuanto te admiro —ella besa mi mano y luego se acerca para besar mis labios.

Se sube a horcadas sobre mí.

—Y tú no sabes cuanto te amo, quedamos en no desperdiciar ni un solo minuto —entrelaza su mano con la mía.

Sonrío. Beso sus labios y la apego más a mi cuerpo. Mis manos viajan hasta su trasero y le doy un apretón. Ella se ríe y yo sonrío.

—No me pude contener, lo siento —besa mi nariz.

Luego mis labios y baja hasta llegar a mi cuello.

—Si sigues así no vamos a poder parar —sururro y mi voz sale ronca.

—¿Y quién dijo que yo quiero parar? —me mira a los ojos.

Alzo una ceja.

—No me retes, florecita. Estamos frente a tu casa —se encoge de hombros.

—Así es más emocionante —la miro con incredulidad y se ríe.

Vuelve al asiento del copiloto.

—Estás loca, definitivamente.

—Debiste ver tu rostro —sigue riendo y yo sonrío.

Su risa es música para mis oídos.

Se pone el cinturón de seguridad y yo arranco.

En menos de media hora llegamos al restaurante y tomamos asiento en una de las mesas del fondo. Un mesero se nos acerca y hacemos nuestro pedido.

—Estuve pensando en nuestra boda y creo que sería mejor si es algo sencillo, con nuestros conocidos más cercanos —dice ella y toma un sorbo de su limonada.

—A mí me parece perfecto, pero tenemos que escoger en qué playa nos vamos a casar —me mira los ojos.

—¿Cómo?

—Ese es uno de tus deseos, casarte en la playa —me mira con sorpresa.

—Pero estamos en invierno, hace mucho frío en las playas de aquí.

—No tiene que ser aquí —sonríe y toma mi mano.

—Cómo quieres que no te ame tanto si eres tan hermoso. Gracias por cumplir ese sueño —acaricio su mejilla.

—Yo te lo prometí, y no voy a descansar hasta que consigas todo lo que quieres —besa mi mejilla.

Se hace la pensativa.

—¿Y si nos casamos en acapulco? He escuchado que las personas prefieren ir allí.

—Yo voy a donde tú quieras, florecita —se muerde el labio.

—¿Seguro que te quieres casar frente al mar? —asiento.

—Además de complacerte a ti, también me doy gusto a mí. Yo amo el mar. ¿Tú por qué te quieres casar allí? —pregunto curioso.

Ella sonríe.

—Luego de la primavera, el verano es mi segunda estación favorita, más que todo es porque se puede apreciar la playa de mejor manera. Para mí el mar es un espacio sin límites, es una mezcla entre viento, agua, sonido y vida; sobretodo vida, en el mar siento que tengo una esperanza, que tengo paz, siento que todo es posible —suspira.

La miro con ternura.

—Y allí cellaremos nuestro pacto de amor.

Sus ojos se iluminan y yo sonrío. Esta mujer es mi vida entera, estoy seguro que el día que ya no esté conmigo voy a sentir que estoy incompleto.

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