Capítulo 27
—Mi amor, háblame —su rostro está pálido.
Veo que su nariz comienza a sangrar y me preocupo aún más.
—Florecita... ¡Jazmín reacciona! —no logro despertarla —. ¡Doctor! —grito y a los segundos entra.
Al ver la escena llama a unas enfermeras y minutos después traen una camilla. La tomo en brazos y la acuesto allí.
—Florecita, no me hagas esto ahora, por favor, despierta.
Comenzamos a caminar/correr.
—Hasta aquí, ya no puede pasar —me detiene una enfermera.
—Te amo, cariño —beso sus labios.
Los veo perderse por el pasillo. No aguanto más y yo también comienzo a llorar. Por más que quiera ser fuerte, no puedo. Pensar en la sola idea de no tenerla en mi vida, me agobia. No quiero perderla.
Minutos después logro calmarme y tomo valor para llamar a mi suegra. Al segundo tono, contesta.
—Hola, hija.
—No, Arely, soy Julián.
—Hola Julián, ¿por qué me llamas desde el celular de Jazmín? ¿pasó algo? —noto la preocupación en su voz.
—No tengo buenas noticias, Arely.
—No me asustes, ¿le pasó algo a mi hija?
—Tienen que venir al hospital, Jazmín acaba de desmayarse y... —me interrumpe.
—Vamos para allá —me cuelga.
Suspiro y trato de prepararme mentalmente para la noticia que les voy a dar.
Quince minutos después llega la familia de Jazmín.
—¿Dónde está mi hija? —es lo primero que me pregunta Arely.
—La ingresaron a urgencias, tuvo una hemorragia nasal y aún no me han dado noticias sobre ella.
—¿Por qué pasó todo eso? —intervirne Sam.
Trago en seco y tomo una bocanada de aire.
—El doctor nos dio una mala noticia. La leucemia de Jazmín llegó a fase terminal y ya no hay nada que se pueda hacer —su madre comienza a llorar y por la impresión cae sentada en la silla.
—¿Cuánto tiempo le queda a mi hija? —pregunta el señor Esteban.
—Menos de un año —sus ojos se llenan de lágrimas.
Abraza a su esposa y le comienza a susurrar cosas al oído.
Sam se encuentra en shock.
—Mi hermana no se puede morir —susurra y yo la abrazo.
Esta es una de las peores situaciones por las que un ser humano puede pasar.
* * *
Jazmín Anderson
Siento mi cuerpo muy débil, quiero abrir los ojos, pero no soy capaz de hacerlo, me siento muy cansada.
—No debería dejar pasar a dos personas a la vez, pero haré una excepción. Vuelvo en 10 minutos —escucho la voz del doctor Riquelme.
Escucho el sonido de la puerta y segundos después alguien toma mi mano. Sé perfectamente que es Julián, él tiene una forma única de tocarme, lo hace con tanta frecuencia y con tanta dulzura que ya mi cuerpo grabó esa sensación.
—Mi pequeña niña —acarician mi mejilla.
Esa es mi mamá.
—Es muy impactante verla así. Soy capaz de dar todo lo que tengo si así pudiera evitarle todo este sufrimiento —su voz se escucha pesarosa.
Al recordar todo lo sucedido mi corazón se encoge y siento angustia.
—Ninguno de nosotros estaba preparado para recibir esta noticia, ella menos que nadie —la escucho llorar y me parte el alma.
Quiero abrir los ojos y decirle que no llore por mí. Escuchar a mi madre llorar es una de las cosas que más odio en esta vida.
—No te vamos a dejar sola, florecita —besa mi mano —. Eres muy importante en nuestras vidas, mi amor. Quédate un poco más con nosotros —acaricia mi mejilla y besa mi frente.
Claro que lo haré. Haré todo lo posible por disfrutar el poco tiempo que me queda. No quiero perder ni un segundo con ustedes.
Dejo de luchar para abrir los ojos y caigo en un profundo sueño, nuevamente.
* * *
Despierto y se me hace mucho más fácil abrir los ojos.
—Nunca me voy a cansar de ver esos hermosos ojos miel que me tienen cautivado —sonrío y él besa mi frente.
Miro a mi alrededor y encuentro a Sam dormida en uno de los sillones de la habitación de hospital.
—Todos queríamos quedarnos, pero no se pudo —lo miro.
—Gracias por estar aquí —mi voz sale cansada.
—No te voy a dejar sola en todo esto.
—¿Cuando puedo irme? —pregunto e intento sentarme, logro hacerlo con su ayuda.
—Dentro de dos días. El doctor Riquelme te puso una pinta de sangre y quieren hacerte varios exámenes para así saber cual es el tratamiento adecuado que te ayudará a estar bien hasta que... —se queda callado y su expresión se torna triste.
Suspiro. Aprieto su mano y me sonríe triste.
—Te prometo que voy a disfrutar cada segundo que me queda y no me voy a separar de ti, aunque sea un poco egoísta de mi parte —niega con la cabeza.
—No eres egoísta si yo también quiero lo mismo y te prometo que voy a hacer cumplir todos tus deseos —sonrío.
—Te amo —se inclina y une sus labios con los míos.
Extrañaba tanto besarlo. Nos separamos y deja nuestras frentes juntas.
—Es más... —se separa de mí —. Quiero que nos casemos cuanto antes, no quiero desperdiciar ni un minuto —sonrío.
—Comencemos a planear todo y la semana entrante, iniciando el año, nos casamos, ¿qué dices? —toma mi rostro con sus manos y me besa.
—Me parece perfecto, florecita —acaricia mi mejilla.
Aunque mi mundo se esté viendo abajo, Julián siempre me hace encontrar la paz que tanto necesito.
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