Llegamos a casa hace una hora y desde entonces me encerré en mi habitación. Tengo poco tiempo para crear mi regalo, espero que me quede bien.

Mi celular suena y al contestar lo pongo en altavoz.

—Aquí Jazmín, ¿allá quién? —escucho la risa de Julián y sonrío.

—Tu sexy novio, el amor de tu vida.

—Yo no he dicho que eres sexy.

—Que no lo digas no significa que no lo hayas pensado alguna vez —responde divertido y me rio.

—No te diré que eres completamente sexy.

—Ya lo hiciste —reímos —. ¿Cómo has pasado el día? ¿todo bien?

—Sí, amor, todo bien dentro de lo que cabe y ¿tú?

—Extrañándote, solo tenemos un día de no vernos y ya me haces falta.

—Lo sé, no puedes vivir sin mí —bromeo.

—Esa es mi cruel realidad, no puedo vivir sin ti —hago una mueca y suspiro.

—¿Qué hiciste hoy? —cambio de tema.

—Mi papá me obligó a ir de compras con él —me rio —. Es increíble, jamás me lo imaginé en ese plan.

—Yo mucho menos.

—Al final nos divertimos. Lo que te compré será muy especial para ambos, espero que te guste.

—No era necesario que me compraras nada. Con tenerte en mi vida, me basta.

—Florecita, eso se escuchó muy cursi —sonrío.

—Lo sé —se ríe —. Yo también fui de compras hoy. Estoy muy emocionada con lo que te voy a regalar.

—Estoy seguro de que me encantará.

—Oye... Te amo.

—Yo te amo mucho más, mi florecita de primavera.

—Pero estamos en invierno —alzo una ceja.

—Pero en invierno no hay flores y en la única estación en la que resaltan y predominan las flores es en primavera, tu estación favorita. Ahora también es mi estación favorita y quiero que la pasemos juntos —sonrío.

—Estás aprendiendo —se ríe —. Yo también quiero pasarla junto a ti, será más especial.

—Lo sé —escucho la voz de su padre —. Hola, Jazmín.

—Hola, Alexander.

Los escucho susurrar y me da curiosidad saber que dicen, pero no trataré de averiguarlo, si susurran es porque no puedo saberlo.

—Florecita, ¿sigues ahí?

—Aquí estoy, cariño.

—Tengo que irme. Nos vemos mañana, que tengas linda noche.

—Hasta mañana, amor. Dulces sueños —le respondo y escucho un beso del otro lado de la línea.

Sonrío y se lo devuelvo, para después colgar.

Suspiro y continúo haciendo su regalo.

* * *

Julián Clifford

—¿Crees que es muy apresurado? —le pregunto a Alexander.

—Ustedes se aman y eso no va a cambiar. Ella estará de acuerdo —suspiro.

—La amo como no tienes idea. Ella es tan especial —papá sonríe.

—Yo también le he tomado mucho cariño, hijo. No pudiste presentarme una mejor nuera, gracias a ella volvimos a hablarnos y ya puedes llamarme papá nuevamente —sonrío.

—Después de todo eso es lo que eres, mi papá —asiente y pone una mano en mi hombro.

—Jennie estaría muy orgullosa de ti.

—Estaría orgullosa de los dos, porque ya no hay diferencias entre nosotros.

—Y tampoco las habrá, así debió ser siempre —asiento —. Ahora, ve a envolver esa sorpresa —me guiña un ojo.

—Gracias por ayudarme a escogerlo.

—No hay de qué —sonrío y me voy a mi habitación.

Ay florecita, espero que esto pueda unirnos aún más.

* * *

Jazmín Anderson

—Mis amores, las estoy esperando —nos apresura papá del otro lado de la puerta.

—No seas impaciente, Esteban. Danos unos minutos —responde mamá.

—Desde hace una hora me están diciendo lo mismo.

—Deja de quejarte y sé paciente. Total, somos mayoría, no puedes hacer nada.

—Puedo irme —mi mamá alza una ceja.

Camina hasta la puerta y la abre.

—¿Qué esperas para hacerlo? —lo reta con la mirada y mi papá se rasca la nunca.

—Era broma, cariño —sonríe —. Las espero abajo.

—Eso pensé —se cruza de brazos.

Mi papá desaparece de nuestro campo de visión.

—Eres cruel, Arely —se ríe Sam y yo tampoco puedo evitarlo.

—Demonos prisa, no hay que dejarlo esperando más tiempo —se ríe.

Sabía que toda esa seriedad era para asustar a papá.

Terminamos de arreglarnos el cabello y cuando nos miramos al espejo nos gusta el resultado. Yo llevo puesto un vestido negro de vuelos, unos zapatos de tacón del mismo color, en mi cuello tengo una cadena, en mi cabello tengo un recogido a medio lado y el maquillaje es suave, propio de mí.

Bajamos las escaleras y encontramos a papá leyendo una revista. Cuando nos ve alza una ceja.

—¿Valió la pena la espera? —le pregunto divertida y sonríe.

—Claro que sí, lucen hermosas —mamá se le acerca.

—Sentimos haberte hecho esperar tanto, cariño —papá la toma de la cintura.

—Te esperaría todo el tiempo del mundo, vida —ella sonríe y lo besa.

—Por favor, para eso tienen su habitación —se queja Sam y yo me rio.

Ellos se separan y mamá la mira fijamente a los ojos.

—Hija mía, espero que encuentres el amor pronto para que dejes de ser tan imprudente —sonrío.

—Creo que ya lo encontré, pero eso no cambiará mi forma de ser —la miro atónita.

—¿Quién? No me digas que es ese guapo francés al que le echaste el ojo en la universidad —ella sonríe.

—Ese mismo.

—¡Me tienes que contar! —ella se ríe.

—Y a nosotros nos lo tienes que presentar, exijo conocerlo —dice papá.

—Pero será en otro momento, porque ya nos vamos —responde mamá.

Lo toma de la mano y salimos, con destino a la casa de Julián.