Rocío, merecías ser feliz. Cometiste errores como los otros, eso no tenía nada de malo. Para que al fin pudieras liberarte de esa carga rompiste un poco más tu alma, esa de culpa tan bien enterrada. 

Tenías que admitirlo: La extrañabas, a tu única amiga. Carolina fue mucho más que una amistad, fue tu igual. Pretendías ser fuerte cada vez que alguien la mencionaba en tu delante. Te ahogaste en un riego necesario, así aprendiste de la oscuridad. Detrás de todo el sufrimiento sabías lo que tenías que hacer. Le contaste a Martín lo que sucedió, no aguantabas con la culpa.

Él cortó tus penas.

«Narciso, como tu
pasado aprendido».