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Capítulo 2

Veronika se encontraba acostada en su cama, tenía entre sus manos su teléfono, en el cual, trataba de seguirle el ritmo a las cinco personas que le escribían en ese momento por WhatsApp, mientras escuchaba la lista de reproducción de Aqours de su música.

Estaba sola en casa, su madre tenía turno hasta la noche en el hospital y su hermano había salido con su novia, dejándole la tranquilidad del hogar y la libertad para hacer lo que quisiera.

Vendito ese domingo de paz y armonía.

Grande 🤣💛:

Pues yo creo que deberías darle una oportunidad 12.42 p.m

¿Por qué te demoras en contestarme? :) 12.43 p.m

¿Con quién hablas? :) 12.43 p.m

Fui al baño, reina del drama :) 12.43 p.m

Perdonada :) 12.44 p.m

Moriría de la angustia si no me perdonaras por ir a mear :) 12.44 p.m

¿Por qué no quieres tener nada con Natsu? Está más bueno que el pan >:v 12.45 p.m

Porque adoro la tranquilidad en mi vida >:v 12.45 p.m

Aburrida >:'v 12.45 p.m

Ojalá un chico que este así de bueno se me declarara :'v 12.45 p.m

Veronika estuvo a punto de contestar, cuando escuchó el tocar de la puerta principal, alguien llamaba. Con mucha pereza, no le quedó más remedio que levantarse, apagar el móvil y lanzarlo a la cama. Se colocó sus pantuflas de conejo y caminó con dirección al lugar de donde provenían los golpes. ¿Quién podría ser? Ella no esperaba visitas ni mucho menos. Tal vez era el novio de su madre, pero sería raro que él no supiera del trabajo de la misma.

Se rascó levemente la cabeza antes de abrir, y justo cuando lo vio, sus ojos se abrieron tanto que parecían dos canicas listas para salir de su rostro.

Natsu se encontraba del otro lado, sonrojado, con una gran sonrisa en sus labios; entre sus manos tenía un gran ramo de flores, orquídeas, girasoles, inclusive rosas, era tan grande que no le cabía en la mano, además de que colgado de uno de sus brazos traía una bolsa de regalo.

—Me gustas —volvió a declarar.

Ya Veronika había perdido la cuenta de cuántas veces había hecho aquello, sin embargo, era la primera vez que venía a su hogar, es más, era la primera vez que le regalaba algo, y estaba nerviosa, ningún chico antes había tenido tal gesto con ella, aunque...

—Natsu, no me gustan las flores —confesó, luego se arrecostó a la puerta —, me parece que son para los muertos.

El chico no comprendía, Lucy había dicho que aquello sin duda iba hacerla suspirar por él, le dijo que todas las mujeres amaban las flores. Veronika era tan distinta, y eso solo hacía que le gustara aún más.

—También traje bombones —dijo sin borrar la sonrisa, había decidido no rendirse con ella, ningún obstáculo evitaría que fuera suya, la conquistaría.

La castaña pareció pensarlo un momento. Dos opciones, cerrar la puerta ahí mismo y volver a su cama, a su aburrida rutina, seguir hablando con su mejor amiga y rogar porque no la matara por dejarla en visto todo ese tiempo; o, podría dejarlo pasar, poner esas estúpidas flores en agua, entablar una bonita conversación con el pelirrosa y comer esos ricos bombones.

Opción B gana porque hay bombones de por medio.

—Entra —ella tomó las flores y se hizo a un lado, adentrándose en su hogar, y esperando que el Dragneel hiciera lo mismo.

El chico la siguió a través de la sala, hasta llegar a la cocina, que era la habitación continua. Ya ahí, sin decir una palabra, Veronika tomó una jarra, la llenó de agua y colocó las flores en ella, depositándola en una esquina de la meseta.

Su casa era bastante bonita, tenía un decorado peculiar, combinando colores amarillos con azules, todo estaba bien recogido y limpio.

Tomaron asiento en la mesa del lugar y Natsu le extendió la caja de bombones, que previamente había sacado del envoltorio tonto y cursi que le puso Lucy.

—¿Cómo supiste mi dirección, Natsu? —cuestinó al fin, abriendo los bombones, se veían súper apetecibles. No babeó ahí mismo porque tenía una imagen que mantener.

—Lucy conoce a Mio —él, se encogió de hombros, sonriendo de medio lado. No tenía ni idea de la magnitud que tenía haber tocado su puerta hasta que lo hizo.  Era tonto, pero no tanto, sabía que aquello podría incomodarla, y eso es lo que menos quería ahora —. ¿Molesto?

—Nah —negó con su mano, y le dedicó una sonrisa —, la verdad es que ya ni siquiera mi mejor amiga viene a verme.

Claro que molestaba, pero la culpa no era de él, no, era de su molesta mejor amiga, la misma traidora que le había escrito como si nada, sabiendo que Natsu se aparecería por ahí, y ni siquiera una advertencia le dio.

¡Mírenla!

Estaba horrible, vestía con su pijama, que no constaba de más que un pantalón largo, ancho, de color lila y con rayas blancas, y una blusa holgada a juego, de mangas finas. Tenía los cabellos despeinados y si mirabas bien podrías verle las lagañas en los ojos.

Era la una de la tarde y ella no se había parado de la cama para más que desayunar. ¿Cómo podría recibir al pelirrosa con ese espantoso aspecto? Que la tierra se la tragara ahí mismo de ser posible.

—Me alegro —suspiró aliviado, y al sentir la mirada incrédula de ella sobre él se percató del pequeño error que había cometido —. O sea, no me alegro de que tu mejor amiga no venga a verte, eso es bastante triste — ante aquello Veronika solo frunció su seño —No, no, es normal de hecho, Gray tampoco se preocupa por mí... Ay, soy bastante torpe, solo me alegro de que no te moleste mi presencia.

Natsu se revolvió los cabellos sin saber que decir, cada paso que daba parecía un maldito error, primero las flores, y ahora la cagaba hablando, ni siquiera habían intercambiado dos frases y ya la tenía alzando una ceja y con un semblante de desagrado.

Bien, Natsu Dragneel, bien.

Las risas incontrolables de Veronika aliviaron el ambiente, como si de una medicina se tratara. Toda la incomodidad de Natsu desapareció al ver esa hermosa sonrisa sincera, ni siquiera le importó la posibilidad de que estuviera burlándose de él, solo se quedó embelesado observando esas tiernas expresiones. A Still se le hacían unos curiosos hoyuelos cuando extendía su sonrisa a no dar más.

—Estas hecho un casanovas, Natsu —le dió un codazo —, tranquilo, yo también soy super torpe.

Ninguno de los dos supo cómo continuar aquella conversación. Ah, para Veronika siempre fue fácil hablar con las personas, pero con él se hacía un poco difícil, no sabía que tema tocar, ni siquiera podía verlo a los ojos sin apartar la mirada dos segundos después. Natsu era otro caso, él siempre vivió en su mundo, las chicas eran las que solían sacar asuntos para hablar, y con todo y eso, solía ignorarlas, pero justo ahora, quería volver a hacerla reír, ¿era normal aquello?

—¿Quieres uno? —Veronika le extendió un bombón —, son demasiados para mí —mintió.

El varón tomó el dulce, y cuando rozó los finos dedos de la fémina, sintió una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal. Para ella no fue tan distinto, quedó impactada por lo grandes que eran las manos de Natsu, le gustaban, eran cálidas.

Ambos se llevaron a la boca el bombón pensando en lo anterior.

El pelirrosa observó a Varonika darle pequeños golpes a la mesa y mirarlo asustada.

—Natsu, por favor, dime qué los bombones no tenían almendras —rogó, tocándose la garganta.

—Lucy dijo que a las mujeres le encantaban —él se puso en pie, asustado, divisando la extraña actitud de la castaña.

—¡Soy alérgica las almendras! —exclamó, su cara comenzaba a ponerse roja y a llenarse de granos, estaba hinchada.

Tercera gran cagada, ni Cupido podría salvar la situación.

—¿¡Qué hago?! —gritó decesperado, al verla en ese estado.

—Ve a mí cuarto y busca en uno de mis cajones, ahí tengo un juego de jeringuilla y epinefrina —indicó apuntando una puerta, la que aparentemente lo guiaría a su habitación —, apresúrate.

El adolescente obedeció velozmente, se lanzó a correr con el objetivo de llegar lo más rápido posible, Veronika se veía bastante mal.

El lugar era un desastre total, había ropa y peluches tirados por todo el suelo, además de cargadores e instrumentos de trabajo escolares exparcidos en una mesita. Afortunadamente no habían muchos cajones por ahí. Con mucho trabajo logró encontrar la jeringuilla de la que ella le había hablado, junto con un frasco pequeño que contenía un líquido singular.

Después de hallar su cometido regresó al comedor. La encontró tirada sobre la mesa, cada vez se le hacía más difícil respirar.

—Tienes que inyectarme... —lo observó, respiró profundo y dejó caer nuevamente su cabeza en la madera —en el cuello.

Natsu volvió a acatar órdenes sin ningún problema. El pulso le temblaba ligeramente mientras llenaba la jeringa de epinefrina, mas ese no era el momento de vacilar. Con mucho cuidado se acercó hacia la protagonista y la levantó ligeramente con una de sus manos, para con la otra, poder colocar la medicina en donde ella le había dicho.

Segundos más tarde, y sin soltarla, Veronika volvió a respirar con un poco más de calma, la dificultad para tal cosa había disminuido.

—¿Tienes coche? —inquirió, recostada a su hombro.

—Si, está aparcado al frente —contestó, a sabiendas de lo que seguía.

—Tienes que llevarme al hospital, mi madre está de guardia, ella sabrá que hacer —habló, un poco más relajada.

Sin más que decir, Natsu la tomó entre sus brazos, como si de una princesa se tratara, con una fuerza que a ella le pareció ihumana, pero ni fuerzas para aferrarse a él tenía, sus párpados se le caían y sentía su cuerpo pesado.

Se rindió ante el cansancio y cerró sus ojos, confiando en él, esperando que hiciera todo el trabajo; y cuando los volvió a abrir, se encontraba en una camilla, con Natsu aferrado a su brazo, la noche había caído, y él no se había separado ni un segundo de ella.

Primer intento: Fiasco total.

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Palabras del autor:

Primero que nada, perdonen a Natsu por nacer, él no quería ser así ;-;

Les dije que está historia sería muy pendeja y estoy cumpliendo, espero que disfruten.

Si te gusta, vota y comenta, así podría llegarle a más personas

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora

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